RUTAS CON ENCANTO DE LAREDO ('ruta nº2 VALVERDE')
near Laredo, Cantabria (España)
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Itinerary description
Esta es una de las rutas propuestas por el Ayuntamiento de Laredo
INFORMACION FACILITADA POR EL AYUNTAMIENTO
Saliendo de la Puebla Vieja a través de la Puerta de la Virgen Blanca (Siglo XIII), encontramos a la izquierda una estrecha calleja en cuya entrada se encuentra la señal que indica el comienzo del itinerario. Ascendiendo por este angosto camino, que discurre junto a las murallas medievales que sirvieron de cierre al casco urbano pejino, nos dirigimos hacia la Atalaya. Estos antiguos muros, colonizados por una variada vegetación rupícola se ven coronados, a tramos, por densas acumulaciones de hiedra que le confiere un aspecto abovedado. Desde el sendero por el que subimos nacen encajonadas callejuelas que dan acceso a las “Viñas”, pequeños huertos familiares que, hasta principios del siglo pasado, fueron cultivados con cepas para la producción de uvas destinadas a la elaboración de chacolí (vino blanco producido a partir de uvas verdes, lo que provoca una cierta acidez).
Bordeando el cementerio, continuamos el camino dejando a la espalda la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XIII) ascendiendo hasta llegar al cruce con el camino que, desde el Secar, sube a la Atalaya. Un punto desde el que podemos disfrutar del incomparable paisaje que allí se describe.
Tras la inevitable parada en esta pequeña explanada para recuperar el aliento y contemplar la panorámica de 360º que nos brinda, podemos seguir el recorrido atendiendo la indicación de la señal de la ruta que allí se encuentra. De esta manera, continuaremos hacia la derecha por la senda de adoquines, que discurre junto a los prados que se extienden entre los acantilados y los muros de piedra de las huertas. Estos muros, bajos y discontinuos, conectan con los de las ruinas del Castillo y Ermita de San Nicolás, histórico edificio donde hasta finales del siglo XVIII estuvo ubicado un beaterio de monjas recoletas. Esta construcción quedó definitivamente destruida en los combates de asalto contra los franceses que tuvieron lugar a principios del siglo XIX, conservándose en la actualidad tan sólo unos derruidos paredones. Estas ruinas se sitúan en una inflexión del camino que, tras girar 90º a la derecha, desciende ahora por una corta pendiente que junto a antiguas paredes de mampostería nos conduce hasta El Secar, a través del cual nos dirigiremos a Valverde.
El Secar constituye uno de los tradicionales barrios agroganaderos que se mantienen en los alrededores del núcleo urbano pejino. Prados, huertas y casas dispersas bordean un camino asfaltado que llega, casi sin desniveles, hasta el empinado sendero que sube a Valverde. Esta senda cruza extensos y ondulantes prados de los que se separa por tapias de piedra y setos naturales poblados con una interesante vegetación arbustiva. Laureles, saúcos, aladiernos, avellanos, sauces, espinos y endrinos sirven de soporte a llamativas rosas silvestres y olorosas madreselvas formando un singular cortejo vegetal que nos acompañará durante toda la ascensión.
A medida que nos acercamos al alto, la vegetación se hace más espesa y de mayor porte, creciendo robles, castaños y fresnos, cuyas cúpulas se unen dando un aspecto abovedado al camino. Casi al final del mismo nos encontramos, a la derecha, una interesante edificación. Se trata de la casa de veraneo de don Diego Cacho Sierra, acaudalado laredano del siglo XVIII, quien, además de construir esta soberbia casa de recreo y la ermita contigua, mandó empedrar el camino por el que acabamos de ascender.
Acabando la ascensión encontraremos la recompensa al esfuerzo de la subida. Desde aquí se divisa una incomparable panorámica en la que todo Laredo, la playa La Salvé, la bahía, el estuario del Asón y los montes que los circundan, adquieren una espectacular perspectiva de conjunto que solo la altura nos puede brindar.
Una vez en Valverde la ruta continúa hacia la derecha, en dirección a las Cárcobas. De nuevo aquí el camino vuelve a ser asfaltado y la comodidad de su transito nos permite disfrutar aún mas, si cabe, de las bellezas naturales de la zona. Las magníficas vistas que nos acompañan en este tramo ponen de manifiesto la alta calidad ambiental del entorno. En los prados, que desde aquí se dirigen al mar, aparecen interesantes manchas de bosque atlántico caducifolio, las cuales confieren al paisaje un cromatismo cambiante con las estaciones del año. También se desarrollan en estos prados otras formas arboladas de color y características más constantes. Se trata de los encinares cantábricos, auténticas joyas de la botánica regional, poblados por vegetación perennifolia, como la encina, el laurel o el aladierno, que aprovechan los afloramientos calizos para su crecimiento.
Tanto unos como otros bosquetes albergan, asimismo, una rica fauna de vertebrados e invertebrados. Entre los primeros podemos destacar mamíferos como zorros, tejones, erizos, comadrejas y jinetas, o aves como las palomas torcaces, mirlos, urracas, arrendajos, pitos reales, agateadores norteños y abubillas. Respecto a los invertebrados son los insectos el grupo predominante destacando la presencia de escarabajos y mariposas.
Los prados, que nos acompañan durante todo el recorrido a las Cárcobas, están separados del camino por densos matorrales de zarzas, espinos blancos, endrinos, avellanos sauces, saúcos, rosales silvestres y cornejos. Junto a ellos destaca el porte de algunos ejemplares arbóreos dispersos que aparecen junto al camino. Robles, castaños, nogales, fresnos, chopos y cerezos, sirven de posadero a cientos de jilgueros, verdecillos, pardillos, chochines, currucas, verderones y petirrojos, pequeños pajarillos cuyos trinos constituyen la banda sonora que nos acompañará durante todo el camino, tan sólo alterada por el tintineo de los campanos que mueven las vacas mientras pastan en las praderas contiguas.
Con este acompañamiento natural de vida y paisaje llegamos al núcleo principal del barrio de Las Cárcobas. Allí encontraremos, al borde del camino, una pequeña capilla dedicada a la Virgen Bien Aparecida, patrona de Cantabria cuya fiesta se celebra el 15 de Septiembre. Junto a la capilla encontramos dos boleras en las que se practica de diferente forma el deporte autóctono de los bolos. Ambas modalidades tienen una amplia tradición en Cantabria y su práctica es habitual en decenas de pueblos de nuestra región. Una de ellas, el bolo-palma, es la especialidad bolística más extendida en toda Cantabria, mientras que la otra, el pasabolo-tablón, está más arraigada en la zona oriental de la región, así como en la vecina Vizcaya y en el norte de Burgos.
Tras la parada en la ermita y las boleras, continuamos ruta ya en descenso constante hacia Laredo. Durante la bajada, podemos contemplar una nueva panorámica de la villa. Continuando el descenso llegamos al barrio de La Llana, donde podemos abandonar la carretera asfaltada, que continúa hacia la izquierda, para coger un sendero hormigonado, que viene de frente, por el que seguiremos la ruta. Bajando una corta pero empinada cuesta, llegamos a la carretera general de acceso a Laredo, que hemos de cruzar extremando la precaución ya que el paso se encuentra en una curva con escasa visibilidad. Así llegaremos a las “escalerillas”, nombre popular por el que se conoce en Laredo a una larga y tendida escalinata que, nos llevará hasta la Puerta de San Lorenzo o de Bilbao (edificación sobre arco rebajado del siglo XVI). A través de este arco llegamos a la calle San Francisco, importante rúa del Arrabal pejino que, ya en pleno casco urbano, podemos considerar el final de nuestro recorrido. Aquí, al pie de las escalerillas encontramos la cabecera de la medieval Iglesia del Espíritu Santo, cuyos canecillos bien merecen una mirada antes de abandonar definitivamente la ruta.
AVISO: Las ruta descrita así como el track y waypoints los he descargado de mi GPS después de hacerla personalmente. Aún así, debéis de considerarlos meramente orientativos. Los tracks no marcan siempre el itinerario exacto, por tanto pueden contener errores, esto es debido a que durante la grabación por GPS la recepción de los satélites puede ser débil especialmente en zonas de barrancos, desfiladeros profundos, zonas de bosque espeso, etc. Queda a la responsabilidad de quien las realice,las medidas de seguridad apropiadas para cada dificultad,que dependerán de las CONDICIONES climatológicas, así como la preparación tanto técnica como física del que las realice.
Siempre recomiendo ir acompañado al monte, dejando aviso a un conocido o familiar de nuestro itinerario y tiempos previstos, llevar el teléfono con carga suficiente, agua, comida y abrigo adecuado a la época y recorrido a realizar.
Deja todo como estaba o mejor para que todos podamos seguir disfrutándolo y que las únicas huellas de tu paso sean las de tus botas.
INFORMACION FACILITADA POR EL AYUNTAMIENTO
Saliendo de la Puebla Vieja a través de la Puerta de la Virgen Blanca (Siglo XIII), encontramos a la izquierda una estrecha calleja en cuya entrada se encuentra la señal que indica el comienzo del itinerario. Ascendiendo por este angosto camino, que discurre junto a las murallas medievales que sirvieron de cierre al casco urbano pejino, nos dirigimos hacia la Atalaya. Estos antiguos muros, colonizados por una variada vegetación rupícola se ven coronados, a tramos, por densas acumulaciones de hiedra que le confiere un aspecto abovedado. Desde el sendero por el que subimos nacen encajonadas callejuelas que dan acceso a las “Viñas”, pequeños huertos familiares que, hasta principios del siglo pasado, fueron cultivados con cepas para la producción de uvas destinadas a la elaboración de chacolí (vino blanco producido a partir de uvas verdes, lo que provoca una cierta acidez).
Bordeando el cementerio, continuamos el camino dejando a la espalda la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XIII) ascendiendo hasta llegar al cruce con el camino que, desde el Secar, sube a la Atalaya. Un punto desde el que podemos disfrutar del incomparable paisaje que allí se describe.
Tras la inevitable parada en esta pequeña explanada para recuperar el aliento y contemplar la panorámica de 360º que nos brinda, podemos seguir el recorrido atendiendo la indicación de la señal de la ruta que allí se encuentra. De esta manera, continuaremos hacia la derecha por la senda de adoquines, que discurre junto a los prados que se extienden entre los acantilados y los muros de piedra de las huertas. Estos muros, bajos y discontinuos, conectan con los de las ruinas del Castillo y Ermita de San Nicolás, histórico edificio donde hasta finales del siglo XVIII estuvo ubicado un beaterio de monjas recoletas. Esta construcción quedó definitivamente destruida en los combates de asalto contra los franceses que tuvieron lugar a principios del siglo XIX, conservándose en la actualidad tan sólo unos derruidos paredones. Estas ruinas se sitúan en una inflexión del camino que, tras girar 90º a la derecha, desciende ahora por una corta pendiente que junto a antiguas paredes de mampostería nos conduce hasta El Secar, a través del cual nos dirigiremos a Valverde.
El Secar constituye uno de los tradicionales barrios agroganaderos que se mantienen en los alrededores del núcleo urbano pejino. Prados, huertas y casas dispersas bordean un camino asfaltado que llega, casi sin desniveles, hasta el empinado sendero que sube a Valverde. Esta senda cruza extensos y ondulantes prados de los que se separa por tapias de piedra y setos naturales poblados con una interesante vegetación arbustiva. Laureles, saúcos, aladiernos, avellanos, sauces, espinos y endrinos sirven de soporte a llamativas rosas silvestres y olorosas madreselvas formando un singular cortejo vegetal que nos acompañará durante toda la ascensión.
A medida que nos acercamos al alto, la vegetación se hace más espesa y de mayor porte, creciendo robles, castaños y fresnos, cuyas cúpulas se unen dando un aspecto abovedado al camino. Casi al final del mismo nos encontramos, a la derecha, una interesante edificación. Se trata de la casa de veraneo de don Diego Cacho Sierra, acaudalado laredano del siglo XVIII, quien, además de construir esta soberbia casa de recreo y la ermita contigua, mandó empedrar el camino por el que acabamos de ascender.
Acabando la ascensión encontraremos la recompensa al esfuerzo de la subida. Desde aquí se divisa una incomparable panorámica en la que todo Laredo, la playa La Salvé, la bahía, el estuario del Asón y los montes que los circundan, adquieren una espectacular perspectiva de conjunto que solo la altura nos puede brindar.
Una vez en Valverde la ruta continúa hacia la derecha, en dirección a las Cárcobas. De nuevo aquí el camino vuelve a ser asfaltado y la comodidad de su transito nos permite disfrutar aún mas, si cabe, de las bellezas naturales de la zona. Las magníficas vistas que nos acompañan en este tramo ponen de manifiesto la alta calidad ambiental del entorno. En los prados, que desde aquí se dirigen al mar, aparecen interesantes manchas de bosque atlántico caducifolio, las cuales confieren al paisaje un cromatismo cambiante con las estaciones del año. También se desarrollan en estos prados otras formas arboladas de color y características más constantes. Se trata de los encinares cantábricos, auténticas joyas de la botánica regional, poblados por vegetación perennifolia, como la encina, el laurel o el aladierno, que aprovechan los afloramientos calizos para su crecimiento.
Tanto unos como otros bosquetes albergan, asimismo, una rica fauna de vertebrados e invertebrados. Entre los primeros podemos destacar mamíferos como zorros, tejones, erizos, comadrejas y jinetas, o aves como las palomas torcaces, mirlos, urracas, arrendajos, pitos reales, agateadores norteños y abubillas. Respecto a los invertebrados son los insectos el grupo predominante destacando la presencia de escarabajos y mariposas.
Los prados, que nos acompañan durante todo el recorrido a las Cárcobas, están separados del camino por densos matorrales de zarzas, espinos blancos, endrinos, avellanos sauces, saúcos, rosales silvestres y cornejos. Junto a ellos destaca el porte de algunos ejemplares arbóreos dispersos que aparecen junto al camino. Robles, castaños, nogales, fresnos, chopos y cerezos, sirven de posadero a cientos de jilgueros, verdecillos, pardillos, chochines, currucas, verderones y petirrojos, pequeños pajarillos cuyos trinos constituyen la banda sonora que nos acompañará durante todo el camino, tan sólo alterada por el tintineo de los campanos que mueven las vacas mientras pastan en las praderas contiguas.
Con este acompañamiento natural de vida y paisaje llegamos al núcleo principal del barrio de Las Cárcobas. Allí encontraremos, al borde del camino, una pequeña capilla dedicada a la Virgen Bien Aparecida, patrona de Cantabria cuya fiesta se celebra el 15 de Septiembre. Junto a la capilla encontramos dos boleras en las que se practica de diferente forma el deporte autóctono de los bolos. Ambas modalidades tienen una amplia tradición en Cantabria y su práctica es habitual en decenas de pueblos de nuestra región. Una de ellas, el bolo-palma, es la especialidad bolística más extendida en toda Cantabria, mientras que la otra, el pasabolo-tablón, está más arraigada en la zona oriental de la región, así como en la vecina Vizcaya y en el norte de Burgos.
Tras la parada en la ermita y las boleras, continuamos ruta ya en descenso constante hacia Laredo. Durante la bajada, podemos contemplar una nueva panorámica de la villa. Continuando el descenso llegamos al barrio de La Llana, donde podemos abandonar la carretera asfaltada, que continúa hacia la izquierda, para coger un sendero hormigonado, que viene de frente, por el que seguiremos la ruta. Bajando una corta pero empinada cuesta, llegamos a la carretera general de acceso a Laredo, que hemos de cruzar extremando la precaución ya que el paso se encuentra en una curva con escasa visibilidad. Así llegaremos a las “escalerillas”, nombre popular por el que se conoce en Laredo a una larga y tendida escalinata que, nos llevará hasta la Puerta de San Lorenzo o de Bilbao (edificación sobre arco rebajado del siglo XVI). A través de este arco llegamos a la calle San Francisco, importante rúa del Arrabal pejino que, ya en pleno casco urbano, podemos considerar el final de nuestro recorrido. Aquí, al pie de las escalerillas encontramos la cabecera de la medieval Iglesia del Espíritu Santo, cuyos canecillos bien merecen una mirada antes de abandonar definitivamente la ruta.
AVISO: Las ruta descrita así como el track y waypoints los he descargado de mi GPS después de hacerla personalmente. Aún así, debéis de considerarlos meramente orientativos. Los tracks no marcan siempre el itinerario exacto, por tanto pueden contener errores, esto es debido a que durante la grabación por GPS la recepción de los satélites puede ser débil especialmente en zonas de barrancos, desfiladeros profundos, zonas de bosque espeso, etc. Queda a la responsabilidad de quien las realice,las medidas de seguridad apropiadas para cada dificultad,que dependerán de las CONDICIONES climatológicas, así como la preparación tanto técnica como física del que las realice.
Siempre recomiendo ir acompañado al monte, dejando aviso a un conocido o familiar de nuestro itinerario y tiempos previstos, llevar el teléfono con carga suficiente, agua, comida y abrigo adecuado a la época y recorrido a realizar.
Deja todo como estaba o mejor para que todos podamos seguir disfrutándolo y que las únicas huellas de tu paso sean las de tus botas.
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Comments (2)
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Easy to follow
Scenery
Easy
Me ha gustado mucho el casco viejo de Laredo. Hay mucha historia en esas calles.
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Easy to follow
Scenery
Moderate
Una bonita ruta de apenas un par de horas. Preciosas vistas de toda la costa de Laredo.