HUESCA. Visita guiada de Alquézar
near Alquézar, Aragón (España)
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Itinerary description
Alquezar es un pueblo que cuando le ves desde la carretera te deja impresionado y a medida que te vas acercando te va dejando más asombrado.
Se encuentra en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara y en lo alto de una pequeña montaña se ubica su colegiata desde donde las vistas del cañón del Río Vero son espectaculares.
Alquézar debe su nombre al castillo o Al-Qasr” (la fortaleza) construido en el S. IX. El castillo era el principal punto de defensa árabe contra los reinos cristianos del Sobrarbe que ofrecían resistencia en la región pirenaica. Del castillo árabe aún se conservan algunos restos como el torreón.
Si te vas a quedar en la localidad a dormir, es preferible dejar el coche en el aparcamiento de la entrada del pueblo y desde el mirador apreciar las vistas del pueblo con su Colegiata en lo alto.
Nosotros hicimos la visita por la tarde después de regresar de hacer la ruta de las pasarelas a Asque y volver a Alquézar.
Estaba lloviendo un poco y pensamos que no iba a salir la visita guiada que teníamos previsto hacer a las 5 de la tarde, pero a pesar del tiempo la guía Estefanía decidió salir para ver si teníamos suerte y no nos mojábamos.
La visita comenzó en la puerta de Información y Turismo y cuando llegamos enfrente de la Iglesia de San Miguel, y debajo de un árbol porque empezó a llover un poco, nos empezó a explicar la villa de Alquézar.
La Iglesia de San Miguel Arcángel se edificó sobre un templo anterior del S. XVIII de estilo barraco. No bajamos a verla porque estaba cerrada.
Nosotros el día anterior aprovechando la presentación del libro La Dama de Guara la vimos por dentro y su interior es muy pobre porque fue destruido durante la Guerra Civil.
Después de la parada enfrente de la Iglesia nos dirigimos al interior del pueblo y nos paramos en una puerta gótica que da acceso al interior del recinto urbano.
Dado que Alquézar fue durante varios siglos un importante centro comercial, se cobraba impuestos a los mercaderes que deseaban vender sus productos en la plaza porticada; para evitar su entrada durante la noche se cerraban todas las puertas que daban acceso al pueblo.
La villa de Alquézar contó en sus orígenes con cuatro puertas que daban acceso al interior del recinto urbano, pero de todas ellas sólo se conserva esta bella puerta gótica.
Mientras que en uno de sus extremos fue levantado un arco de medio punto, en el otro frente se optó por un arco apuntado y coronado por el escudo de la villa, formado por tres torres de un solo castillo que recuerda el origen militar de la localidad.
Nada más pasar la puerta gótica nos encontramos con uno de los escudos más antiguos de Alquézar, que posee una moldura de traza gótica y carece de elementos decorativos. En él pueden verse las barras de Aragón, un león rampante y, curiosamente, la concha junto al báculo de peregrino.
En este punto empezó a llover con más intensidad y Estefanía decidió entrar en el Molino de Aceite que no se enseña nunca, y así esperar un ratillo para ver si dejaba de llover.
El molino de aceite de Alquezar es una de esas obras de ingeniería en donde se mezcla lo antiguo y tradicional, con lo actual y practico.
La maquinaria antigua se complementa con los sistemas más actuales, dando lugar a una simbiosis que todavía conserva el más puro sabor tradicional.
Todos los años después de la inmaculada el molino se pone en marcha para que los parroquianos que tengan oliveras puedan molerse su propio aceite.
Porque la historia funciona así, cada uno va al molino el día que le asignan y con la inestimable ayuda de Jorge Palacios, alma mater del ayuntamiento, se muele, se prensa y se envasa el preciado líquido, producto de las oliveras centenarias que abundan en esta tierra.
El día de la molienda, cada vecino lo convierte en algo festivo, invitando a los amigos a almorzar y entablando conversaciones que arreglan el mundo entre trago y trago del porrón
A la salida del molino de aceite llovía muy poco y continuamos por la Calle Mayor hoy conocida como la Calle Pedro Arnal Cavero y a nuestra derecha nos encontramos con la pequeña Ermita de Nuestra Señora de las Nieves.
La Ermita es de una sola nave de tres tramos cubierta con bóveda de crucería estrellada, en la que se conserva un pequeño retablo formado por fragmentos de otros ya desaparecidos, tanto renacentistas como barrocos.
Su fachada fue edificada por canteros del siglo XVII siguiendo modelos de la arquitectura religiosa popular.
Junto a la ermita puede verse una jamba perteneciente a una antigua puerta hoy inutilizada y en la que aparecen grabadas las siluetas de dos zapatos.
Según la guía el significado de los zapatos, se debe que en Alquézar se celebraba un mercado semanal y una feria anual desde 1528, año en el que Carlos V aprobó esta concesión a la villa.
Se cree que por Calle Mayor hoy conocida como la Calle Pedro Arnal Cavero se situaban los comerciantes y artesanos siempre en el mismo lugar señalizando con una iconografía los productos que vendían. En la actualidad solo queda la de los zapateros
Después continuamos para ver el Museo Etnológico Casa Fabián en donde se puede ver como vivían en el pasado los habitantes del Somontano.
Los descendientes de casa Fabián han puesto todo su empeño en cumplir este propósito.
En la casa que heredaron de sus padres y con objetos que en ella encontraron han creado un museo etnológico que se estructura en torno a cinco temas: el vino, el aceite, la alfarería, aperos agrícolas y vida doméstica.
Cada pieza es una lección de diseño y habla de una forma de vida, de un sentido diferente del tiempo y de las relaciones humanas.
Los nombres de los objetos están escritos en aragonés y acompañados de otros datos como la utilidad, el material con el que se fabricaron y su origen.
A la salida del Museo Etnológico Casa Fabián, seguía lloviendo y nos dirigimos para no mójanos a uno de los “callizos” del pueblo.
Según se cuenta en el pueblo, las confluencias de algunas calles de Alquézar, se cubrieron dando lugar a los lugares como este llamado "callizos".
Éstos se aprovechaban para situar habitaciones "voladas" ganando así espacio para la casa.
En el pasado era posible cruzar Alquézar de un extremo al otro sin necesidad de poner un pie en la calle, ya que se podía pasar de un lado al otro del pueblo por estos callizos
Uno de los más conocidos es el llamado Pasador de Casa Lailla, que tiene el suelo de roca tan pulido que se le conoce como “la eslizadera”, y ha sido utilizado por numerosas generaciones como tobogán.
Seguimos paseando por la calle Mayor y en el suelo empedrado nos
encontramos los «Vallos» que son pequeños canales por los que baja el agua de la Balsas de Basacol y que se utiliza para regar los huertos.
Llegamos a la plaza Mayor de Alquézar se le llama Plaza de Rafael Ayerbe, que fue prior de la colegiata (llamado «El Cura de Alquézar») a principios del siglo XX y creo un nuevo injerto de almendro que se adaptaba a las condiciones climáticas de la zona y del que hoy se obtiene la variedad llamada delargueta o desmayo.
Se trata de una hermosa y recoleta plaza porticada, bajo cuyos soportales, unos con arcos de medio punto y otros adintelados, se situaban los comerciantes y artesanos que vendían sus productos venidos de las tierras llanas y de las montañas.
En la plaza también se pueden ver que se siguen poniendo patas de jabalí en los portones de las casas para tener buena suerte y como protección contra las Brujas de Alquézar.
Es difícil verlas a no ser que las busques, para ello según se viene de la Calle Pedro Arnal Cavero y ya en la plaza,a nuestra izquierda tenemos los soportales y a nuestra derecha los portones con las patas de jabalí
También se pueden ver chimeneas que además son espantabrujas, pues se creía que ciertos maleficios podían entrar por la chaminera, motivo suficiente por la que éstas se remataban con el original espantabruxas.
Su utilidad protectora consistía en tener una simple piedra vertical, o bien de forma redonda que simula una cabeza. Otras como las que vimos desde la plaza están coronadas con un cántaro o vasija similares de alfarería, algunas rellenas de agua, sin duda por el papel purificador que de siempre ha simbolizado el agua.
Para poder ver las chimeneas y una vez en la plaza viniendo de la Calle Pedro Arnal Cavero, tendremos que mira a nuestra espalda a unos tejados donde podemos ver unas chimeneas, fijándonos bien veremos una chimenea coronada por un cántaro.
Desde la plaza empieza la famosa ruta de las pasarelas del río Vero. Nosotros continuamos para terminar la visita al castillo colegiata de Santa María la Mayor:
Antes de llegar se puede ver la torre central de la parte alta de la muralla, construida en el siglo XVI, fue recrecida en el XVIII y acondicionada como esconjuradero que son sencillas construcciones de piedra muy frecuentes en estas tierras, donde se tenía un terror atávico a las tormentas
Suelen estar en lo alto de cerros o montes, casi siempre cerca de iglesias o ermitas, y cuentan con espacios abiertos a los cuatro puntos cardinales, pues su única función era esconjurar las tormentas por donde se acercarán.
Al final de la Calle de la Iglesia, se encuentra la Plaza Cruz de Buil. Por ella se accede al recinto amurallado del castillo-colegiata, que fue declarada en el 1931 Monumento Nacional a través de una puerta blasonada construida entre los siglos XV y XVI
Allí nos dijo que ese día descansaba el guía oficial y que nos la enseñaría el cura del pueblo, el cual era buena persona, pero muy típico y que abriría la puerta cuando mejor le pareciera
Nos habló de la colegiata, diciendo que en 1099 el rey decidió proporcionar a Alquézar de una comunidad de monjes Agustinos, para lo que edificó una iglesia colegiata románica, iniciando así la vida monacal
En el siglo XVI, el arquitecto Juan de Segura construyó la colosal colegiata de Santa María, compuesta de una nave y ábside poligonal, con bóvedas de crucería estrellada
CONQUISTA DEL CASTILLO DE ALQUÉZAR
Y antes de dar por acabada la visita nos contó la Leyenda de la conquista del Castillo de Alquézar que dice que de la torre más alta se suele ver un brazo que sostiene una lanza con una cabeza clavada en su extremo para explicar la leyenda.
La leyenda dice que el rey moro sometía a sus súbditos a constantes abusos y que para satisfacer sus caprichos exigía que se le entregaran las jóvenes vírgenes más hermosas de la zona.
Así fue hasta que una valiente joven de la vecina aldea de Buera tomó la iniciativa: ella sola penetraría en el castillo y a una señal suya desde la torre más alta, los cristianos atacarían y vencerían sin dificultad.
Aunque parecía una locura nadie pudo persuadir a la muchacha para que abandonase.
Al caer la noche se vistió con sus prendas más sutiles, recogió sus largos cabellos rubios con una afilada peineta y se presentó en el castillo para ofrecerse al rey, quien no tardó en abandonarse al vino y a la belleza de la chica.
Ella se soltó el pelo y cuando el rey cayó rendido ante su hermosura, le hundió su peineta en el corazón. Con su propia espada le cortó la cabeza y la sacó por la ventana.
A esta señal los cristianos atacaron y los musulmanes, confusos, sin líder y viéndose perdidos, decidieron darse muerte.
Vendaron los ojos de sus caballos y al galope se precipitaron al vacío. Dicen que algunas noches aún se escuchan allí relinchos y desesperados gritos: los de las almas de aquellos soldados moros.
Después de oír esta leyenda empezó a llover y mojándonos empezamos a subir a la Colegiata por una fuerte subida en zig zag que se hizo de esa forma para favorecer su defensa.
Una vez arriba a pesar de que llovía con fuerza tuvimos que esperar un buen rato hasta que el señor cura se decidió a abrir la puerta.
Después de cobrar 3 euros por persona pasamos al claustro románico, donde empezamos la visita.
El cura era simpático pero muy anárquico y con un bastón en su mano derecha parecía regañar a los capiteles románicos que relatan temas del Antiguo Testamento como la Creación, la Tentación de Adán y Eva, el Diluvio Universal o la historia de Caín y Abel.
Continuo con su bastón en alto sobre las pinturas murales al fresco sobre escenas del Nuevo Testamento fueron añadidas en los siglos siguientes -del XV al XVIII.
Nos explicó bien el retablo de Santa Ana y el retablo de Santa Quinteira abogada de la rabia y de la locura.
La visita continuó con el bastón en alto para enseñarnos un bonito Cristo románico del S.XIII, considerado como pieza única.
Pero lo más espectacular fue cuando explicó un lienzo de notables dimensiones que se cree que es de Murillo y que representa a la Sagrada Familia.
En el Lienzo aparece el niño dormido con un jilguero en su mano y la Virgen lo cubre con tul de increíble transparencia. En esos momentos el bastón se movía con tanta rapidez sobre el cuadro que parecía que en cualquier momento iba a dar un bastonazo al jilguero que tenía el niño en la mano
A la salida de la visita seguimos viendo las vistas del cañón del río Vero acompañados por un bonito arcoíris.
Volvimos a bajar a la plaza Cruz de Buil y siguiendo la Calle Baja, se llega al mirador O´Bicón.
Desde aquí puede admirarse una magnífica vista del último tramo del cañón del río Vero después de atravesar las sierras prepirenaicas.
Y desde aquí fuimos a comprar el típico Dobladillo que nadie que vaya a Alquézar debe deja de comer, ya que es el dulce típico y que está hecho a base de almendra, miel, canela y anís y que ESTÁ BUENISIMO
(VER FOTOS)
¡QUE LA DISFRUTEIS¡¡¡¡
Se encuentra en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara y en lo alto de una pequeña montaña se ubica su colegiata desde donde las vistas del cañón del Río Vero son espectaculares.
Alquézar debe su nombre al castillo o Al-Qasr” (la fortaleza) construido en el S. IX. El castillo era el principal punto de defensa árabe contra los reinos cristianos del Sobrarbe que ofrecían resistencia en la región pirenaica. Del castillo árabe aún se conservan algunos restos como el torreón.
Si te vas a quedar en la localidad a dormir, es preferible dejar el coche en el aparcamiento de la entrada del pueblo y desde el mirador apreciar las vistas del pueblo con su Colegiata en lo alto.
Nosotros hicimos la visita por la tarde después de regresar de hacer la ruta de las pasarelas a Asque y volver a Alquézar.
Estaba lloviendo un poco y pensamos que no iba a salir la visita guiada que teníamos previsto hacer a las 5 de la tarde, pero a pesar del tiempo la guía Estefanía decidió salir para ver si teníamos suerte y no nos mojábamos.
La visita comenzó en la puerta de Información y Turismo y cuando llegamos enfrente de la Iglesia de San Miguel, y debajo de un árbol porque empezó a llover un poco, nos empezó a explicar la villa de Alquézar.
La Iglesia de San Miguel Arcángel se edificó sobre un templo anterior del S. XVIII de estilo barraco. No bajamos a verla porque estaba cerrada.
Nosotros el día anterior aprovechando la presentación del libro La Dama de Guara la vimos por dentro y su interior es muy pobre porque fue destruido durante la Guerra Civil.
Después de la parada enfrente de la Iglesia nos dirigimos al interior del pueblo y nos paramos en una puerta gótica que da acceso al interior del recinto urbano.
Dado que Alquézar fue durante varios siglos un importante centro comercial, se cobraba impuestos a los mercaderes que deseaban vender sus productos en la plaza porticada; para evitar su entrada durante la noche se cerraban todas las puertas que daban acceso al pueblo.
La villa de Alquézar contó en sus orígenes con cuatro puertas que daban acceso al interior del recinto urbano, pero de todas ellas sólo se conserva esta bella puerta gótica.
Mientras que en uno de sus extremos fue levantado un arco de medio punto, en el otro frente se optó por un arco apuntado y coronado por el escudo de la villa, formado por tres torres de un solo castillo que recuerda el origen militar de la localidad.
Nada más pasar la puerta gótica nos encontramos con uno de los escudos más antiguos de Alquézar, que posee una moldura de traza gótica y carece de elementos decorativos. En él pueden verse las barras de Aragón, un león rampante y, curiosamente, la concha junto al báculo de peregrino.
En este punto empezó a llover con más intensidad y Estefanía decidió entrar en el Molino de Aceite que no se enseña nunca, y así esperar un ratillo para ver si dejaba de llover.
El molino de aceite de Alquezar es una de esas obras de ingeniería en donde se mezcla lo antiguo y tradicional, con lo actual y practico.
La maquinaria antigua se complementa con los sistemas más actuales, dando lugar a una simbiosis que todavía conserva el más puro sabor tradicional.
Todos los años después de la inmaculada el molino se pone en marcha para que los parroquianos que tengan oliveras puedan molerse su propio aceite.
Porque la historia funciona así, cada uno va al molino el día que le asignan y con la inestimable ayuda de Jorge Palacios, alma mater del ayuntamiento, se muele, se prensa y se envasa el preciado líquido, producto de las oliveras centenarias que abundan en esta tierra.
El día de la molienda, cada vecino lo convierte en algo festivo, invitando a los amigos a almorzar y entablando conversaciones que arreglan el mundo entre trago y trago del porrón
A la salida del molino de aceite llovía muy poco y continuamos por la Calle Mayor hoy conocida como la Calle Pedro Arnal Cavero y a nuestra derecha nos encontramos con la pequeña Ermita de Nuestra Señora de las Nieves.
La Ermita es de una sola nave de tres tramos cubierta con bóveda de crucería estrellada, en la que se conserva un pequeño retablo formado por fragmentos de otros ya desaparecidos, tanto renacentistas como barrocos.
Su fachada fue edificada por canteros del siglo XVII siguiendo modelos de la arquitectura religiosa popular.
Junto a la ermita puede verse una jamba perteneciente a una antigua puerta hoy inutilizada y en la que aparecen grabadas las siluetas de dos zapatos.
Según la guía el significado de los zapatos, se debe que en Alquézar se celebraba un mercado semanal y una feria anual desde 1528, año en el que Carlos V aprobó esta concesión a la villa.
Se cree que por Calle Mayor hoy conocida como la Calle Pedro Arnal Cavero se situaban los comerciantes y artesanos siempre en el mismo lugar señalizando con una iconografía los productos que vendían. En la actualidad solo queda la de los zapateros
Después continuamos para ver el Museo Etnológico Casa Fabián en donde se puede ver como vivían en el pasado los habitantes del Somontano.
Los descendientes de casa Fabián han puesto todo su empeño en cumplir este propósito.
En la casa que heredaron de sus padres y con objetos que en ella encontraron han creado un museo etnológico que se estructura en torno a cinco temas: el vino, el aceite, la alfarería, aperos agrícolas y vida doméstica.
Cada pieza es una lección de diseño y habla de una forma de vida, de un sentido diferente del tiempo y de las relaciones humanas.
Los nombres de los objetos están escritos en aragonés y acompañados de otros datos como la utilidad, el material con el que se fabricaron y su origen.
A la salida del Museo Etnológico Casa Fabián, seguía lloviendo y nos dirigimos para no mójanos a uno de los “callizos” del pueblo.
Según se cuenta en el pueblo, las confluencias de algunas calles de Alquézar, se cubrieron dando lugar a los lugares como este llamado "callizos".
Éstos se aprovechaban para situar habitaciones "voladas" ganando así espacio para la casa.
En el pasado era posible cruzar Alquézar de un extremo al otro sin necesidad de poner un pie en la calle, ya que se podía pasar de un lado al otro del pueblo por estos callizos
Uno de los más conocidos es el llamado Pasador de Casa Lailla, que tiene el suelo de roca tan pulido que se le conoce como “la eslizadera”, y ha sido utilizado por numerosas generaciones como tobogán.
Seguimos paseando por la calle Mayor y en el suelo empedrado nos
encontramos los «Vallos» que son pequeños canales por los que baja el agua de la Balsas de Basacol y que se utiliza para regar los huertos.
Llegamos a la plaza Mayor de Alquézar se le llama Plaza de Rafael Ayerbe, que fue prior de la colegiata (llamado «El Cura de Alquézar») a principios del siglo XX y creo un nuevo injerto de almendro que se adaptaba a las condiciones climáticas de la zona y del que hoy se obtiene la variedad llamada delargueta o desmayo.
Se trata de una hermosa y recoleta plaza porticada, bajo cuyos soportales, unos con arcos de medio punto y otros adintelados, se situaban los comerciantes y artesanos que vendían sus productos venidos de las tierras llanas y de las montañas.
En la plaza también se pueden ver que se siguen poniendo patas de jabalí en los portones de las casas para tener buena suerte y como protección contra las Brujas de Alquézar.
Es difícil verlas a no ser que las busques, para ello según se viene de la Calle Pedro Arnal Cavero y ya en la plaza,a nuestra izquierda tenemos los soportales y a nuestra derecha los portones con las patas de jabalí
También se pueden ver chimeneas que además son espantabrujas, pues se creía que ciertos maleficios podían entrar por la chaminera, motivo suficiente por la que éstas se remataban con el original espantabruxas.
Su utilidad protectora consistía en tener una simple piedra vertical, o bien de forma redonda que simula una cabeza. Otras como las que vimos desde la plaza están coronadas con un cántaro o vasija similares de alfarería, algunas rellenas de agua, sin duda por el papel purificador que de siempre ha simbolizado el agua.
Para poder ver las chimeneas y una vez en la plaza viniendo de la Calle Pedro Arnal Cavero, tendremos que mira a nuestra espalda a unos tejados donde podemos ver unas chimeneas, fijándonos bien veremos una chimenea coronada por un cántaro.
Desde la plaza empieza la famosa ruta de las pasarelas del río Vero. Nosotros continuamos para terminar la visita al castillo colegiata de Santa María la Mayor:
Antes de llegar se puede ver la torre central de la parte alta de la muralla, construida en el siglo XVI, fue recrecida en el XVIII y acondicionada como esconjuradero que son sencillas construcciones de piedra muy frecuentes en estas tierras, donde se tenía un terror atávico a las tormentas
Suelen estar en lo alto de cerros o montes, casi siempre cerca de iglesias o ermitas, y cuentan con espacios abiertos a los cuatro puntos cardinales, pues su única función era esconjurar las tormentas por donde se acercarán.
Al final de la Calle de la Iglesia, se encuentra la Plaza Cruz de Buil. Por ella se accede al recinto amurallado del castillo-colegiata, que fue declarada en el 1931 Monumento Nacional a través de una puerta blasonada construida entre los siglos XV y XVI
Allí nos dijo que ese día descansaba el guía oficial y que nos la enseñaría el cura del pueblo, el cual era buena persona, pero muy típico y que abriría la puerta cuando mejor le pareciera
Nos habló de la colegiata, diciendo que en 1099 el rey decidió proporcionar a Alquézar de una comunidad de monjes Agustinos, para lo que edificó una iglesia colegiata románica, iniciando así la vida monacal
En el siglo XVI, el arquitecto Juan de Segura construyó la colosal colegiata de Santa María, compuesta de una nave y ábside poligonal, con bóvedas de crucería estrellada
CONQUISTA DEL CASTILLO DE ALQUÉZAR
Y antes de dar por acabada la visita nos contó la Leyenda de la conquista del Castillo de Alquézar que dice que de la torre más alta se suele ver un brazo que sostiene una lanza con una cabeza clavada en su extremo para explicar la leyenda.
La leyenda dice que el rey moro sometía a sus súbditos a constantes abusos y que para satisfacer sus caprichos exigía que se le entregaran las jóvenes vírgenes más hermosas de la zona.
Así fue hasta que una valiente joven de la vecina aldea de Buera tomó la iniciativa: ella sola penetraría en el castillo y a una señal suya desde la torre más alta, los cristianos atacarían y vencerían sin dificultad.
Aunque parecía una locura nadie pudo persuadir a la muchacha para que abandonase.
Al caer la noche se vistió con sus prendas más sutiles, recogió sus largos cabellos rubios con una afilada peineta y se presentó en el castillo para ofrecerse al rey, quien no tardó en abandonarse al vino y a la belleza de la chica.
Ella se soltó el pelo y cuando el rey cayó rendido ante su hermosura, le hundió su peineta en el corazón. Con su propia espada le cortó la cabeza y la sacó por la ventana.
A esta señal los cristianos atacaron y los musulmanes, confusos, sin líder y viéndose perdidos, decidieron darse muerte.
Vendaron los ojos de sus caballos y al galope se precipitaron al vacío. Dicen que algunas noches aún se escuchan allí relinchos y desesperados gritos: los de las almas de aquellos soldados moros.
Después de oír esta leyenda empezó a llover y mojándonos empezamos a subir a la Colegiata por una fuerte subida en zig zag que se hizo de esa forma para favorecer su defensa.
Una vez arriba a pesar de que llovía con fuerza tuvimos que esperar un buen rato hasta que el señor cura se decidió a abrir la puerta.
Después de cobrar 3 euros por persona pasamos al claustro románico, donde empezamos la visita.
El cura era simpático pero muy anárquico y con un bastón en su mano derecha parecía regañar a los capiteles románicos que relatan temas del Antiguo Testamento como la Creación, la Tentación de Adán y Eva, el Diluvio Universal o la historia de Caín y Abel.
Continuo con su bastón en alto sobre las pinturas murales al fresco sobre escenas del Nuevo Testamento fueron añadidas en los siglos siguientes -del XV al XVIII.
Nos explicó bien el retablo de Santa Ana y el retablo de Santa Quinteira abogada de la rabia y de la locura.
La visita continuó con el bastón en alto para enseñarnos un bonito Cristo románico del S.XIII, considerado como pieza única.
Pero lo más espectacular fue cuando explicó un lienzo de notables dimensiones que se cree que es de Murillo y que representa a la Sagrada Familia.
En el Lienzo aparece el niño dormido con un jilguero en su mano y la Virgen lo cubre con tul de increíble transparencia. En esos momentos el bastón se movía con tanta rapidez sobre el cuadro que parecía que en cualquier momento iba a dar un bastonazo al jilguero que tenía el niño en la mano
A la salida de la visita seguimos viendo las vistas del cañón del río Vero acompañados por un bonito arcoíris.
Volvimos a bajar a la plaza Cruz de Buil y siguiendo la Calle Baja, se llega al mirador O´Bicón.
Desde aquí puede admirarse una magnífica vista del último tramo del cañón del río Vero después de atravesar las sierras prepirenaicas.
Y desde aquí fuimos a comprar el típico Dobladillo que nadie que vaya a Alquézar debe deja de comer, ya que es el dulce típico y que está hecho a base de almendra, miel, canela y anís y que ESTÁ BUENISIMO
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¡QUE LA DISFRUTEIS¡¡¡¡
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