Senda 026/21 - 2021-03-13 - LOS JUNCOS, ALGAMECA, ARCO DE LA AMALIA, FAJARDO, PODADERA, NAVIDAD

026/21 - 2021-03-13 - LOS JUNCOS, ALGAMECA, ARCO DE LA AMALIA, FAJARDO, PODADERA, NAVIDAD, 13,7 Km, 4 horas 2 minutos, +331 m, -330 m.

Lo que vimos:
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Otros menesteres me retiran temporalmente de las sendas, pero hoy hicimos una clásica para dar un paseo a “Simba”, el perro de la cara triste, el que se bañó en el Arco de la Amalia y repitió junto al Arenal de la Algameca Chica. A pesar de realizar esta senda frecuentemente siempre cambia algo en el paisaje. Hoy las higueras enseñaban sus pequeñas hojas verdes y el sur del Galeras se tapizaba de la cornicabra, la falsa acacia se vestía de amarillo luciendo esas bolas que tememos los alérgicos, la vinagreta puebla laderas y cunetas, el monte se salpica de la flor de la aliaga con su impresionante fino perfume, el tomillo, romero, diente de león, candilillo del diablo, zapatilla de la reina…, crecen por doquier, las varas de San José se yerguen al cielo.

Comenzamos por la banda oeste de nuestro puerto, por el mar de Mandarache, acompañando a la desembocadura de la Rambla de Benipila, para visitar el Reflector y el Arco de “La Amalia”, para doblar al norte y volver hacia ese enigmático poblado de la Algameca Chica, donde el desorden ordenado de su construcción no daña nuestro más pulcro sentido arquitectónico. Con dirección este nos elevamos por una encantadora senda por la falda del Galeras, no exenta de precipicios y buenas vistas, para caer en la batería de San Fulgencio, la que impedía el paso de cualquier enemigo a las dos Algamecas, una de las más deterioradas de nuestro litoral.

Ascendimos a los 94 metros de altitud del Coto de San Juan de La Podadera, pasamos por el Cuartel del General Fajardo, el que daba cobijo a las tropas que mantenían las baterías del poniente del puerto. Una muestra de nuestro patrimonio expoliado, cada día más deteriorado a pesar de su belleza. Bajamos raudos, con dirección sur, a esa coqueta batería llamada La Podadera, donde los dementes escribanos de lo ajeno y el patrimonio dejan su sello. A pesar de su constante ajado, siempre es un placer visitarla. No fue posible entrar a sus instalaciones, ya que prudentemente y por seguridad la han cerrado. Nos elevamos nuevamente al norte para admirar la bocana de nuestro puerto, bajar a la Torre, Fuerte y Faro de Navidad, para alcanzar nuevamente la Batería de San Fulgencio, comenzar el ascenso al Castillo de Galeras, para retirarnos por la pista que nos devolvió nuevamente a la Rambla de Benipila y a nuestro lugar de inicio.

Una Morena, en la Taberna del Martillo, le escanció a mi compañero una espumosa rubia. Envidia pasé. Salud.