Sepúlveda, Senda de los Dos Ríos y Senda Larga del Duratón
near Sepúlveda, Castilla y León (España)
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Itinerary description
La ruta de hoy nos lleva a recorrer, partiendo desde Sepúlveda, la Senda de los Dos Ríos y gran parte de la Senda Larga del Duratón (desde puente de Talcano hasta el puente del Villar). La vuelta la hacemos desde Villar de Sobrepeña hasta Sepúlveda por tramos de carretera y senda, recorrido que nos proporcionará una amplia perspectiva de las hoces del Duratón en gran parte de su extensión. Una delicia de ruta que no dejará a nadie desencantado.
Importante: entre el 1 de enero y el 31 de julio, para poder transitar por las Zonas de Reserva del Parque, principalmente por la Senda Larga del Duratón, es necesaria autorización. Hay que solicitarla en la Casa del Parque (Sepúlveda) o al teléfono 921 540586.
La fauna que domina el recorrido de hoy la componen el roquero rojo, el búho real o Gran Duque, cernícalo vulgar, halcón peregrino, avión roquero, alimoche, chova piquirroja, roquero solitario y el águila real, siendo el buitre leonado el ave de mayor tamaño que habita en el Parque con una colonia de hasta 772 parejas censadas en 2020. Con un peso de hasta 10 kg puede alcanzar una envergadura que puede superar los 2,5 m.
En cuanto a la flora se refiere será fácil encontrarnos con la hiedra trepadora, la oreja de monte o sombrerillo, zapatitos de la virgen, té de roca, adianto blanco, perejil, espino negro, narciso, especies de helecho como culantrillo de pozo y el árbol frutal de la higuera.
La villa de Sepúlveda, situada a 1014 m. sobre el nivel del mar, es la cabeza de la comarca del Macizo que lleva su nombre. La población ocupa una gran peña que domina la confluencia de los ríos Duratón y Caslilla. Se trata de un gran pliegue en rodilla, totalmente arrasado en su parte superior. Ambos ríos la rodean cortando la roca caliza y dando lugar a las características "hoces" que son el paisaje distintivo de la villa. La abundancia de manantiales y sus imponentes defensas naturales hacen de Sepúlveda un lugar privilegiado, habitado desde la remota Prehistoria. Su ubicación sobre la roca ha determinado su inconfundible aspecto: caserío escalonado, casas de varios pisos, calles estrechas y empinadas. En 1961 fue declarado Conjunto Histórico Artístico.
Siete puertas tenía esta villa conquistada primero por Fernán González, saqueada después por Almanzor y reconquistada posteriormente por el conde Sancho García a primeros del siglo XI. Fue famoso el Fuero de Sepúlveda, tanto que sirvió de modelo para numerosas poblaciones castellanas.
Partiendo desde el mirador de la Virgen de la Peña, a unos 100 metros del Santuario de Nuestra Señora de la Peña, nos encaminamos primero hacia la Cueva de la misma Virgen, senda bien delimitada que sale a nuestra derecha y de apenas 200 m de recorrido ida y vuelta a través de un trazado de escalinatas de fuerte pendiente. Cuentan los escritos que estando un inocente pastorcillo apacentando su rebaño en las cumbres del lado opuesto del Duratón, venía observando, al oscurecer, el resplandor de una luz extraña por su fulgor y, llevado de la admiración primero y de la curiosidad después, determinose a cruzar el río en averiguación del fenómeno, se acercó al sitio donde le observaba y, penetrando tembloroso en la cueva, observa, contempla y ve...¡Qué asombro! ¡Qué sorpresa tan inesperada y agradable! Ve, sí, la preciosa imagen de María que los antiguos vecinos de Sepúlveda ocultaron en aquel fragoso sitio para libertarla de la sacrílega profanación de los voluptuosos enemigos de la Cruz y, a pesar de la devastadora acción de cuatro siglos que allí estuvo oculta, se halló en el mismo estado de conservación que cuando la ocultaron, tan bella y radiante de hermosura como hoy se ostenta en su majestuoso altar. Y si hemos de dar crédito a las piadosas tradiciones, luciendo aún la lamparilla que los sacerdotes colocaron a su lado, para que su brillante luz acompañara reverente en aquella y larga oscura noche de soledad a la bellísima imagen de María, que dejaba depositada, juntamente con los afectos de su devoción, en aquel oculto y fragoso asilo de seguridad.
Una vez regresados de nuestra visita a la Cueva, seguimos el sendero hasta encontrarnos, a la derecha, con el panel informativo que marca el inicio de la senda de los Dos Ríos. Sale de la zona amurallada por la Puerta de la Fuerza y discurre de forma perimetral por la Puerta del Castro y la Puerta de Duruelo, atravesando el páramo y el bosque del río Duratón y río Caslilla. En su recorrido podremos observar los cortados donde habitan los buitres leonados, alimoches, chovas piquirrojas, así como el cortejo floral del páramo (sabina, enebro...), los cortados (zapatitos de la virgen, hiedra...) y de la ribera (álamos, fresnos...).
En apenas 1 km alcanzaremos la Puerta de la Fuerza, una de las siete puertas de la muralla de Sepúlveda, construida en el siglo XI. Muros adentro, esta puerta daba acceso a los barrios desaparecidos de San Pedro, entorno al cementerio Viejo, y al de Santa Eulalia, en las cercanías del actual Juego de Pelota. Muros afuera da acceso al río Duratón y a la senda de los Dos Ríos que estamos recorriendo.
Nuestro camino sigue ahora hacia el fondo del valle buscando el puente Picazos, por el que cruzaremos el río y seguiremos, una vez atravesado éste, a nuestra izquierda. La senda perfectamente acondicionada nos conducirá junto a las paredes calizas justo por encima del bosque de galería que desde aquí podremos contemplar en toda su extraordinaria belleza. Chopos, sauces, alisos, algún fresno e incluso algún pie de arce disperso acompañarán a las aguas del río Duratón hasta el final de nuestro itinerario.
Tras descender de tan atractiva senda y dejar atrás una pesquera de la antigua Fábrica de la Luz, llegaremos a la altura de un puente de hormigón que cruza el río tras el que se encuentran los restos del puente romano de Talcano. Este es sólo uno de los muchos vestigios que de la presencia de esta civilización se conservan, no sólo en esta parte de la Tierra de Sepúlveda: se han hallado restos romanos en la ermita de San Frutos.
En este punto se inicia la senda Larga del río Duratón. El camino, prácticamente llano, transcurre en todo momento siguiendo el cauce del río. Durante el trayecto disfrutaremos de un paisaje sorprendente e iremos acompañados de los altos cortados calizos que forman este profundo cañón. En algunos puntos alcanza más de 100 metros de altura. A medida que avanzamos observaremos restos de la actividad agrícola que se desarrolló en este lugar. Esta ruta fue en su día un camino por el que los hortelanos accedían a sus huertas. El sendero continua entre los enormes farallones que durante millones de años ha esculpido el agua. El paraje es impresionante, entre los cortados será fácil observar buitres leonados, especie emblemática del parque, así como halcones peregrinos y águilas reales. A lo largo del camino encontraremos tres fuentes de agua no tratada: la fuente de la Hontanilla, la fuente Redonda y la fuente del Chorlito, de la que no marqué waypoint alguno. También un verso en una roca que recita: "Que una brisa juguetona esparza sus cenizas allá donde la flor se atreva".
A la altura del Puente del Villar, a 4 km del final de la senda en el puente de Villaseca, parte un empinado camino que une el cañón con el pueblo de Villar de Sobrepeña, puente que cruzaremos para que, en una subida constante y muy llevadera, alcanzar el mencionado pueblo. La marca que dejé en el track, una vez alcanzado el pueblo, es la de un amable bar donde, disfrutando de un merecido descanso acompañado de alguna consumición, está permitido comer de la comida que llevas encima.
Ahora nos tocará caminar por carreteras, caminos y sendas, donde disfrutar desde arriba de unas vistas espectaculares de las Hoces y sus cañones, y llegar de nuevo a Sepúlveda para dar por finalizada esta ruta.
Índice IBP de la ruta
Importante: entre el 1 de enero y el 31 de julio, para poder transitar por las Zonas de Reserva del Parque, principalmente por la Senda Larga del Duratón, es necesaria autorización. Hay que solicitarla en la Casa del Parque (Sepúlveda) o al teléfono 921 540586.
La fauna que domina el recorrido de hoy la componen el roquero rojo, el búho real o Gran Duque, cernícalo vulgar, halcón peregrino, avión roquero, alimoche, chova piquirroja, roquero solitario y el águila real, siendo el buitre leonado el ave de mayor tamaño que habita en el Parque con una colonia de hasta 772 parejas censadas en 2020. Con un peso de hasta 10 kg puede alcanzar una envergadura que puede superar los 2,5 m.
En cuanto a la flora se refiere será fácil encontrarnos con la hiedra trepadora, la oreja de monte o sombrerillo, zapatitos de la virgen, té de roca, adianto blanco, perejil, espino negro, narciso, especies de helecho como culantrillo de pozo y el árbol frutal de la higuera.
La villa de Sepúlveda, situada a 1014 m. sobre el nivel del mar, es la cabeza de la comarca del Macizo que lleva su nombre. La población ocupa una gran peña que domina la confluencia de los ríos Duratón y Caslilla. Se trata de un gran pliegue en rodilla, totalmente arrasado en su parte superior. Ambos ríos la rodean cortando la roca caliza y dando lugar a las características "hoces" que son el paisaje distintivo de la villa. La abundancia de manantiales y sus imponentes defensas naturales hacen de Sepúlveda un lugar privilegiado, habitado desde la remota Prehistoria. Su ubicación sobre la roca ha determinado su inconfundible aspecto: caserío escalonado, casas de varios pisos, calles estrechas y empinadas. En 1961 fue declarado Conjunto Histórico Artístico.
Siete puertas tenía esta villa conquistada primero por Fernán González, saqueada después por Almanzor y reconquistada posteriormente por el conde Sancho García a primeros del siglo XI. Fue famoso el Fuero de Sepúlveda, tanto que sirvió de modelo para numerosas poblaciones castellanas.
Partiendo desde el mirador de la Virgen de la Peña, a unos 100 metros del Santuario de Nuestra Señora de la Peña, nos encaminamos primero hacia la Cueva de la misma Virgen, senda bien delimitada que sale a nuestra derecha y de apenas 200 m de recorrido ida y vuelta a través de un trazado de escalinatas de fuerte pendiente. Cuentan los escritos que estando un inocente pastorcillo apacentando su rebaño en las cumbres del lado opuesto del Duratón, venía observando, al oscurecer, el resplandor de una luz extraña por su fulgor y, llevado de la admiración primero y de la curiosidad después, determinose a cruzar el río en averiguación del fenómeno, se acercó al sitio donde le observaba y, penetrando tembloroso en la cueva, observa, contempla y ve...¡Qué asombro! ¡Qué sorpresa tan inesperada y agradable! Ve, sí, la preciosa imagen de María que los antiguos vecinos de Sepúlveda ocultaron en aquel fragoso sitio para libertarla de la sacrílega profanación de los voluptuosos enemigos de la Cruz y, a pesar de la devastadora acción de cuatro siglos que allí estuvo oculta, se halló en el mismo estado de conservación que cuando la ocultaron, tan bella y radiante de hermosura como hoy se ostenta en su majestuoso altar. Y si hemos de dar crédito a las piadosas tradiciones, luciendo aún la lamparilla que los sacerdotes colocaron a su lado, para que su brillante luz acompañara reverente en aquella y larga oscura noche de soledad a la bellísima imagen de María, que dejaba depositada, juntamente con los afectos de su devoción, en aquel oculto y fragoso asilo de seguridad.
Una vez regresados de nuestra visita a la Cueva, seguimos el sendero hasta encontrarnos, a la derecha, con el panel informativo que marca el inicio de la senda de los Dos Ríos. Sale de la zona amurallada por la Puerta de la Fuerza y discurre de forma perimetral por la Puerta del Castro y la Puerta de Duruelo, atravesando el páramo y el bosque del río Duratón y río Caslilla. En su recorrido podremos observar los cortados donde habitan los buitres leonados, alimoches, chovas piquirrojas, así como el cortejo floral del páramo (sabina, enebro...), los cortados (zapatitos de la virgen, hiedra...) y de la ribera (álamos, fresnos...).
En apenas 1 km alcanzaremos la Puerta de la Fuerza, una de las siete puertas de la muralla de Sepúlveda, construida en el siglo XI. Muros adentro, esta puerta daba acceso a los barrios desaparecidos de San Pedro, entorno al cementerio Viejo, y al de Santa Eulalia, en las cercanías del actual Juego de Pelota. Muros afuera da acceso al río Duratón y a la senda de los Dos Ríos que estamos recorriendo.
Nuestro camino sigue ahora hacia el fondo del valle buscando el puente Picazos, por el que cruzaremos el río y seguiremos, una vez atravesado éste, a nuestra izquierda. La senda perfectamente acondicionada nos conducirá junto a las paredes calizas justo por encima del bosque de galería que desde aquí podremos contemplar en toda su extraordinaria belleza. Chopos, sauces, alisos, algún fresno e incluso algún pie de arce disperso acompañarán a las aguas del río Duratón hasta el final de nuestro itinerario.
Tras descender de tan atractiva senda y dejar atrás una pesquera de la antigua Fábrica de la Luz, llegaremos a la altura de un puente de hormigón que cruza el río tras el que se encuentran los restos del puente romano de Talcano. Este es sólo uno de los muchos vestigios que de la presencia de esta civilización se conservan, no sólo en esta parte de la Tierra de Sepúlveda: se han hallado restos romanos en la ermita de San Frutos.
En este punto se inicia la senda Larga del río Duratón. El camino, prácticamente llano, transcurre en todo momento siguiendo el cauce del río. Durante el trayecto disfrutaremos de un paisaje sorprendente e iremos acompañados de los altos cortados calizos que forman este profundo cañón. En algunos puntos alcanza más de 100 metros de altura. A medida que avanzamos observaremos restos de la actividad agrícola que se desarrolló en este lugar. Esta ruta fue en su día un camino por el que los hortelanos accedían a sus huertas. El sendero continua entre los enormes farallones que durante millones de años ha esculpido el agua. El paraje es impresionante, entre los cortados será fácil observar buitres leonados, especie emblemática del parque, así como halcones peregrinos y águilas reales. A lo largo del camino encontraremos tres fuentes de agua no tratada: la fuente de la Hontanilla, la fuente Redonda y la fuente del Chorlito, de la que no marqué waypoint alguno. También un verso en una roca que recita: "Que una brisa juguetona esparza sus cenizas allá donde la flor se atreva".
A la altura del Puente del Villar, a 4 km del final de la senda en el puente de Villaseca, parte un empinado camino que une el cañón con el pueblo de Villar de Sobrepeña, puente que cruzaremos para que, en una subida constante y muy llevadera, alcanzar el mencionado pueblo. La marca que dejé en el track, una vez alcanzado el pueblo, es la de un amable bar donde, disfrutando de un merecido descanso acompañado de alguna consumición, está permitido comer de la comida que llevas encima.
Ahora nos tocará caminar por carreteras, caminos y sendas, donde disfrutar desde arriba de unas vistas espectaculares de las Hoces y sus cañones, y llegar de nuevo a Sepúlveda para dar por finalizada esta ruta.
Índice IBP de la ruta
Waypoints
Comments (4)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Espectacular ruta. Le pongo la valoración "moderado" por la distancia.
Nos ha encantado
Me alegro que la hayáis disfrutado
Hola es necesario pedir permiso para hacer la ruta??
Hola Frank! Sí, como comento en negrita, conviene solicitar autorización en estas fechas por encontrarse los buitres en plena nidificación.