Río de los Molinos-Tajo de las Escobas-Llanos del Juncal-Pico Luna-Río de la Vega
near El Cuartón, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Maravillosa ruta realizada con Comando Preston por una de las zonas más singulares del P.N. de los Alcornocales, propuesta, organizada y guiada por nuestra compañera Isabel. Es un recorrido muy completo y variado que remonta el canuto del Arroyo de los Molinos –con espectaculares cascadas entre helechos, brezo, rododendros y alcornoques–, sube al Tajo de las Escobas y al Pico Luna –magníficos miradores a Tarifa, la Bahía de Algeciras, Gibraltar y las costas de África–, atraviesa los Llanos del Juncal y el frondoso Bosque de los Quejigos Enanos –representante arquetípico del bosque de niebla, tapizado de mullido musgo– y baja por un precioso alcornocal de grandes ejemplares en la ribera del Río de la Vega.
Hay que tener en cuenta que para entrar en la zona de los Llanos del Juncal es necesario solicitar permiso a la oficina del Parque.
Dejamos los coches en la carretera terriza CA-2215 a la altura del cruce con el Río de la Vega, a unos 4 Km de su inicio en la N-340 frente al Mirador del Estrecho, en un ensanche junto a unas albercas. Se trata de un carril ancho y en buen estado en su mayor parte, pero con algunos tramos de grandes baches en los que hay que circular con mucha precaución si vamos en un turismo.
Comenzamos a caminar por el carril atravesando la Dehesa de la Longanilla.
Este es el tramo más tedioso de la ruta y preferimos quitárnoslo ahora que estamos frescos, unos 3 Km hasta el puente sobre el Río de los Molinos donde nos encontramos el primer salto de agua.
Unos metros más adelante abandonamos la pista por un sendero bien marcado que asciende junto al cauce por la margen derecha. Ya desde el principio los helechos tapizan todo el suelo junto con brezo, rododendros en flor y alcornoques de buen porte.
Vamos asomándonos al cauce cuando el terreno lo permite para contemplar los pequeños saltos que hace el río en su descenso a través del espeso bosque de galería –o canuto, que es el término local–.
Luego tenemos que vadear el río para remontar el Arroyo del Tajo, tributario que le entra por su margen izquierda, pero antes nos acercamos a una bonita chorrera situada un poco más arriba en el cauce principal. Aunque no lleva mucha agua es un sitio precioso.
Volvemos al vado y cruzamos para continuar por el sendero –que sigue estando bien marcado– hasta otra cascada, esta más alta y caudalosa, ya en el Arroyo del Tejo. Aquí paramos un rato para hacer fotos y recrearnos –el lugar lo merece, es el salto más espectacular de los que veremos–.
Luego seguimos subiendo y visitamos otra cascada que se encuentra sobre esta, yo trepo directamente por una zona algo empinada –hay que usar las manos–, pero se puede subir cómodamente siguiendo el sendero. Hay que recordar que el track es solo una referencia aproximada de la que no podemos fiarnos a pies juntillas, sobre todo en estas zonas encajonadas donde la visión de los satélites es pobre y se pierde mucha precisión. Lo fundamental es la interpretación del terreno con todos los sentidos, especialmente el común. Para acercarnos a la cascada hay que bajar una empinada rampa sin mayor dificultad.
Volvemos a subir y desde el mismo punto me acerco a otra chorrera más que se encuentra sobre la anterior, en este tramo tan vertical el arroyo describe una serie de saltos consecutivos. No hace falta decir que todos estos desvíos son opcionales, si se prefiere se puede seguir por el sendero sin apartarse, aunque en mi opinión merecen la pena.
Más arriba nos acercamos por última vez al cauce y luego lo abandonamos para encaminarnos decididamente al Tajo de las Escobas por su cuerda oeste. Subimos primero entre helechos y grandes alcornoques pero más arriba el terreno se abre, con signos claros de un incendio reciente. La ventaja son las bonitas vistas que vamos teniendo hacia la zona de Tarifa, el estrecho y las costas de África.
En el último tramo, ya casi arriba, encontramos una valla que cierra una de las varias instalaciones de telecomunicaciones que se encuentran en este estratégico lugar –el más elevado de la zona–, con la cancela abierta. Es preferible seguir por fuera, con la valla a la izquierda, pegados a ella. Pronto Llegamos a la Piedra Ventana, un curioso risco con dos orificios por los que se puede ver Tarifa con la Playa de los Lances o el Jebel Musa en la costa africana.
Hacia el otro lado tenemos ya vista de toda la bahía de Algeciras cerrada por el Peñón de Gibraltar.
Después de recrearnos con las vistas y hacer las fotos pertinentes atravesamos la cima, plagada de antenas y radioenlaces y bajamos por la pista hacia la cancela de los Llanos del Juncal.
Como advierte el cartel, es necesario tener autorización para entrar en esta zona, y debemos respetar siempre el entorno, especialmente en una zona de altísimo valor como esta. Los vientos húmedos del Mediterráneo y del Atlántico que soplan continuamente por aquí se estrellan contra las abruptas laderas depositando su carga húmeda y creando así estos frondosos bosques, cubiertos de abundante y mullido musgo, que uno no esperaría encontrar en una zona de tan modesta pluviometría. El resultado es verdaderamente espectacular, abruma tanto verdor y espesura.
Paramos a comer por aquí, y a disfrutar un rato de este entorno mágico, y luego seguimos atravesando el bosque hasta el idílico llano que da nombre a la zona.
A la salida del claro hay una curiosa piedra, no sé qué tiene de particular, pero me atrae mucho y siempre la recuerdo.
Luego el sendero se adentra en el denso Bosque de los Quejigos Enanos, maravilloso, en dirección al Pico Luna.
Cuando llegamos a la cuerda un murete de piedra a hueso separa las dos vertientes, yo voy caminando sobre él y encaramándome a los riscos que me van saliendo al paso, aunque por el sendero se va mucho más cómodo –cuestión de gusto–.
Desde aquí se aprecia la extrema densidad del quejigal que hemos atravesado, aunque el sendero nos conduce perfectamente por sus entrañas permitiendo el paso sin ninguna dificultad.
Desde el vértice las vistas son nuevamente magníficas. Hay varias formaciones rocosas singulares con las que nos recreamos, particularmente con una especie de champiñón calizo gigante en el que todos nos fotografiamos. Para llegar a él hay que pasar una valla, pero no es necesario saltarla, existe una portilla en la parte oeste.
Tras un rato disfrutando del paisaje volvemos por el mismo camino –o casi, esta vez voy por el sendero, no sobre el muro, y al final atrocho una larga curva del carril– hasta el Tajo de las Escobas, y desde allí bajamos en dirección sur por una zona abierta hacia el Río de la Vega.
Cuando llegamos a un collado giramos a la derecha buscando la Colada de los Bubones de la Ahumada, que corre paralela al Río de la Vega a través de un espléndido alcornocal y nos conduce de nuevo al punto donde dejamos los coches.
Una ruta inolvidable con un grupo inigualable.
Waypoints
Vado
Arroyo del Tajo
Tajo de las Escobas
Portilla
Llanos del Juncal
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