Subida a Sigiriya (i/v), Sri Lanka

Sigiriya tiene unas ruinas en lo alto de una montaña rodeada de planicies que merece la pena conocer. No en vano es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Para llegar hasta ahí, hay que armarse de valor para subir los cerca de 800 escalones que nos separan desde las taquillas de inicio de la ruta. Hay que tener en cuenta que el sol cae a pedazos en estas latitudes y va a tocar sudar de lo lindo (a chorros).
El camino empieza en las taquillas de acceso. Si eres extranjero te tocará pagar 8 mil rupias (que vienen siendo 25 €).
Nada más llegar te acosarán una gran cantidad de guías. Yo no necesitaba guía y tuve que rechazar unas 30 proposiciones (con suma paciencia).
Primero se recorre un llano con los jardines reales, oon estanque y vegetación. Poco después comienza la despiada subida. Escalón tras escalón. Empapándose uno de sudor. Llegaremos a la entrada en la que en un principio había un león de piedra y de la que ahora sólo quedan las garras de las dos patas. En ese punto comienzan las escaleras más empinadas y que coinciden con los que bajan (separados los unos de los otros para no entorpecerse en el camino).
Tras muchos sudores llegaremos a la cima. Esa cima es una planicie bastante amplia con restos de edificaciones. En realidad, sólo los cimientos perduran.
Las vistas alrededor son magníficas. Después de pasear y asomarnos a cada mirador para ojear esas maravillosas vista, toca bajar de nuevo hasta donde están las garras del león. (Que diferencia, bajar que subir). Al llegar a las garras, seguimos el mismo camino por el que vinimos y poco después encontraremos un desvío a la izquierda que nos llevará al Muro de Espejo y más adelante hasta las famosas pinturas de Sigiriya. El muro de espejo (Mirrow wall), se le llamaba así por la pintura que tenía que reflejaba todo como si de un espejo se tratara. Eso, hoy día, no podemos corroborarlo. Aún así, no debes tocar ese muro, te lo advierten a cada paso.
Unas escaleras metálicas de caracol nos llevan desde el Muro de Espejo hasta la cavidad donde estás los frecos en la roca. En realidad es una zona de 30 ó 20 metros de largo, donde dos vigilantes controlan que no toques nada y que NO SAQUES FOTOS. No acabo de entender por qué no se pueden sacar fotos sin flash a plena hora diurna. Pero es lo que hay.
Después bajamos por otra escalera de caracol que nos irá conduciendo a un sendero que tras pasar por la Cobra Cave, te dirije a la salida oeste, punto final del recorrido