Activity

Ruta Punta Brava - Puerto Colombia - Juaruco - Puerto Velero - Puerto Colombia

Download

Trail photos

Photo ofRuta Punta Brava - Puerto Colombia - Juaruco - Puerto Velero - Puerto Colombia Photo ofRuta Punta Brava - Puerto Colombia - Juaruco - Puerto Velero - Puerto Colombia Photo ofRuta Punta Brava - Puerto Colombia - Juaruco - Puerto Velero - Puerto Colombia

Author

Trail stats

Distance
31.19 mi
Elevation gain
1,506 ft
Technical difficulty
Difficult
Elevation loss
1,506 ft
Max elevation
936 ft
TrailRank 
66
Min elevation
-1 ft
Trail type
One Way
Moving time
9 hours 11 minutes
Time
11 hours 25 minutes
Coordinates
8632
Uploaded
June 9, 2021
Recorded
June 2021
Share

near Maizal, Departamento del Atlántico (Republic of Colombia)

Viewed 1126 times, downloaded 6 times

Trail photos

Photo ofRuta Punta Brava - Puerto Colombia - Juaruco - Puerto Velero - Puerto Colombia Photo ofRuta Punta Brava - Puerto Colombia - Juaruco - Puerto Velero - Puerto Colombia Photo ofRuta Punta Brava - Puerto Colombia - Juaruco - Puerto Velero - Puerto Colombia

Itinerary description

El rostro de la tormenta

Fecha: lunes 7 de junio de 2021
Hora: 5:00 pm
Lugar: Barranquilla


Después de algunos días indeciso por escoger una ruta que me permitiera experimentar una nueva travesía por los senderos del Atlántico, un acontecimiento meteorológico me daba la clave, no solo para determinar el recorrido, sino, para escoger el día y los tiempos exactos. Se aproximaba una onda tropical y con ello se auguraban días nublados y lluviosos en la región Caribe.

Como ya es sabido, esta zona es cálida, el sol es extremadamente sofocante y la aridez es inclemente en tiempos de sequía. El mes de mayo había sido mucho menos lluvioso que de costumbre, las precipitaciones brillaron por su ausencia y las esperanzas de que junio fuera diferente eran precarias, dadas sus características de mes seco. Sin embargo, por esas cosas que solo suceden en este trópico macondiano, en junio brotaron nubes, y de las nubes brotaron lluvias y, además, llegó la sombra.

El día escogido fue el miércoles 9, dos días después.


Fecha: miércoles 9 de junio de 2021
Hora: 5:20 am
Lugar: Punta Brava, Puerto Colombia, Atlántico
Objetivo: encontrarme con la onda tropical en la barra de Puerto Velero

Decidí salir desde Punta Brava por referencia de un conocido. Partí a las 5:20 am rumbo al castillo de Salgar por toda la línea de playa en medio de un amanecer de ensueño. El despuntar del sol y el sonido del oleaje incentivaban mis emociones y potenciaban mis deseos de caminar y explorar lugares más allá de la óptica cotidiana con que los miramos. Llegué 40 minutos después al castillo, desde donde aprecié la majestuosidad del Mar Caribe, un vasto cuerpo de agua bello y arrogante, taciturno y desafiante, sin límites.

No tuve chances de seguir bordeando la costa y debí tomar un tramo de la vía que conduce a Puerto Colombia hasta que nuevamente me incorporé a la playa. Luego, a la altura del viejo muelle, tomé la vía que conduce a Cerro Cupino. Después de subir y bajar el cerro asalté el Bajo Ostión para, pasadas unas horas, llegar al corregimiento de Juaruco, en donde me abastecí de agua y renové fuerzas. Había recorrido veintidós kilómetros hasta el momento.

Aprovechando que las nubes me acompañaban y me protegían de los rayos solares, tomé la vía asfaltada que conduce a El Morro y luego intercepté la vía al mar que conecta a Barranquilla con Cartagena. Transitado un kilómetro de recorrido por la carretera me introduje a un camino destapado e interminable que me llevó a las playas de Caño Dulce, a donde llegué a las 11:23 am. Había previsto que el eje de la onda tropical estaría en la punta de Puerto Velero en horas de mediodía, alrededor de las 12:00, razón por la cual me tocaba apretar la marcha.

Cuando llegué a Puerto Velero eran las 11:35 am y ya estaban cayendo las primeras gotas de lluvia, divisé el horizonte y noté el advenimiento de un conglomerado nuboso espectacular que me inducía a llegar pronto a la barra.

En palabras de mi amigo Adley Del Risco, la barra o punta de Puerto Velero se formó con el traslado del sedimento transportado por el río Magdalena después de la construcción de los tajamares. Esa obra de ingeniería hidráulica hizo desaparecer a Isla verde, un promontorio más grande y extenso que la barra de Puerto Velero y protección natural de la ensenada de Salgar, Sabanilla y la Bahía de Cupino en Puerto Colombia. Además, cambió la distancia y cantidad de sedimento que se depositaba en estos lugares, afectando significativamente la biodiversidad de la zona, el turismo y la pesca. A ese terraplén de sedimentos que hoy subsiste quería llegar yo para avistar la onda tropical.

Después de asegurar mi viejo y lento teléfono celular y preparar mi mochila para la lluvia, reinicié la marcha siguiendo las marcas de un estrecho sendero contiguo a la línea de playa. Si bien el terreno es un desierto de escombros de mangle, la vista al mar es espectacular y la sensación de intimidad que se va experimentando cada vez que te introduces a sus terrenos la decora un aura de misterio, especialmente porque es una zona despoblada, solo transitada por pescadores a ciertas horas del día. Y en ese momento, sitiado por una horda de nubes de tormentas y la inminente llegada de lluvias torrenciales, no había nadie en la zona. Por lo menos eso pensaba yo.

Avanzados, aproximadamente, ochocientos metros, se incrementó la intensidad de la lluvia, la visibilidad se redujo considerablemente, la velocidad del viento aumentó y con ello el oleaje se hizo más vertiginoso. Unos metros más adelante pude divisar la presencia de una persona debajo de una enclenque casucha de palos acompañada de una nevera de icopor y un trasmallo, era un pescador. Me acerqué y entablé conversación con él. Me contó que se llamaba Julio, que le apodaban el caporo, que vivía en Puerto Colombia, tenía dos hijos y era pescador de toda la vida. Me dijo que había sido un buen día para la pesca y que dentro de poco ya se iba a su casa. Yo le comenté que se acercaba una tormenta y que sería mejor que recogiera sus cosas y se marchara enseguida. El, incrédulo, me dijo que solo eran amagues del tiempo, que solo sería una lluvia de corta duración. Me preguntó hacia donde me dirigía y le esbocé mi plan. Me dijo que había un camino más corto y me recomendó que no llegara al final de la barra, que no iba a encontrar nada nuevo, nada atractivo. Sin embargo, yo, haciendo caso omiso, decidí seguir el camino trazado inicialmente y me despedí del pescador.

La lluvia arreció y la tormenta dijo presente. El viento cade vez más me hacía oposición y el oleaje ya estaba embravecido. Tenía escasos treinta metros de visibilidad. Había transcurrido media hora desde que me alejé de Julio y había avanzado muy poco por la resistencia que oponían las condiciones meteorológicas. Sin embargo, estaba decidido a continuar; pues, este escenario ya lo suponía de antemano. Así transité casi un kilómetro hasta que una fuerte ráfaga de viento me venció, me levantó y me arrojó casi ocho metros desde mi posición. Caí en medio de palos de mangle muertos, golpeándome un poco el costado derecho. Después de dos minutos tirado en el suelo empantanado, me levanté y me incorporé a la marcha. Mi cuerpo hacía agua, las descargas eléctricas eran violentas, no veía más de cuatro metros y la poca extensión del mar que veía era un oleaje feroz y una marea que estaba cada vez más cerca de mí.

Por un momento me sentí desorientado, no sabía si me introducía más al mar o me alejaba, estaba totalmente sitiado por densas paredes de lluvia y los constantes fogonazos de las descargas eléctricas. Jamás experimenté rayos tan cerca y truenos tan sonoros como en ese momento. Después de reorientarme seguí caminando como pude hasta que observé la silueta de una nueva casucha, más grande y con personas en movimiento. Se veía incluso un vehículo. Pensé llegar hasta ese lugar, pero seguidamente una fuerte descarga cayó frente a mí y me indujo a abandonar el objetivo. Estaba justo a merced del eje de la onda tropical, experimentaba una sensación indescriptible, pero comprendía que así me era difícil avanzar.

Comencé a devolverme en medio de una zona ya pantanosa por tanta lluvia recibida. El agua cubría mis tobillos, pero la resistencia del viento era menor. Mi ritmo de desplazamiento era más fuerte, aunque la visibilidad no mejoraba mucho. Luego de unos 40 minutos, sin tenerlo en cuenta, volví a pasar por el lugar donde me encontré con el “caporo” y, sorprendentemente, ahí estaba aún. Acurrucado, titilando más de miedo que de frío, se sorprendió cuando me vio. Le pregunté que le pasaba y me comentó que les tenía temor a los rayos y que por tal razón no se atrevía a moverse del lugar. Me causó gracia su respuesta puesto que un pedazo de plástico y cuatro palos es muy poca la seguridad que pueden brindar ante una tormenta de semejante magnitud.

Una descarga sin igual tuvo lugar justo a nuestro lado. Un destello de otro mundo, una luz incandescente me cegó por unos minutos, un ruido ensordecedor que casi rompe mis oídos, una sensación de estar dominado por un poder sobrenatural, un momento para la historia. Cuando voltee a mirar hacia mi lado, el pescador estaba petrificado, se había tirado al mar, sus casi dos metros de estatura y sus aproximados doscientos kilos de peso yacían dentro del agua. Yo le hablaba y no me escuchaba, lloraba de miedo y desespero. Traté de tranquilizarlo mientras le recogía su trasmallo, las carnadas y otros elementos de trabajo para guardárselos en su nevera de poliestireno. Una vez hice eso le dije que me siguiera, que la tormenta y yo éramos viejos conocidos, que iba a volver a salvo. Julio me siguió.

Un momento después la intensidad de la lluvia disminuyó y con ello mejoró la visibilidad. El regreso a Puerto Velero fue calmado, lo más difícil fue transitar por el camino inundado y algunas descargas que aún persistían. Sin embargo, la tormenta fue cesando poco a poco, el eje de onda se alejaba progresivamente como diciendo adiós, como si fuera la única vez en que nos veríamos, como si no hubiera mañana, como si sus días estuvieran contados. Y yo le dije adiós con mi mano mientras Julio me miraba con perplejidad.

Acompañé a Julio a tomar una motocicleta que lo llevara a su casa. Antes de partir me recomendó que tomara un bus del municipio de Juan de Acosta que pasaba por ahí cerca y que me llevaba a Barranquilla. Me despedí de él con sensaciones parecidas a las que sentí cuando se alejó la tormenta y seguí caminando hasta el lugar donde pasaba el bus. Estaba en la orilla de la ensenada Trebal, había caminado cuarenta y un kilómetros, eran las 2:21 pm y persistía una lluvia de intensidad moderada. Una parte del objetivo estaba cumplida, pero otra no. Cabizbajo seguí caminando y a mi izquierda divisé a lo lejos la orilla de playa que me conducía a Puerto Colombia. Aquí comenzaba un nuevo episodio.

Haciendo nuevamente caso omiso a las recomendaciones de Julio, atravesé en diagonal cerca de ochocientos metros de un terreno cubierto de restos de mangle, completamente desolado, tenebroso y encharcado. Logré llegar a la orilla de playa y me enruté hacia Puerto Colombia. Fueron nueve kilómetros duros, con el agua casi hasta las rodillas, la marea estaba alta, el mar picado y la lluvia volvía a intensificarse. Jamás me vi tan solo en un lugar. Nada de personas, nada de animales, solos el mar, el mangle, las nubes, la lluvia, un horizonte infinito y yo. Sentía que por más que caminaba no avanzaba. Así estuve, por lo menos, durante dos horas hasta que pude divisar los restos del viejo muelle a lo lejos, ahí supe que había cumplido con el plan.

Llegué a Puerto Colombia a las 4:47 pm, exhausto, pero rebosante de la dicha. Caminé un poco más de 50 kilómetros, las fuerzas de la naturaleza conspiraron nuevamente a mi favor.

Julio, tal vez, nunca sepa que escribí estas líneas por él. En su rostro de temor pude ver el rostro de la tormenta.


Nelson Vásquez Castellar

Waypoints

PictographWaypoint Altitude 42 ft
Photo ofPunta brava

Punta brava

PictographWaypoint Altitude 28 ft
Photo ofVista Puerto Colombia

Vista Puerto Colombia

PictographWaypoint Altitude 11 ft
Photo ofLínea de playa Photo ofLínea de playa

Línea de playa

PictographWaypoint Altitude 2 ft
Photo ofImagine ecohotel Photo ofImagine ecohotel

Imagine ecohotel

PictographWaypoint Altitude -29 ft
Photo ofVista Castillo de Salgar Photo ofVista Castillo de Salgar

Vista Castillo de Salgar

PictographWaypoint Altitude 6 ft
Photo ofCastillo de Salgar al horizonte

Castillo de Salgar al horizonte

PictographWaypoint Altitude 36 ft
Photo ofDesde el castillo de Salgar Photo ofDesde el castillo de Salgar

Desde el castillo de Salgar

PictographWaypoint Altitude -36 ft
Photo ofVista antiguo muelle de Puerto Colombia

Vista antiguo muelle de Puerto Colombia

PictographWaypoint Altitude 155 ft
Photo ofMuelle de Puerto Colombia desde Cerro Cupino Photo ofMuelle de Puerto Colombia desde Cerro Cupino

Muelle de Puerto Colombia desde Cerro Cupino

PictographWaypoint Altitude 31 ft
Photo ofCamino hacia El bajo ostión

Camino hacia El bajo ostión

PictographWaypoint Altitude 102 ft
Photo ofLaguna

Laguna

PictographWaypoint Altitude 109 ft
Photo ofCamino a Juaruco

Camino a Juaruco

PictographWaypoint Altitude 251 ft
Photo ofLaguna hacia Juaruco

Laguna hacia Juaruco

PictographWaypoint Altitude 506 ft
Photo ofCorral de ganado

Corral de ganado

PictographWaypoint Altitude 884 ft
Photo ofWaypoint

Waypoint

Via a El Morro, dejando Juaruco

PictographWaypoint Altitude 653 ft
Photo ofVista al mar

Vista al mar

PictographWaypoint Altitude 569 ft
Photo ofLa piedra

La piedra

PictographWaypoint Altitude 485 ft
Photo ofEntrada a El Morro

Entrada a El Morro

PictographWaypoint Altitude 53 ft
Photo ofCamino al mar

Camino al mar

PictographWaypoint Altitude 5 ft
Photo ofPlayas de Puerto velero

Playas de Puerto velero

Comments

    You can or this trail