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Sendero urbano 'Memoria, Dignidad y Justicia'

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Trail stats

Distance
15.32 mi
Elevation gain
358 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
358 ft
Max elevation
1,510 ft
TrailRank 
36
Min elevation
1,333 ft
Trail type
Loop
Coordinates
251
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January 11, 2019
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near San Juan, Navarra (España)

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Itinerary description

En total 28 personas fueron asesinadas en esta ciudad por la banda terrorista ETA entre 1977 y 2000. Este sendero urbano recorre los puntos en los que tuvieron lugar los atentados.

Policías, guardias civiles y militares; trabajadores currantes y empresarios; políticos; padres o madres de familia; niños: a todos ellos alcanzó la barbarie terrorista. Podrían haber sido otros, podrías haber sido tú. Murieron para que nosotros, como ellos ciudadanos de a pie, sigamos vivos.

Sirva este recorrido como pequeño y personal homenaje a cada una de las víctimas, y como deseo de que la violencia de cualquier signo nunca vuelva a estar presente en nuestra sociedad. Para que una sociedad crezca sana, ha de construirse sobre el cimiento de la verdad. Memoria, dignidad y justicia.

Cuando recorras el sendero, recuerda que en cada uno de los waypoints podrás encontrar algún detalle más de las circunstancias en que se produjeron los viles atentados. Esta información se ha extraído del blog de Maria José Grech "In Memoriam - No olvidar lo inolvidable" de Libertad Digital (http://blogs.libertaddigital.com/in-memoriam/)

Waypoints

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Photo ofManuel López González (9 mayo 1978)

Manuel López González (9 mayo 1978)

A las seis de la mañana del 9 de mayo de 1978 el guardia civil MANUEL LÓPEZ GONZÁLEZ, acompañado de otros tres compañeros, entre ellos su hermano Francisco, resultó herido de gravedad en un atentado perpetrado por miembros de la banda terrorista ETA en Pamplona. Regresaban de realizar un servicio en la estación de Renfe en la capital navarra y se dirigían en un vehículo oficial hacia la Comandancia del Instituto Armado. Cuando se encontraban cerca de los Jardines de la Taconera explotó una bomba depositada junto a una farola que fue activada a distancia. La explosión arrancó de cuajo la farola y levantó varios metros de bordillo de la acera. La carga -unos cinco kilos de Goma 2- destrozó materialmente el Land Rover de la Guardia Civil, afectando principalmente la parte delantera y lateral. Resultaron heridos, además de Manuel, el cabo 1º de la Guardia Civil Juan Díez Resano, de 29 años, natural de Carcastillo (Navarra) y casado; Agustín Hernández Martín, de 31 años y natural de Villasbuenas (Salamanca); y el hermano de Manuel, Francisco López González, cacereño de 27 años, casado y con un hijo. Fueron atendidos por otros cinco guardias civiles fuera de servicio que, en el momento del atentado, se encontraban por la zona en otro automóvil. Ellos mismos trasladaron a Manuel al Hospital Provincial. La metralla le había alcanzado la artería aorta y se encontraba en estado muy grave. A pesar de los esfuerzos de los médicos, falleció pocas horas después. A día de hoy no se sabe quién asesinó a Manuel. Manuel López González tenía 23 años y era natural de Cáceres. Llevaba sólo un año en la Guardia Civil y se iba a casar el mes siguiente con su novia, natural de Pamplona.

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José Oyaga y Jesús Vidaurre (1 mayo 1980)

El 1 de mayo de 1980 JOSÉ OYAGA MARAÑÓN y JESÚS VIDAURRE OLLETA estuvieron tomando copas en el casco viejo de Pamplona. En torno a las tres de la madrugada charlaban en la plaza de San Francisco cuando se les acercaron tres desconocidos. Dos de ellos sacaron sus pistolas y les dispararon a quemarropa. Los dos amigos quedaron tendidos en el suelo cerca de una hora, hasta que el juez ordenó el levantamiento de los cadáveres. Los forenses determinaron que habían fallecido a consecuencia de sendos tiros en la nuca. José Oyaga Marañón, de 49 años, era de la localidad navarra de Estella. Estaba casado y tenía tres hijos. Jesús Vidaurre Olleta tenía 34 años. Estaba viudo y era padre de cuatro hijos.

PictographWaypoint Altitude 1,459 ft
Photo ofAlfredo Aguirre Belascoain y Francisco Miguel Sánchez (30 mayo 1985) Photo ofAlfredo Aguirre Belascoain y Francisco Miguel Sánchez (30 mayo 1985)

Alfredo Aguirre Belascoain y Francisco Miguel Sánchez (30 mayo 1985)

En torno a las 21:40 horas de ese 30 de mayo de 1985, un niño de 13 años, ALFREDO AGUIRRE BELASCOÁIN, y el policía nacional FRANCISCO MIGUEL SÁNCHEZ, son asesinados en Pamplona al hacer explosión un artefacto preparado contra la Policía Nacional. En el mismo atentado también sufrieron heridas de gravedad otros tres policías nacionales: Manuel Tello Barranco, Alfonso Quintá Expósito y Manuel Barrigas Villar. Poco antes de las nueve y media de la noche se recibió una llamada de auxilio en el 091 de Pamplona para que fuesen cuanto antes al número 16 de la Bajada de Javier, como se conoce en Pamplona a la calle Bajada de San Francisco Javier. Al parecer, y según esa llamada, un drogadicto estaba pegando a su madre. El comunicante urgió a que fuesen cuanto antes, porque la iba a matar. Cuando llegaron los dos coches zeta de la Policía Nacional al casco viejo, hizo explosión una bomba colocada en una bolsa de basura junto a una farmacia. La bolsa la había dejado minutos antes la asesina Mercedes Galdós Arsuaga, simulando ser una mujer embarazada. En el momento de la explosión, Alfredo, que acababa de guardar su bicicleta, estaba llamando por el telefonillo del domicilio de una vecina, donde estaba su madre. El niño fue alcanzado de lleno y murió en el acto. Francisco Miguel Sánchez, herido grave, fue trasladado junto a sus compañeros al Hospital de Navarra. Falleció nada más ingresar debido a las importantes heridas y mutilaciones que sufría. La zona, en el casco viejo pamplonica, se encontraba a esa hora llena de ciudadanos que habían acudido a visitar las casetas de la Feria del Libro, instalada en las proximidades. La bomba originó la rotura de los cristales de las viviendas próximas, así como de los vehículos aparcados en las inmediaciones. Al ser una calle muy estrecha, la onda expansiva provocó importantes daños en algunos de los pisos situados sobre la farmacia. La madre de Alfredo, Carmen Belascoáin, contó por primera vez en Diario de Navarra (30/05/2010) como vivió esos momentos: "Mi marido y yo estábamos dando una vuelta por el Club Natación, éramos socios. Él estuvo un rato allí y luego subió a casa y cogió la bici. Cuando llegamos a nuestra calle, estaba andando en bicicleta (...). Nosotros vivimos en el 13 de la calle y es en el número 16 donde pasó todo. Allí vivía una amiga mía con su madre, que era una mujer mayor, de unos 80 años. Mi marido y yo subimos un momento porque me había pedido que le pusiera unas flores en un jarrón. Yo tenía mucha maña. Estaba colocándolas y Alfredico se había ido a dejar la bici en la bajera. La guardábamos ahí. Entonces oí dos timbrazos de abajo. Siempre, cuando era alguien de casa, llamábamos con dos timbrazos, para saber que era de la familia. Nada más oírlos, acto seguido, fue el boom. Tremendo, una explosión muy fuerte (...). Bajé como una loca al portal y estaba todo destrozado. En la puerta había un cuerpo tendido. Yo creí que era mi hijo y lo cogí en brazos. Pero no era Alfredo. Era el policía. Entonces levanté la vista y vi, allí, en medio de la calle... a mi hijo. Estaba tirado. Con una bota de deporte que había estrenado aquel día; se le había caído, estaba allí, a su lado. Estaba sangrando. Corriendo, lo cogí y le dije: ‘Hijo mío, qué te han hecho. ¿Qué te han hecho?’. Pobrecico. Yo creo que aún estaba vivo porque todavía movía la boca. Todavía movía la boca... Pero claro, se desangró. Era todo un reguero de sangre (...). Después de eso ya tengo todo más borroso en la mente. Recuerdo que quería ir con él en la ambulancia, pero no me dejaron. Ya no volví a ver a mi hijo." En la entrevista en Diario de Navarra, la madre de Alfredo contó que "lo que más duro me ha resultado es haber vivido la salida de la cárcel de la asesina de mi hijo, Mercedes Galdós. Toda jocosa y feliz, con la gente esperándola para recibirla como si fuera una heroína. Eso lo he sentido como imperdonable. Ahora no sé si se cumplen más años, pero entonces... Le echaron muchísimos y ¿cuántos pasó? Ni lo sé. Cada vez que pienso en eso lo quiero olvidar. Dicen que le redujeron la condena por buena conducta. Y yo escucho eso y me río, buena conducta, qué querían si no, ¿que se liara a tiros allí dentro, en la cárcel?". Alfredo Aguirre Belascoáin tenía 13 años y era hijo de un empleado de banca, Luis Aguirre, y de María del Carmen Belascoáin Tabar. Nacido en Pamplona, Alfredo era el segundo de dos hermanos, un niño rubio y de complexión deportista. Estudiaba séptimo de EGB en los Jesuitas de Pamplona y, aunque no era buen estudiante, sí destacaba en los deportes. Entre otros, practicaba el piragüismo en el Club Natación Pamplona, donde le auguraron un gran futuro. Francisco Miguel Sánchez, de 32 años, casado y con dos hijos de corta edad, era natural de Villaverde del Río (Sevilla). Con motivo del 25 aniversario del asesinato, y durante los actos de homenaje que organizó el colectivo Libertad Ya en Pamplona, Verónica, hija de Francisco, afirmo que "todo se supera con esfuerzo" y que "siempre quedan los recuerdos", pero destacó que "no olvidamos". Además, aludió a los asesinos y señaló que "nunca serán personas, sólo animales con ganas de destruir". Asimismo, abogó por "la desaparición de la violencia" y señaló que "quienes les aplauden y no condenan los actos de los terroristas son igual que ellos".

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Photo ofCarlos Sanz Biurrun (8 octubre 1979)

Carlos Sanz Biurrun (8 octubre 1979)

A las 14:45 horas del 8 de octubre de 1979 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en la Bajada de Labrit de Pamplona al inspector de Policía CARLOS SANZ BIURRUN. A Carlos lo habían intentado asesinar meses antes, el 29 de julio, pero no lo encontraron en casa. Esta vez sí lo consiguieron. Carlos acababa de aparcar su coche en la Bajada de Labrit y estaba cerrando la puerta del vehículo cuando pistoleros de la banda lo acribillaron disparando nueve proyectiles con pistola de los que cinco le alcanzaron en la cabeza y el pecho. Otros disparos impactaron en vehículos aparcados junto al de Carlos Sanz. El policía falleció poco después de ser ingresado en el Hospital de Navarra antes de que pudiera ser atendido por el equipo médico de urgencia. Dos testigos presenciales del atentado, que se encontraban en el balcón de un edificio próximo al lugar de los hechos, contaron que los terroristas estaban dentro de un Simca 1200 de color gris aparcado en la Bajada de Labrit. Cuando vieron que Carlos Sanz descendía de su vehículo, dos de ellos salieron y le dispararon desde ambos lados de la calle. A continuación regresaron corriendo al Simca 1200, en el que les esperaba un tercer terrorista con el motor en marcha. Cruzaron la Bajada de Labrit e hicieron parar a los coches que circulaban en dirección al barrio de la Chantrea, haciendo ademanes con las pistolas, y huyeron en dirección a ese barrio. Ahí dejaron abandonado con las puertas abiertas el vehículo utilizado para cometer el atentado, que había sido robado esa misma mañana. Su propietario fue encontrado a media tarde, encadenado a un árbol, en la localidad navarra de Berrioplano. En 1987 la Audiencia Nacional condenó a Mercedes Galdós Arsuaga, alias Bitxori, a 24 años de reclusión como miembro del grupo Nafarroa de ETA que asesinó a Carlos Sanz Biurrun. En 1991 fue condenado a 18 años de prisión menor, en concepto de cómplice, José Ramón Martínez de la Fuente Inchaurregui, alias Txoritxo. Carlos Sanz Biurrun tenía 39 años cuando fue asesinado. Era natural de Guenduláin, localidad a situada a unos quince kilómetros de Pamplona, donde los padres de los Sanz Biurrun –Carlos, Paquita y María Elena–trabajaban como jornaleros. En 1953 ingresó en el seminario diocesano de Pamplona, donde durante años estudió Filosofía y Teología, aunque no llegó a ordenarse. En Guenduláin conoció a un policía de Astráin que acabó contagiándole su entusiasmo por el trabajo. Durante dos años se desplazó diariamente a Pamplona para preparar el ingreso en el cuerpo. En 1962 ingresó en el cuerpo de Policía de Bilbao, regresando al poco tiempo a Pamplona e integrándose en la Brigada de Investigación Criminal, actualmente grupo de la Policía Judicial. Cuando lo asesinaron le quedaban dos meses para acceder al puesto de comisario. Llevaba cinco años casado con Teresa Ilarregui, que fallecería en 1992. El matrimonio no había tenido hijos. Carlos tenía dos hermanas más pequeñas, una de ellas a punto de dar a luz cuando fue asesinado. Una anécdota define cómo era Carlos –un "hombre fundamentalmente bueno, abierto y compresivo, todo amabilidad y simpatía" (Diario de Navarra, 9/10/1979)–, en el ejercicio de su profesión como policía y en su trato con los detenidos y sus familiares. El mismo día de su asesinato el féretro se había instalado en el Salón del Trono del Gobierno Civil, actual Delegación del Gobierno, y estaba siendo velado por algunos de sus compañeros del Cuerpo Superior de Policía, además de algunos amigos y familiares. De pronto un hombre de aspecto desaliñado, probablemente un delincuente habitual al que Carlos hubiese detenido alguna vez, se acercó al ataúd y, abrazándolo, exclamó: "¡Tú eres como mi padre!" (Javier Marrodán, Regreso a Etxarri-Aranatz, Sahats Servicios Editoriales, 2004). La escena no extrañó a nadie próximo a Carlos pues todos conocían el cariño que los habituales de los calabozos policiales tenían por él.

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Photo ofJoaquín Imaz Azcona (26 noviembre 1977)

Joaquín Imaz Azcona (26 noviembre 1977)

El 26 de noviembre de 1977 la banda terrorista ETA cometía su primer asesinato en Navarra. Sobre las 22:15 horas miembros de la banda dispararon por la espalda al comandante JOAQUÍN IMAZ MARTÍNEZ, jefe de la Policía Armada en Pamplona, cuando se dirigía a coger su automóvil aparcado cerca del coso taurino de la capital navarra. El cuerpo sin vida de Joaquín Imaz fue encontrado tendido al pie de un árbol y cubierto por una manta en los aparcamientos contiguos a la plaza de toros. La víctima había recibido varias amenazas de muerte a las que no dio mucha importancia. En la última, pocos días antes de su asesinato, le decían que le quedaban pocas horas de vida. Pese a ello, se negó a llevar escolta porque no quería poner en peligro la vida de otras personas. En el año 1979 la Audiencia Nacional condenó por este asesinato a Francisco Javier Martínez Apesteguia, alias Kiko. Con condenas totales que sumaban más de cien años de prisión, salió de la cárcel en marzo de 2000, habiendo cumplido sólo 21 años de prisión. Joaquín Imaz Martínez tenía 50 años. Natural de Pamplona, estaba casado y tenía una hija de 7 años.

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Photo ofFrancisco Berlanga Robles (2 enero 1979)

Francisco Berlanga Robles (2 enero 1979)

El 2 de enero de 1979, FRANCISCO BERLANGA ROBLES, cabo del Cuerpo de Artificieros de la Policía Nacional, moría al intentar desactivar una bomba en las oficinas de la Inmobiliaria Jiménez Fuentes de Pamplona. Su cuerpo quedó tan destrozado que un médico del servicio de urgencias del Hospital de Navarra comentó que "no sabía si se trataba de un policía o un civil. Estaba totalmente irreconocible, ya que la explosión le había destrozado los brazos, una pierna, el tórax y parte de la cara". Los asesinos de Francisco Berlanga - Ricardo Garciandía Solano, Miguel Mateo Asnariz Dicastillo y su mujer, María Gloria del Sagrario Recarte Gutiérrez- fueron condenados por la Audiencia Nacional en noviembre de 1982 a 21 años de prisión mayor. Francisco Berlanga Robles tenía 26 años. Era natural de Casarabonela (Málaga) y dejaba viuda a Catalina Navarro Florida con tres hijos (Juan Ignacio, Francisco Javier y Tamara) de 9 meses y 3 y 5 años.

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Photo ofAntonio Conejo Salguero y Fidel Lázaro Aparicio (28 mayo 1983) Photo ofAntonio Conejo Salguero y Fidel Lázaro Aparicio (28 mayo 1983)

Antonio Conejo Salguero y Fidel Lázaro Aparicio (28 mayo 1983)

A las once de la mañana del 28 de mayo de 1983 ETA asesinaba en Pamplona a los guardias civiles ANTONIO CONEJO SALGUERO y FIDEL LÁZARO APARICIO cuando se encontraban vigilando en el interior del edificio central de Correos de la capital Navarra, situado en el Paseo Sarasate de Pamplona. Tres guardias civiles se encargaban de la seguridad del edificio. Dos de ellos en la zona de acceso al público y un tercero en el interior de una garita blindada. Dos etarras se introdujeron en el edificio donde, en esos momentos, se encontraban unas sesenta persona entre empleados y clientes. Cuando estaban a un metro de distancia de los guardias civiles los terroristas sacaron sendos revólveres del calibre 38 y dispararon doce tiros. Los guardias cayeron al suelo y ahí fueron rematados, sin que el tercer guardia civil fuese capaz de reaccionar. Los etarras contaron con la ayuda de una tercera persona, al parecer una mujer. En medio del pánico provocado por el tiroteo, los pistoleros huyeron del lugar con toda tranquilidad. El tercer guardia civil acudió al lugar donde se hallaban sus dos compañeros agonizando en medio de dos charcos de sangre. Los guardias civiles fueron trasladados rápidamente al Hospital de Navarra, el cabo primero Antonio Conejo, y a la Clínica Universitaria, el guardia civil Fidel Lázaro. Ambos ingresaron ya cadáveres. El asesinato de Antonio y Fidel judicialmente ha quedado impune. Antonio Conejo Salguero, de 41 años, era de Valle de Santa Ana (Badajoz). Estaba casado con Mercedes Pérez y tenía dos hijas de 12 y 11 años. Cabo primero de la Guardia Civil, pasó muchos años trabajando en las oficinas de la Comandancia de la Guardia Civil. El día de su asesinato estrenaba destino en Correos. Fidel Lázaro Aparicio era natural de Torrehermosa (Zaragoza). Tenía 48 años y estaba soltero. Unos minutos antes había comentado a un oficial de Correos que tenía pensado marcharse de vacaciones en los próximos días. Llevaba catorce años destinado en Navarra y tenía planeado pasar a la reserva y volver a su tierra natal.

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Photo ofMaria Cruz Yoldi Orradre (17 octubre 1987)

Maria Cruz Yoldi Orradre (17 octubre 1987)

A las siete y veinte minutos de la mañana del 17 de octubre de 1987 una bomba colocada por la banda terrorista ETA en el exterior del edificio de una sucursal de la compañía de seguros La Unión y el Fénix en Pamplona acababa con la vida de la repartidora de periódicos MARÍA CRUZ YOLDI ORRADRE. La colocación del artefacto explosivo había sido anunciada horas antes mediante confusos avisos a la asociación de ayuda en carretera Detente y Ayuda (DYA), pero la Policía no logró localizar la bomba. A las 3:24 horas se produjo la primera llamada, en la que el comunicante, que dijo pertenecer a ETA, informó de la colocación de un artefacto "en la calle Cortes de Navarra". La misma persona volvió a llamar otras dos veces interesándose por si DYA había transmitido el mensaje a la Policía y advirtiendo que el artefacto había sido colocado por ETA "enfrente del cine Carlos III". Sin embargo este cine, ubicado en la misma calle, se encontraba a más de cien metros de distancia del lugar de la explosión, aunque enfrente de las oficinas siniestradas existía un salón de juegos recreativos con el mismo nombre, extremo que pudo provocar el equívoco. Sea como fuere, los datos imprecisos e insuficientes del comunicante impidieron que las dotaciones policiales localizasen la bomba. La explosión se registró a las siete y veinte minutos justo cuando María Cruz Yoldi depositaba ejemplares de la prensa del día junto a la entrada de la sucursal. La bomba desplazó el cuerpo de la víctima a más de doce metros de distancia empotrándolo debajo de un vehículo marca Citroën y provocándole múltiples fracturas en todos los huesos del cráneo, amputación de un brazo y graves heridas en tórax y abdomen que, como rezaba el parte médico, resultaban "incompatibles con la vida". En 1991 la Audiencia Nacional condenó a Bautista Barandalla Iriarte a 27 años de cárcel por el asesinato de María Cruz Yoldi, a 8 por un delito de estragos y a 6 por pertenencia a banda armada. Fue excarcelado en el año 2009 bajo la justificación de enfermedad grave. María Cruz Yoldi Orradre, de 63 años, estaba casada -su marido era portero de finca urbana- y tenía seis hijos. Natural de la localidad de Najurrieta (Navarra) desde hacía catorce años repartía ejemplares de Diario de Navarra a suscriptores particulares y a empresas.

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Photo ofPedro Fernández Serrano (5 abril 1979)

Pedro Fernández Serrano (5 abril 1979)

El 5 de abril de 1979 la explosión de una bomba colocada por ETA en la cafetería El Mohicano de Pamplona acabó con la vida de su propietario, PEDRO FERNÁNDEZ SERRANO, que era la única persona que se encontraba en ese momento en el establecimiento. El Mohicano, situado frente al Gobierno Civil de Navarra, donde estaba instalada la Jefatura Superior de Policía, era frecuentado por policías y guardias civiles. El explosivo, un artefacto compuesto por goma-2 conectado a un dispositivo de relojería, había sido colocado en el depósito de agua de los servicios de caballeros del bar a las 21:00 horas por varios terroristas, programado para que explotase dos horas más tarde. En torno a las 23:00 horas se produjo la explosión que provocó la muerte de Pedro. El dueño del establecimiento se encontraba en ese momento entre el comedor y los servicios. Su mujer, Raquel Martínez, también trabajaba en el establecimiento, pero como todos los días a esas horas había subido a la vivienda para dar la cena a sus hijos. El domicilio familiar se encontraba en el cuarto piso del mismo edificio donde estaba la cafetería. Raquel Martínez recuerda que, después de acostar a los pequeños, se sentó a hacer ganchillo, a la espera de que subiese su marido. Hubo un momento en el que se levantó para coger algo, y fue entonces cuando se produjo la explosión. "La bomba me levantó hacia arriba", cuenta de aquel momento. "Me eché las manos a la cabeza y exclamé en voz alta: ‘¡Dios mío, mi marido!’. Bajé corriendo y entré al local, pero ya estaban allí algunos policías procedentes del Gobierno Civil. Oí que uno de ellos decía: ‘Coged a Raquel, coged a Raquel’. No querían que viese el cuerpo de Pedro". En enero de 1983 fueron condenados por el asesinato de Pedro, a 27 años cada uno, los etarras Miguel Mateo Asnariz Dicastillo, Ricardo Garciandia Solano y María Gloria del Sagrario Recarte Gutiérrez. Pedro Fernández Serrano tenía 35 años y era natural de Salamanca. Estaba casado con Raquel Martínez y tenía dos hijos de 3 y 4 años. Había recibido amenazas anteriormente en nombre de ETA precisamente por atender a la clientela de su local, muy frecuentado por policías, guardias civiles y funcionarios del Gobierno Civil.

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Photo ofAlberto Toca Echevarría (8 octubre 1982)

Alberto Toca Echevarría (8 octubre 1982)

Sobre la una de la tarde del viernes 8 de octubre de 1982 la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona a ALBERTO TOCA ECHEVARRÍA, director de la mutua de accidentes de trabajo Asepeyo. Alberto Toca se encontraba en su despacho de la delegación de Asepeyo de la capital navarra, en la calle Castillo de Maya, acompañado por un médico de la mutua. Hacia las 13:00 horas, dos individuos entraron a cara descubierta en las oficinas y, dirigiéndose a una de las secretarias, preguntaron por Alberto. Tras indicarle cuál era el despacho, los terroristas se encaminaron hacia él y abrieron la puerta. Desde el umbral, preguntaron: "¿tú eres Alberto Toca?", a lo que la víctima contestó que sí. Sin mediar palabra, los pistoleros efectuaron cuatro disparos contra Toca, que cayó sobre la mesa y después al suelo. Allí los terroristas lo remataron con un quinto disparo. Los trabajadores de Asepeyo y tres médicos de Barcelona que estaban visitando la mutua se tiraron instintivamente al suelo al oír los disparos, momento que fue aprovechado por los dos etarras para salir tranquilamente del edificio "como si acabaran de tomar unos vinos", según declaró uno de los testigos. Una vez fuera de la oficina, continuaron la huida a pie por las calles de Pamplona. Alberto Toca Echevarría, de 54 años de edad, estaba casado y tenía siete hijos, con edades comprendidas entre los 11 y los 29 años. Natural de Estella, llevaba veinte años residiendo en Pamplona. Era delegado de Asepeyo desde 1962 y fue uno de los impulsores de la Asociación Navarra de Familiares y Amigos de Subnormales (ANFAS), de la que llegó a ser presidente.

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Photo ofTomás Caballero (6 mayo 1998)

Tomás Caballero (6 mayo 1998)

El miércoles 6 de mayo de 1998, la banda terrorista volvía a asesinar a un político, TOMÁS CABALLERO PASTOR, portavoz de Unión del Pueblo Navarro (UPN) en el Ayuntamiento de Pamplona. Dos etarras le dispararon dos tiros a través de la ventanilla del conductor de su vehículo, estacionado en las inmediaciones de su vivienda en la capital Navarra, cuando acababa de ponerlo en marcha. Los proyectiles impactaron en la cabeza y en la cara del edil. Eran aproximadamente las nueve y cuarto de la mañana. Como todos los días laborables desde que en julio de 1995 tomó posesión de su cargo en el Consistorio pamplonés, Tomás se dirigía al Ayuntamiento para realizar su labor como portavoz de su grupo municipal. Poco antes, como era su costumbre, había comprado el periódico. Tomás iba acompañado por una vecina a la que regularmente llevaba hasta su trabajo, en el centro de Pamplona. Un testigo precisó que la víctima miró los bajos de su automóvil antes de subir al mismo. El coche estaba equipado con un sistema de alarma para prevenir que fuera abierto por extraños. Este dispositivo fue instalado en el vehículo después de que ETA iniciase su campaña de atentados contra ediles del PP. Además, el fallecido había participado recientemente en un curso de autoprotección, impartido por miembros de las FSE para cargos públicos ante el temor a sufrir un atentado. Apenas se puso en marcha el coche, dos individuos se acercaron al mismo y uno de ellos disparó dos tiros contra el concejal. El automóvil del edil continuó la marcha hasta chocar con otro vehículo estacionado muy cerca. Tras efectuar los disparos, los dos terroristas huyeron a pie en direcciones opuestas. Su hijo José Carlos oyó los disparos desde su casa, avisó a la policía municipal y bajó corriendo a la calle. Cuando llegó al coche, un repartidor mañanero de propaganda había entrado en el vehículo de Tomás e intentaba taponar el orificio abierto por la bala en el cuello de la víctima. José Carlos entró por la otra puerta y le cogió la mano, y no dejaba de hablarle mientras le tomaba el pulso. Estuvieron con él hasta que llegó la ambulancia. El concejal, gravemente herido, fue trasladado al Hospital de Navarra donde falleció una hora después, en torno a las 10:45 horas. Según el parte médico facilitado por el centro, Tomás ingresó en el servicio de Urgencias con parada cardiorrespiratoria y heridas por arma de fuego. Una de ellas, con orificio de entrada en la parte izquierda de la mandíbula y salida por la cara derecha del cuello. La otra bala quedó alojada en la barbilla. El día que ETA asesinó a José Ignacio Iruretagoyena, el 9 de enero de ese mismo año, Tomás Caballero tomó la palabra en el salón de plenos del Ayuntamiento, donde se debatía una moción de condena por el asesinato, y se dirigió a los tres representantes de Herri Batasuna que anunciaron su abstención en la votación: "Debemos plantar cara no sólo a los asesinos, sino también a quienes les jalean, les apoyan y nunca les condenan. Me estoy refiriendo a los miembros de HB." Herri Batasuna intentó entonces que Caballero rectificara y se querelló contra él por injurias y calumnias, pidiéndole 90 millones de indemnización. El juez de Instrucción número 3 de Pamplona archivó la querella en abril de ese mismo año, un mes antes de su asesinato, al estimar que esas manifestaciones se enmarcaban en el principio de la libertad de expresión. El diario Egin publicó su fotografía junto a un titular que decía: "El archivo de la querella a Caballero legaliza la calumnia a HB". Sus familiares y amigos vieron en esa querella una especie de señalamiento que precedió a su asesinato días después. Caballero era consciente del riesgo que corría, y lo fue hasta el último día. Hacía unos días que había hablado con un amigo sobre los últimos atentados a concejales del PP. Él le había dicho: "Hay que ser fiel a lo que uno sea, y yo soy así. Que hagan lo que quieran". El día del pleno de condena del asesinato del concejal Caballero, ya sin cámaras, el concejal de Herri Batasuna Koldo Lakasta se acercó a José Javier Echeverría, portavoz de IU, y le susurró: "Ya le avisamos cuatro veces para que rectificara". En 2003 la Audiencia Nacional condenó a 30 años de prisión mayor por el asesinato de Tomás Caballero a los etarras Francisco Javier Ruiz Romero, Mikel Javier Ayensa Laborda y Alberto Viedma Morillas. Tomás Caballero Pastor tenía 63 años y era natural de Alfaro (La Rioja), aunque residió en Navarra prácticamente toda su vida. Estaba casado con Pilar Martínez. Era padre de cinco hijos y abuelo de ocho nietos. Presidió en los años 60 y 70 el Consejo de Trabajadores de Navarra contra el sindicato vertical. Fue concejal y alcalde en los años 70, por lo que se llamaba entonces tercio sindical. Volvió al sindicalismo independiente durante unos años y, desde 1995, fue concejal en Pamplona por UPN hasta que lo mataron. Era el sexto concejal asesinado por ETA desde 1995, y el primero de UPN, formación que a partir de las elecciones de 1991 estaba coaligada con el Partido Popular.

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Photo ofDiego Torrente Reverte (7 junio 1984)

Diego Torrente Reverte (7 junio 1984)

Hacia las nueve de la noche del jueves 7 de junio de 1984, la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona al policía nacional DIEGO TORRENTE REVERTE disparándole a quemarropa. La víctima recibió varios impactos en la cintura y en la cabeza, y falleció de modo inmediato. En el lugar de los hechos la Policía encontró varios casquillos de 9 milímetros tipo parabellum. El atentado se produjo en las inmediaciones del estadio de fútbol El Sadar. El policía nacional estaba fuera de servicio, limpiando su coche, cuando se le acercaron dos etarras con la intención de robarle el vehículo, ignorando que su propietario era un agente de la Policía. Uno de ellos se dispuso a sacar la pistola mientras decía "Somos de...". Diego se dio cuenta de que eran terroristas y creyó que iban a matarle, por lo que no le dejó acabar la frase y se abalanzó sobre sus agresores. Durante el forcejeo uno de los etarras logró darle un empujón, momento que aprovechó el otro para dispararle. En la homilía de su funeral, Don Florentino Lategui, el sacerdote que la ofició, hizo referencia a que dos de los hijos del policía nacional asesinado iban a realizar la primera comunión el domingo, lo que provocó escenas de gran emoción. "Habéis matado", dijo el sacerdote, "la inocencia de unos chicos maravillosos que creían en un mundo bonito. Quiera Dios que la semilla del odio que en ellos habéis sembrado no fructifique". Los autores del asesinato de Diego Torrente pertenecían al grupo Mendaur de ETA. En 1985 la Audiencia Nacional condenó a Enrique Labay Machín a 27 años de cárcel. Al ser condenado por el antiguo Código Penal, redimió penas que le permitieron salir de prisión en 2006, en vez de hacerlo en 2014. Nueve años después, en 1994, la misma sección 2ª condenó a sendas penas de 27 años de prisión a José Ignacio Urdiain Ciriza y a Joaquín Sancho Biurrun. Diego Torrente Reverte tenía de 30 años. Natural de Puerto Lumbreras (Murcia), estaba casado y tenía tres hijos de corta edad.

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Photo ofJuan Atarés Peña (23 diciembre 1985)

Juan Atarés Peña (23 diciembre 1985)

A las doce y cuarto de la mañana del 23 de diciembre de 1985, víspera de Nochebuena, la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona (Navarra) de tres tiros por la espalda al general de Brigada de la Guardia Civil JUAN ATARÉS PEÑA. La víctima se encontraba paseando por el parque de la Vuelta del Castillo, a escasos metros de su vivienda, algo que solía hacer de forma habitual. Dos etarras se apearon de un vehículo Renault 5, robado y con matrícula falsa, y cruzaron a la carrera el parque por el mismo camino por el que paseaba el general Atarés. Sin mediar palabra, la terrorista Mercedes Galdós Arsuaga disparó al militar a bocajarro y por la espalda. Dos de las balas le alcanzaron en la nuca, y una tercera, en la espalda. Tras comprobar que Atarés estaba muerto, abandonaron corriendo la zona. Un tercer miembro de la banda (Juan José Legorburu Guerediaga) les esperaba en el vehículo con el motor en marcha para emprender la huida. El turismo sería localizado dos horas después a un kilómetro de distancia del lugar en que se cometió el atentado. Artificieros de la Policía Nacional situaron una pequeña carga explosiva en el coche con el fin de comprobar que no había sido colocada ninguna bomba-trampa. La Policía recogió en el lugar del asesinato tres casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, de fabricación checa. A los pocos minutos de cometerse el asesinato, la mujer del general, María Luisa Ayuso, y varios hijos del matrimonio, llegaron al lugar del crimen. Al día siguiente, los medios de comunicación recogieron la foto de la viuda arrodillada y abrazada al cadáver de su marido mientras una de las hijas sólo acertaba a decir, entre sollozos: "Papi, papi, qué bueno era". Era la quinta vez que la banda terrorista ETA intentaba asesinar al general de Brigada Juan Atarés. Pese a los intentos anteriores, Atarés se había negado a llevar escolta. El general Atarés estaba en la reserva activa desde 1979. En el año 1987 la Audiencia Nacional condenó a Juan José Legorburu Guerediaga y a Mercedes Galdós Arsuaga a sendas penas de 29 años de años de prisión por el asesinato de Juan Atarés Peña. En la misma sentencia fue condenada María Cruz Azcona Larreta como cómplice del asesinato a 10 años de prisión mayor. Juan Atarés Peña de 67 años, era natural de Huesca. Estaba casado con María Luisa Ayuso y tenía ocho hijos.

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Photo ofJosé Luis Prieto Gracia (21 marzo 1981)

José Luis Prieto Gracia (21 marzo 1981)

El mismo día en que fallecía Ramón Rotaeche, ETA asesinaba en Pamplona a otro teniente coronel del Ejército, JOSÉ LUIS PRIETO GRACIA. El militar retirado se disponía a entrar en la parroquia de Nuestra Señora del Huerto de la capital navarra para asistir a la misa de las ocho de la tarde. El atentado tuvo características similares al que había sido perpetrado el 19 de marzo contra el teniente coronel Romeo Rotaeche. El asesinato lo llevó a cabo una etarra, que se acercó al militar y efectuó dos disparos en la cabeza, uno de ellos en la nuca. Varios familiares presenciaron el hecho, y la propia esposa del teniente coronel, Matilde Sáenz de Tejada, intentó detener a los agresores. Su muerte fue instantánea y el cadáver de José Luis permaneció una hora en el lugar de los hechos. Los pistoleros de la banda huyeron en un Peugeot 504 de color blanco. Varios de sus hijos acudieron al lugar del atentado nada más conocerse la noticia, propagada rápidamente por el gran número de personas que se encontraba en esos momentos por los alrededores. El párroco de Nuestra Señora del Huerto celebró la misa de las ocho en memoria del teniente coronel Prieto, dentro de un clima de gran nerviosismo entre los feligreses, ya que a escasos metros del pórtico de la iglesia se encontraba el cadáver. Por este atentado fue condenado en 1983 Manuel Víctor Tomás Salvador Labat a 10 años como encubridor, al haber albergado a los terroristas que asesinaron a José Luis Prieto. En 1987 fueron condenados Juan José Legorburu Guerediaga y Mercedes Galdós Arsuaga (como responsables del asesinato), y José Ramón Artola Santiesteban (como cómplice). Posteriormente, en 1991, fue también condenado como autor del atentado José Ramón Martínez de la Fuente. El teniente coronel José Luis Prieto García había nacido el 27 de marzo de 1919 en Tafalla (Navarra), por lo que tenía 61 años cuando fue asesinado. Asumió el mando de la Policía Foral de Navarra el 2 de enero de 1966 con el grado de comandante de Artillería de Estado Mayor. Su anterior destino en el Ejército de Tierra fue en la Unidad de Artillería de Pamplona. Ascendió a teniente coronel dentro de la Policía Foral, de la que se retiró en abril de 1979, coincidiendo con la toma de posesión de la nueva Diputación salida de las urnas. Era una persona muy conocida no sólo en Pamplona, sino en toda Navarra, por los años en que ostentó el mando de la Policía Foral. Estaba casado con Matilde Sáenz de Tejada y tenía siete hijos.

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Photo ofJulio Gangoso Otero (16 Octubre 1988)

Julio Gangoso Otero (16 Octubre 1988)

A las once menos cuarto de la noche del 16 de octubre de 1988, un coche-bomba colocado por la banda terrorista ETA en Pamplona provocaba la muerte del guardia civil JULIO GANGOSO OTERO y hería gravemente a otros siete agentes. El convoy estaba formado por una tanqueta y un Land Rover ocupados por una docena de agentes del Instituto Armado. Los guardias civiles regresaban de prestar servicio de vigilancia en el Centro Penitenciario de Pamplona cuando en la calle Larraina una furgoneta-bomba, con treinta kilos de explosivos y cuarenta de metralla aparcada en doble fila, fue activada mediante un mando a distancia en el momento en el que la tanqueta de la Guardia Civil se encontraba a su lado. La tanqueta fue alcanzada de lleno y desviada contra un árbol del lateral de la calzada, provocando la muerte de Julio Gangoso y heridas de gravedad a los otros siete ocupantes, todos ellos jovencísimos guardias civiles: Vicente Ollero Montes, natural de El Viso (Córdoba), de 21 años; Francisco Javier Montoya Martínez, natural de Vara del Rey (Cuenca), de 21 años; Rafael Checa Bermúdez, natural de Villagordo, Jaén, de 21 años; Paulino Parrilla Galdón, natural de Santiesteban del Puerto (Jaén), de 23 años; Ángel Segura Coto natural de Málaga, de 22 años; Felipe Luis Cruz Ávila, natural de Martos (Jaén), de 21 años; y José Luis Alonso Gaona, natural de Albanilla (Murcia), de 24 años. El Land Rover que formaba parte del convoy resultó intacto y sus cuatro ocupantes, ilesos. La explosión del coche-bomba alcanzó, además, a otros quince vehículos próximos, varios de los cuales quedaron completamente destrozados, y provocó la rotura de cristales y graves desperfectos materiales en diversos edificios. Por expreso deseo del alcalde de Pamplona, Javier Chourraut, la capilla ardiente se instaló en el Ayuntamiento, siendo la primera vez que esto se hacía con una víctima del terrorismo. Allí, su viuda murmuraba en voz alta "si saliste de casa y no vas a volver, ¿cómo les digo yo a los niños dónde estás ahora? Dios mío, qué malos, cómo me han podido hacer esto...". En 1995 la Audiencia Nacional condenó a los asesinos Juan José Zubieta Zubeldia, Javier Goldaraz Aldaya y Germán Rubenach, miembros del grupo Nafarroa, entre otras a sendas penas de 29 años de reclusión por el asesinato de Julio Gangoso y a 18 años de prisión mayor por cada uno de los siete asesinatos frustrados. En total, cada uno fue condenado a 170 años de cárcel. Julio Gangoso Otero era natural de Benavente (Zamora) tenía 31 años, estaba casado con Ana María Fidalgo y tenía dos hijos de 7 y 2 años.

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Photo ofJesús Blanco Cereceda (27 junio 1983)

Jesús Blanco Cereceda (27 junio 1983)

El 27 de junio de 1983 la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona a JESÚS BLANCO CERECEDA, jefe del Servicio de Comunicaciones del aeropuerto de Noáin. Varios etarras le esperaban a la puerta de su domicilio desde minutos antes de la 8:00 horas, hora en la que, habitualmente, Jesús salía para dirigirse a su trabajo. Jesús coincidió en el portal de su casa con una vecina, enfermera de profesión, y ambos salieron juntos a la calle. La víctima estaba ayudando a su vecina a trasladar unos paquetes al automóvil cuando fue abordada por un individuo que llevaba un rato esperando en la acera de enfrente. Otros dos terroristas esperaban sentados junto a una zapatería cercana. Uno de ellos se acercó a Jesús y le disparó tres tiros a bocajarro, uno de ellos en la nuca. Sangrando abundantemente, Jesús pudo andar varios metros hasta caer junto al portal de su domicilio en el barrio de San Juan de la capital navarra. Mientras los terroristas se daban a la fuga en un vehículo Simca 1200 de color rojo, que les esperaba con el motor en marcha, Jesús fue atendido por la enfermera y por su marido, que era médico. Falleció mientras era trasladado en una ambulancia de la Cruz Roja al servicio de urgencias del Hospital de Navarra. El parte médico facilitado en este centro sanitario señalaba que el fallecido presentaba dos orificios de entrada en hemitórax izquierdo con salida por la región axilar derecha y por región escapular derecha. El vehículo utilizado por los autores del atentado había sido robado a punta de pistola unas horas antes en el barrio de San Jorge de Pamplona. Su propietario fue introducido maniatado en el maletero. Los terroristas huyeron en dirección a la avenida de Sancho el Fuerte y, de ahí, al barrio de La Milagrosa, donde abandonaron el automóvil, que fue localizado posteriormente por la Policía con su propietario en el maletero. Los terroristas, miembros del grupo Mendaur de ETA, ya habían intentado acabar con la vida de Jesús el 8 de abril de ese mismo año. Ese día los etarras procedieron de igual manera y esperaron a que su objetivo saliese de su domicilio para tirotearle. Los planes se frustraron porque Jesús no salió del domicilio. En 1986 la Audiencia Nacional condenó a Enrique Labay Machín a 29 años de prisión por el asesinato de Jesús Blanco. Diez años después, en 1996, fueron condenados a 30 años de reclusión mayor los etarras Fermín Urdiain Ciriza y Joaquín Sancho Biurrun por el mismo asesinato. Jesús Blanco Cereceda, de 58 años, era natural de Berceo (La Rioja), casado y tenía tres hijos, de 34, 30 y 25 años de edad. Era funcionario adscrito a la Dirección General de Aviación Civil y destinado en Pamplona desde octubre de 1967, unos años antes de construirse el aeropuerto. Estaba asimilado al grado de capitán para casos de movilización, de ahí que algunas personas lo conociesen como capitán Blanco.

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Photo ofJuan José Visiedo Calero y Tomás Palacín Pellejero (13 abril 1984) Photo ofJuan José Visiedo Calero y Tomás Palacín Pellejero (13 abril 1984)

Juan José Visiedo Calero y Tomás Palacín Pellejero (13 abril 1984)

El 13 de abril de 1984 ETA asesinaba en Pamplona a un comandante de Infantería retirado y a dos policías nacionales en dos atentados diferentes cometidos, con apenas una hora de diferencia, por los mismos terroristas. Como cada día a las siete de la mañana el comandante del Ejército de Tierra retirado, JESÚS ALCOCER JIMÉNEZ, se dirigió a Mercairuña, centro mayorista donde realizaba las compras de suministros que luego vendía en tres supermercados de su propiedad ubicados en Pamplona. Cuando se disponía a entrar en el edificio, dos etarras lo tirotearon alcanzándole dos veces en la cabeza y provocándole la muerte en el acto. Los etarras se dieron inmediatamente a la fuga en un automóvil Renault 18, de color verde claro, donde les aguardaba un tercer terrorista. Varios testigos pudieron identificar el vehículo utilizado en el atentado y, alertadas las dotaciones policiales de Pamplona, se establecieron diversos controles, procediéndose también a realizar una amplia operación de rastreo por diversas calles de la ciudad a fin de localizar este turismo, cosa que ocurrió unos 45 minutos después. Una dotación del 091, compuesta por tres policías nacionales, localizó el Renault 18 abandonado en la ronda de Ermitagaña, justo enfrente de un instituto de Enseñanza Media y a varios kilómetros del lugar en que se produjo el asesinato de Jesús Alcocer. El cabo primero TOMÁS PALACÍN PELLEJERO y el policía nacional JUAN JOSÉ VISIEDO CALERO procedieron a inspeccionar el automóvil. Tras abrir una de las puertas delanteras del vehículo, se produjo la explosión de una potente bomba, compuesta por unos 15 kilos de Goma 2, que había sido colocada en el interior del vehículo. Los cuerpos de los dos policías nacionales fueron lanzados en direcciones opuestas, decapitados y mutilados. Sus restos quedaron esparcidos en un radio de unos cien metros y tuvieron que ser recogidos posteriormente por voluntarios de la Cruz Roja. El conductor del coche de la Policía Nacional, Juan Sánchez Martín, que observaba desde el vehículo a sus compañeros, sufrió heridas leves. El dispositivo que accionó el artefacto explosivo es de los conocidos como pinza y estaba conectado a una de las cerraduras del vehículo. Por el asesinato de Jesús Alcocer fueron condenados a 29 años en 1988, como autores materiales, Mercedes Galdós Arsuaga y Juan José Legorburu Guerediaga; en 1989, fue condenado Juan Carlos Arriaga, también a 29 años, por haber realizado el control y seguimiento de los movimientos de la víctima; en 1991 fue condenado, como autor material, José Ramón Martínez de la Fuente Inchaurregui. A las mismas penas fueron condenados por el asesinato de los dos policías Mercedes Galdós Arsuaga, Juan José Legorburu Guerediaga y José Ramón Martínez de la Fuente Inchaurregui. Y también fue condenado a 29 años Jesús Jiménez Zurbano, que fue quien facilitó el explosivo para el vehículo trampa utilizado en la huida. Juan José Visiedo Calero, de 26 años, era natural de Melilla. Estaba casado y tenía una hija de dos años. Tomás Palacín Pellejero, también casado, tenía 43 años y dos hijos. Era natural de Cervera de Cañada (Zaragoza).

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Photo ofJosé Manuel Baena (11 enero 1978)

José Manuel Baena (11 enero 1978)

El año 1978 lo inició ETA asesinando al inspector de Policía JOSÉ MANUEL BAENA MARTÍN, un año en el que la cifra de víctimas casi iguala la cifra total de asesinados hasta ese momento. Si entre 1960 y 1977 ETA había asesinado a 75 personas, sólo en 1978 se alcanzó la cifra de 68 asesinados. El año anterior, la banda terrorista había incluido entre sus víctimas potenciales a los militares, y en 1978 intensificó los asesinatos a miembros de las Fuerzas Armadas. La actividad asesina de ETA fue jalonando todo el proceso de elaboración de la Constitución, que se aprobaría en referéndum el 6 de diciembre. El inspector José Manuel Baena, que pertenecía a la Brigada de Información de la Policía de Pamplona, murió en un enfrentamiento a tiros con terroristas del grupo Nafarroa, durante la inspección de un piso franco en Pamplona en el que se sospechaba que se ocultaban miembros de la banda. Alrededor del mismo, en el número 77 de la calle San Jorge de Pamplona, se estableció un dispositivo policial con el objetivo de capturar a varios presuntos miembros de ETA militar. En torno a las 15:30 horas del 11 de enero de 1978, y en el marco de la operación de inspección del piso, se produjo un tiroteo entre la Policía y dos miembros de ETA que entraban en el inmueble. El intercambio se saldó con tres muertos: dos etarras (Mariano Pérez de Viñaspre Churruca y Ceferino Sarasola Arregui) y el inspector José Manuel Baena que falleció en el acto tras recibir el impacto de numerosos disparos. Además, varios transeúntes resultaron heridos y tuvieron que ser trasladados a diferentes centros hospitalarios. José Manuel Baena Martín era natural de Granada, aunque residente en Las Palmas, donde fue inhumado. El padre de José Manuel, general retirado del Arma de Infantería del Ejército de Tierra, se enteró por la radio de la muerte de su hijo, igual que la esposa de la víctima. Tenía 31 años, estaba casado y el matrimonio tenía tres hijos, la menor nacida apenas una semana antes de su muerte.

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Photo ofJesús Alcocer Jiménez (13 abril 1984)

Jesús Alcocer Jiménez (13 abril 1984)

El 13 de abril de 1984 ETA asesinaba en Pamplona a un comandante de Infantería retirado y a dos policías nacionales en dos atentados diferentes cometidos, con apenas una hora de diferencia, por los mismos terroristas. Como cada día a las siete de la mañana el comandante del Ejército de Tierra retirado, JESÚS ALCOCER JIMÉNEZ, se dirigió a Mercairuña, centro mayorista donde realizaba las compras de suministros que luego vendía en tres supermercados de su propiedad ubicados en Pamplona. Cuando se disponía a entrar en el edificio, dos etarras lo tirotearon alcanzándole dos veces en la cabeza y provocándole la muerte en el acto. Los etarras se dieron inmediatamente a la fuga en un automóvil Renault 18, de color verde claro, donde les aguardaba un tercer terrorista. Varios testigos pudieron identificar el vehículo utilizado en el atentado y, alertadas las dotaciones policiales de Pamplona, se establecieron diversos controles, procediéndose también a realizar una amplia operación de rastreo por diversas calles de la ciudad a fin de localizar este turismo, cosa que ocurrió unos 45 minutos después. Una dotación del 091, compuesta por tres policías nacionales, localizó el Renault 18 abandonado en la ronda de Ermitagaña, justo enfrente de un instituto de Enseñanza Media y a varios kilómetros del lugar en que se produjo el asesinato de Jesús Alcocer. El cabo primero TOMÁS PALACÍN PELLEJERO y el policía nacional JUAN JOSÉ VISIEDO CALERO procedieron a inspeccionar el automóvil. Tras abrir una de las puertas delanteras del vehículo, se produjo la explosión de una potente bomba, compuesta por unos 15 kilos de Goma 2, que había sido colocada en el interior del vehículo. Los cuerpos de los dos policías nacionales fueron lanzados en direcciones opuestas, decapitados y mutilados. Sus restos quedaron esparcidos en un radio de unos cien metros y tuvieron que ser recogidos posteriormente por voluntarios de la Cruz Roja. El conductor del coche de la Policía Nacional, Juan Sánchez Martín, que observaba desde el vehículo a sus compañeros, sufrió heridas leves. El dispositivo que accionó el artefacto explosivo es de los conocidos como pinza y estaba conectado a una de las cerraduras del vehículo. Por el asesinato de Jesús Alcocer fueron condenados a 29 años en 1988, como autores materiales, Mercedes Galdós Arsuaga y Juan José Legorburu Guerediaga; en 1989, fue condenado Juan Carlos Arriaga, también a 29 años, por haber realizado el control y seguimiento de los movimientos de la víctima; en 1991 fue condenado, como autor material, José Ramón Martínez de la Fuente Inchaurregui. A las mismas penas fueron condenados por el asesinato de los dos policías Mercedes Galdós Arsuaga, Juan José Legorburu Guerediaga y José Ramón Martínez de la Fuente Inchaurregui. Y también fue condenado a 29 años Jesús Jiménez Zurbano, que fue quien facilitó el explosivo para el vehículo trampa utilizado en la huida. Jesús Alcocer Jiménez, natural de Sos del Rey Católico (Zaragoza), tenía 65 años. Estaba casado y era padre de cuatro hijas. Fue comandante del Ejército hasta 1977, año en que se retiró y pasó a ejercer actividades empresariales privadas en Pamplona. También fue delegado provincial de Fuerza Nueva. Ambas circunstancias lo pusieron en el punto de mira de la banda terrorista. En 1978 Jesús fue víctima de un doble atentado. Una bomba estalló en uno de sus supermercados y, poco después, un segundo artefacto hizo explosión en su vehículo. Esta segunda bomba se programó para que estallase cuando el exmilitar se montase en el mismo y fuese a inspeccionar los desperfectos provocados por la primera explosión. Sin embargo, la víctima retrasó su salida del domicilio y eso evitó que fuera alcanzado por la explosión del vehículo.

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Photo ofFrancisco Casanova Valiente (9 agosto 2000)

Francisco Casanova Valiente (9 agosto 2000)

Un día después del asesinato del empresario José María Korta Uranga, la banda terrorista ETA asesinaba en Berriozar (Navarra) al subteniente de Infantería del Ejército de Tierra FRANCISCO CASANOVA VICENTE. La víctima recibió varios tiros en la nuca a las tres y cuarto de la tarde del miércoles 9 de agosto de 2000 mientras aparcaba su coche en el garaje de su domicilio ubicado en una zona residencial de la localidad navarra. El asesino se introdujo en el garaje tras el automóvil del militar, mientras un segundo terrorista esperaba en la puerta, y le disparó varias veces. El subteniente Casanova regresaba del acuartelamiento de Aizoain y, tras abrir la puerta del garaje, había enfilado la cuesta de acceso al mismo. Detrás del vehículo entraron en el garaje dos terroristas. Uno de ellos se quedó en la puerta vigilando y el segundo se situó junto a la ventanilla delantera izquierda, sacó una pistola y disparó varios tiros que alcanzaron al subteniente en la nuca. A continuación, salieron a pie del garaje y, en la misma moto en la que habían llegado, emprendieron la huida. La Guardia Civil recogió en el lugar del atentado sólo dos casquillos del calibre 9 milímetros parabellum, marca SF. La esposa del fallecido, Rosalía, y uno de sus hijos, de 11 años, fueron las primeras personas que se acercaron hasta el cuerpo del subteniente, que falleció en el acto. Un vecino que también había salido de su casa al escuchar los disparos contó que vio a la mujer abrazada al cuerpo de su esposo llorando y gritando mientras el pequeño le decía que a su padre "le faltaba un ojo". Nada más producirse el atentado, la Guardia Civil acordonó la zona mientras realizaba la inspección ocular y la toma de declaraciones a los testigos del asesinato. Además, se instalaron numerosos controles de tráfico en las salidas de Pamplona, controles que también se colocaron en carreteras cercanas a Guipúzcoa. A las seis de la tarde, el juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver que fue trasladado, entre aplausos de los concentrados en la calle Askatasuna, al Instituto Anatómico Forense para realizarle la autopsia. Este fue el primer atentado que ETA realizaba en Navarra desde que finalizara la tregua de 1998. El anterior, perpetrado el 6 de mayo de 1998, acabó con la vida del concejal de UPN en Pamplona Tomás Caballero. En 2004, la Audiencia Nacional condenó a Alberto Viedma Morillas y Mikel Javier Ayensa Laborda, miembros del grupo Ekaitza de ETA, a 30 años de prisión mayor por un delito de homicidio terrorista con el agravante de alevosía, porque actuaron por la espalda y sin posibilidad de defensa, "con una frialdad que repugna a todo ser humano". Ayensa Laborda fue el que se introdujo en el garaje y realizó los disparos, mientras Viedma Morillas le daba cobertura. Ambos etarras admitieron en dependencias policiales su participación en el atentado, aunque en el juicio se negaron a declarar. Ayensa reconoció, tras ser detenido por la Guardia Civil en Navarra en febrero de 2002, que intentaron acabar con la vida del militar en siete ocasiones durante los Sanfermines de ese año, pero que no pudieron hacerlo debido a que el militar debía de estar de vacaciones. En agosto, añadió, fueron otro día, pero tampoco apareció Casanova por su domicilio. El día 9, sin embargo, lograron su objetivo. Francisco Casanova Vicente, de 46 años, había nacido en la localidad riojana de Igea y desde su niñez vivió en Castejón (Navarra), pueblo del que eran naturales sus padres. El fallecido estaba casado con Rosalía Sáinz-Aja, y tenía dos hijos, Javier, de 11 años, y Laura, de 7. La familia residía desde diez años antes en Berriozar, localidad cercana a Pamplona. Casanova Vicente pertenecía a la escala básica de suboficiales de Infantería y estaba destinado en el acuartelamiento de Aizoain, donde realizaba tareas administrativas. Tras el asesinato de Francisco Casanova, Paco para sus vecinos, se constituyó en Berriozar el colectivo Vecinos de Paz, que tiene como objetivo denunciar y combatir el terrorismo etarra. En su carta de presentación dicen: "Somos personas con diferentes ideas políticas e inquietudes, como cualquier vecino de cualquier pueblo o ciudad, pero algo en común nos une: el posicionamiento en contra del terrorismo y de toda ideología que lo ensalce, disculpe o justifique; nos une la defensa de la vida y la libertad, y el apoyo a las víctimas".

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Photo ofAngel Postigo Mejías (15 junio 1980)

Angel Postigo Mejías (15 junio 1980)

A las diez y cuarto de la mañana del domingo 15 de junio de 1980, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en el barrio de La Rochapea de Pamplona al policía nacional ÁNGEL POSTIGO MEJÍAS. Ángel había acudido esa mañana a visitar a su abuela. Al salir del domicilio, se dirigió al automóvil, aparcado junto a la casa, enfrente del Bar El Porrón. Cuando se disponía a abrir la puerta, un hombre y una mujer le acribillaron a balazos. Los terroristas estaban sentados en un banco cercano leyendo el periódico y se levantaron cuando vieron que Ángel se acercaba. Uno disparó con una ametralladora y el otro lo hizo con una pistola. El policía murió en el acto, tras recibir seis disparos en la cabeza, el tórax y los brazos, y quedó tendido en el suelo junto a su coche. En el lugar de los hechos, la Policía recogió diez casquillos de bala, calibre 9 milímetros parabellum. A continuación, los pistoleros huyeron en un Seat 1430, robado una hora antes a su propietario en Pamplona. Según testigos presenciales, los autores materiales del atentado contaron con el apoyo de otros dos terroristas, un hombre y una mujer, que esperaban armados en el interior del Seat en el que huyeron. Una de las etarras que participó en el atentado, Mercedes Galdós Arsuaga, fue condenada por la Audiencia Nacional en 1987 a 27 años de reclusión mayor. Pese a acumular penas de prisión por otros dieciséis asesinatos, quedó en libertad en 2005 tras haber cumplido sólo diecinueve años de cárcel. Posteriormente, en 2002 fue condenado como inductor del asesinato Santiago Arrospide Sarasola a 27 años de cárcel. Por otra parte, la banda terrorista había utilizado a un menor de edad como informante. El menor sometió a vigilancia a Ángel Postigo y recabó información sobre sus rutinas diarias. Esa información se la trasladó a los asesinos de la banda, información que fue fundamental para cometer el atentado que acabó con la vida de Ángel. El citado menor recibió diez mil quinientas pesetas por su "trabajo". Fue detenido y posteriormente condenado en 1981 a 2 años de prisión como cómplice del atentado. Ángel Postigo Mejías era natural de La Línea de la Concepción (Cádiz), aunque llevaba once años residiendo en Pamplona. Tenía 25 años y estaba casado con Manuela Merchán, vecina de la localidad navarra de Villava. Tenían un hijo, David, de 5 años.

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Photo ofLuis Ollo Ochoa (27 mayo 1984)

Luis Ollo Ochoa (27 mayo 1984)

A las ocho y cuarto de la noche del 27 de mayo de 1984 la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona, mediante una bomba-lapa colocada en su vehículo, al capitán de la Guardia Civil LUIS OLLO OCHOA. El capitán, jefe de la Compañía de la Guardia Civil de Aoiz, había ido ese domingo al piso de su propiedad en el barrio de la Chantrea en Pamplona. En torno a las ocho de la tarde abandonó la vivienda, acompañado por su mujer, para regresar de nuevo a su destino, en la localidad de Aoiz. Se dirigió a su vehículo, se introdujo en el mismo y lo puso en marcha. La vibración del motor hizo estallar la potente bomba colocada en los bajos del coche, compuesta por una carga de cuatro o cinco kilos de Goma 2. El vehículo de la víctima quedó totalmente destrozado y el techo del turismo fue lanzado a una distancia de unos quince metros. La explosión provocó, además, fuertes destrozos en los vehículos aparcados en las inmediaciones, así como la rotura de numerosos cristales de viviendas y de varios establecimientos comerciales. Luis murió en el acto atrapado en el amasijo de hierros en que quedó convertido el coche. Su mujer, Esther Pérez de Aramendi, que no llegó a entrar en el vehículo, resultó herida de gravedad. Su cuerpo fue lanzado por efecto de la onda expansiva a varios metros del lugar de la explosión. Fue intervenida quirúrgicamente en la residencia sanitaria Virgen del Camino. A última hora de la noche abandonó la Unidad de Vigilancia Intensiva en un estado calificado como de pronóstico reservado. Se le había reventado un tímpano y tenía heridas en el cráneo. Por este atentado la Audiencia Nacional dictó varias sentencias condenatorias contra los terroristas implicados en el mismo. En 1988 fue condenado a penas que sumaban 47 años de prisión el etarra Juan José Legorburu Guerediaga. En 1996 fueron condenados Jesús Jiménez Zurbano a 45 años, y Francisco Javier Martínez Nogales, alias El Floral, a 18, como cómplice. En 2001 fueron condenados a sendas penas que sumaban 49 años de prisión Jesús María Altable Echarte y Miguel Santiago Izpurua García. Finalmente, en 2005 fue condenado José Javier Zabaleta Elosegui, alias Baldo, a 49 años por ordenar el atentado. Presuntamente también participó en el atentado la etarra Mercedes Galdós Arsuaga. Luis Ollo Ochoa, de 54 años, estaba destinado en el cuartel de Aoiz, donde mandaba el destacamento existente en esta población, una de las más importantes de Navarra. Anteriormente había estado destinado en el Servicio de Información de la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona con el grado de teniente. Había sido amenazado de muerte por ETA en varias ocasiones. Era natural de Ochagavía, en el Pirineo navarro, estaba casado con Esther Pérez de Aramendi y tenía dos hijos: una chica de 24, que acababa de terminar la carrera de Medicina, y un chico de 22 años, alumno de la escuela militar de suboficiales de Talarn (Lérida). El matrimonio residía en los días laborables en la localidad de Aoiz, y los fines de semana los pasaban en su domicilio de Pamplona.

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Photo ofVicente Garcera (17 abril 1982)

Vicente Garcera (17 abril 1982)

A las tres de la madrugada del 17 de abril de 1982, ETA asesinaba en Pamplona al policía nacional VICENTE GARCERA LÓPEZ. La banda terrorista atacó con una granada anticarro una tanqueta de la Policía Nacional que circulaba con una dotación de nueve agentes por las inmediaciones del Puente de la Magdalena. Regresaban de efectuar el relevo del servicio destacado en una subestación eléctrica. El proyectil, después de perforar la cubierta blindada, estalló en el interior de la tanqueta e hirió gravemente al conductor, Vicente Garcera, que murió una hora después, y a un compañero suyo, Teodomiro Díaz Flores, cuyo pronóstico fue calificado de muy grave y al que hubo que amputarle la pierna izquierda. Tenía veinticuatro años de edad, estaba soltero y era natural de Santa Olalla de Cala (Huelva). Otros siete agentes sufrieron heridas de diferente consideración: Antonio Valero Sala, Higinio Urbano Espinosa, Juan García de la Lastra, Francisco Núñez Rodríguez, Gregorio Martín San Memento, Emilio Lebrero Rodríguez y Miguel Rueda Malo. Todos ellos fueron trasladados a la residencia Virgen del Camino, donde recibieron el alta el mismo día tras ser curados de sus heridas. El ataque se produjo por un grupo de, al menos, cinco terroristas que lanzaron el artefacto con un lanzagranadas desde una distancia de unos cincuenta metros. Inmediatamente después de producirse el impacto de la granada, algunos de los policías nacionales que viajaban en el interior del vehículo (nueve en total) lograron saltar al suelo, haciendo frente a los etarras, mientras la tanqueta perdía el control y se estrellaba junto a unas columnas y estatuas que había en las proximidades, arrollándolas a su paso. Entonces se originó un fuerte tiroteo entre los policías nacionales y los terroristas. Tras el intercambio de disparos, los etarras huyeron a pie en dirección al barrio de la Chantrea, abandonando los dos vehículos que previamente habían robado a punta de pistola, y el abundante armamento que portaban: un lanzagranadas, calibre 88,9 milímetros con marca y número borrados; dos fusiles de asalto cetme, sin numeración; dos metralletas francesas, modelo 1949, con numeración borrada; una pistola marca Browning, calibre 9 milímetros parabellum, tres granadas correspondientes al fusil de asalto cetme; una granada de mano; una granada correspondiente al lanzagranadas y diversos cargadores y munición para las armas reseñadas. La rápida reacción de los policías nacionales repeliendo la agresión de los miembros de ETA evitó, posiblemente, que estos siguiesen utilizando el lanzagranadas. Por el atentado fue condenado en 1983 Manuel Víctor Tomás Salvador Labat a 10 años como encubridor, por haber albergado a los terroristas que cometieron el atentado. Más de dos décadas después, en 2004, la Audiencia Nacional condenó a Juan José Legorburu Guerediaga y Mercedes Galdós Arsuaga a sendas penas de 30 años de reclusión mayor como autores materiales. Iñaki Aldecoa, parlamentario foral de Herri Batasuna en esos momentos, fue detenido una semana después de cometerse el ataque bajo la acusación de dar cobijo a los etarras que acababan de asesinar a Vicente Garcera, entre ellos Manuel Víctor Tomás Salvador Labat. Tras su detención, el parlamentario batasuno reconoció haber escondido a los etarras y confesó que Anton Murguiondo, entonces concejal del Ayuntamiento de Pamplona, trasladó a los etarras desde esta ciudad a Francia, ayudándoles a huir. Vicente Luis Garcera López tenía 28 años y era de Valencia, donde fue enterrado. Se encontraba destinado en Pamplona desde 1980. Estaba casado y tenía una hija.

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Francisco Almagro (3 junio 1990)

A la una y media de la madrugada del domingo 3 de junio de 1990, ETA tiroteaba en Pamplona al ex policía nacional FRANCISCO ALMAGRO CARMONA en el portal de su domicilio en el barrio pamplonés de Rochapea. Los terroristas lo llamaron de forma amistosa a través del portero automático del edificio para que bajara: "Baja, Paco, baja". Cuando abrió el portal, le dispararon cuatro tiros. A continuación los etarras abandonaron el lugar de los hechos en un vehículo robado. Poco después, varias personas bajaron al portal y hallaron el cuerpo sin vida del expolicía tendido en el suelo en medio de un gran charco de sangre. La Policía encontró en el portal cuatro casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum. Francisco Almagro Carmona, de 36 años, era de Granada. Estaba casado y tenía dos hijos, uno de 7 años y otro de 9 meses. Sus restos mortales fueron enterrados el 5 de junio en el cementerio granadino de San José.

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