Vuelta al Pajares por el río Segura desde Salmerón (Moratalla)
near Salmerón, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Caminar por el curso medio del río Segura es siempre un acierto, así que la excursión de hoy era garantía de disfrute.
Salmerón es una pedanía de Moratalla tristemente desolada. A día de hoy es más un caserío que un pueblo. Su ermita hace años que no da servicio, y quien quiera tomarse algo deberá cruzar el río y acercarse a Las Minas, pedanía de la albaceteña Hellín.
El paraje es envidiable: arrozales y maizales pegados al Segura, que a menos de un kilómetro recibe las aguas del río Mundo. A pesar de tanta agua, el suelo es árido en el entorno.
En cuanto a la ruta, parte de Salmerón cruzando el puente sobre el río Segura para entrar en Castilla La Mancha. Ya en tierras de Albacete giramos a la izquierda por el Camino de Aníbal. El primer hito son las casas cueva, que se multiplican por doquier.
El camino asfaltado pasará por alguna casa y junto al Molino de Maeso. Pasado éste, una chopera, y no tardaremos en llegar a El Maeso, otro caserío. Se supone que tiene ermita, pero yo no la he visto o no he sabido reconocerla.
Aquí termina el asfalto y vamos en paralelo al río, con plantaciones de regadío intensivo a la derecha sobre un suelo blanco.
Prácticamente desde el inicio habremos visto la mole del Pajares, el rey de estos lares. Su imponente silueta es el eje sobre el que discurre la ruta, pues lo vamos a rodear. La presencia de esta montaña coronada de roca atraerá nuestra mirada permanentemente.
Sin embargo, otras sierras y elevaciones cercanas nos intimidarán con su aspecto casi hostil, como si buscaran disuadir de transitarlas a quien pudiera ocurrírsele. Crestas dentadas, cimas prominentes, ausencia casi total de arbolado, sólo poblada por esparto y otros arbustos…
El Segura lo ubicamos gracias a las cañas que delatan su curso. Los arrozales amarillean, y los maizales están a punto de ser recolectados. El Pajares lo contempla todo con solemne y despectivo desdén.
Las vistas son a menudo soberbias. A la derecha se eleva La Chamorra, uno de los montes que flanquean al Pajares. A nuestra izquierda baja un camino que lleva a las casas y a la Presa del Rey. Ya la conozco, así que hoy prefiero pasar de largo. Además, me da reparo molestar si hay alguien. La visita es muy recomendable, pero quizás mejor desde la otra orilla, yendo desde Salmerón y pasando por Mobarque y Torrearenas.
Abandonamos el Camino de Aníbal, que se va a la derecha, y comenzamos a ascender. Nos asomamos a un balcón sobre una hoz que hace el río. Suena un motor permanentemente y hace añicos el momento de quietud. Visualmente estamos ante uno de los mejores momentos de la jornada.
Poco falta para llegar al Puente de Chapa, una pasarela ancha y sin barandilla que nos cruza al lado derecho del río. Continuamos a la derecha, río arriba. Este paraje se llama La Hoya, y si no recuerdo mal el GR 127 va por aquí (las marcas de GR están casi totalmente perdidas). Es un tramo incomprensible, pues en lugar de cruzar tranquilamente para ir por donde yo he venido, se enrisca por la Sierra de Pajares en un sendero aéreo y peligroso para desembocar en la Presa del Rey. Lo pasé mal cuando lo hice, hace unos años.
Hoy es todo fácil: caminos y más caminos. De hecho, la ruta que sigo está propuesta para ciclistas.
A la derecha, olivos, choperas y formaciones geológicas muy interesantes, que las fotos son incapaces de mostrar.
Estamos a punto de iniciar la ascensión, bastante empinada para lo que venimos andando, pero que en realidad apenas supera los ciento y poco metros de desnivel. Aquí me llevo el disgusto del día: algún imbécil ha decidido comerse un bocadillo y tomarse una Coca Cola y dejar la basura tirada. Me la llevo para tirarla en un contenedor, triste por el poco civismo que se gastan algunos.
Ya en la parte alta me veo a los pies del Pajares. Estoy tentado a subir, quiero hacer este vértice geodésico y desde aquí se ve muy accesible, pero es tarde, y aunque no tengo prisa, hoy no me apetece complicarme la vida, así que lo dejo para otra ocasión.
Sólo queda bajar. Acompañamos la pared del Pajares hasta llegar a un cruce, donde giraremos a la izquierda. La cabeza del Pajares es cada vez más impresionante, y desde aquí abajo me arrepiento de no haber subido.
El camino serpentea y acaba a las puertas del Cortijo de Torrearenas. Ya lo visité hace unos años. Las distintas edificaciones están en ruinas, y el recinto está vallado, pero junto a la puerta la alambrada está abierta por debajo y no me resisto a entrar: quiero volver a ver su ermita. También está en ruinas, el techo cayó y el interior de la ermita es un puro escombro. La hornacina del altar, decorada con columnas de estilo griego, y la verja que separaba al oficiante de los asistentes, son los elementos más llamativos. Qué pena que un patrimonio tan pintoresco esté en semejante estado.
Ya no quedan más que un par de kilómetros, pasando por Mobarque, una cortijada habitada, y la Noria de Salmerón, a la que no bajo porque ya la conozco de visitas anteriores, hay gente y no quiero molestar.
Sólo queda medio kilómetro para llegar a la ermita de Salmerón, punto final de una excursión más que recomendable. Os vais a hartar de hacer fotos.
Salmerón es una pedanía de Moratalla tristemente desolada. A día de hoy es más un caserío que un pueblo. Su ermita hace años que no da servicio, y quien quiera tomarse algo deberá cruzar el río y acercarse a Las Minas, pedanía de la albaceteña Hellín.
El paraje es envidiable: arrozales y maizales pegados al Segura, que a menos de un kilómetro recibe las aguas del río Mundo. A pesar de tanta agua, el suelo es árido en el entorno.
En cuanto a la ruta, parte de Salmerón cruzando el puente sobre el río Segura para entrar en Castilla La Mancha. Ya en tierras de Albacete giramos a la izquierda por el Camino de Aníbal. El primer hito son las casas cueva, que se multiplican por doquier.
El camino asfaltado pasará por alguna casa y junto al Molino de Maeso. Pasado éste, una chopera, y no tardaremos en llegar a El Maeso, otro caserío. Se supone que tiene ermita, pero yo no la he visto o no he sabido reconocerla.
Aquí termina el asfalto y vamos en paralelo al río, con plantaciones de regadío intensivo a la derecha sobre un suelo blanco.
Prácticamente desde el inicio habremos visto la mole del Pajares, el rey de estos lares. Su imponente silueta es el eje sobre el que discurre la ruta, pues lo vamos a rodear. La presencia de esta montaña coronada de roca atraerá nuestra mirada permanentemente.
Sin embargo, otras sierras y elevaciones cercanas nos intimidarán con su aspecto casi hostil, como si buscaran disuadir de transitarlas a quien pudiera ocurrírsele. Crestas dentadas, cimas prominentes, ausencia casi total de arbolado, sólo poblada por esparto y otros arbustos…
El Segura lo ubicamos gracias a las cañas que delatan su curso. Los arrozales amarillean, y los maizales están a punto de ser recolectados. El Pajares lo contempla todo con solemne y despectivo desdén.
Las vistas son a menudo soberbias. A la derecha se eleva La Chamorra, uno de los montes que flanquean al Pajares. A nuestra izquierda baja un camino que lleva a las casas y a la Presa del Rey. Ya la conozco, así que hoy prefiero pasar de largo. Además, me da reparo molestar si hay alguien. La visita es muy recomendable, pero quizás mejor desde la otra orilla, yendo desde Salmerón y pasando por Mobarque y Torrearenas.
Abandonamos el Camino de Aníbal, que se va a la derecha, y comenzamos a ascender. Nos asomamos a un balcón sobre una hoz que hace el río. Suena un motor permanentemente y hace añicos el momento de quietud. Visualmente estamos ante uno de los mejores momentos de la jornada.
Poco falta para llegar al Puente de Chapa, una pasarela ancha y sin barandilla que nos cruza al lado derecho del río. Continuamos a la derecha, río arriba. Este paraje se llama La Hoya, y si no recuerdo mal el GR 127 va por aquí (las marcas de GR están casi totalmente perdidas). Es un tramo incomprensible, pues en lugar de cruzar tranquilamente para ir por donde yo he venido, se enrisca por la Sierra de Pajares en un sendero aéreo y peligroso para desembocar en la Presa del Rey. Lo pasé mal cuando lo hice, hace unos años.
Hoy es todo fácil: caminos y más caminos. De hecho, la ruta que sigo está propuesta para ciclistas.
A la derecha, olivos, choperas y formaciones geológicas muy interesantes, que las fotos son incapaces de mostrar.
Estamos a punto de iniciar la ascensión, bastante empinada para lo que venimos andando, pero que en realidad apenas supera los ciento y poco metros de desnivel. Aquí me llevo el disgusto del día: algún imbécil ha decidido comerse un bocadillo y tomarse una Coca Cola y dejar la basura tirada. Me la llevo para tirarla en un contenedor, triste por el poco civismo que se gastan algunos.
Ya en la parte alta me veo a los pies del Pajares. Estoy tentado a subir, quiero hacer este vértice geodésico y desde aquí se ve muy accesible, pero es tarde, y aunque no tengo prisa, hoy no me apetece complicarme la vida, así que lo dejo para otra ocasión.
Sólo queda bajar. Acompañamos la pared del Pajares hasta llegar a un cruce, donde giraremos a la izquierda. La cabeza del Pajares es cada vez más impresionante, y desde aquí abajo me arrepiento de no haber subido.
El camino serpentea y acaba a las puertas del Cortijo de Torrearenas. Ya lo visité hace unos años. Las distintas edificaciones están en ruinas, y el recinto está vallado, pero junto a la puerta la alambrada está abierta por debajo y no me resisto a entrar: quiero volver a ver su ermita. También está en ruinas, el techo cayó y el interior de la ermita es un puro escombro. La hornacina del altar, decorada con columnas de estilo griego, y la verja que separaba al oficiante de los asistentes, son los elementos más llamativos. Qué pena que un patrimonio tan pintoresco esté en semejante estado.
Ya no quedan más que un par de kilómetros, pasando por Mobarque, una cortijada habitada, y la Noria de Salmerón, a la que no bajo porque ya la conozco de visitas anteriores, hay gente y no quiero molestar.
Sólo queda medio kilómetro para llegar a la ermita de Salmerón, punto final de una excursión más que recomendable. Os vais a hartar de hacer fotos.
Waypoints
Photo
1,266 ft
Hay que ser muy necio para venir al sitio más apartado del mundo y dejar basura. Me la llevo.
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