Ribeauvillé y la senda de los 3 castillos.

Ribeauvillé, en alemán Rappoltsweiler (nombre usado habitualmente hasta el siglo XIX), es uno de los grandes centros vinícolas que se visitan en la ruta de los vinos de Alsacia, pero es también una población de gran belleza, por su entorno y las construcciones típicas que se pueden ver durante un corto paseo. Si además se desea prolongar el fácil paseo urbano con una visita a los vecinos castillos de Saint-Ulrich (Ulrichsburg), Girsberg y Haut-Ribeaupierre (Hohrappoltstein), que pertenecieron a los antiguos señores de Rappolstein, será preciso recorrer al principio un camino empedrado de cierta exigencia, para luego seguir por un más exigente sendero que lleva hacia la base de los castillos, actualmente en ruinas, pero con bellas vistas al entorno. El sendero aparte de una buena pendiente es bastante resbaladizo, sobre todo en días como el de la visita, cuando el suelo mojado y rocoso se hace peligroso, sobre todo si no se lleva calzado adecuado (los bastones son también una buena ayuda), razón por la que no prolongamos la ruta hasta los recintos castellanos, finalizándola al pie de los mismos (en ese momenot llovía bastante, lo que lo hacía aún menos agradable).
La villa fué propiedad de los obispos de Basilea, pasando después a los señores de Rappoltstein, que fueron reyes de los juglares errantes de la tierra, a quienes protegían previo pago de un impuesto.
La ruta se inicia en un aparcamiento público situado en la plaza del general De Gaulle, desde donde se dirige a la Grand Rue, por la que ascenderemos hasta el final, en un entorno de casas de época, algunas bellísimas, con abundantes tiendas, negocios de hostelería y restauración y vinotecas. Pasaremos por las plazas donde se encuentran la iglesia de Santa Catherine, la torre des Bouchers (que fue construída entre la ciudad vieja y la ciudad media), y la iglesia de San Gregorio (gótica, a cuyo lado se inicia la subida hacia el sendero de los 3 castillos).
El sendero se inicia con una parte empedrada, con bastante pendiente, y luego se introduce en el bosque, donde el suelo se hace muy irregular. Pronto alcanzamos una especie de cabaña de paredes muy abiertas, con sitio para sentarse y disfrutar del silencio. Siguiendo adelante el sendero se hace más agresivo y la lluvia moderada ha mojado todas las piedras y ablandado la tierra, lo que hace más molesto el paso y aumenta el riesgo de resbalones. Pasamos por una bifurcación, donde se puede tomar un sendero alternativo para llegar a los castillos, pero preferimos mantenernos en el sendero principal. Poco después llegamos a un lugar abierto, donde tenemos una buena vista de dos de los tres castillos, situados justo por encima de nosotros. Aquí la lluvia empieza a arreciar y decido que es mejor no seguir adelante, por lo que doy la vuelta por el mismo sendero, hasta llegar a San Gregorio, bajando después por una calle alternativa, para luego volver a alcanzar la Grand Rue, por la que volveremos al lugar donde dejamos el coche, y termina la ruta.