SIERRA DE ORIHUELA – LEJA DE MILLAMÓN O PEÑA DE ORIHUELA, CRUZ DE LA MUELA, LA GATERA DEL PASO DEL GATO
near Bonanza Reiguero, Valencia (España)
Viewed 268 times, downloaded 7 times
Trail photos
Itinerary description
SIERRA DE ORIHUELA – LEJA DE MILLAMÓN O PEÑA DE ORIHUELA, CRUZ DE LA MUELA, LA GATERA DEL PASO DEL GATO, 2016-05-12, 14,9 Km. 5 horas 58 minutos, +986 m. -970 m.
Por la sierra de la capital de la comarca de la Vega Baja del Río Segura, cuna de Miguel Hernández, echamos unas 6 horas para recorrer 15 kilómetros y acumular más de 900 metros de ascenso. En el barrio de Carretera de la ciudad “Aurariola” (jarro de oro), “Orcellis”, “Uryúla”, “Oriola” en valenciano, u Orihuela, junto al restaurante “El Carreñico”, aparcamos el vehículo para dirigirnos hacia el área recreativa del Pinar de la Bonanza, donde comenzaría nuestro ascenso.
Una elevación vertiginosa, a bocajarro por un atajo, “made in Nicolás”, despertó nuestros cóndilos femorales y templó nuestros tendones y ligamentos para llevarnos a un paraje donde enganchamos el sendero PR-CV59, para proseguir el ascenso y dejar a nuestra izquierda el camino de Las Yeseras, el que te dirigiría hacia el Cabezo Redondo. Tomando altura llegamos hasta una planicie, llamada El Corralito, en la que existió un corral de ganado. Un buen lugar para hacer un receso a la sombra de unos pinos. Allí saludamos a un senderista que, en lugar de mochila llevaba a su hijo de unos 3 años; ¡Éste sí que crea afición!
Desde este punto, siguiendo la vertiente norte y pateando la cresta por un sendero, bastante marcado, llegamos a La Leja de Millamón o Peña de Orihuela, punto más alto de esta sierra, situado a 634 metros de altitud. Las vistas desde su geodésico son espectaculares y alcanzan los 360 grados. Por el norte las sierras de Callosa, Abanilla, Crevillente y otras sierras que hemos pateado por los Caminos de Caravaca, como los del Altiplano, Albatera o Granja de Rocamora. Por el sur, la huerta de Orihuela y la Vega del Río Segura se extienden como un manto verde hacia el mediodía. Veíamos el embalse de Pedrera y todas las sierras que estamos pateando recientemente, como Carrascoy, Puerto, Cresta del Gallo, Altahona, Escalona…, distinguíamos con toda limpieza la silueta de los montes de la costa de Cartagena, desde el Cabezo de la Fuente hasta las Peñas Blancas. Sin lugar a dudas, un mirador de excepción.
Satisfechas nuestras retinas, volvimos sobre nuestros pasos hasta El Corralito, para ahora enlazar la variante que por las crestas nos llevaría hasta La Cruz de La Muela. Es impresionante llevar a la vista las dos vertientes. Dejamos a nuestra izquierda la senda de Las Minas, que nos llevaría a la ermita de Monte Pinar y proseguimos nuestro camino hasta la gran Cruz de la Muela. Poco antes de llegar, vimos a nuestra izquierda la variante fácil de subida a la citada Cruz, la que te trae desde la urbanización de Monte Pinar. Los componentes de un colegio, que ya bajaban, tomaron por este camino, después de animarnos y arengarnos plausivamente. A mí me dijeron: ¡Vamos papá, que tú puedes! Al menos no me dijeron abuelo, aunque podría serlo. Los callé cuando les conté de dónde veníamos.
Y, ¿Por qué una cruz de tamaña dimensión? Según cuentan que, en 1411, llegó San Vicente Ferrer y dijo a los autóctonos: “Devotos oriolanos, hijos míos, estoy cierto que en aquella elevada montaña habitan muchos demonios, los que con sus infernales astucias causarán entre vosotros innumerables ruinas espirituales. Si queréis veros libres de ellos, colocad allí el soberano estandarte de la Santísima cruz”. Y ya lo creo que la colocaron; en 1715 dicen que era de madera, pero en 1910 se propuso la construcción de una gran cruz de hierro, la que desapareció en la Guerra Civil. En 1942 volvió a colocarse de hierro, pero en enero de 1985 fue aserrada por incontrolados. La actual tiene un alzado de casi 15 metros por 8 de brazos y está sostenida por un polín de cemento de casi dos metros, en el que nos subimos hoy.
Retratamos a un helicóptero de Protección Civil que volaba haciendo ejercicios de rescate y, después del postureo, volvimos por nuestros propios pasos hasta el cruce del sendero que llaman La Casa del Guarda, para bajar, no sin cierta dificultad, hasta la Gatera del Paso del Gato, por la que nos introdujimos para bajar hasta las ruinas de lo que era la nombrada Casa del Guarda. Estábamos en la base de la sierra. Ya que el coche estaba aparcado en “El Carreñico”, allí fue la vianda y el culto a la rubia. Sobre las 17:00 horas desembarcamos en la Trimilenaria.
Por la sierra de la capital de la comarca de la Vega Baja del Río Segura, cuna de Miguel Hernández, echamos unas 6 horas para recorrer 15 kilómetros y acumular más de 900 metros de ascenso. En el barrio de Carretera de la ciudad “Aurariola” (jarro de oro), “Orcellis”, “Uryúla”, “Oriola” en valenciano, u Orihuela, junto al restaurante “El Carreñico”, aparcamos el vehículo para dirigirnos hacia el área recreativa del Pinar de la Bonanza, donde comenzaría nuestro ascenso.
Una elevación vertiginosa, a bocajarro por un atajo, “made in Nicolás”, despertó nuestros cóndilos femorales y templó nuestros tendones y ligamentos para llevarnos a un paraje donde enganchamos el sendero PR-CV59, para proseguir el ascenso y dejar a nuestra izquierda el camino de Las Yeseras, el que te dirigiría hacia el Cabezo Redondo. Tomando altura llegamos hasta una planicie, llamada El Corralito, en la que existió un corral de ganado. Un buen lugar para hacer un receso a la sombra de unos pinos. Allí saludamos a un senderista que, en lugar de mochila llevaba a su hijo de unos 3 años; ¡Éste sí que crea afición!
Desde este punto, siguiendo la vertiente norte y pateando la cresta por un sendero, bastante marcado, llegamos a La Leja de Millamón o Peña de Orihuela, punto más alto de esta sierra, situado a 634 metros de altitud. Las vistas desde su geodésico son espectaculares y alcanzan los 360 grados. Por el norte las sierras de Callosa, Abanilla, Crevillente y otras sierras que hemos pateado por los Caminos de Caravaca, como los del Altiplano, Albatera o Granja de Rocamora. Por el sur, la huerta de Orihuela y la Vega del Río Segura se extienden como un manto verde hacia el mediodía. Veíamos el embalse de Pedrera y todas las sierras que estamos pateando recientemente, como Carrascoy, Puerto, Cresta del Gallo, Altahona, Escalona…, distinguíamos con toda limpieza la silueta de los montes de la costa de Cartagena, desde el Cabezo de la Fuente hasta las Peñas Blancas. Sin lugar a dudas, un mirador de excepción.
Satisfechas nuestras retinas, volvimos sobre nuestros pasos hasta El Corralito, para ahora enlazar la variante que por las crestas nos llevaría hasta La Cruz de La Muela. Es impresionante llevar a la vista las dos vertientes. Dejamos a nuestra izquierda la senda de Las Minas, que nos llevaría a la ermita de Monte Pinar y proseguimos nuestro camino hasta la gran Cruz de la Muela. Poco antes de llegar, vimos a nuestra izquierda la variante fácil de subida a la citada Cruz, la que te trae desde la urbanización de Monte Pinar. Los componentes de un colegio, que ya bajaban, tomaron por este camino, después de animarnos y arengarnos plausivamente. A mí me dijeron: ¡Vamos papá, que tú puedes! Al menos no me dijeron abuelo, aunque podría serlo. Los callé cuando les conté de dónde veníamos.
Y, ¿Por qué una cruz de tamaña dimensión? Según cuentan que, en 1411, llegó San Vicente Ferrer y dijo a los autóctonos: “Devotos oriolanos, hijos míos, estoy cierto que en aquella elevada montaña habitan muchos demonios, los que con sus infernales astucias causarán entre vosotros innumerables ruinas espirituales. Si queréis veros libres de ellos, colocad allí el soberano estandarte de la Santísima cruz”. Y ya lo creo que la colocaron; en 1715 dicen que era de madera, pero en 1910 se propuso la construcción de una gran cruz de hierro, la que desapareció en la Guerra Civil. En 1942 volvió a colocarse de hierro, pero en enero de 1985 fue aserrada por incontrolados. La actual tiene un alzado de casi 15 metros por 8 de brazos y está sostenida por un polín de cemento de casi dos metros, en el que nos subimos hoy.
Retratamos a un helicóptero de Protección Civil que volaba haciendo ejercicios de rescate y, después del postureo, volvimos por nuestros propios pasos hasta el cruce del sendero que llaman La Casa del Guarda, para bajar, no sin cierta dificultad, hasta la Gatera del Paso del Gato, por la que nos introdujimos para bajar hasta las ruinas de lo que era la nombrada Casa del Guarda. Estábamos en la base de la sierra. Ya que el coche estaba aparcado en “El Carreñico”, allí fue la vianda y el culto a la rubia. Sobre las 17:00 horas desembarcamos en la Trimilenaria.
You can add a comment or review this trail
Comments