Sierra de la Paramera, sector occidental, ruta circular desde Navandrinal

NOTA IMPORTANTE: Esta información tiene únicamente carácter orientativo, quienquiera que haga uso y seguimiento total o parcial del track y su texto adicional asume la plena responsabilidad ante los riesgos propios de la práctica de la actividad senderista.

La de la Paramera es una de las sierras que conforman el Sistema Central en la península Ibérica. Es una sucesión de crestas rocosas sin más vegetación que matorrales de piorno y enebro rastrero, erosionada por glaciares cuaternarios y dura y exigente para los caminantes, tanto por el fuerte desnivel de sus laderas como por las escasas sendas que la recorren.

De sus posibles itinerarios senderistas, nosotros elegimos el que parte del pueblo de Navandrinal, asciende por la derecha hasta el collado del Cuchiillo, recorre luego la cuerda serrana de Este a oeste sorteando las sucesivas crestas rocosas (Cuchillar, risco del Sol, Canchal Moreno) y corona cima en el pico del Zapatero, cota máxima de la sierra con sus 2.157 m de altitud, para descender luego hacia el risco Redondo, bordearlo y perder bruscamente altura hacia la garganta del arroyo Zapatero, y ya por suaves hondonadas y una pista de tierra regresar al punto de inicio.

Lo hicimos un pequeño grupo pleno de entusiasmo por conquistar las alturas de este horizonte serrano, conformado por tres mujeres residentes en San Juan del Molinillo y un hombre que se ofreció a acompañarlas para disfrutar de esta experiencia. Tuvimos la meteorología ideal, un suave día de primavera con fuerte sol y fresca brisa para atemperarlo, en un paisaje donde escasea el agua y apenas hay sombra para cobijarse.

El primer tramo ascendente se encamina por pistas de tierra hasta atravesar el curso bajo del arroyo Zapatero, comenzando luego una subida por sendas que jalonan hitos de piedras fáciles de seguir, aunque la verdadera referencia será la afilada y enhiesta piedra del Cuchillo que nos guiará desde arriba y en la distancia para indicarnos el camino hacia el collado de su mismo nombre. Ganamos así altura de forma progresiva e irregular, con fuertes pendientes que alternan con algunos repechos donde recobrar resuello, pues el esfuerzo es creciente y exigente.

La esbelta piedra del Cuchillo es de una belleza feraz, agresiva, como si apuntara su perfil mineral hacia el valle que defiende esta sierra de los vientos del norte. Bien merece detenerse en su entorno y buscar ángulos para fotografiarla rodeada de su bonito paisaje, como nosotros hicimos.

Continuamos después en ascenso hasta el collado, donde caminaremos hacia el oeste junto a un cercado de alambre que delimita el cordal serrano, convertido en coto en su vertiente norte. El camino es ahora más fácil, pues se amplían los espacios de páramo y, aunque seguimos ascendiendo, lo hacemos de forma más suave y ventilada. Vamos bordeando las cortadas del Cuchillar teniendo a la vista la planicie abulense, mientras progresamos hacia el totémico risco del Sol, cuya referencia buscaban los pueblos vetones para orientar sus altares de sacrificios.

El risco del Sol lo sorteamos al pie de sus paredes rocosas, casi verticales en su cara sur, guiándonos por el instinto y ayudándonos de las manos para superar los saltos entre rocas y arbustos; es una parte del recorrido que tiene sus riesgos y solo debe de afrontarse con suma precaución, aunque añade atractivo aventurero a una ruta que, como alternativa, también puede circundar esta cresta por la planicie norte.

El Canchal Moreno es el siguiente resalte en el perfil serrano, igualmente superable a base de trepadas y saltos subiendo y bajando de continuo, hasta tener a la vista el amontonamiento de rocas que conforman la montaña del pico Zapatero, máxima cota a alcanzar en la ruta. La llegada a su vértice geodésico colma el esfuerzo y llena de satisfacción al caminante por la meta conseguida, aunque nos quede aún mucho que pasar hasta superar del todo semejante reto.

En esta cima se dominan bellos panoramas de la propia sierra, de la meseta norte y de otras sierras del Sistema Central, así como de los valles cercanos. Dedicamos tiempo a su contemplación y encontramos una bolsa de plástico que contenía un libro de visitas empapado por viejas humedades, que recogimos para intentar restaurarlo, dejando en su lugar hojas de papel y un bolígrafo para los testimonios de sucesivos senderistas.

El descenso del Zapatero no fue sencillo, pues la pendiente norte estaba cubierta de nieve dura y nos hizo buscar la cara sur, donde unos hitos marcaban un camino posible pero incierto y dificultoso, brusco, muy empinado y lleno de arbustos espinosos que nos dejaron buenas marcas en las piernas desnudas. El tiempo se alargaba, el cansancio hacía mella y acortamos el itinerario descendiendo al valle campo a través tras bordear el risco Redondo, no sin antes asombrarnos con un resalte roqueño con forma de monja orante, que documentamos en foto y sobre plano.

La llegada a la suave pradera por la que discurre el arroyo Zapatero no solo alivió nuestra marcha, sino que nos tentó con sus limpias aguas para refrescar nuestros pies y añadir un disfrute más que merecido después del agotador descenso. Solo nos restaba ya enlazar con la pista que desciende serpenteando desde el collado oeste de la cadena montañosa, para que nos llevara de nuevo al punto de partida poniendo fin a esta bonita ruta.