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Subida al Pico de la Yedra (1231m) desde la Boca del Asno

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Author

Trail stats

Distance
5.49 mi
Elevation gain
1,736 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
1,736 ft
Max elevation
4,039 ft
TrailRank 
38
Min elevation
2,224 ft
Trail type
Loop
Time
5 hours 44 minutes
Coordinates
9660
Uploaded
April 13, 2017
Recorded
April 2017
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near Villanueva de Cauche, Andalucía (España)

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Itinerary description

Para realizar esta ruta, hay que dirigirse desde Antequera en dirección al Torcal por la A-7075. Aparcaremos el vehículo en las curvas en zigzag llamadas la Boca del Asno.

La primera parte de esta preciosa ruta se realiza a través de un carril bastante llano que se acerca a la falda de la montaña situada a la izquierda. En la primera bifurcación (junto a la curva donde hemos dejado el coche) tomaremos el carril de la derecha, en la segunda bifurcación tomaremos a la izquierda. A ambos lados del carril encontramos terreno de siembra. Tras un kilómetro y medio aproximadamente, el terreno agrícola situado a nuestra izquierda desaparecerá, dando paso a un pasto natural por el que hemos de subir buscando siempre el carril más facil. La vegetación no es muy densa, por lo que nuestro mayor problema aquí será la pendiente, llegando a un desnivel casi del 60% en algunos tramos.

Después de un par de kilómetros de subida con un desnivel de casi uno 500 metros, llegaremos al Pico de la Yedra. Desde tal altitud se pueden admirar unas magnificas vistas de la provincia: hacia el sur el mar Mediterráneo, Alhaurín de la Torre, Alhaurín el Grande, Casabermeja, el Pico de las Cabras, etc. Si nos volvemos hacia el norte: Antequera, Archidona, la Peña de los Enamorados...

Tras deleitarnos un rato con el excelente paisaje comenzamos el descenso. Para ello seguiremos por la cresta del Pico de la Yedra en dirección nororeste, deteniéndonos en algunas formas caprichosas de las piedras que conforman la montaña, mirando en los recovecos, trepando por las más sencillas. Al final de la cresta, hay que realizar un descenso de dificultad ténica moderada debido a la pendiente y a que el piso está conformado por algunas piedras sueltas. Desde ese punto tuvimos la suerte de ver algunas cabras montesas (que dan nombre al sistema montañoso).

Descendemos con cuidado hasta el valle situado entre ambas formaciones rocosas y nos detenemos un antiguo abrevadero, en el que suponemos, beben las cabras que avistamos anteriormente. El valle presenta en esta época (primavera) una imagen preciosa, ya que la hierba cubre todos sus rincones y los colores de las flores (blancas y amarillas) lo colorean como con brochazos gordos. Es una gozada bajar por aquí contemplando las altas paredes de roca mientras los buitres dan vueltas sobre nuestras cabezas.

Tras un kilómetros nos detenemos en una curiosa formación cubierta de yedra, a nuestra derecha. Es una roca con una apertura rectangular de unos dos metros, y otra más pequeña a su derecha. Parece una casa desde lejos. Subimos a verla y ya continuamos por la misma cresta hasta otra piedra que sobresale como un gran totém prehistórico, impresionante de lejos y de cerca, tras la cual, en lontananza, se vislumbran las blancas casas de la villa de Antequera.

Bajamos, por el valle, que ahora sí se va cubriendo cada vez de más vegetación, auspiciada por la humedad que proporcionan los altos paredones de piedra, cada vez más estrechos. Las jaras, los quejigos, los almendros son un reconfortante espectáculo para nuestras cansadas miradas mientras nos colamos entre los angostos espacios que nos dejan con sus tupidas ramas. Esta parte de la ruta es preciosa, aunque presenta un poco de dificultad en una bajada con más pendiente casi a mitad de camino.

Después de explorar un par de fisuras en las rocas de la pared del valle, nos detenemos a comer a la sombra de un quejigo. El estrepitoso canto de las aves es reconfortante, así que el calor se hace más llevadero. El final de la bajada por el valle es más sencillo, puesto que la vegetación se hace más escasa.

Al final del descenso llegamos a una alberca redonda llena de agua y a un helipuerto, que suponemos, es usado por el Infoca en caso de incendio. Junto a esta construcción hay otro abrevadero, por el que corre un generoso manantial de agua cristalina. Un cartel nos informa de que se trata de las Pilas de la Alhajuela y a pesar de advertir de que al agua no ha sido tratada, me atrevo a probarla y está deliciosa.

Exploramos el cortijo en ruinas que se encuentra tras la pila, y sin más interés seguimos por el carril situado a la derecha y que nos llevará finalmente hacia la carretera. Ya sólo nos queda caminar por el arcén hasta la Boca del Asno, donde hemos estacionado nuestro coche.

Debido a la pendiente que hay en ciertos puntos de la ruta, así como el piso resbaladizo, no recomendaría este sendero a niños, ni a personas con movilidad reducida.

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