Ruta turística por Nantes: Barrio de Graslin e Isla de Nantes
near Nantes, Pays de la Loire (France)
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Trail photos
Itinerary description
Larga caminata para pasar un intenso día de turismo por Nantes. Ya habíamos visitado lugares muy importantes de la ciudad, como el Castillo de los Duques de Bretaña, el Jardín Botánico, las iglesias de San Nicolás y de San Clemente, la catedral (sólo por fuera), etc. Hoy tocaba centrarse en otro sector, uno bastante interesante: la Isla de Nantes.
Desde nuestro alojamiento en la Rue Saint-Pierre, pegados a la catedral, primero iremos al Mercado de Talensac para, de ahí, buscar el barrio comercial pasando por la Torre Bretaña. Antes de la Place Royale admiraremos la inmensa Basílica de San Nicolás.
Caminamos entre edificios sobrios y rectilíneos para llegar a la Ópera Graslin, un edificio noble que preside una gran plaza. Al frente, uno de los locales más bonitos de Nantes, incluido en cualquier guía de viaje: hablamos del Restaurante La Cigale. Su decoración interior es una obra de arte en sí misma.
Seguimos callejeando para ver el Museo de Historia Natural y el de Dobrée, y volvemos a quedar boquiabiertos frente a la enorme Iglesia de Nuestra Señora del Buen Puerto. Salimos por fin al río Loira y paseamos por el Memorial de la Abolición de la Esclavitud. Nantes fue uno de los principales puertos de entrada de este horrible tráfico.
Cruzamos el Loira por la Pasarela de Victor Schoelcher y entramos en la Isla de Nantes frente al Palacio de Justicia. Giramos a la derecha y enseguida estamos delante de Carrousel des Mondes Marines. Un singular y gigantesco personaje se pasea por la explanada: es el Gran Elefante, la atracción más pintoresca de toda la ciudad. Es todo un espectáculo, la verdad.
Entramos a la tienda de souvenirs y luego visitamos la Galería de las Máquinas, un museo temático que se inspira en los bocetos de Leonardo da Vinci y en la imaginación del nantés más universal: Julio Verne.
Esta visita nos llevará entre una y dos horas, y la entrada cuesta 9'50 € (gratis con el Pass). Es divertida, ya que se hacen demostraciones de los distintos seres creados en el taller: una oruga, un camaleón, una hormiga, un perezoso, una araña, una cigüeña, un colibrí y hasta una danza de apareamiento. También se representa un viaje en un protoavión. Todo muy ameno.
A nivel turístico, esto es lo que figura en cualquier blog de visita a la Isla de Nantes, pero a nosotros nos llamaba la atención un parquecito situado en el extremo Este de la isla, así que nos ponemos en marcha para recorrer un buen trecho, a veces entre interesantes edificios en la zona universitaria, y luego por el camino que discurre junto al río.
El parque no nos decepciona, y de hecho se convierte en lo mejor de la jornada. Al entrar vemos un circuito de aventuras entre tirolinas y otros juegos. Nos sobrecoge la belleza de este rincón verde, que hace de tajamar del Loira y lo divide en dos brazos que volverán a entroncar poco más adelante.
Nos proponemos llegar a la punta de tierra de la isla, más allá de un largo puente de ferrocarril que atraviesa el río. Este tramo es más salvaje, aunque hay sendero. Eso sí, ojo con el agua, que puede tener embarrado algún punto.
Una vez satisfechos regresamos en dirección a la civilización. Cruzamos al continente por el vistoso Puente de Eric Tabarly, y buscamos el regreso a Centre-Ville. Antes de cerrar la ruta pasaremos por la Torre LU y luego por la Capilla de Nuestra Señora de las Mercedes, cerrando con la fachada del Museo de Bellas Artes de Nantes, para la que no tengo palabras que expresen toda la admiración que nos produjo.
Los últimos pasos nos dirigen junto al foso del Castillo de los Duques de Bretaña antes de volver a la Rue Saint-Pierre. Muchos kilómetros, muchas horas, mucho cansancio, pero mucha satisfacción.
Desde nuestro alojamiento en la Rue Saint-Pierre, pegados a la catedral, primero iremos al Mercado de Talensac para, de ahí, buscar el barrio comercial pasando por la Torre Bretaña. Antes de la Place Royale admiraremos la inmensa Basílica de San Nicolás.
Caminamos entre edificios sobrios y rectilíneos para llegar a la Ópera Graslin, un edificio noble que preside una gran plaza. Al frente, uno de los locales más bonitos de Nantes, incluido en cualquier guía de viaje: hablamos del Restaurante La Cigale. Su decoración interior es una obra de arte en sí misma.
Seguimos callejeando para ver el Museo de Historia Natural y el de Dobrée, y volvemos a quedar boquiabiertos frente a la enorme Iglesia de Nuestra Señora del Buen Puerto. Salimos por fin al río Loira y paseamos por el Memorial de la Abolición de la Esclavitud. Nantes fue uno de los principales puertos de entrada de este horrible tráfico.
Cruzamos el Loira por la Pasarela de Victor Schoelcher y entramos en la Isla de Nantes frente al Palacio de Justicia. Giramos a la derecha y enseguida estamos delante de Carrousel des Mondes Marines. Un singular y gigantesco personaje se pasea por la explanada: es el Gran Elefante, la atracción más pintoresca de toda la ciudad. Es todo un espectáculo, la verdad.
Entramos a la tienda de souvenirs y luego visitamos la Galería de las Máquinas, un museo temático que se inspira en los bocetos de Leonardo da Vinci y en la imaginación del nantés más universal: Julio Verne.
Esta visita nos llevará entre una y dos horas, y la entrada cuesta 9'50 € (gratis con el Pass). Es divertida, ya que se hacen demostraciones de los distintos seres creados en el taller: una oruga, un camaleón, una hormiga, un perezoso, una araña, una cigüeña, un colibrí y hasta una danza de apareamiento. También se representa un viaje en un protoavión. Todo muy ameno.
A nivel turístico, esto es lo que figura en cualquier blog de visita a la Isla de Nantes, pero a nosotros nos llamaba la atención un parquecito situado en el extremo Este de la isla, así que nos ponemos en marcha para recorrer un buen trecho, a veces entre interesantes edificios en la zona universitaria, y luego por el camino que discurre junto al río.
El parque no nos decepciona, y de hecho se convierte en lo mejor de la jornada. Al entrar vemos un circuito de aventuras entre tirolinas y otros juegos. Nos sobrecoge la belleza de este rincón verde, que hace de tajamar del Loira y lo divide en dos brazos que volverán a entroncar poco más adelante.
Nos proponemos llegar a la punta de tierra de la isla, más allá de un largo puente de ferrocarril que atraviesa el río. Este tramo es más salvaje, aunque hay sendero. Eso sí, ojo con el agua, que puede tener embarrado algún punto.
Una vez satisfechos regresamos en dirección a la civilización. Cruzamos al continente por el vistoso Puente de Eric Tabarly, y buscamos el regreso a Centre-Ville. Antes de cerrar la ruta pasaremos por la Torre LU y luego por la Capilla de Nuestra Señora de las Mercedes, cerrando con la fachada del Museo de Bellas Artes de Nantes, para la que no tengo palabras que expresen toda la admiración que nos produjo.
Los últimos pasos nos dirigen junto al foso del Castillo de los Duques de Bretaña antes de volver a la Rue Saint-Pierre. Muchos kilómetros, muchas horas, mucho cansancio, pero mucha satisfacción.
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