Robres y pirucal singulares de Burgos. Desde Ahedo de las Pueblas por Bustimejo a Robredo de las Pueblas. Valdeporres.
near Ahedo de las Pueblas, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Robres singulares de Burgos localizados en Robredo de las Pueblas, Merindad de Valdeporres.
Desde la plaza de Ahedo de las Pueblas salimos después de descubrir una bolera de tres tablones que se encuentra bien conservada.
No en vano sigue juntándose a uno de los deportes rurales del norte de la provincia de Burgos.
Nos dirigimos hacia el robledal o roblizal que baja hasta el río Torriente, pero antes de adentrarnos en un bosque maravilloso con magníficos elementos arbóreos debemos saludar al bajo relieve de La Mujer Desnuda.
La dejamos a la solana y después de atravesar la puerta por la que se accede al bosque para atravesarlo vamos descendiendo paulatinamente entre un sendero carretero que en ocasiones se pierde debido al desuso.
Aún así, los robles, algún haya y acebos conforman un bosque maravilloso que sin pérdida nos hacen llegar hasta Bustimejo, una zona de pastizales que se resisten ante la presión de los árboles y arbustos a desaparecer.
Una portilla alambrada y acto seguido un puente de la FEVE que pasamos por debajo hacen que podamos disfrutar de nuestra ruta hasta llegar a la carretera que desemboca en Robredo de las Pueblas.
Dicha vía es atravesada en perpendicular por los arroyos de la Hoya y de la Cueva.
Transcurre en paralelo al río Torriente y es vigilada de cerca por la imponente mole del castro de Maza.
Enseguida giramos hacia la derecha rodeando unas peñas de arenisca para llegar a la cima entrada de una localidad arrinconada entre los Picones y la Maza.
El silencio solo se rompe por los cencerros del ganado que campa a sus anchas.
Las primeras casas se dispersan entre los prados y comienza a dejarse ver algún ejemplar guapo de robre, como aquí los nombran en castellano arcaico.
Llegamos a la iglesia de San Miguel y junto a ella se encuentra el cementerio.
En su esquina, pegada a la parroquia, se yergue un tejo hembra.
Su estilizada forma resalta con el ocre que ahora, en invierno, viste irremediablemente estos paisajes norteños de la provincia.
Rodeamos la iglesia y de ahí se descubre el ramaje esquelético de un grande que apenas hace un lustro nos ha dejado.
Tiene nombre. El roble de las Grijas.
Su apellido se debe a la presencia por sus cercanías de piedrecitas de pedernal, que así se las nombran por aquí: grijas o grijos.
Este ejemplar se libró de la gran tala que hubo por la zona gracias a su apadrinamiento por parte de uno de sus vecinos que se fue a México a hacer las Américas. Cincuenta pesetas de primeros del siglo XX fue la donación de Venancio Ruiz.
Nos encontramos con Felipe y posteriormente con el bueno de José Luis, que así nos contó su historia.
Más arriba vive José Miguel.
Nada más y nada menos que frente al roble de El Cubilote.
La carretera que se fraguó junto a este árbol singular y su cercanía a la vía del ferrocarril Bilbao-La Robla lo han medio sentenciado, con una poda indiscriminada de sus grandes ramas; haciendo que se deformara su gran tronco, cual gigante de cuento.
Su estado es mejorable, pero la situación es la que es.
Atravesamos el puente de la vía y giramos a la derecha.
Unas bonitas campas recién desbrozadas facilitan poder alcanzar un puente más antiguo sobre la vía.
Frente a él encontramos un capricho de José Miguel.
Un alcornoque traído de Extremadura se ha criado con brío y su copa reluce junto a su tronco oxidado donde se le ha extraído medio metro de su acorchada corteza.
No está solo este bonito ejemplar. Le acompaña un gran roble hueco que se resiste también a abandonarnos.
Se localiza junto al depósito.
De ahí que en algún registro figure como el roble del depósito.
Desde la plaza de Ahedo de las Pueblas salimos después de descubrir una bolera de tres tablones que se encuentra bien conservada.
No en vano sigue juntándose a uno de los deportes rurales del norte de la provincia de Burgos.
Nos dirigimos hacia el robledal o roblizal que baja hasta el río Torriente, pero antes de adentrarnos en un bosque maravilloso con magníficos elementos arbóreos debemos saludar al bajo relieve de La Mujer Desnuda.
La dejamos a la solana y después de atravesar la puerta por la que se accede al bosque para atravesarlo vamos descendiendo paulatinamente entre un sendero carretero que en ocasiones se pierde debido al desuso.
Aún así, los robles, algún haya y acebos conforman un bosque maravilloso que sin pérdida nos hacen llegar hasta Bustimejo, una zona de pastizales que se resisten ante la presión de los árboles y arbustos a desaparecer.
Una portilla alambrada y acto seguido un puente de la FEVE que pasamos por debajo hacen que podamos disfrutar de nuestra ruta hasta llegar a la carretera que desemboca en Robredo de las Pueblas.
Dicha vía es atravesada en perpendicular por los arroyos de la Hoya y de la Cueva.
Transcurre en paralelo al río Torriente y es vigilada de cerca por la imponente mole del castro de Maza.
Enseguida giramos hacia la derecha rodeando unas peñas de arenisca para llegar a la cima entrada de una localidad arrinconada entre los Picones y la Maza.
El silencio solo se rompe por los cencerros del ganado que campa a sus anchas.
Las primeras casas se dispersan entre los prados y comienza a dejarse ver algún ejemplar guapo de robre, como aquí los nombran en castellano arcaico.
Llegamos a la iglesia de San Miguel y junto a ella se encuentra el cementerio.
En su esquina, pegada a la parroquia, se yergue un tejo hembra.
Su estilizada forma resalta con el ocre que ahora, en invierno, viste irremediablemente estos paisajes norteños de la provincia.
Rodeamos la iglesia y de ahí se descubre el ramaje esquelético de un grande que apenas hace un lustro nos ha dejado.
Tiene nombre. El roble de las Grijas.
Su apellido se debe a la presencia por sus cercanías de piedrecitas de pedernal, que así se las nombran por aquí: grijas o grijos.
Este ejemplar se libró de la gran tala que hubo por la zona gracias a su apadrinamiento por parte de uno de sus vecinos que se fue a México a hacer las Américas. Cincuenta pesetas de primeros del siglo XX fue la donación de Venancio Ruiz.
Nos encontramos con Felipe y posteriormente con el bueno de José Luis, que así nos contó su historia.
Más arriba vive José Miguel.
Nada más y nada menos que frente al roble de El Cubilote.
La carretera que se fraguó junto a este árbol singular y su cercanía a la vía del ferrocarril Bilbao-La Robla lo han medio sentenciado, con una poda indiscriminada de sus grandes ramas; haciendo que se deformara su gran tronco, cual gigante de cuento.
Su estado es mejorable, pero la situación es la que es.
Atravesamos el puente de la vía y giramos a la derecha.
Unas bonitas campas recién desbrozadas facilitan poder alcanzar un puente más antiguo sobre la vía.
Frente a él encontramos un capricho de José Miguel.
Un alcornoque traído de Extremadura se ha criado con brío y su copa reluce junto a su tronco oxidado donde se le ha extraído medio metro de su acorchada corteza.
No está solo este bonito ejemplar. Le acompaña un gran roble hueco que se resiste también a abandonarnos.
Se localiza junto al depósito.
De ahí que en algún registro figure como el roble del depósito.
Waypoints
Car park
2,605 ft
Ahedo de las Pueblas. Pirucal de la bolera
Bolera, cruces, fuente, hitos informativos. Junto a la bolera, encontramos otro árbol singular de la provincia de Burgos. Se trata de Pirucal de la bolera.
Tree
2,441 ft
Roble de las Grijas (piedrecitas de pedernal)
Un vecino emigrado a América lo apadrinó para que no fuese cortado. Hace unos 4 años se secó. Marzo de 3024 se ha caído
Comments (1)
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Maravilloso entorno con unos robles increíbles