Sendero Cámara del Agua y Vélez de Benaudalla Turística.
near Vélez de Benaudalla, Andalucía (España)
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Itinerary description
Nuestra ruta de hoy nos lleva a la localidad de Vélez de Benaudalla, Se encuentra en las últimas estribaciones de la Alpujarra Granadina, sobre una suave ladera y una pequeña llanura que deja a sus pies el río Guadalfeo. Es el único paso natural que nos queda; constituye un eje norte-sur que marca la fisionomía de este terreno tan abrupto. Su trazado lo formaliza el curso del río Guadalfeo que se encuentra próximo ya a su desembocadura en el Mediterráneo.
Situado en la margen izquierda del río Guadalfeo, frente a los Guájares y al pie de la Sierra de Lújar, Vélez de Benaudalla ofrece un entorno natural muy atractivo. Son recomendables las excursiones por el valle del río de la Toba, accidente natural que separa las sierras del Chaparral y los Guájares, y es aconsejable visitar la Garganta de los Vados, en el desfiladero del río Guadalfeo. De escarpadas paredes, es un lugar apto para las escaladas en roca.
Iniciamos la ruta en la “antigua carretera de la playa” Ctra Bailén- Motril A-4133 que vertebra la localidad y paseando por la Calle Escuelas y San Isidoro llegamos al Molino Harinero de San José del año 1815. La industria harinera y panificadora mantenía a la quinta parte de las personas de esta localidad en el s.XIX ;por lo que los harineros y panaderos conseguían transformar los cereales que se producían en la zona por lo que esto se conseguía gracias al río Gualdafeo a través de sus aguas y producir las distintas harinas a partir del trigo, maíz y centeno que llegan desde los campos próximos a nuestra localidad. Todo esto se llega a conseguir gracias a los arrieros que eran los que transportaban el producto a los molinos.
Junto a este molino encontramos El Jardín Nazarí; está catalogado por la Junta de Andalucía como jardín Histórico. El jardín de los Sentidos o el Generalife chico, como algunos desean llamarlo, no ha sufrido grandes transformaciones estructurales a lo largo de su dilatada historia. A pesar de ser considerado como un claro ejemplo de jardín hispano-musulmán, los estudios de 1995 pusieron de manifiesto que, tanto el jardín como las viviendas que aquí quedan son obras del siglo XVI, realizadas a partir de una adaptación de las huertas preexistentes, y manteniendo el sistema hidráulico árabe.
Esta finca de recreo está delimitada por una cerca perimetral, a excepción del flanco que da al tajo natural de Vélez de Benaudalla. Presenta dos elementos bien diferenciados, por un lado una vivienda, desarrollada en tres cuerpos alrededor de un patio central y por otro un amplio jardín, con huertas, molino y grutas. La casa palaciega es de dos plantas, y está constituida por dos cuerpos en “L”. En el centro de los dos cuerpos, un pequeño patio porticado y una fuente de tipología morisca, nos dan la bienvenida al jardín y al huerto.
Al entrar a este espacio encontramos una acequia que cruza el jardín longitudinalmente, surte al molino con el agua que discurre por ella, y cae por una cascada decorativa que encuentra a su paso. El molino harinero, del siglo XIX, es de sencilla construcción. Tiene dos plantas de altura y cubierta a cuatro aguas. Sin lugar a dudas el agua es el elemento vertebrador de este vergel.
Seguimos nuestro paseo por el huerto y el jardín que está dispuesto en tres bancales. Las características de los jardines-huertos de la cultura nazarí se mantienen en este lugar. Fuentes, pérgolas, acequias, albercas, y el murmullo que hace el agua al caer, se entremezclan con agradables aromas, e intensos colores de flores y frutos. Ahora es cuando se hace presente lo de “El Jardín de los Sentidos”. Aquí se dan los cinco elementos beneficiosos de los jardines del Al-Andalus, que son el espiritual, el estético, el psicológico, el botánico-científico y el alimenticio. Esta zona, además de ser uno de los espacios más interesantes para la reflexión, nos sirve de nexo de unión entre la casa y las grutas.
Dentro del recinto del Jardín de Vélez de Benaudalla, y en dirección oeste, encontramos uno de los lugares más impresionantes que tiene este vergel, y no es otro que el jardín vertical, dispuesto entre cuevas y grutas que dan al río Guadalfeo. Para su visita consultar horarios.
Tras la imprescindible visita nos dirigimos de nuevo a la carretera central allí encontramos una tienda Casa Laura donde podemos adquirir los afamados pestiños y roscos de esta localidad. Al lado se encuentra la Casa del Marqués y algo después hacemos una parada obligatoria en el entrañable Bar Los Ángeles, donde hace 40 años paraba el autobús que nos llevaba a los domingueros de Graná a la Playa. Buenas tapas de pescaito o migas servidas como un rayo por su propietario Pepe.
Proseguimos el camino y nos desviamos a la izquierda, por el tinao de la calle Nueva. A pocos metros encontramos otro molino hoy convertido en establecimiento Chill Out. Subimos la estrecha Calle Nueva para pasar por un segundo y bajito tinao y girar a la izquierda por la calle Real. Casas encaladas, con coloridas macetas que adornan ventanas y balcones, con calderos y cestas en las puertas con la recolección de las fértiles huertas dan un contraste de sabor tradicional. El barrio antiguo se caracteriza por sus calles estrechas, trozos irregulares que la convierten en un pequeño laberinto esto es característico de la población árabe. Los barrios de las vegas están construidos sobre suelo cultivable, siendo estos barrios nuevos más amplios que el antiguo.
Dejamos la zona de falso llano de la calle Real para desviarnos a la derecha, por la calle Finados, subiendo por la empinada Escalerilla de los Muertos que termina en el campo santo del municipio. En este punto se encuentra el Poyo de los Muertos donde se solía realizar la tradición del Pésame en el Poyo de los Muertos. El poyo de los muertos, no es sino un tranco de mediana altura que se sitúa en la C/ Finados, en el los féretros eran depositados durante un descanso que realizaba la comitiva funeraria, que llevaba a hombros el ataúd, por lo empinado del camino que conduce al Cementerio. Aprovechando esta parada, los hombres dan el pésame a los familiares varones del difunto. De dicha tradición las mujeres quedan relegadas, y acostumbran a hacer lo mismo dentro de la Iglesia. Aunque dicha costumbre va decayendo, ese poyo es y será el Poyo de los Muertos.Los suelos están pavimentados con pintorescos empedrados granadinos con siluetas de lo más típico del pueblo.
Poco después llegamos por la Calle Claveles al Castillo de los Ulloa; se localiza en la parte alta de Vélez de Benaudalla, en un cerro rocoso. Ofrece, este enclave, unas magníficas vistas del pueblo y su entorno, a todos aquellos que se acerquen hasta sus dos miradores: el Mirador de la Torre y el Mirador de Rabiblanco.
Aunque no se han encontrado textos que daten la construcción y devenir del Castillo de Ulloa, sin duda el torreón es de época cristiana. Se cree que esta fortificación está levantada entre los últimos años del siglo XV y los primeros del XVI, coincidiendo con la conquista de Granada. La villa de Vélez de Benaudalla y otras tierras en Almuñécar y Los Guajares, fueron entregadas por parte de los Reyes Católicos a Rodrigo Fernández de Ulloa, Contador mayor de Castilla, por su dedicación como secretario de la Reina y por los servicios prestados durante la Guerra. En 1494 Rodrigo Ulloa cedió la villa de Velez-Benaudalla a su hijo Juan Ulloa.Se piensa que Juan de Ulloa, señor de la villa entre 1494 y 1523, fue quien edificó, sobre una torre árabe, el baluarte de Vélez de Benaudalla. En su interior se instalaron un cuerpo de guardia, que veló por la seguridad y tranquilidad del lugar durante su mandato.
El Castillo de los Ulloa es una torre de planta heptagonal (siete lados) e irregular. Sus gruesos muros, de dos metros de espesor, se apoyan sobre grandes pendientes. Esto hace que la altura de sus vanos varíe entre los diez y quince metros. Tiene dos plantas de altura y consta de una gran terraza almenada en la parte superior.
Unos de los momentos más interesantes para conocer Vélez de Benaudalla y su Castillo es durante las fiestas de Moros y Cristianos, que se celebran desde 1791, en la segunda semana de junio. El 13 de junio es el día grande de las fiestas. Se representa una auténtica batalla en los alrededores del Castillo. En ella se recrea un conflicto entre el rey moro Amurates y los cristianos de Barceló. Los vecinos del pueblo se convierten en actores y recitan textos en verso, que se han mantenido inalterables a lo largo del tiempo.Las tropas suben hasta el cerro donde se encuentra el baluarte por diferentes caminos, escondiéndose entre los matojos y simulando asaltos y escaramuzas. Normalmente, tienen lugar dos batallas, una por la mañana en la que ganan los moros, y otra por la tarde con la victoria final de los cristianos.
Descendemos callejeando y nos dirigimos a nuestro siguiente punto de interés el Paseo del Nacimiento: un hermoso camino, rodeado de vegetación, donde se localizan dos manantiales, cuyas aguas son conducidas por todo el municipio a través de acequias de regadío hasta llegar a los antiguos molinos harineros, al Jardín Nazarí y, en forma de cascada, desembocar el sobrante en el cauce del río Guadalfeo. Pasada la Poza Chica (espacio circular donde llegan parte de las aguas del Nacimiento), seguimos por el paseo, junto a la acequia, con un sorprendente Árbol de Júpiter en plena floración, una exuberante cica revoluta también en flor y bajo una pérgola de coloreadas bignonias, hacia el Nacimiento.
Es el viejo acceso al manantial que se ha convertido en un pequeño parque atravesado por la acequia que transporta hacia el interior del pueblo una parte del agua que fluye en el lugar donde una gran cascada toma el protagonismo del paisaje. Con un caudal importante, llega hasta aquí a través de acequias que la transportan desde el manantial de Fuente Nueva, y forma una poza seminatural en la que aparecen otras surgencias que manan directamente desde el subsuelo y dan nombre a este paraje: El Nacimiento. Un escaso helecho de gran tamaño, flores de la viuda, pequeñas higueras, culandrillos de pozo y berros, crecen en las rocas junto al salto de agua. Aguas carbonatadas, casi termales, que manan a una temperatura de 19 º C y con gran cantidad de minerales en su composición.
Viejas canalizaciones la llevan desde aquí hasta otras acequias que bajan a bancales de cultivos de primor por la calle Alambique, donde se encuentra un singular sistema de lavaderos públicos que fueron instalados en los primeros años del siglo XX. Pilas de lavar esculpidas en piedra que se suceden a lo largo de la acequia y que, además de servir de pretil, cumplieron durante décadas la función de ayudar a lavar la ropa a los vecinos del lugar.
Tras los lavaderos, las acequias se bifurcan y mueven las piedras de los molinos, los del exterior e interior del Jardín Nazarí, donde también generan una gran cascada, precursora de varias ‘colas de caballo’ que se desbordan de las acequias camino del gran farallón travertínico en el que finaliza el recorrido del agua del acuífero de Lújar en su viaje para unirse al caudal del Guadalfeo, que procedente de las altas cumbres de Sierra Nevada, inicia en el valle de Vélez, su territorio deltaico.
Llegamos a la antigua carretera N-323, junto al Pilar de la Venta: un pilar de piedra, adosado a la pared de la casa que hace esquina y que está decorado con azulejos de Fajalauza, una de las cerámicas típicas de Granada y con una poesía de Antonio Sánchez Castillo.
Seguiremos por la Calle Alambique hasta llegar a un parque donde encontramos la caudalosa Acequia de los Molinos y un pequeño anfiteatro junto a un parque infantil. Ponemos fin a este recorrido turístico por Vélez. Salimos del núcleo urbano por la cuesta del Río, que desciende bruscamente, donde podemos observar los impresionantes travertinos calcáreos que forman las paredes del tajo por el que estamos descendiendo, hasta llegar a la carretera N-323, que atravesamos y seguimos por un corto camino que nos lleva a vadear las aguas del río Guadalfeo por el puente de Rufino.
Nos disponemos a comenzar la segunda parte de la ruta “Sendero Cámara del Agua”. Al otro lado del puente de Rufino, encontramos el primer poste indicativo de la Ruta circular de la Cámara del Agua. Una ruta que tiene mucho interés: por el entorno por el que discurre, la variedad de flora y fauna existente en el lugar, la diversidad orográfica, pero sobre todo, por el paisajismo del recorrido, que hacen que se convierta en una ruta única e irrepetible.
Seguiremos su señalización. Tenemos que afrontar la larga subida del Barranco de las Viñas, de unos tres kilómetros de distancia y en la que salvaremos un desnivel de algo más de 300 m. Lo hacemos disfrutando en cada parada de las espectaculares panorámicas del Azud de Vélez, de la Subestación de Izbor con la tubería que la abastece descendiendo desde la Cámara de agua, del Pantano de Rules, del impresionante Valle del Río Guadalfeo, de la Sierra de Lújar, de la hendidura del Tajo de los Vados, de la Sierra del Jaral y del pintoresco Vélez. Seguimos subiendo por un camino ganando altura poco a poco, pasando por zonas de secano, alternando con cultivos de hortalizas en invernaderos y con plantaciones de plantas subtropicales, como el chirimoyo y sobre todo, el aguacate.
Una vez llegados a un gran depósito de agua, el camino desciende durante un corto tramo para después acometer la última subida que nos lleva a la cota máxima de esta ruta en la Cámara de Agua. La Cámara del Agua forma parte del Salto de Izbor; unas instalaciones de producción de energía eléctrica mediante la fuerza de la caída del agua; desde ésta Cámara el agua baja por una gran tubería (de un metro de diámetro) hasta las turbinas de la Subestación eléctrica, que se encuentran abajo, al pie de la ladera del monte, junto a la margen derecha del río Guadalfeo. El agua llega hasta la Cámara, por canalizaciones subterráneas, desde el cercano embalse de Beznar (y antes de la construcción del embalse, de una pequeña represa construida entre Pinos del Valle y Beznar).
Estas instalaciones fueron construidas en tiempos de la Segunda República, allá por 1933, por la Empresa “Fuerzas Motrices del Valle de Lecrín” (Empresa que llegó a ser en su día la Primera productora de electricidad a nivel provincial y la Cuarta a nivel andaluz). Cerca de la gran tubería que baja hasta la Subestación, hay un canal de desagüe, para aliviar la cámara de agua, en caso de necesidad. La Subcentral produce unos 11´98 megavatios de potencia y una tensión de 66 kilovatios. Hoy es propiedad de la Empresa Endesa.
Seguimos el camino, ahora llaneando, junto a la pantaneta de la cámara de agua que acumula considerable cantidad y entre almendros, olivos, pinos Carrasco y Resinero, encinas, romeros, aulagas, jaras, enebros, cornicabras, lentisco, zarzas y chumberas comenzamos el descenso.
Nos desviamos a la derecha, bajando por un zigzagueante sendero que tras pasar un cortijo en ruinas y el Cortijo El Capricho llegaremos hasta llegar al carril de tierra, junto a un gran Álamo Centenario, que baja desde la carretera N-323 y va paralelo al curso del río Guadalfeo.
Durante todo el recorrido ha estado lloviznando; pero al llegar a la Subestación de Izbor, el punto siguiente de nuestro recorrido, el cielo parecía partirse en mil pedazos, los truenos y relámpagos se sucedían cada vez más fuertes y cercanos, y de llovizna pasamos a gran aguacero que nos acompaño hasta el final de la ruta; ni los chubasqueros impidieron que acabáramos calados.
Con prisa y sin pausa, pasamos por el área recreativa de la Explanación para después retomar el camino de ida hasta llegar al coche. El río bajaba con mucho más caudal que en la ida. Ruta muy recomendable.
Situado en la margen izquierda del río Guadalfeo, frente a los Guájares y al pie de la Sierra de Lújar, Vélez de Benaudalla ofrece un entorno natural muy atractivo. Son recomendables las excursiones por el valle del río de la Toba, accidente natural que separa las sierras del Chaparral y los Guájares, y es aconsejable visitar la Garganta de los Vados, en el desfiladero del río Guadalfeo. De escarpadas paredes, es un lugar apto para las escaladas en roca.
Iniciamos la ruta en la “antigua carretera de la playa” Ctra Bailén- Motril A-4133 que vertebra la localidad y paseando por la Calle Escuelas y San Isidoro llegamos al Molino Harinero de San José del año 1815. La industria harinera y panificadora mantenía a la quinta parte de las personas de esta localidad en el s.XIX ;por lo que los harineros y panaderos conseguían transformar los cereales que se producían en la zona por lo que esto se conseguía gracias al río Gualdafeo a través de sus aguas y producir las distintas harinas a partir del trigo, maíz y centeno que llegan desde los campos próximos a nuestra localidad. Todo esto se llega a conseguir gracias a los arrieros que eran los que transportaban el producto a los molinos.
Junto a este molino encontramos El Jardín Nazarí; está catalogado por la Junta de Andalucía como jardín Histórico. El jardín de los Sentidos o el Generalife chico, como algunos desean llamarlo, no ha sufrido grandes transformaciones estructurales a lo largo de su dilatada historia. A pesar de ser considerado como un claro ejemplo de jardín hispano-musulmán, los estudios de 1995 pusieron de manifiesto que, tanto el jardín como las viviendas que aquí quedan son obras del siglo XVI, realizadas a partir de una adaptación de las huertas preexistentes, y manteniendo el sistema hidráulico árabe.
Esta finca de recreo está delimitada por una cerca perimetral, a excepción del flanco que da al tajo natural de Vélez de Benaudalla. Presenta dos elementos bien diferenciados, por un lado una vivienda, desarrollada en tres cuerpos alrededor de un patio central y por otro un amplio jardín, con huertas, molino y grutas. La casa palaciega es de dos plantas, y está constituida por dos cuerpos en “L”. En el centro de los dos cuerpos, un pequeño patio porticado y una fuente de tipología morisca, nos dan la bienvenida al jardín y al huerto.
Al entrar a este espacio encontramos una acequia que cruza el jardín longitudinalmente, surte al molino con el agua que discurre por ella, y cae por una cascada decorativa que encuentra a su paso. El molino harinero, del siglo XIX, es de sencilla construcción. Tiene dos plantas de altura y cubierta a cuatro aguas. Sin lugar a dudas el agua es el elemento vertebrador de este vergel.
Seguimos nuestro paseo por el huerto y el jardín que está dispuesto en tres bancales. Las características de los jardines-huertos de la cultura nazarí se mantienen en este lugar. Fuentes, pérgolas, acequias, albercas, y el murmullo que hace el agua al caer, se entremezclan con agradables aromas, e intensos colores de flores y frutos. Ahora es cuando se hace presente lo de “El Jardín de los Sentidos”. Aquí se dan los cinco elementos beneficiosos de los jardines del Al-Andalus, que son el espiritual, el estético, el psicológico, el botánico-científico y el alimenticio. Esta zona, además de ser uno de los espacios más interesantes para la reflexión, nos sirve de nexo de unión entre la casa y las grutas.
Dentro del recinto del Jardín de Vélez de Benaudalla, y en dirección oeste, encontramos uno de los lugares más impresionantes que tiene este vergel, y no es otro que el jardín vertical, dispuesto entre cuevas y grutas que dan al río Guadalfeo. Para su visita consultar horarios.
Tras la imprescindible visita nos dirigimos de nuevo a la carretera central allí encontramos una tienda Casa Laura donde podemos adquirir los afamados pestiños y roscos de esta localidad. Al lado se encuentra la Casa del Marqués y algo después hacemos una parada obligatoria en el entrañable Bar Los Ángeles, donde hace 40 años paraba el autobús que nos llevaba a los domingueros de Graná a la Playa. Buenas tapas de pescaito o migas servidas como un rayo por su propietario Pepe.
Proseguimos el camino y nos desviamos a la izquierda, por el tinao de la calle Nueva. A pocos metros encontramos otro molino hoy convertido en establecimiento Chill Out. Subimos la estrecha Calle Nueva para pasar por un segundo y bajito tinao y girar a la izquierda por la calle Real. Casas encaladas, con coloridas macetas que adornan ventanas y balcones, con calderos y cestas en las puertas con la recolección de las fértiles huertas dan un contraste de sabor tradicional. El barrio antiguo se caracteriza por sus calles estrechas, trozos irregulares que la convierten en un pequeño laberinto esto es característico de la población árabe. Los barrios de las vegas están construidos sobre suelo cultivable, siendo estos barrios nuevos más amplios que el antiguo.
Dejamos la zona de falso llano de la calle Real para desviarnos a la derecha, por la calle Finados, subiendo por la empinada Escalerilla de los Muertos que termina en el campo santo del municipio. En este punto se encuentra el Poyo de los Muertos donde se solía realizar la tradición del Pésame en el Poyo de los Muertos. El poyo de los muertos, no es sino un tranco de mediana altura que se sitúa en la C/ Finados, en el los féretros eran depositados durante un descanso que realizaba la comitiva funeraria, que llevaba a hombros el ataúd, por lo empinado del camino que conduce al Cementerio. Aprovechando esta parada, los hombres dan el pésame a los familiares varones del difunto. De dicha tradición las mujeres quedan relegadas, y acostumbran a hacer lo mismo dentro de la Iglesia. Aunque dicha costumbre va decayendo, ese poyo es y será el Poyo de los Muertos.Los suelos están pavimentados con pintorescos empedrados granadinos con siluetas de lo más típico del pueblo.
Poco después llegamos por la Calle Claveles al Castillo de los Ulloa; se localiza en la parte alta de Vélez de Benaudalla, en un cerro rocoso. Ofrece, este enclave, unas magníficas vistas del pueblo y su entorno, a todos aquellos que se acerquen hasta sus dos miradores: el Mirador de la Torre y el Mirador de Rabiblanco.
Aunque no se han encontrado textos que daten la construcción y devenir del Castillo de Ulloa, sin duda el torreón es de época cristiana. Se cree que esta fortificación está levantada entre los últimos años del siglo XV y los primeros del XVI, coincidiendo con la conquista de Granada. La villa de Vélez de Benaudalla y otras tierras en Almuñécar y Los Guajares, fueron entregadas por parte de los Reyes Católicos a Rodrigo Fernández de Ulloa, Contador mayor de Castilla, por su dedicación como secretario de la Reina y por los servicios prestados durante la Guerra. En 1494 Rodrigo Ulloa cedió la villa de Velez-Benaudalla a su hijo Juan Ulloa.Se piensa que Juan de Ulloa, señor de la villa entre 1494 y 1523, fue quien edificó, sobre una torre árabe, el baluarte de Vélez de Benaudalla. En su interior se instalaron un cuerpo de guardia, que veló por la seguridad y tranquilidad del lugar durante su mandato.
El Castillo de los Ulloa es una torre de planta heptagonal (siete lados) e irregular. Sus gruesos muros, de dos metros de espesor, se apoyan sobre grandes pendientes. Esto hace que la altura de sus vanos varíe entre los diez y quince metros. Tiene dos plantas de altura y consta de una gran terraza almenada en la parte superior.
Unos de los momentos más interesantes para conocer Vélez de Benaudalla y su Castillo es durante las fiestas de Moros y Cristianos, que se celebran desde 1791, en la segunda semana de junio. El 13 de junio es el día grande de las fiestas. Se representa una auténtica batalla en los alrededores del Castillo. En ella se recrea un conflicto entre el rey moro Amurates y los cristianos de Barceló. Los vecinos del pueblo se convierten en actores y recitan textos en verso, que se han mantenido inalterables a lo largo del tiempo.Las tropas suben hasta el cerro donde se encuentra el baluarte por diferentes caminos, escondiéndose entre los matojos y simulando asaltos y escaramuzas. Normalmente, tienen lugar dos batallas, una por la mañana en la que ganan los moros, y otra por la tarde con la victoria final de los cristianos.
Descendemos callejeando y nos dirigimos a nuestro siguiente punto de interés el Paseo del Nacimiento: un hermoso camino, rodeado de vegetación, donde se localizan dos manantiales, cuyas aguas son conducidas por todo el municipio a través de acequias de regadío hasta llegar a los antiguos molinos harineros, al Jardín Nazarí y, en forma de cascada, desembocar el sobrante en el cauce del río Guadalfeo. Pasada la Poza Chica (espacio circular donde llegan parte de las aguas del Nacimiento), seguimos por el paseo, junto a la acequia, con un sorprendente Árbol de Júpiter en plena floración, una exuberante cica revoluta también en flor y bajo una pérgola de coloreadas bignonias, hacia el Nacimiento.
Es el viejo acceso al manantial que se ha convertido en un pequeño parque atravesado por la acequia que transporta hacia el interior del pueblo una parte del agua que fluye en el lugar donde una gran cascada toma el protagonismo del paisaje. Con un caudal importante, llega hasta aquí a través de acequias que la transportan desde el manantial de Fuente Nueva, y forma una poza seminatural en la que aparecen otras surgencias que manan directamente desde el subsuelo y dan nombre a este paraje: El Nacimiento. Un escaso helecho de gran tamaño, flores de la viuda, pequeñas higueras, culandrillos de pozo y berros, crecen en las rocas junto al salto de agua. Aguas carbonatadas, casi termales, que manan a una temperatura de 19 º C y con gran cantidad de minerales en su composición.
Viejas canalizaciones la llevan desde aquí hasta otras acequias que bajan a bancales de cultivos de primor por la calle Alambique, donde se encuentra un singular sistema de lavaderos públicos que fueron instalados en los primeros años del siglo XX. Pilas de lavar esculpidas en piedra que se suceden a lo largo de la acequia y que, además de servir de pretil, cumplieron durante décadas la función de ayudar a lavar la ropa a los vecinos del lugar.
Tras los lavaderos, las acequias se bifurcan y mueven las piedras de los molinos, los del exterior e interior del Jardín Nazarí, donde también generan una gran cascada, precursora de varias ‘colas de caballo’ que se desbordan de las acequias camino del gran farallón travertínico en el que finaliza el recorrido del agua del acuífero de Lújar en su viaje para unirse al caudal del Guadalfeo, que procedente de las altas cumbres de Sierra Nevada, inicia en el valle de Vélez, su territorio deltaico.
Llegamos a la antigua carretera N-323, junto al Pilar de la Venta: un pilar de piedra, adosado a la pared de la casa que hace esquina y que está decorado con azulejos de Fajalauza, una de las cerámicas típicas de Granada y con una poesía de Antonio Sánchez Castillo.
Seguiremos por la Calle Alambique hasta llegar a un parque donde encontramos la caudalosa Acequia de los Molinos y un pequeño anfiteatro junto a un parque infantil. Ponemos fin a este recorrido turístico por Vélez. Salimos del núcleo urbano por la cuesta del Río, que desciende bruscamente, donde podemos observar los impresionantes travertinos calcáreos que forman las paredes del tajo por el que estamos descendiendo, hasta llegar a la carretera N-323, que atravesamos y seguimos por un corto camino que nos lleva a vadear las aguas del río Guadalfeo por el puente de Rufino.
Nos disponemos a comenzar la segunda parte de la ruta “Sendero Cámara del Agua”. Al otro lado del puente de Rufino, encontramos el primer poste indicativo de la Ruta circular de la Cámara del Agua. Una ruta que tiene mucho interés: por el entorno por el que discurre, la variedad de flora y fauna existente en el lugar, la diversidad orográfica, pero sobre todo, por el paisajismo del recorrido, que hacen que se convierta en una ruta única e irrepetible.
Seguiremos su señalización. Tenemos que afrontar la larga subida del Barranco de las Viñas, de unos tres kilómetros de distancia y en la que salvaremos un desnivel de algo más de 300 m. Lo hacemos disfrutando en cada parada de las espectaculares panorámicas del Azud de Vélez, de la Subestación de Izbor con la tubería que la abastece descendiendo desde la Cámara de agua, del Pantano de Rules, del impresionante Valle del Río Guadalfeo, de la Sierra de Lújar, de la hendidura del Tajo de los Vados, de la Sierra del Jaral y del pintoresco Vélez. Seguimos subiendo por un camino ganando altura poco a poco, pasando por zonas de secano, alternando con cultivos de hortalizas en invernaderos y con plantaciones de plantas subtropicales, como el chirimoyo y sobre todo, el aguacate.
Una vez llegados a un gran depósito de agua, el camino desciende durante un corto tramo para después acometer la última subida que nos lleva a la cota máxima de esta ruta en la Cámara de Agua. La Cámara del Agua forma parte del Salto de Izbor; unas instalaciones de producción de energía eléctrica mediante la fuerza de la caída del agua; desde ésta Cámara el agua baja por una gran tubería (de un metro de diámetro) hasta las turbinas de la Subestación eléctrica, que se encuentran abajo, al pie de la ladera del monte, junto a la margen derecha del río Guadalfeo. El agua llega hasta la Cámara, por canalizaciones subterráneas, desde el cercano embalse de Beznar (y antes de la construcción del embalse, de una pequeña represa construida entre Pinos del Valle y Beznar).
Estas instalaciones fueron construidas en tiempos de la Segunda República, allá por 1933, por la Empresa “Fuerzas Motrices del Valle de Lecrín” (Empresa que llegó a ser en su día la Primera productora de electricidad a nivel provincial y la Cuarta a nivel andaluz). Cerca de la gran tubería que baja hasta la Subestación, hay un canal de desagüe, para aliviar la cámara de agua, en caso de necesidad. La Subcentral produce unos 11´98 megavatios de potencia y una tensión de 66 kilovatios. Hoy es propiedad de la Empresa Endesa.
Seguimos el camino, ahora llaneando, junto a la pantaneta de la cámara de agua que acumula considerable cantidad y entre almendros, olivos, pinos Carrasco y Resinero, encinas, romeros, aulagas, jaras, enebros, cornicabras, lentisco, zarzas y chumberas comenzamos el descenso.
Nos desviamos a la derecha, bajando por un zigzagueante sendero que tras pasar un cortijo en ruinas y el Cortijo El Capricho llegaremos hasta llegar al carril de tierra, junto a un gran Álamo Centenario, que baja desde la carretera N-323 y va paralelo al curso del río Guadalfeo.
Durante todo el recorrido ha estado lloviznando; pero al llegar a la Subestación de Izbor, el punto siguiente de nuestro recorrido, el cielo parecía partirse en mil pedazos, los truenos y relámpagos se sucedían cada vez más fuertes y cercanos, y de llovizna pasamos a gran aguacero que nos acompaño hasta el final de la ruta; ni los chubasqueros impidieron que acabáramos calados.
Con prisa y sin pausa, pasamos por el área recreativa de la Explanación para después retomar el camino de ida hasta llegar al coche. El río bajaba con mucho más caudal que en la ida. Ruta muy recomendable.
Waypoints
Ruins
727 ft
Cortijo en ruinas
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Easy to follow
Scenery
Easy
Precioso pueblo y buena ruta, gracias por compartir.
Gracias a tí, Narcotic. Un saludo.
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Easy
Makkelijk begaanbare wandeling met mooie zichten op het dorp en nabijgelegen stuwmeer
hendrikshelkens, Hartelijk dank voor uw reactie en beoordeling.