Zamora: Rioconejos-Molino de Arriba-Gusandanos
near Ríoconejos, Castilla y León (España)
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Itinerary description
Este recorrido parte desde el centro de Rioconejos y se dirige al Barrio de Arriba donde tomaremos la última calle del pueblo, no tiene pérdida, porque al comienzo hay una fuente.
La calle termina en la última casa del pueblo y comienza la senda cubierta por hierba. La senda al comienzo es ancha pero luego se va estrechando siendo muy fácil de recorrer, bordeada a la derecha por una pared de piedra que nos separa de los nabales y a la izquierda la ladera del monte.
Si tenemos suerte y madrugamos un poco podremos ver parte de la fauna que puebla estos parajes, seguro que ardillas y corzos salen a nuestro paso.
Pasaremos junto a una especie de depósito que está en esta ladera y continuaremos por la pista que se va cerrando cada vez más por los robles que nos acompañan todo el camino.
Llegaremos por fin al Molino de Arriba, completamente en ruinas, donde podremos apreciar las muelas que antiguamente molían el grano del centeno. Podremos tener también una idea de la obra de ingeniería que hacían nuestros mayores con pocos recursos. Y cómo se las ingeniaban para aprovechar el agua y el curso del río para hacer funcionar la maquinaria del molino.
Seguiremos nuestro trayecto. Debemos ir entre el caño del agua que se dirige al molino y el río Sapos que fluye a nuestra derecha. El camino es bastante transitable hasta llegar a la presa que alimenta el molino.
La presa, muy artesanal, todavía se mantiene en pie, y es la que dirige el agua hacia su destino.
A partir de este momento deberemos seguir la orilla del río. Existe una senda de pescadores que a veces se ve y otras desaparece. Mientras avanzamos el camino se hace más difícil, porque los brezos y escobas nos irán cerrando el avance.
En un momento dado nos deberemos decidir a subir la ladera. El punto elegido por mí fue una vez que vi muy complicado avanzar por la orilla del río.
Tendremos que emplearnos a fondo para abrirnos paso entre las escobas, porque no existe camino ni senda, que dirija nuestros pasos. Tras una dura lucha contra la maleza conseguiremos llegar a un punto mucho más abierto. Todavía no veremos Gusandanos pero sí la ladera del monte bajo la que se haya este pueblo.
Siguiendo esa dirección llegaremos a un antiguo castro y desde allí encontraremos rápidamente una senda que nos dirige a Gusandanos.
El pueblo, semiabandonado, es un lugar ideal para descansar junto a su fuente que no para de manar agua y su Iglesia dedicada a San Marcos. Nos costará abandonarlo para seguir la ruta.
La continuaremos por la carretera que se dirige a Anta, siempre con el Corralón o Peña Caballo a nuestra izquierda. Atravesando campos que antes fueron de cultivo y que ahora están cubiertos por las escobas y resto de monte bajo.
Podemos dirigirnos directamente a Rioconejos en cuanto encontremos el desvío de la pista que se dirige allí. Yo sin embargo seguí hacia Anta, y me desvié un poco para dirigirme a una pequeña charca.
Desde esta charca, campo a través, llegué finalmente a este pueblo, llegando a su parte más alta. Debemos descender hasta encontar la Calle de la Iglesia que se dirige hacia el templo de la localidad.
Desde este edificio parte un camino muy usado por los vecinos de ambos pueblos, rodeado nuevamente de robles, y que llega directamente a Rioconejos.
La calle termina en la última casa del pueblo y comienza la senda cubierta por hierba. La senda al comienzo es ancha pero luego se va estrechando siendo muy fácil de recorrer, bordeada a la derecha por una pared de piedra que nos separa de los nabales y a la izquierda la ladera del monte.
Si tenemos suerte y madrugamos un poco podremos ver parte de la fauna que puebla estos parajes, seguro que ardillas y corzos salen a nuestro paso.
Pasaremos junto a una especie de depósito que está en esta ladera y continuaremos por la pista que se va cerrando cada vez más por los robles que nos acompañan todo el camino.
Llegaremos por fin al Molino de Arriba, completamente en ruinas, donde podremos apreciar las muelas que antiguamente molían el grano del centeno. Podremos tener también una idea de la obra de ingeniería que hacían nuestros mayores con pocos recursos. Y cómo se las ingeniaban para aprovechar el agua y el curso del río para hacer funcionar la maquinaria del molino.
Seguiremos nuestro trayecto. Debemos ir entre el caño del agua que se dirige al molino y el río Sapos que fluye a nuestra derecha. El camino es bastante transitable hasta llegar a la presa que alimenta el molino.
La presa, muy artesanal, todavía se mantiene en pie, y es la que dirige el agua hacia su destino.
A partir de este momento deberemos seguir la orilla del río. Existe una senda de pescadores que a veces se ve y otras desaparece. Mientras avanzamos el camino se hace más difícil, porque los brezos y escobas nos irán cerrando el avance.
En un momento dado nos deberemos decidir a subir la ladera. El punto elegido por mí fue una vez que vi muy complicado avanzar por la orilla del río.
Tendremos que emplearnos a fondo para abrirnos paso entre las escobas, porque no existe camino ni senda, que dirija nuestros pasos. Tras una dura lucha contra la maleza conseguiremos llegar a un punto mucho más abierto. Todavía no veremos Gusandanos pero sí la ladera del monte bajo la que se haya este pueblo.
Siguiendo esa dirección llegaremos a un antiguo castro y desde allí encontraremos rápidamente una senda que nos dirige a Gusandanos.
El pueblo, semiabandonado, es un lugar ideal para descansar junto a su fuente que no para de manar agua y su Iglesia dedicada a San Marcos. Nos costará abandonarlo para seguir la ruta.
La continuaremos por la carretera que se dirige a Anta, siempre con el Corralón o Peña Caballo a nuestra izquierda. Atravesando campos que antes fueron de cultivo y que ahora están cubiertos por las escobas y resto de monte bajo.
Podemos dirigirnos directamente a Rioconejos en cuanto encontremos el desvío de la pista que se dirige allí. Yo sin embargo seguí hacia Anta, y me desvié un poco para dirigirme a una pequeña charca.
Desde esta charca, campo a través, llegué finalmente a este pueblo, llegando a su parte más alta. Debemos descender hasta encontar la Calle de la Iglesia que se dirige hacia el templo de la localidad.
Desde este edificio parte un camino muy usado por los vecinos de ambos pueblos, rodeado nuevamente de robles, y que llega directamente a Rioconejos.
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