SUSPENSION BRIDGE TRAIL-PARQUE NACIONAL DE TSITSIKAMMA-GARDEN ROUTE-SUDÁFRICA

Marcha realizada el martes 13 de agosto de 2013
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Hemos dejado Simon’s Town y su impresionante False Bay, que con sus más de cuarenta kilómetros constituye el lugar ideal para ver ballenas y tiburones blancos. Nosotros veríamos las ballenas en esta bahía, pero a causa del mal tiempo, tuvimos que posponer unos días el avistamiento del tiburón blanco en la Gordon’s Bay. Ahora nos encontramos alojados en un Bed&Breakfast del bonito lugar de Knysna, tras haber estado alojados unos días en Hermanus. El entorno de Knysna está ocupado en su mayor parte por un inmenso estuario que forma las mareas y el fuerte oleaje del Indico que baña las costas de esta población. A tener en cuenta que todo el estuario se encuentra muy protegido, y es que en él, aún se pueden encontrar joyas en peligro de extinción como el caballito de mar. Nosotros hemos tenido que madrugar, puesto que desde Knysna hasta el Parque Natural de Tsitsikamma tenemos unos cien kilómetros de coche, por unas carreteras que como ya expliqué son de película, y no porque estén mal asfaltadas (las que lo están), sino porque al trazado, hay que unir la forma de conducir y la cantidad de “cosas” que uno se puede encontrar por las carreteras sudafricanas. A pesar de todo ello, habría que destacar que en los muchos kilómetros que hicimos, tanto por la zona norte de Sudáfrica como por toda la costera “Garden Route”, no vimos ni un solo accidente ni tampoco ningún atropello. Eso sí, entre las pequeñas poblaciones, pudimos ver muchos coches viejos averiados, que sin embargo los nativos siguen arreglando en improvisados “talleres” que se pueden ver en el mismo borde de las carreteras. Al llegar a la entrada del Parque Nacional de Tsitsikamma el mismo ritual de siempre: barrera y vigilante en la entrada, que nos pide las entradas y anota la matrícula del coche, todo ello antes de levantar la barrera. El tiempo sigue bastante revuelto, y al frío húmedo del invierno sudafricano, se le han unido el fuerte viento y la lluvia, que de vez en cuando hace acto de presencia. Por ese motivo, queremos aprovechar las horas de luz, que tampoco en estas latitudes son muy generosas que digamos. Para ello, nada más llegar al aparcamiento que hay al final de la carretera y tras unos pocos kilómetros desde la entrada, sacamos las mochilas y los chubasqueros y nos dirigimos hacia el noreste para hacer el Suspension Bridge Trail. Se trata de un recorrido de unos tres kilómetros de ida y vuelta por una pasarela de madera, que transcurre todo el tiempo entre una densa vegetación y paralelo a un enfurecido Océano Índico. El desnivel a superar no es para nada agotador, aunque algunos turistas nos preguntan a la vuelta que “si queda mucho”, y parte del mismo se va salvando mediante escalones, también de madera. Durante el recorrido, un par de miradores y casi al principio un recodo de película, con una especie de cueva y una pequeñita cascada. Al final se llega a una preciosa y estrechísima garganta a la izquierda, por la que vimos como se internaba un grupo de canoas, mientras que enfrente lo más llamativo son los dos puentes colgantes, como no también de madera que salvan dicha garganta para llegar hasta una pequeña calita de bolos. Y digo bien: “bolos” de todos los tamaños y colores que seguramente por efecto del continuo oleaje se encuentran perfectamente pulidos y redondeados. Como este rato nos respetó el tiempo, lo aprovechamos para sentarnos en dicha playa bolera y así disfrutar de un rato de contemplación y tertulia. Para la vuelta, no hay otra opción que desandar lo andado exactamente por el mismo sitio, aunque eso sí ahora de bajada.