Sierra de la Muela con vértice geodésico (Cartagena)
near Casas las Escarihuelas, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
No hay nada mejor que satisfacer unas expectativas, y esto es lo que ha sucedido con esta ruta por la Sierra de la Muela.
Hay dos hitos que justifican por sí solos el esfuerzo de venir y ascender casi quinientos metros: las vistas de Cabo Tiñoso desde la explanada de la cumbre, y el recoleto rincón donde se ubican la ermita y la balsa de La Muela.
Pero en realidad toda la ruta es un disfrute constante.
Aparco en la explanada de las casas de Pie de Muela, donde empieza la pista forestal que sube a la ermita y a la antecumbre, y la tomamos durante unos cientos de metros, cuando nos topamos con una puerta cerrada. En este punto se inicia el tramo circular.
Yo he escogido subir por el sendero, es decir, a la derecha de la puerta. Sé que la senda conecta más arriba con el PR-MU 116 Sendero del Agua de Galifa, que hice unos meses atrás, y que presenta unas rampas bastante empinadas y con piedra suelta, así que prefiero hacer este trecho de subida.
El sendero se adentra en el monte y atraviesa un barranco. La ascensión es cómoda hasta que salimos al PR. Paradójicamente, este tramo de sendero homologado va a ser el más exigente y técnico por esas fuertes pendientes que mencionaba.
Si echamos la vista atrás contemplaremos el valle al norte de la ciudad de Cartagena. A nuestra derecha, un mar de montes y cabezos alfombrados de esparto, y a la izquierda, en primer término, la cara norte del cabezo de la Sierra de la Muela, nuestra cumbre de hoy.
Al fin llegamos a un collado con un poste direccional del PR. En este punto lo abandonamos para afrontar la conquista de la Muela, a poco más de un kilómetro, según indica este poste.
Tras ganar algo más de desnivel llegamos a otro collado desde el que admiramos el Mediterráneo, destacando esa lengua de tierra que es Cabo Tiñoso, con sus baterías militares y su faro.
Desde aquí la senda gira a la izquierda. El terreno es casi agresivo: un suelo de piedra castigado por los vientos propios de los parajes a pie de mar, y plantas recias, rudas y cargadas de pinchas que dejarán su marca en nuestras piernas.
No supone ninguna dificultad llegar a la planicie final, coronada por un vértice geodésico y varias antenas. Pero lo mejor es acercarse al borde de la explanada. Desde aquí tenemos una visión inmensa de Cabo Tiñoso.
Caminamos cerca del precipicio, sin ningún peligro ni sensación de vértigo, para disfrutar de estas vistas del mar y de la accidentada costa de Cartagena oeste.
Y así llegamos a la famosa escalera verde. Admito que me ha sorprendido lo empinada que está. Son cuarenta y cinco peldaños casi verticales que imponen a alguien como yo, más bien patoso. Así que he bajado pisando con ganas y agarrándome bien fuerte al pasamanos.
Unos metros más de sendero nos dejan en otra explanada, en la que acaba la pista forestal que vamos a utilizar para regresar, no sin antes merodear por un sendero que se asoma a la costa. De hecho es posible bajar por ahí, y seguramente conectará con el GR 92, que discurre pegado a los acantilados.
Tomo el camino y comienza un prolongado descenso que me devolverá al punto de partida, pero antes hay una parada obligada: la Ermita de la Muela y la Balsa de la Muela. El rincón tiene algo de mágico: por un lado, la balsa, escondida entre granados, es un lugar precioso, con esa agua de reflejos verdes y frescor; por otro lado la ermita, que pasa desapercibida como tal, pues ha perdido la cruz que la coronaba. Es más bien una capilla u oratorio, con una imagen de la Virgen rodeada de cirios y demás parafernalia. Debajo, una placa de mármol informa de la fecha de construcción (1686) y de reedificación (¿1700?) Pero sorprende una cabeza de fauno en el lateral con la inscripción "PAZ AMOR LIBERTAD CARIDAD" sobre la placa original con un texto tallado,hoy ilegible.
Desde aquí nos resta seguir bajando y bajando por el camino, pero las vistas que tenemos, y ya más abajo adentrarnos en el pinar, hace que rematemos una excursión de sobresaliente, de las que uno se deja apuntadas para repetir.
Hay dos hitos que justifican por sí solos el esfuerzo de venir y ascender casi quinientos metros: las vistas de Cabo Tiñoso desde la explanada de la cumbre, y el recoleto rincón donde se ubican la ermita y la balsa de La Muela.
Pero en realidad toda la ruta es un disfrute constante.
Aparco en la explanada de las casas de Pie de Muela, donde empieza la pista forestal que sube a la ermita y a la antecumbre, y la tomamos durante unos cientos de metros, cuando nos topamos con una puerta cerrada. En este punto se inicia el tramo circular.
Yo he escogido subir por el sendero, es decir, a la derecha de la puerta. Sé que la senda conecta más arriba con el PR-MU 116 Sendero del Agua de Galifa, que hice unos meses atrás, y que presenta unas rampas bastante empinadas y con piedra suelta, así que prefiero hacer este trecho de subida.
El sendero se adentra en el monte y atraviesa un barranco. La ascensión es cómoda hasta que salimos al PR. Paradójicamente, este tramo de sendero homologado va a ser el más exigente y técnico por esas fuertes pendientes que mencionaba.
Si echamos la vista atrás contemplaremos el valle al norte de la ciudad de Cartagena. A nuestra derecha, un mar de montes y cabezos alfombrados de esparto, y a la izquierda, en primer término, la cara norte del cabezo de la Sierra de la Muela, nuestra cumbre de hoy.
Al fin llegamos a un collado con un poste direccional del PR. En este punto lo abandonamos para afrontar la conquista de la Muela, a poco más de un kilómetro, según indica este poste.
Tras ganar algo más de desnivel llegamos a otro collado desde el que admiramos el Mediterráneo, destacando esa lengua de tierra que es Cabo Tiñoso, con sus baterías militares y su faro.
Desde aquí la senda gira a la izquierda. El terreno es casi agresivo: un suelo de piedra castigado por los vientos propios de los parajes a pie de mar, y plantas recias, rudas y cargadas de pinchas que dejarán su marca en nuestras piernas.
No supone ninguna dificultad llegar a la planicie final, coronada por un vértice geodésico y varias antenas. Pero lo mejor es acercarse al borde de la explanada. Desde aquí tenemos una visión inmensa de Cabo Tiñoso.
Caminamos cerca del precipicio, sin ningún peligro ni sensación de vértigo, para disfrutar de estas vistas del mar y de la accidentada costa de Cartagena oeste.
Y así llegamos a la famosa escalera verde. Admito que me ha sorprendido lo empinada que está. Son cuarenta y cinco peldaños casi verticales que imponen a alguien como yo, más bien patoso. Así que he bajado pisando con ganas y agarrándome bien fuerte al pasamanos.
Unos metros más de sendero nos dejan en otra explanada, en la que acaba la pista forestal que vamos a utilizar para regresar, no sin antes merodear por un sendero que se asoma a la costa. De hecho es posible bajar por ahí, y seguramente conectará con el GR 92, que discurre pegado a los acantilados.
Tomo el camino y comienza un prolongado descenso que me devolverá al punto de partida, pero antes hay una parada obligada: la Ermita de la Muela y la Balsa de la Muela. El rincón tiene algo de mágico: por un lado, la balsa, escondida entre granados, es un lugar precioso, con esa agua de reflejos verdes y frescor; por otro lado la ermita, que pasa desapercibida como tal, pues ha perdido la cruz que la coronaba. Es más bien una capilla u oratorio, con una imagen de la Virgen rodeada de cirios y demás parafernalia. Debajo, una placa de mármol informa de la fecha de construcción (1686) y de reedificación (¿1700?) Pero sorprende una cabeza de fauno en el lateral con la inscripción "PAZ AMOR LIBERTAD CARIDAD" sobre la placa original con un texto tallado,hoy ilegible.
Desde aquí nos resta seguir bajando y bajando por el camino, pero las vistas que tenemos, y ya más abajo adentrarnos en el pinar, hace que rematemos una excursión de sobresaliente, de las que uno se deja apuntadas para repetir.
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