156. Río de la Umbría desde Barbadillo de Herreros

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 50 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' (en el límite con 'Media') para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 391 metros (superior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULO

El valle de La Umbría se tiende inclinado de oriente a poniente a lo largo de las estribaciones meridionales de la Sierra de la Demanda. El río que lo surca, denominado de La Umbría (o de La Soledad, según zonas de su curso), nace en las laderas del pico Gatón occidental.

Es un valle profundo y angosto. En su lecho sólo cabe un estrecho cauce, el del río; nada más. Las laderas caen sobre él en una aguda V. Con esa orientación, el sol difícilmente llega a penetrar en el hendido valle. En su vertiente sur (la que mira al norte), la sombra parece permanente; al menos, en parte de la época otoñal e invernal.

Es esto, pues, relevante para explicarse el nombre de ‘La Umbría’. La sombra y la humedad parecen ser un caldo de cultivo ideal para las hayas, que colonizan la ladera de esa vertiente. En medio, en las orillas del río, entre sombra y sol, crece musgo gris en los árboles. Ya en la otra ladera, la soleada, encuentran acomodo los robles.

Bello contraste. A eso íbamos.

LA RUTA

Tomamos inicialmente como referencia el trazado de ‘Ledanias’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/barbadillo-de-herreros-rio-de-la-umbria-30321662 . Una vez allí, vimos que merecía la pena estirarlo por aquí, por allá,….

Hicimos unos cuantos km más: una prolongación por el robledal de Urdiales en la parte alta, y otra por el hayedo en el lecho del valle. Y más km habrían sido de no haber sufrido un memorable percance (ver Anécdota, debajo), que aconsejaba recoger velas y virar.

La ruta comienza en las afueras de Barbadillo de Herreros. Subimos por el camino de Urdiales hasta el km 5. Regresamos hasta el km 5,9, donde el camino nos lleva a unas tenadas abandonadas. Desde ese punto, tras un vertiginoso (pero no peligroso) descenso, nos plantamos en el fondo del valle, junto a la cascada del Chorranco en el km 7,0.

Allí comienza otro mundo. Seis km más, ahora por el valle, próximos al río. Primero, por su margen derecha (norte), hasta el pontón que lo cruza en el km 8,0. Luego por el otro lado, con ida y vuelta, hasta el km 11,0. Podría haber sido más larga, pero había que poner un límite. Desde el puente, quedan 2 km finales de regreso al origen.

Físicamente, el itinerario no es demandante. No es largo y no tiene mucho desnivel. Los caminos o sendas se encuentran en buen estado. El sendero de bajada al valle desde las tenadas de Urdiales tiene cierta (poca) complicación por la pendiente y la maleza.

La orientación puede ser algo difícil sin guía en algunas partes. En especial, en el tramo de descenso, desde el desvío en el camino de Urdiales hasta el fondo del valle, la guía se hace muy conveniente. La de 'Ledanias' nos resultó muy útil.

DESTACADO

Si digo que ésta es una de las rutas otoñales más bonitas que he recorrido, puede pensarse que estoy exagerando; o, simplemente, que tengo poca experiencia. Puede pensarse…, pero lo mantengo. Es más, diría que también merece estar entre las favoritas en el conjunto de las más de 150 rutas (incluidas las no-otoñales) que he disfrutado.

Claro, esto es una apreciación subjetiva. Así que voy a tratar de sustentarla con razones y referencias objetivas. Primero, una característica general; luego, otras más singulares.

Variedad y contrastes:

En términos generales, resulta una ruta con grandes contrastes paisajísticos. El monte y el valle parecen mundos separados, a pesar de estar contiguos. El sol abierto arriba y la cerrada sombra abajo contribuyen a esa escisión. Un perfecto complemento. Descendiendo del monte al valle a través del abrupto sendero, el cambio es brusco.

En la zona alta tenemos un extenso bosque de robles. A sus formas fantasmales habituales se añade ahora su color. En un día radiante, esas formas quizá causan menos impacto emocional que en otro más gris o brumoso, al caminar entre ellos. Pierden su aura de misterio. Pero, a cambio, en un día luminoso como el presente, los matices cromáticos otoñales en sus hojas se realzan con nitidez.

En el fondo del valle está el cauce del río. Te haces consciente del enorme contraste de repente, al darte de bruces con éste. La vegetación se muda radicalmente respecto a todo lo anterior en la parte alta y la ladera que acabas de dejar. Si antes el bosque estaba dominado por los robles, ahora aparecen innumerables especies vegetales. Aportan sus propios colores y formas.

Aspectos específicos:

La parte alta te envuelve a través del camino de Urdiales. Puede parecer homogénea, un interminable robledal. Pero no fue saciante en absoluto durante los más de 6 km que hicimos por ella. Los robles siempre tienen sorpresas escondidas. Además, a trechos, aparecen claros, espacios abiertos que te permiten elevar la mirada más allá. Hay, en particular, un fantástico mirador en el inicio del descenso, junto a las tenadas.

Pero es la parte baja la que reúne más atractivos. Los mencionaré en el orden de encuentro:

(a) La cascada del Chorranco. Tiene varios saltos de caída del agua. En esta época bajaba, no obstante, muy menguada. El rincón pedregoso y frondoso en el que la cascada se esconde es, en cualquier caso, encantador. En contraste con esta ahora exigua cascada, se puede disfrutar de abundante agua en otra, la del río Pedroso, justo al inicio y el final de la ruta.

(b) El propio río de La Umbría. Nos topamos con él nada más pisar el valle, y nos acompañará ya casi todo el trayecto, a un lado o a otro. A veces el sendero se une a él, aunque normalmente se mantiene ligeramente por encima. El río culebrea entre las rocas. El ímpetu tenaz de aquél las ha pulido con formas aristadas, unas, y redondeadas, otras.

(c) La vegetación. El propio cauce del río, con sus montaraces orillas, está pletórico de vegetación en plenitud de colorido. Entre muchas especies, llaman la atención los árboles desojados y enteramente recubiertos con plateado musgo de roble. Parece escarcha fosilizada sobre sus ramas. Semejan esqueléticos quijotes.

(d) Las hayas en la zona de umbría, en la margen izquierda del río. Están como divorciadas de los robles. Aquellas, a gusto en la sombra; éstos, apegados al lado del solano. Entre el verde, el amarillo, el dorado y el cobrizo, las hayas proporcionan un paraíso multicolor. El tiempo se suspende al caminar por la alfombrada senda cubierta de hojas.

ANÉCDOTA

La ruta fue generosa en todo; también en anécdotas. Por economía (para no sobrecargar la crónica), elegiré sólo una. Dejo el resto en el baúl de los recuerdos, para degustarlas en la memoria de una extraordinaria excursión.

Ocurrió hacia el km 9,6. Aún quedaban más de 3 km de recorrido hasta el final. Esto implicó cerca de una hora, porque había que ir paladeando despacio cada metro. La experiencia tuvo consecuencias que hube de acarrear durante ese tiempo y trayecto.

El entorno era para ‘quitar el hipo’. El dedo índice no daba abasto pulsando botones para capturarlo y llevárnoslo (al entorno). Bajamos a la misma orilla del río. Había que conseguir la ‘mejor’ foto. Siempre con la cámara en una mano y el teléfono en la otra.

Intenté adentrarme en el propio río subiéndome a unas rocas que sobresalían del agua. Resbalé en las piedras húmedas y musgosas. Resbalé… y caí al agua. Aparatosamente. A una pocita que bien me cubría por encima de las rodillas.

Me mojé hasta salva sea la parte. Pero, protector de mis cachivaches (más que de mi salud), mantuve los brazos fuera. Milagrosamente, ni la cámara de fotos ni el teléfono se mojaron. Eso sí, yo me llevé ‘lo mío puesto’ hasta el final de la ruta.

Pero la cosa no acabó ahí. Tuvo más giros. Un km antes del final, nos cruzamos con una chica (bueno, era más joven que yo…) de Barbadillo de Herreros. Parecía la guía de un pequeño grupo foráneo. Intercambiamos unas cuantas impresiones. Gente agradable.

Poco antes de decirnos adiós, le pregunté a la barbadillense:

--“¿Sabe en qué punto, aguas arriba, el río de La Umbría empieza a llamarse río de La Soledad?”.

[Aclaro: Es el mismo río, pero con este segundo nombre lo he oído denominar y lo he visto por escrito, al referirse a su zona alta, en su parte riojana, desde el nacimiento hasta la ermita de La Virgen de la Soledad].

Abrió los ojos, sorprendida:

--“Me pilla en ‘treintaytrés’. Ni idea”.

--“Vaya, pues ahora no sé en qué río me he caído, porque era ya bastante arriba”, apostillé yo.

Me miraron. Cayeron en la cuenta al ver mis humedades y se rieron con ganas. Nos reímos todos de la gracia de mi bien sobrellevada desgracia.

La temperatura exterior era suave (la del agua, no) y el ejercicio contribuía a mantener el cuerpo caliente. El chapuzón y la ropa mojada resultaron sólo una pequeña molestia. Absorto en el encanto del lugar, apenas había tenido tiempo de mirarme y pensar en mí mismo.

RUTAS CERCANAS

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/el-rio-y-la-ermita-de-la-soledad-115571208

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/monterrubio-de-demanda-dehesa-ermita-de-los-martires-y-cerro-114360804

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/cerro-guariste-pico-dos-hombres-y-rio-pedroso-desde-barbadillo-de-herreros-118100802

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/cumbres-riojanas-en-la-demanda-entre-el-salineros-2-101-y-el-gaton-2-037-116257083