Sierra de la Peña Rubia (Lorca)
near Lorca, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Espectacular. He caminado unas cuantas sierras lorquinas, y esta que tienen pegadita a la ciudad es una preciosidad, sobre todo su cara norte, con el popular sendero del Cejo de los Enamorados, que recorreremos íntegramente.
Dejamos el coche en el aparcamiento del Castillo de Lorca y ponemos rumbo oeste, arrancando junto a la Balsa de la Reina Mora. Es el inicio de la senda del Cejo, que no es otra cosa que la Acequia de los Pilones, de ahí que encontremos al paso un buen número de estrechos acueductos, algunos con más altura de la que quisiéramos los que tenemos vértigo. Pero están protegidos por barandillas que dan sensación de seguridad, aunque son algo bajas.
Este sendero es una auténtica gozada. Vamos faldeando la montaña, con unas vistas estupendas hacia el norte, y con algunos puntos en los que estaremos a bastante altura, pero siempre seguros. Es una senda ancha y muy pisada. Eso sí, los días no laborables es una romería de gente. He debido cruzarme con más de cien personas.
Nos asomamos al Mirador del Cejo y proseguimos. Enseguida vemos el cejo ante nosotros. Es una pared alargada y muy singular, que se ve amarilla o rojiza dependiendo de la luz. Es muy hermosa, y cada vez la tenemos más cerca.
Finalmente llegamos a la Fuente del Cejo de los Enamorados, punto donde la inmensa mayoría da media vuelta. Sin embargo es a partir de aquí donde la ruta empieza a ponernos a prueba. El sendero está mucho menos transitado y la pendiente se acrecienta considerablemente. Se acabó el paseo, ha comenzado la verdadera ruta.
Caracoleamos mientras ganamos altitud. Miramos al cejo cara a cara, y no tardamos en verlo por debajo. El día es luminoso, no hace demasiado calor y apetece meterse caña, así que subo a buen ritmo hasta llegar a una explanada, desde donde se toma el desvío para hacer cima. Y es que el objetivo de esta ruta es el vértice geodésico Peña Rubia.
Subimos por el camino central. En este tramo vamos a encontrar un puñado de pequeñas antenas y un sinfín de pozos, afortunadamente tapiados o vallados para evitar accidentes.
Esta crestería se llama Altos de Peña Rubia, y cuando finaliza el camino, unos cientos de metros antes de la cumbre, tomamos un sendero rocoso muy próximo a los cortados, pero seguro y sin riesgo.
Las vistas desde el vértice geodésico son maravillosas, aunque al día le ha faltado nitidez para disfrutar plenamente de las vistas, que llegan al mar y hasta Sierra Nevada.
Desandamos este tramo hasta las inmediaciones de la explanada, iniciando un descenso picado por el camino de tierra. Desembocaremos en una vieja pista asfaltada y giramos a la izquierda para seguir en bajada, ahora mucho más suave. Esta pista está cortada al tráfico por desprendimientos. A pie y en bicicleta es completamente seguro, pero en coche puede resultar comprometido.
Queda por hacer la última de las visitas que tenía prevista para hoy: la Piedra Rajá. Un sendero poco visible sale a la derecha, y en sólo un par de minutos nos plantamos frente a esta curiosa formación.
De vuelta al camino seguiremos andando hasta una bifurcación en Y, donde subiremos a la derecha. A unos dos o trescientos metros llegamos a un alto con grandes vistas a norte y sur. Desde ahí enganchamos un sendero que baja decididamente y que resulta muy entretenido. Atentos al track porque hay varios cruces y podríamos desviarnos indebidamente.
Al final la senda nos aboca a la del Cejo de los Enamorados, junto al segundo acueducto (el largo). Desde ahí sólo queda volver al aparcamiento por el mismo itinerario del inicio, habiéndonos metido en las piernas unos trece kilómetros y casi seiscientos metros de desnivel; y en el alma unas vistazas y unos rincones de los que te piden volver.
Volveremos.
Dejamos el coche en el aparcamiento del Castillo de Lorca y ponemos rumbo oeste, arrancando junto a la Balsa de la Reina Mora. Es el inicio de la senda del Cejo, que no es otra cosa que la Acequia de los Pilones, de ahí que encontremos al paso un buen número de estrechos acueductos, algunos con más altura de la que quisiéramos los que tenemos vértigo. Pero están protegidos por barandillas que dan sensación de seguridad, aunque son algo bajas.
Este sendero es una auténtica gozada. Vamos faldeando la montaña, con unas vistas estupendas hacia el norte, y con algunos puntos en los que estaremos a bastante altura, pero siempre seguros. Es una senda ancha y muy pisada. Eso sí, los días no laborables es una romería de gente. He debido cruzarme con más de cien personas.
Nos asomamos al Mirador del Cejo y proseguimos. Enseguida vemos el cejo ante nosotros. Es una pared alargada y muy singular, que se ve amarilla o rojiza dependiendo de la luz. Es muy hermosa, y cada vez la tenemos más cerca.
Finalmente llegamos a la Fuente del Cejo de los Enamorados, punto donde la inmensa mayoría da media vuelta. Sin embargo es a partir de aquí donde la ruta empieza a ponernos a prueba. El sendero está mucho menos transitado y la pendiente se acrecienta considerablemente. Se acabó el paseo, ha comenzado la verdadera ruta.
Caracoleamos mientras ganamos altitud. Miramos al cejo cara a cara, y no tardamos en verlo por debajo. El día es luminoso, no hace demasiado calor y apetece meterse caña, así que subo a buen ritmo hasta llegar a una explanada, desde donde se toma el desvío para hacer cima. Y es que el objetivo de esta ruta es el vértice geodésico Peña Rubia.
Subimos por el camino central. En este tramo vamos a encontrar un puñado de pequeñas antenas y un sinfín de pozos, afortunadamente tapiados o vallados para evitar accidentes.
Esta crestería se llama Altos de Peña Rubia, y cuando finaliza el camino, unos cientos de metros antes de la cumbre, tomamos un sendero rocoso muy próximo a los cortados, pero seguro y sin riesgo.
Las vistas desde el vértice geodésico son maravillosas, aunque al día le ha faltado nitidez para disfrutar plenamente de las vistas, que llegan al mar y hasta Sierra Nevada.
Desandamos este tramo hasta las inmediaciones de la explanada, iniciando un descenso picado por el camino de tierra. Desembocaremos en una vieja pista asfaltada y giramos a la izquierda para seguir en bajada, ahora mucho más suave. Esta pista está cortada al tráfico por desprendimientos. A pie y en bicicleta es completamente seguro, pero en coche puede resultar comprometido.
Queda por hacer la última de las visitas que tenía prevista para hoy: la Piedra Rajá. Un sendero poco visible sale a la derecha, y en sólo un par de minutos nos plantamos frente a esta curiosa formación.
De vuelta al camino seguiremos andando hasta una bifurcación en Y, donde subiremos a la derecha. A unos dos o trescientos metros llegamos a un alto con grandes vistas a norte y sur. Desde ahí enganchamos un sendero que baja decididamente y que resulta muy entretenido. Atentos al track porque hay varios cruces y podríamos desviarnos indebidamente.
Al final la senda nos aboca a la del Cejo de los Enamorados, junto al segundo acueducto (el largo). Desde ahí sólo queda volver al aparcamiento por el mismo itinerario del inicio, habiéndonos metido en las piernas unos trece kilómetros y casi seiscientos metros de desnivel; y en el alma unas vistazas y unos rincones de los que te piden volver.
Volveremos.
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