Ruta de los Lavaderos de Villanueva de Córdoba (Paisajes con Historia)
near Villanueva de Córdoba, Andalucía (España)
Viewed 455 times, downloaded 6 times
Trail photos
Itinerary description
Ruta del programa Paisajes con Historia.
La ruta empieza en la plaza de toros, siguiendo el camino de la Bermejuela hasta el Lavadero Fuente del Caño y el pozo de La Cadena. Este lavadero cuenta con 17 pilares situados en un talud que permite el llenado de forma natural. Tras retroceder hasta la plaza de toros, el segundo tramo discurre por el camino de la Conejera hasta llegar, a
unos 450 metros del pueblo, al lavadero El Gusanito, situado en el paraje de Las Conejeras. Una vez allí, cambiaremos de sentido para conectar con el punto de unión de los anteriores caminos, atravesaremos el pueblo por la calle Luna y a la izquierda por la calle Jara para dirigirnos, a 550 m del casco urbano, por el camino de la Virgen de Luna, hasta el lavadero El Regajito.
Los lavaderos públicos A principios del siglo XX, se construyeron lavaderos públicos junto a los pozos construidos para el consumo humano y del ganado, siempre a las salidas del pueblo, mejorando así la higiene de la población. Asociados a estas fuentes y pozos, se conservan los tradicionales lavaderos públicos, elementos singulares de la cultura COLABORA PATROCINA tradicional andaluza. En la zona norte de la provincia,
sobre todo en la comarca de Los Pedroches, abunda un tipo de lavadero integrado por pilas sueltas, labrada en granito o excavadas en la roca, que se sitúan en batería
o alineadas en un costado de la fuente o pozo.
El proceso de lavado comenzaba esmugrando la ropa, que consistía en refregar con agua y jabón lo más sucio de la ropa. A continuación se sumergía la ropa en agua limpia y se le daba un ojo, es decir, se aclaraba la ropa y se le volvía a dar jabón para ponerla al sol, a rehervir, sobre la hierba o en algún ponedero.
Si la ropa quedaba limpia y no necesitaba más lavados se pasaba a hondear con agua limpia y eliminar por completo los restos de jabón. En el último aclarado se echaba azulillo, polvos de añil que se empleaban para dar un tono azulado a la ropa blanca después de lavarla. Estos polvos azules se introducían en una muñequilla de trapo y se sumergía en el agua para impedir que el polvo manchara la ropa.
Una vez limpia la ropa, se tendía en un lugar seguro para que no se volviera a manchar: sobre juncos, paredes, cuerdas, etc., lo que en el argot popular se conocía como «tender al repechete».
La ruta empieza en la plaza de toros, siguiendo el camino de la Bermejuela hasta el Lavadero Fuente del Caño y el pozo de La Cadena. Este lavadero cuenta con 17 pilares situados en un talud que permite el llenado de forma natural. Tras retroceder hasta la plaza de toros, el segundo tramo discurre por el camino de la Conejera hasta llegar, a
unos 450 metros del pueblo, al lavadero El Gusanito, situado en el paraje de Las Conejeras. Una vez allí, cambiaremos de sentido para conectar con el punto de unión de los anteriores caminos, atravesaremos el pueblo por la calle Luna y a la izquierda por la calle Jara para dirigirnos, a 550 m del casco urbano, por el camino de la Virgen de Luna, hasta el lavadero El Regajito.
Los lavaderos públicos A principios del siglo XX, se construyeron lavaderos públicos junto a los pozos construidos para el consumo humano y del ganado, siempre a las salidas del pueblo, mejorando así la higiene de la población. Asociados a estas fuentes y pozos, se conservan los tradicionales lavaderos públicos, elementos singulares de la cultura COLABORA PATROCINA tradicional andaluza. En la zona norte de la provincia,
sobre todo en la comarca de Los Pedroches, abunda un tipo de lavadero integrado por pilas sueltas, labrada en granito o excavadas en la roca, que se sitúan en batería
o alineadas en un costado de la fuente o pozo.
El proceso de lavado comenzaba esmugrando la ropa, que consistía en refregar con agua y jabón lo más sucio de la ropa. A continuación se sumergía la ropa en agua limpia y se le daba un ojo, es decir, se aclaraba la ropa y se le volvía a dar jabón para ponerla al sol, a rehervir, sobre la hierba o en algún ponedero.
Si la ropa quedaba limpia y no necesitaba más lavados se pasaba a hondear con agua limpia y eliminar por completo los restos de jabón. En el último aclarado se echaba azulillo, polvos de añil que se empleaban para dar un tono azulado a la ropa blanca después de lavarla. Estos polvos azules se introducían en una muñequilla de trapo y se sumergía en el agua para impedir que el polvo manchara la ropa.
Una vez limpia la ropa, se tendía en un lugar seguro para que no se volviera a manchar: sobre juncos, paredes, cuerdas, etc., lo que en el argot popular se conocía como «tender al repechete».
Waypoints
You can add a comment or review this trail
Comments