Valle de Viñales y Valle del Palmarito desde Viñales. Cueva de la Vaca y Mural de la Prehistoria

Impresionante ruta en la Cuba más rural, una experiencia única.

Tras hacer el día anterior el Valle del Silencio para abrir boca, hoy tocaba el plato fuerte. Nos adentramos en lo más profundo del Valle de Viñales, cruzamos cuevas, prados, mogotes, ríos, vallas, "adoptamos" un perro, casi nos embiste una vaca, improvisamos caminos por los destrozos del ciclón de septiembre, conocemos campesinos de la zona que nos cuentan la realidad del lugar, flora, fauna, mogotes ... Tiene todo!

Comenzamos la ruta desde nuestro alojamiento, cruzando Viñales hasta su Iglesia, punto de referencia para girar a mano derecha en perpendicular a la principal, dirección norte en la calle Adela Azcuy. Justo al final de esta encontramos el cartel de bienvenida al valle.

Aquí preparamos la cámara porque en apenas 300 metros atravesamos la puerta de la Finca de Raúl Reyes, una tabacalera única que despliega un paisaje carstico que parece sacado de Jurásic Park, con los impresionantes mogotes de fondo, una cabaña de secado de tabaco, una laguna que debemos rodear y un sinfín de atractivos.

Primer plato fuerte, la Cueva de la Vaca, que una vez sorteada la laguna nos espera a mano izquierda tras unas escaleras algo empinadas. Nos recibió con el mugido de una vaca amplificado por las peculiaridades del valle, y una vez arriba, dudamos si adentrarnos o no y menos mal que nos pudo el espíritu aventurero! ya que es una cueva muy corta, con sus murciélagos y oscuridad, que en el otro lado se abre como mirador al valle, unas vistas espectaculares para una buena foto de recuerdo. Además que acortas el tremendo rodeo que habría que dar sino...

Nada más descender conocimos a Ángel, un campesino sin estudios, nacido en septiembre del 40, que nos contó la triste realidad del país, un trabajador de 83 años, sin recursos, sin salario, con los campos anegados primero por el ciclón y después por la "seca"... En fin, una experiencia dura, triste y enriquecedora a partes iguales, pero fue un auténtico privilegio ser testigos de su testimonio.

Seguimos camino hacia la finca Sol Naciente, donde tienen asentada una cafetería a los pies de un inmenso árbol que les cobija de las inclemencias del tiempo.

La cruzamos y giramos a mano izquierda. En este punto apareció nuestra compañera de casi 12km, una perrita preciosa que nos seguía y esperaba en cada lugar que visitábamos. Se nos caía la baba como buenos amantes de los perros que somos. La bautizamos como Rita 😁

Cruzamos una nueva finca - cafetería, flanqueada con dos bueyes y una cuerda, donde nos recibió un nuevo paisano, Gustavo, que nos dió recomendación e indicaciones para seguir la ruta.

Siguiendo los caminos hacia el noroeste, y cruzando numerosos cultivos de tabaco, café y maíz, no tardamos en llegar al acceso a la cueva del Palmarito.

En esta ocasión solo la vimos desde fuera, pues no queríamos entretenernos y sabíamos que la cueva tenía el final cerca, con una poza donde se puede bañar, pero con los km que teníamos delante preferimos hacer las fotos del acceso y seguir ruta.

Aquí llega el único punto donde tuvimos dudas, pues si bien sabíamos la dirección, el camino dejamos de verlo, y tuvimos que sortear una valla y dar un rodeo inesperado por una zona de cultivo hasta entrar por un claro al nuevo camino. Siguiendo el track se llega sin problema, os ahorráis los paseos que nos dimos nosotros 🤪

De nuevo en marcha, cruzamos una zona donde había varios cerdos, perros y vacas (por cierto, hemos pasado mil veces a centímetros de vacas y jamás ha pasado nada, pero en esta ocasión una vaca/buey se lanzó a perseguirme y tuve que correr cual gacela, por lo que tener un ojo extra al pasar a su lado no está de más).

Bordeando una nueva charca, enlazamos con la senda que se usa a caballo y que nos lleva directos al pueblo Dos Hermanas y al famoso mural de la Prehistoria. Aquí hicimos una parada técnica en una cafetería con mucho encanto, Villa Café Nostalgia, y tomamos unos jugos de ciruela muy refrescantes.

Aquí además nos despedimos de Rita, pues se distrajo con los mimos de otros turistas y aprovechamos que estaba contenta y entretenida para seguir y ahorrarnos el disgusto de una separación unos kms más adelante 🥲

De nuevo en marcha, en apenas 5 minutos estábamos ya a los pies del mural de la Prehistoria. Nosotros optamos por verlo desde el vallado tal y como se ve en la foto, pues no nos apetecía meternos dentro del recinto (no sabemos si hay que pagar o no) con todos los turistas, ya que desde nuestra posición se veía perfectamente toda la obra.

Ahora sí se habían acabado los puntos de interés, y la vuelta a Viñales estaba a tiro de piedra con un buen trecho por la pista asfaltada por la que íbamos desde el mural, y con unos cuantos caminos entremedias que íbamos siguiendo para seguir todo lo posible por campo, cruzando casitas aisladas y saliendo poco a poco del maravilloso valle.

PD: recomendamos llevar mucha agua para la ruta, pues la humedad y el inmenso calor hacen que engullas las botellas, no obstante hay varias cafeterías por el camino donde reponerse.