Retorno al Elefantito

NOTA IMPORTANTE: Esta información tiene únicamente carácter orientativo, quienquiera que haga uso y seguimiento total o parcial del track y su texto adicional asume la plena responsabilidad ante los riesgos propios de la práctica de la actividad senderista.

En febrero de 2021, un incidente serio truncó una ruta iniciada desde El Tranco a la altura de El Elefantito, precisada de rescate y frustrada en tal punto. Tres años después, se programó este retorno a dicha formación geológica, partiendo esta vez desde el descansadero de Canto Cochino.

El recorrido comienza de forma suave, disfrutando del bello entorno de unas zonas bajas bien regadas por los cauces fluviales muy crecidos gracias a recientes lluvias y nevadas. Pronto iniciamos sendas algo más intrincadas que nos han de llevar hacia las partes altas de estas vertientes meridionales de La Pedriza. Tras dos km y medio de marcha, se incrementan los desniveles y afrontamos subidas de un 20% para pasar de los 1300 a los 1500 m de altura en apenas otro km, alcanzando el Collado de la Encina.

En tal punto, dejamos la senda más concurrida que conduce hacia el Yelmo y nos desviamos hacia el sur en busca de nuestro objetivo: la asombrosa y llamativa figura pétrea de El Elefantito. Nos guían unos pequeños hitos que algunos han tenido el acierto de ir dejando, porque la dificultad de avanzar es ahora mayor por ser zonas poco transitadas, muy intrincadas y con las temidas trampas que a menudo presenta el moverse por La Pedriza. Son unos centenares de metros que se nos hacen eternos y hemos de sortear con todo esfuerzo, hasta que por fin admiramos de nuevo esta notable formación rocosa.

Nos queda el descenso, que planificamos por la zona de Las Cerradillas hasta llegarnos a la gran cañada, por donde discurren los distintos ramales del GR-10; gozamos de un pequeño respiro en ese perder altura con prudencia y de nuevo afrontamos dificultades mayores a partir del Cancho Butrón, porque las pendientes se acentúan y hay que medir los pasos hasta que respiramos tranquilos en las márgenes del arroyo de la Majadilla, con cuyas aguas nos refrescamos porque el ambiente es cálido y bochornoso.

Culminamos poco después nuestro esforzado periplo y disfrutamos de un reparador descanso en Casa Torrero, donde celebramos con una buena comida el objetivo cumplido.