Trevenque por los arenales
near Cájar, Andalucía (España)
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Itinerary description
Rutas de antaño:
Fue una de mis primeras subidas a las montañas de Sierra Nevada. No creo que tuviera ni once años. Fue con el colegio. Nos llevaba el padre Salvador, un cura comunista que, aunque nunca nos dijeron nada, estoy seguro de que cuando no estaba en la cárcel nos daba clases de religión.
A Baquero lo bajó el guía de la excursión desde la cumbre en volandas porque estaba acojonado. ¡Eso sí, después de haber hecho cumbre!
Aquella imagen no se me olvidará, el fornido montañero con pantalones de pana estilo tirolés con el niño sobre el hombro bajando a todo trapo por la cuerda del Trevenque.
¡Aquí empezó mi aficción por la montaña!
Hoy meterían un paquete al padre Salvador, y seguro que también al “tirolés”. Pero no por comunista, como en aquellos tiempos, sino por someter a los niños de un colegio de pago a semejante martirio físico.
En resumen una panzá de horas andando ¡éramos unos tiernos infantes! y una cuerda, la del Trevenque, en la que no había forma de mantenerse en pie, ¡en esas brechas dolomíticas se resbala como en una pista de hielo!
¡Con los años no sé cuantas veces llegaría a repetir esta ruta! Porque en mi opinión es de las más bonitas de la sierra.
Fue una de mis primeras subidas a las montañas de Sierra Nevada. No creo que tuviera ni once años. Fue con el colegio. Nos llevaba el padre Salvador, un cura comunista que, aunque nunca nos dijeron nada, estoy seguro de que cuando no estaba en la cárcel nos daba clases de religión.
A Baquero lo bajó el guía de la excursión desde la cumbre en volandas porque estaba acojonado. ¡Eso sí, después de haber hecho cumbre!
Aquella imagen no se me olvidará, el fornido montañero con pantalones de pana estilo tirolés con el niño sobre el hombro bajando a todo trapo por la cuerda del Trevenque.
¡Aquí empezó mi aficción por la montaña!
Hoy meterían un paquete al padre Salvador, y seguro que también al “tirolés”. Pero no por comunista, como en aquellos tiempos, sino por someter a los niños de un colegio de pago a semejante martirio físico.
En resumen una panzá de horas andando ¡éramos unos tiernos infantes! y una cuerda, la del Trevenque, en la que no había forma de mantenerse en pie, ¡en esas brechas dolomíticas se resbala como en una pista de hielo!
¡Con los años no sé cuantas veces llegaría a repetir esta ruta! Porque en mi opinión es de las más bonitas de la sierra.
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