RIVERA SANTIBAÑESA DEL TERA (Santibáñez de Tera, Zamora)

Para comenzar esta ruta fuimos al municipio de Santibáñez de Tera (Zamora) y aparcamos nuestro vehículo en la Plaza Mayor, donde hay un panel explicativo de la ruta y desde donde se marca el inicio de la misma.

Tomaremos la Calle Senso Lázaro donde ya podremos ver indicaciones de la ruta en colores verde y blanco pintadas en las fachadas. A mano izquierda dejaremos la iglesia parroquial y llegaremos a la Calle de Colón y a la Plaza del Rollo, donde veremos la salida del pueblo en la Calle El Molino, donde el asfalto se torna tierra al comenzar la zona hortícola y agrícola del pueblo.

Seguiremos recto hasta la segunda intersección de caminos, donde giraremos a la derecha, este camino tiene a su derecha el paraje denominado Villa Freiz, donde se han encontrado restos arqueológicos, y nos llevará hasta la carretera provincial del pueblo que une Santibáñez de Tera con Santa Marta de Tera.

Tomamos la dirección izquierda y caminamos por la carretera teniendo en cuenta que, a unos 350 metros, a nuestra derecha hay una bajada señalizada que nos marca el inicio del sendero a través de la ribera.

Seguimos este sendero y pasaremos al lado de un edificio abandonado, y tras unos 200 metros, atravesaremos un puentecillo de madera y llegaremos al primer lugar de interés de la ruta, el Puente de los Cinco Arcos proyectado en 1901.

Aquí también podremos encontrar un robusto árbol con un letrero que invita a que el senderista le dé un abrazo, anímense, háganlo, y establezcamos entre todos los senderistas una bonita tradición a la hora de realizar esta ruta.

Siguiendo las balizas de color verde y blanco caminaremos por un sendero al lado del río y llegaremos a otro de los puntos de interés de la ruta: El Bosque Encantado. ¡Vaya explosión de colores!, Flora, vecina del pueblo ha sido la encargada de pintar numerosos motivos en los árboles que no dejarán indiferentes a nadie.

Más adelante, y continuando el sendero llegamos a un pequeño puente de madera, y, tras cruzarlo, llegaremos a otro sinuoso camino que nos lleva a otro le los lugares de interés de la ruta: Las ruinas del Molino del s. XIX que, a pesar de su estado, aún conserva buena parte de su estructura y nos podemos hacer a la idea de cómo era su funcionamiento.

Seguimos las balizas verdes y blancas y el camino sigue acompañando al río, y tras un tramo acompañado de pinos silvestres nos toparemos con el área recreativa denominada La Tablada, un buen lugar para descansar antes de proseguir la ruta.

Cruzamos un puente de madera con barandillas metálicas verdes, y entramos en la zona denominada como La Isla, donde un largo y tranquilo camino entre chopos que nos llevará a un cruce señalizado, tomaremos el camino de la derecha para llegar a la Presa del Miguelón, donde el agua discurre rompiéndose contra esta obra de época incierta, un tramo de la ruta que el senderista no se debe perder.

Volvemos hasta el cruce anteriormente mencionado y tomaremos el otro camino hasta la zona denominada Manga Fornos, donde, como si de una gymkana se tratase debemos sortear el río cruzando pequeñas acequias a modo de puentes y saltando por bloques de hormigón.

Entramos en la etapa final de la ruta, seguimos la señalización verde y blanca y tras pasar otro puente llegamos a la Fábrica de Luz “S.A. Eléctrica Santibañesa”, un viejo edificio en estado de abandono que era el encargado de abastecer de energía eléctrica a varias localidades de las márgenes del rio Tera.

La ruta continúa hacia el área recreativa de La Tablada y vuelve por un camino recto hacia el pueblo, nosotros decidimos continuar dando un rodeo por la fértil vega (ver en el mapa de ruta) para acabar la ruta por otro lugar que no hubiésemos visto. El camino que cogimos acaba en la recta que sale desde la Tablada y esta recta se une en el pueblo con la Calle Barrundiel y esta con la Calle La Panera, que es la que sube hasta la Plaza Mayor, lugar donde iniciamos la ruta.

Por último, quiero añadir que la ruta se encuentra repleta de miradores y zonas de descanso con mesas y bancos para poder comer, descansar o disfrutar del paisaje.