Refugio de Arrémoulit desde Fabrèges, en telecabina, tren y andando.

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Refugio de Arrémoulit desde Fabrèges, en telecabina, tren y andando..

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El día amanece con lluvia y completamente encapotado. Mala cosa, porque hoy teníamos prevista la visita al refugio de Arrémoulit, y habíamos comprado billetes para el tren de Artouste, que nos iba a acercar al inicio del camino. El recorrido incluye una subida en el telecabina de la estación de esquí, que nos iba a dejar en la parte alta de la estación, y desde allí un paseo en tren de poco menos de una hora, que recorre todo el valle de Soussoueou hasta casi llegar al lago de Artouste.

Es un fastidio, porque los billetes no se pueden cambiar. Dudamos un rato sobre qué hacer, y al final nos decidimos a subir de todas formas, para ver lo que se pueda y, con un poco de suerte, tal vez se despeje.

La decisión resulta ser un acierto, porque las nubes están solamente en el valle, agarradas abajo, e incluso antes de salir del telecabina ya vemos el sol.

Justo a la salida está esperando el trenecito. Es muy chulo, rojo y amarillo. Imagino que el clima que hay abajo ha asustado a mucha gente que ha decidido no venir, porque viajamos casi solos. El vagón, que normalmente está completamente abierto, hoy va cubierto por una lona transparente, por si acaso. A lo largo del recorrido por el valle la levantamos para poder ver el panorama.

El trayecto dura algo menos de una hora, y nos deja en un restaurante cerca del lago de Artouste.

Hacia allí vamos, y tras una corta subida, enseguida llegamos al lago. Este también está embalsado, y es bastante grande. El camino hacia el refugio recorre su parte derecha. Sube suavemente mientras va junto al agua. Más adelante comienza la subida dura, por un sendero con infinidad de zetas que se acaban haciendo eternas.

Eso sí, cuanto más arriba se llega, mejores son las vistas sobre el lago. Van llegando algunas nubes bajas, lo que añade mucho encanto al paisaje.

Después de marearnos un poco en las zetas, acabamos saliendo a una zona más llana. Un poco más adelante y un poco más arriba aparece el refugio, detrás de otro pequeño lago, imagino que unos de los lagos de Arrémoulit. En el refugio descansamos un rato, tranquilamente tumbados junto al agua.

Aquí están el Palas y el Arriel, que conozco de vista desde la vertiente española. Justo al otro lado están los ibones de Arriel y la cresta de las Frondellas.

El refugio es muy bonito. Muy acogedor por dentro, aunque parece algo estrecho para dormir. Cuando entré, estaban preparando unas tortillas que me parecieron espectaculares. Fuera habían habilitado una gran tienda con capacidad para unas dieciséis camas.

Se está muy bien aquí, pero hay que volver alguna vez, sobre todo porque las nubes están tomando posiciones y asustan un poco. Emprendemos el camino, imaginando que vamos a acabar mojándonos.

Al final no es así. Las nubes no acaban por descargar, y volvemos sanos y salvos al tren. Ahora han quitado las protecciones de plástico. No habrían venido nada mal, porque bajando hace un frío pelón. Está claro que nunca estamos contentos.

El recorrido a pie no llega a los siete kilómetros, y el añadido del tren y el telecabina ha hecho que el día haya sido muy variado. Aunque lo hemos hecho así con la excusa de las niñas, yo me lo he pasado genial yendo en el tren.

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