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Sonsón - San Francisco [Vereda La Playa - Vereda Primaveral] (Día 2)

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Trail stats

Distance
9.17 mi
Elevation gain
2,421 ft
Technical difficulty
Difficult
Elevation loss
4,259 ft
Max elevation
5,426 ft
TrailRank 
32
Min elevation
2,986 ft
Trail type
One Way
Time
9 hours 22 minutes
Coordinates
5848
Uploaded
November 6, 2023
Recorded
November 2023
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near Santa Rita, Departamento de Antioquia (Republic of Colombia)

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Itinerary description

Despertamos a las 05:30 am y al ritmo nuestro de unos colombianos bien cansados por el día anterior fuimos empacando nuestras cosas mientras poco a poco el frío que quedaba de la noche se iba despejando y con esto llegaba el calor que tanto nos había de acompañar durante todo el día.

Mientras tomábamos un café antes de comenzar nuestro día apareció uno de los campesinos de la zona con el cual entablamos una alegre conversación y el cual siempre con asombro nos contaba las miles de dificultades que tenía la población cuando años atrás usaban la ruta, pues, las mulas trastabillaban constantemente y unas que otras personas eran víctimas de las montañas en sus frecuentes abismos.

Del día anterior recordamos que había muchos altares, algunos con vírgenes y otros con cristos. Altares que estaban ya olvidados, pues se veía que el tiempo los había afectado, así como la selva se había tomado el camino. Es aquí donde uno reflexiona y se da cuenta de que el estado natural del mundo no es aquel que damos por sentado en nuestra cómoda casa, en nuestro trabajo o viajando en nuestros carros. La naturaleza, lenta, pero constante, es aquella que reina el mundo y por eso siempre andamos por estos caminos como si fuesen sagrados y damos agradecimiento a la Pachamama por permitirnos adentrar en sus entrañas.

Siendo las 06:30 am decidimos comenzar este segundo día y con nuestra maleta en la espalda y los bastones en la mano decidimos darle rienda suelta a nuestras piernas.

Caminamos aproximadamente 1 hora hasta que salimos de la vereda y nos encontramos pasando por un puente, un lugar hermoso definitivamente. Descargamos las maletas a la orilla del río, rellenamos nuestras reservas de agua y nos dispusimos a darnos un desayuno cargado de granola con frutos deshidratados que preparamos en casa y leche en polvo (una de nuestras nuevas recetas en comida de montaña, densa en calorías y ligera de peso).

Fue sorpresa que mientras terminábamos de desayunar vimos acercarse desde el otro lado de la ruta a un grupo de unos 10 a 15 senderistas, todos con bastones y maletas (no recuerdo haber visto carpas) y 2 guías pertenecientes a la agencia de Aventuras San Francisco. Nos saludamos amenamente y compartimos algunas cortas palabras deseándonos un buen viaje.

Continuando nuestro trayecto fuimos pasando por caminos llenos de sorpresas. Cruzamos por un establo lleno de vacas que estaban siendo ordeñadas, unos cuantos charcos donde obviamente no perdimos la oportunidad de refrescarnos en sus frías aguas y vimos unas cuantas personas cabalgando, algunos turistas y otros locales.
Gente en sintonía de descanso tomando unos ronsitos, otras fincas con música que se escuchaba a kilómetros. Casas abandonadas y otras con decoraciones que recordaban un poco a la película de Encanto.

La paz con la que hicimos este primer trayecto fue simplemente hermosa... Hasta que llegamos al punto donde teníamos que abandonar este lado de Río Verde y subir por una gran montaña para llegar hasta Río Melcocho.

Iniciando el ascenso por una ladera muy brusca donde nos tocaba detenernos a tomar un respiro, pero no era este tanto la causa de la falta de aliento en nuestros cuerpos, si no más bien era el ver hacia atrás y observar como nos encontrábamos en medio de tan imponentes montañas, tan lindos paisajes y tan orgullosos de pertenecer a esta tierra como lo es Colombia.

De este cruce de la montaña no hay mucho que decir. No hay fuentes de agua desde que iniciamos el ascenso y la más próxima es donde encontramos el nacimiento de Río Melcocho unas 4 horas después. El descenso no es fuerte como el del día anterior, pues no es igual de resbaloso y, por tanto, pudimos emprender una bajada a un ritmo bastante alegre.

Justo al salir del bosque, en el descenso, y no me canso de decir esto una y otra vez, nos vimos de frente a frente con uno de los paisajes más bellos de Antioquia. La forma de las montañas, el sonido del agua, las casas gigantes que encuentran su forma de sincronizarse en armonía con el terreno... Espectacular.

Al lado del río almorzamos y al cruzar un portillo encontramos un gran prado verde en donde pudimos tomar una pequeña siesta de 20 minutos (algo de lo que nos estamos arrepintiendo todavía debido a la cantidad de coloradillas que tenemos en este momento), airear nuestros pies y, para el gran agrado de Sofía obtener señal de Claro lo que nos permitió a ambos comunicarnos con nuestros familiares y actualizarles sobre el bienestar de nuestra travesía.

Siendo aproximadamente las 2 de la tarde y antes de partir nuevamente dimos una vista al mapa para encontrar un terreno posiblemente plano y no muy alejado del río para poder acampar con tranquilidad. Encontramos una zona que parecía adecuada, según las líneas de contorno, cerca a una casa veredal y nos propusimos como meta llegar hasta esta zona. Era hora de ponernos en marcha nuevamente.

Un poco antes de las 5 de la tarde llegamos a la zona que habíamos visto y era más que perfecta. Inmediatamente, descargamos nuestras maletas y comenzamos a armar la carpa y a improvisar un tendedero con nuestros bastones y algunas cuerdas que nos habíamos traído de casa en caso de tener que improvisar un refugio rápido con el piso de la carpa.

Con la carpa armada, listos con nuestra ropa de dormir y en medio de la Vereda El Porvenir, el sol fue cayendo ante nuestros ojos y poco a poco los sonidos de la noche de campo eran más notables.
Acostumbrados a acampar en alturas superiores a los 3000 msnm, he de decir que el calor era muchísimo mayor de lo esperado y tuvimos que dejar la carpa a medio armar para que la brisa nos refrescara un poco. Claro está, la lluvia no ayudó y nos tocó salir en medio de la noche a armar la carpa completamente y con las puertas abiertas y unas que otras gotas golpeando nuestras caras intentamos dormir.

Esta vez los insectos alrededor de la carpa no eran tantos, asumimos que fue por la lluvia. Por la lluvia misma el cielo se encontraba tapado y no vimos ninguna estrella. Lo único que nos acompañaba era el constante sonido de unos sapos y en algún punto de la madrugada un gran rebaño de vacas.

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