SOMOSIERRA-PISTA A MONTEJO-CEBOLLERA NUEVA-COLLADO PEÑÓN-ALTO FTE. CABEZUELAS-CUCHAR QUEMADO-CHORRO

Marcha realizada el sábado 22 de febrero de 2014
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Supuestamente este iba a ser el primer fin de semana con buen tiempo, pero la previsión meteorológica no pareció llegar hasta esta zona de nuestra sierra más norte.

Al llegar al pueblo de Somosierra, una fina capa de nieve en el suelo y en los tejados, junto con un día cerrado y un termómetro que rondaba los cero grados, para nada auguraban que un gran día nos fuera a acompañar en la caminata prevista. Para ponerle la guinda, al poco de iniciar la marcha una ligera nevada haría acto de presencia en el primer tramo del recorrido. La visibilidad no nos dejaba ver la cuerda por la que queríamos realizar buena parte de una ruta, que ya habíamos tenido que modificar en una ocasión a lo largo del invierno. Cruzamos la antigua nacional de Burgos, para coger la pista que por la izquierda de la gasolinera nos llevará hasta Prado Antón, y así poder conectar con la pista que bordeando por la izquierda el Alto de las Rozas nos llevará, tras cerca de cinco kilómetros de recorrerla con rumbo, casi siempre sur, hasta el cortafuegos por el que queremos ascender hasta el pico de la Cebollera Nueva. Esta misma pista se podría seguir hasta el mismo collado que hay en el Cerro de la Garita, para seguir después, bien hasta Horcajuelo de la Sierra o bien hasta Montejo de la Sierra, lo que supondría una interesante travesía en caso de disponer de transporte de apoyo. Nosotros nos encontramos ahora en la base del macizo de la Cebollera Nueva y tenemos a nuestros pies el pueblo de Robredondo. Tras recuperar un poco las fuerzas, nos ponemos en movimiento puesto que nos queda por delante el tramo más duro de toda la marcha, un kilómetro de dura ascensión hasta la cumbre, señalizada con el vértice geodésico, y en la que habremos superado un desnivel de más de doscientos sesenta metros. Según nos acercamos a la cumbre, tanto el espesor de la nieve como su dureza irán aumentando considerablemente. La visibilidad se ha ido reduciendo considerablemente conforme se ascendía, y un grupito de cuatro personas surgen de entre las nubes, acercándose también, pero por la pista hacia la Cebollera. Ellos parecen tan sorprendidos como nosotros de encontrarse a alguien en un día como éste, y en el que por cierto no volveremos a ver a ninguna persona más, tan sólo unos cuantos grupos de caballos, con la grata sorpresa de que en el último grupito un enorme corzo macho, bastante curioso por cierto, y nada asustadizo se dejó fotografiar para dar fe del sorprendente encuentro. Tras el ratito de tertulia, y fotos que nos solicitan las dos parejas de la Cebollera Nueva, ellos se vuelven por la misma pista de subida, pero nosotros queremos continuar por la cuerda hacia la Cebollera Vieja. Llevamos tiempo queriendo completar con nieve, toda esta bonita cuerda, pero el cielo que aquí arriba aún está más cerrado, con alguna racha de viento, y una visibilidad que por momentos se reduce a la nada, nos hace plantearnos si en esta ocasión lo podremos conseguir. Nos ponemos en marcha, y al llegar al Alto de la Fuente de las Cabezuelas empezamos a ver complicado el poder completar todo el tramo de cuerda previsto. Llevamos unos dos kilómetros de cuerda y poco más de cincuenta metros de ascenso, pero las condiciones empeoran por momentos, una pareja de caballos en la misma cuerda, nos recuerda lo poco y mal adaptados que estamos a las inclemencias del tiempo. Otro par de kilómetros más hasta la cumbre del Cuchar Quemado, pasando por el Alto de los Corcos, con un ascenso de otros ciento cincuenta metros, y con unas condiciones que aún se recrudecen algo más, a pesar de que el viento tan sólo sopla racheado, y no muy fuerte. No podemos evitar el recordar a los dos últimos montañeros en el Peñalara, viviendo un infierno del que uno de ellos no pudo salir. Como en este último tramo de cuerda, el tiempo no parece querer cambiar y darnos una tregua, decidimos que tras casi un kilómetro de pasar el Cuchar Quemado bajaremos a la pista que se encuentra doscientos y pico metros más abajo, tras hacer un recorrido de algo más de un kilómetro. De este tramo de fuerte bajada, los primeros setecientos metros transcurren por una senda relativamente cómoda y fácil, que acaba desapareciendo, y que nos obliga a ir atrochando los últimos cuatrocientos metros, clavando los talones en una nieve dura, que si en llano es bastante cómoda para progresar, en la bajada dificulta sobremanera el mantener el equilibrio. Qué bien viene en estas circunstancias los bastones y unas botas de suela dura, que mejoran el agarre en estas condiciones. Al llegar a la pista de abajo hemos hecho hambre, y como aún nos queda lo que traíamos para comer, tras dar buena cuenta de ello, reiniciamos la marcha, ahora con rumbo oeste (a veces noroeste) hasta conectar con la pista de bajada del Tres Provincias. Tras pasar una cancela que prohíbe el paso a los vehículos, por la izquierda cogeremos dicha senda-pista, que curiosamente a penas tiene nieve y que con rumbo sur y fuerte bajada nos llevará en unos pocos kilómetros y haciendo alguna breve zeta en el camino hasta el arroyo del Chorro. Una fila de coches aparcados en la antigua carretera de Burgos es visible y una procesión de personas se encaminan por el senderito de subida hasta la base de la cascada que forma dicho arroyo. El deshielo está siendo fuerte este año y vadear, primero el arroyo del Chorro y poco después el de la Pedriza, se convierte en un ejercicio de funambulismo para intentar algo que al final no se logra, como es el no mojarse los pies. Al final, una exigente marcha de poco más de veintidós kilómetros, con un desnivel acumulado de más de ochocientos cincuenta metros, que en condiciones normales no pasaría de un grado de dificultad moderado, tirando a fácil, pero que a tenor del tiempo y de las condiciones del terreno, tal vez hubiera que valorar con una dificultad de moderado, tirando a difícil.