Yacimientos arqueológicos de Sierra Martilla y de la Algarbe (Zagra)
near Zagra, Andalucía (España)
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Itinerary description
Nos dirigimos al Poniente granadino, a la Comarca de Loja, concretamente al pueblo de Zagra, al que llegamos por la GR-5400, aparcando en la plaza presidida por el Ayuntamiento y la Iglesia de San Lorenzo (siglo XVIII), desde donde tomamos la calle de los Huertos, visitando un tradicional lavadero y desviándonos luego a la izquierda por la calle de la Feria para salir del casco urbano.
Cruzamos el arroyo de la Zagra, encontrando un panel informativo sobre la Ruta turística del Río Pesquera del Poniente Granadino, donde seguimos a la izquierda por una pista terriza; vamos subiendo por ella unos 500 metros, desviándonos luego a la derecha por una senda que desemboca en otro camino por el que continuamos subiendo hasta alcanzar una carretera, la cual seguimos a la izquierda para coronar el Cerro de la Cruz: aquí, junto a una gran cruz, se disfruta de una amplia vista de distintos lugares de tres provincias, Granada, Málaga y Córdoba (el Pantano de Iznájar -el Lago de Andalucía-, las Sierras de Martilla y las de la Algarbe -a las que subiremos para visitar sus interesantes yacimientos arqueológicos-, la Sierra de Loja, Sierra Gorda, la de Gibalto y la de Archidona…), aunque, por desgracia, la calima con la que nos ha obsequiado el día nos va a limitar este otro atractivo de la ruta.
Retomamos la carretera continuando por ella algo menos de un kilómetro antes de desviarnos a la derecha por un camino que desciende por el olivar hasta cruzar sucesivamente los arroyos de la Rozuela y de la Martilla, secos pese a las recientes lluvias. Luego el camino rodea los Tajos de Sierra Martilla, dejando a un lado la Cueva de Martilla (usada como redil y en la que llaman la atención unas pequeñas oquedades que la erosión ha labrado en la roca arenisca, los tafonis) y desembocando en una carretera, la de los Ventorros de San José, que seguimos a la izquierda.
Continuamos por la carretera, bajo el promontorio calizo del Cerro de la Martilla, hasta encontrar dos dólmenes junto a la misma, que forman parte de la necrópolis de Sierra Martilla y que se datan entre finales del Neolítico (IV milenio a. C.) y la Edad del Cobre (III milenio a. C.); como singularidad están excavados directamente sobre la propia roca, tratándose de enterramientos colectivos de diversas tipologías: de cámara y corredor; cueva artificial, con megalito, o adaptación de una natural; fosas simples excavadas en horizontal a ras de suelo, o de doble y triple cámara.
Retrocedemos unos metros por la carretera, para seguir un camino por el olivar que nos lleva cerca de la cima del cerro amesetado, donde en su extremo oeste se encuentra el vértice geodésico, ubicado sobre lo que resta de una atalaya nazarí, la Torre de Martilla. Junto a las otras torres vigía de Cortijo Viejo y Pesquera, tenía contacto visual directo (mediante ahumadas por el día o el fuego por la noche en caso de alerta) con el Castillo de Zagra, constituyendo el primer sistema defensivo que tenían que salvar las tropas castellanas si pretendían avanzar sobre Loja (tras la conquista cristiana esta atalaya aparece en el Libro del Repartimiento de Loja como “Torre del Molejón”, ya que Molejón era el nombre del asentamiento situado en sus alrededores). Desde su estratégico emplazamiento, se domina el pasillo entre los ríos Genil y Pesquera, al suroeste. Aunque en la actualidad, de los posiblemente 9 metros de altura que tendría la torre, solo subsisten los 2,3 metros correspondientes a su base maciza (los dos tercios inferiores formaban un cuerpo macizo, mientras que el superior tenía un habitáculo con una puerta-ventana situada a unos 6 metros del suelo, a la que se accedía por una escalera, de cuerdas o de madera, que se retiraba en caso de ataque).
Caminando entre un manto de flores silvestres, recorremos la cresta del cerro, para visitar el resto del yacimiento (que se encuentra en una finca privada, pero al que se puede acceder por una cancela que permanece abierta). En este yacimiento se pueden considerar varias etapas de ocupación, desde la Prehistoria (Martilla I, el estrato más profundo y primer momento de ocupación de la necrópolis en el Neolítico Tardío; y Martilla II, última fase de ocupación del espacio funerario, durante el Cobre Inicial) hasta la Fase Histórica o Martilla V (materiales superficiales de origen romano-republicano y quizás altoimperiales, sepulturas visigóticas y la torre vigía), pasando por una
Fase Protohistórica: Martilla III (materiales superficiales de un periodo Ibérico Antiguo) y IV (materiales cerámicos a torno encontrados en una tumba reutilizada, que tendría dos momentos diferenciados, Época Ibérica y Tardoibérica, hasta la República Romana).
También aquí hay habilitado un mirador, con vistas a la Sierra de Loja, Sierra Gorda, Gibalto, las Sierras de Villanueva del Trabuco y Archidona, Sierra del Pedroso, la Campilla y la Sierra de Campoagro (límite de las provincias de Granada y Málaga), las Sierras de Cuevas de San Marcos y la de Rute, el Embalse de Iznájar y, más cercano, el Valle de Riofrío (lugar donde nos espera un merecido almuerzo).
Tras esta visita, bajamos del cerro siguiendo un carril en el olivar hasta llegar de nuevo a la carretera de los Ventorros de San José; seguimos ahora a la izquierda y de frente en la siguiente bifurcación de caminos, cruzando de nuevo el arroyo de la Martilla en dirección a la Fuente del Lino, aunque antes de llegar a ella atrochamos por el olivar de nuestra izquierda, hacia el Cerro de la Algarbe, saliendo a un carril ya muy cerca del cortijo en ruinas. Junto a esta construcción se encuentra el Complejo Arqueológico de la Algarbe (siglos VI-IX d.C.), único en la provincia de Granada, pues aúna elementos monasteriales, litúrgicos y un área cementerial parroquial, asociada a una aldea. La Iglesia Rupestre es una cueva natural adaptada como zona de culto, con funciones abaciales y parroquiales (los fieles se congregarían en el patio), con un Baptisterio Rupestre a su izquierda, espacio usado también como sacristía y tesoro. Subiendo hacia los tajos, en otra cueva natural bajo ellos, se encuentra la Cella Monástica, una estancia comunal donde los monjes estarían apartados del resto de la comunidad (según se interpreta por su tamaño, situación más alejada y por la presencia de un nicho). La necrópolis consta de unas 60 tumbas excavadas en roca, de planta principalmente oval, y distribuidas en cinco grupos, quedando por debajo el Poblado, en la zona más llana, hoy ocupada por el olivar. Más al este hay un Ergástulo (cárcel de pequeñas dimensiones excavada en la roca). Un poco acuciado por el tiempo no di con la Iglesia y el Baptisterio, que deben quedar justo detrás de las ruinas del cortijo (seguramente estuve caminando sobre ellos).
Tras visitar la necrópolis, volvemos al camino, llegando poco después a la Fuente del Lino (que surtía a varias cortijadas ahora en ruinas); aquí conectamos con el camino de ida, ya cerca del Cerro de la Cruz, volviendo sobre nuestros pasos para regresar a Zagra, donde entramos bajo la -otrora vigilante- mirada de su Castillo.
Cruzamos el arroyo de la Zagra, encontrando un panel informativo sobre la Ruta turística del Río Pesquera del Poniente Granadino, donde seguimos a la izquierda por una pista terriza; vamos subiendo por ella unos 500 metros, desviándonos luego a la derecha por una senda que desemboca en otro camino por el que continuamos subiendo hasta alcanzar una carretera, la cual seguimos a la izquierda para coronar el Cerro de la Cruz: aquí, junto a una gran cruz, se disfruta de una amplia vista de distintos lugares de tres provincias, Granada, Málaga y Córdoba (el Pantano de Iznájar -el Lago de Andalucía-, las Sierras de Martilla y las de la Algarbe -a las que subiremos para visitar sus interesantes yacimientos arqueológicos-, la Sierra de Loja, Sierra Gorda, la de Gibalto y la de Archidona…), aunque, por desgracia, la calima con la que nos ha obsequiado el día nos va a limitar este otro atractivo de la ruta.
Retomamos la carretera continuando por ella algo menos de un kilómetro antes de desviarnos a la derecha por un camino que desciende por el olivar hasta cruzar sucesivamente los arroyos de la Rozuela y de la Martilla, secos pese a las recientes lluvias. Luego el camino rodea los Tajos de Sierra Martilla, dejando a un lado la Cueva de Martilla (usada como redil y en la que llaman la atención unas pequeñas oquedades que la erosión ha labrado en la roca arenisca, los tafonis) y desembocando en una carretera, la de los Ventorros de San José, que seguimos a la izquierda.
Continuamos por la carretera, bajo el promontorio calizo del Cerro de la Martilla, hasta encontrar dos dólmenes junto a la misma, que forman parte de la necrópolis de Sierra Martilla y que se datan entre finales del Neolítico (IV milenio a. C.) y la Edad del Cobre (III milenio a. C.); como singularidad están excavados directamente sobre la propia roca, tratándose de enterramientos colectivos de diversas tipologías: de cámara y corredor; cueva artificial, con megalito, o adaptación de una natural; fosas simples excavadas en horizontal a ras de suelo, o de doble y triple cámara.
Retrocedemos unos metros por la carretera, para seguir un camino por el olivar que nos lleva cerca de la cima del cerro amesetado, donde en su extremo oeste se encuentra el vértice geodésico, ubicado sobre lo que resta de una atalaya nazarí, la Torre de Martilla. Junto a las otras torres vigía de Cortijo Viejo y Pesquera, tenía contacto visual directo (mediante ahumadas por el día o el fuego por la noche en caso de alerta) con el Castillo de Zagra, constituyendo el primer sistema defensivo que tenían que salvar las tropas castellanas si pretendían avanzar sobre Loja (tras la conquista cristiana esta atalaya aparece en el Libro del Repartimiento de Loja como “Torre del Molejón”, ya que Molejón era el nombre del asentamiento situado en sus alrededores). Desde su estratégico emplazamiento, se domina el pasillo entre los ríos Genil y Pesquera, al suroeste. Aunque en la actualidad, de los posiblemente 9 metros de altura que tendría la torre, solo subsisten los 2,3 metros correspondientes a su base maciza (los dos tercios inferiores formaban un cuerpo macizo, mientras que el superior tenía un habitáculo con una puerta-ventana situada a unos 6 metros del suelo, a la que se accedía por una escalera, de cuerdas o de madera, que se retiraba en caso de ataque).
Caminando entre un manto de flores silvestres, recorremos la cresta del cerro, para visitar el resto del yacimiento (que se encuentra en una finca privada, pero al que se puede acceder por una cancela que permanece abierta). En este yacimiento se pueden considerar varias etapas de ocupación, desde la Prehistoria (Martilla I, el estrato más profundo y primer momento de ocupación de la necrópolis en el Neolítico Tardío; y Martilla II, última fase de ocupación del espacio funerario, durante el Cobre Inicial) hasta la Fase Histórica o Martilla V (materiales superficiales de origen romano-republicano y quizás altoimperiales, sepulturas visigóticas y la torre vigía), pasando por una
Fase Protohistórica: Martilla III (materiales superficiales de un periodo Ibérico Antiguo) y IV (materiales cerámicos a torno encontrados en una tumba reutilizada, que tendría dos momentos diferenciados, Época Ibérica y Tardoibérica, hasta la República Romana).
También aquí hay habilitado un mirador, con vistas a la Sierra de Loja, Sierra Gorda, Gibalto, las Sierras de Villanueva del Trabuco y Archidona, Sierra del Pedroso, la Campilla y la Sierra de Campoagro (límite de las provincias de Granada y Málaga), las Sierras de Cuevas de San Marcos y la de Rute, el Embalse de Iznájar y, más cercano, el Valle de Riofrío (lugar donde nos espera un merecido almuerzo).
Tras esta visita, bajamos del cerro siguiendo un carril en el olivar hasta llegar de nuevo a la carretera de los Ventorros de San José; seguimos ahora a la izquierda y de frente en la siguiente bifurcación de caminos, cruzando de nuevo el arroyo de la Martilla en dirección a la Fuente del Lino, aunque antes de llegar a ella atrochamos por el olivar de nuestra izquierda, hacia el Cerro de la Algarbe, saliendo a un carril ya muy cerca del cortijo en ruinas. Junto a esta construcción se encuentra el Complejo Arqueológico de la Algarbe (siglos VI-IX d.C.), único en la provincia de Granada, pues aúna elementos monasteriales, litúrgicos y un área cementerial parroquial, asociada a una aldea. La Iglesia Rupestre es una cueva natural adaptada como zona de culto, con funciones abaciales y parroquiales (los fieles se congregarían en el patio), con un Baptisterio Rupestre a su izquierda, espacio usado también como sacristía y tesoro. Subiendo hacia los tajos, en otra cueva natural bajo ellos, se encuentra la Cella Monástica, una estancia comunal donde los monjes estarían apartados del resto de la comunidad (según se interpreta por su tamaño, situación más alejada y por la presencia de un nicho). La necrópolis consta de unas 60 tumbas excavadas en roca, de planta principalmente oval, y distribuidas en cinco grupos, quedando por debajo el Poblado, en la zona más llana, hoy ocupada por el olivar. Más al este hay un Ergástulo (cárcel de pequeñas dimensiones excavada en la roca). Un poco acuciado por el tiempo no di con la Iglesia y el Baptisterio, que deben quedar justo detrás de las ruinas del cortijo (seguramente estuve caminando sobre ellos).
Tras visitar la necrópolis, volvemos al camino, llegando poco después a la Fuente del Lino (que surtía a varias cortijadas ahora en ruinas); aquí conectamos con el camino de ida, ya cerca del Cerro de la Cruz, volviendo sobre nuestros pasos para regresar a Zagra, donde entramos bajo la -otrora vigilante- mirada de su Castillo.
Waypoints
Ruins
2,621 ft
Torre de Martilla (siglo XIV) y vértice geodésico
De mampostería, con piedras de mediano y gran tamaño unidas por una argamasa de abundante cal, con el exterior (en su momento ) enlucido con mortero de cal
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