Valle de Lecrín: El Barranco del Río Santo o Río Saleres.

Tras acabar en el Barranco de Luna nos metimos en el coche en dirección a Albuñuelas. Aparcamos en el centro del pueblo y seguimos las indicaciones para bajar al Río Saleres, al que llaman también Río Santo ya que siempre lleva agua, con independencia de que haya sequía o no. En este caso seguiremos el curso del Río aguas arriba, hasta llegar a la Rambla de las Cabezuelas, desde donde volveremos por un carril.

La ruta es bien sencilla, nos metemos en el agua y comenzamos a caminar sobre los cantos rodados que forman el lecho. De vez en cuando nos encontramos con algún pequeño salto de agua que nos obliga a un esfuerzo mayor, pero en general no nos encontraremos con ninguna dificultad, fuera de tener que apartar algunas ramas y zarzas o de tener agacharnos o salir del cauce en lugares en que la vegetación impide el paso y tengamos que bordear el río. En medio kilómetro llegamos a una preciosa cascada donde tanto Alfonso como yo nos damos una buena ducha a presión, que relaja los músculos y evapora todo el cansancio que pudiésemos haber acumulado durante la jornada.

Ahora llega el punto más dificultoso de la ruta. Hemos de sortear la cascada y subir hasta el río que se encuentra unos cinco metros por encima de nuestras cabezas. Por suerte recientemente han mejorado el sendero y han anclado unas grapas para facilitar el ascenso por las rocas a mano izquierda. La subida es sencilla, si bien creo que les ha faltado poner una grapa más en la parte inicial para la gente de menos altura. En todos los tracks que había visto de esta ruta se indicaba este punto como conflictivo, ya que en su momento hubo una maroma que servía de ayuda y pronto desapareció, por lo que esta trepada se complicaba bastante. Por suerte lo han solucionado.

El camino sigue por el Río y llegamos a otro punto destacado de la ruta, la zona de los Callejones, donde las paredes se estrechan y se forma un cahorro de gran belleza. Después pasamos bajo un puente, tras el que a mano izquierda se abre una pequeña cueva tapizada de helechos y líquenes. Poco a poco el cauce se va abriendo y va descendiendo el caudal, hasta llegar a una rambla rodeada de adelfas donde el río desaparece. El barranco se va haciendo más amplio y en lo alto a mano izquierda vemos una serie de abrigos en el llamado Llano de las Cuevas. Llegamos a la base del Cerro del Llano y en la rambla confluyen dos carriles, por la derecha el camino forestal de Albuñuelas y por la izquierda el carril que lleva hasta el GR7 (la ruta circular que recorre ambos aparece anunciada en el pueblo como "Ruta Albuñuelas, Fuente de Alejandro Albuñuelas").

Nosotros cogemos el carril que nos lleva al GR 7, ya que tendremos mejores vistas hacia los abrigos comentados. Tras un par de intersecciones el carril se convierte en un sendero con buenas vistas al Barranco del Río Santo a donde bajamos en zigzag. Así terminamos una ruta que me ha sorprendido muy gratamente y que resulta una bendición para la época estival.