Refugio de Altavista - Pico del Teide
near Las Llanadas, Canarias (España)
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Trail photos
![Photo ofRefugio de Altavista - Pico del Teide](https://s1.wklcdn.com/image_85/2557986/28527381/18251566.400x300.jpg)
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Itinerary description
Hicimos esta ruta de madrugada, con el fin de ver amanecer en la cima del Teide. Para ello es imprescindible salir del refugio de noche y, por tanto, con linternas, preferentemente frontales.
Teniendo en cuenta la altitud (todo el recorrido se hace a más de 3.300 metros) y el esfuerzo de la subida, los que saben de esto recomiendan avanzar lentamente para evitar el mal de altura.
Nuestra velocidad de avance fue anormalmente baja debido a esta recomendación, y especialmente al hecho de que no nos encontrábamos en unas condiciones físicas adecuadas para hacer esta caminata. Por ello, salimos con mucha antelación del refugio y alcanzamos la cima unos minutos antes de la salida del sol.
Otros senderistas, que pudieron avanzar a bastante más velocidad que nosotros, llegaron a la cima mucho antes de amanecer y tuvieron que soportar durante bastante tiempo el frío reinante en la cima del volcán, en donde, a la baja temperatura, se suma el efecto del viento.
La primera parte del recorrido, entre el refugio de Altavista y el edificio del teleférico, era la vuelta del trayecto que, de bajada, habíamos hecho el día anterior. Hacía frío, pero nada para asustar si se iba medianamente equipado.
Dado que era noche cerrada, no había nada que ver en el entorno próximo, más que el trozo de sendero iluminado por la linterna frontal. Lo que sí se veía era la iluminación de las concentraciones urbanas de Tenerife, e incluso de Gran Canaria. Contaminación lumínica que no impedía disfrutar del verdadero espectáculo visual que se contemplaba al levantar la vista hacia el cielo, un cielo sin luna, completamente despejado y plagado estrellas.
El sendero, sobre piedra volcánica, está perfectamente delimitado, por lo que es casi imposible salir de su trazado involuntariamente. Sólo hay una desviación, la del mirador de La Fortaleza, y está claramente señalizada. Hasta llegar a esa desviación el sendero es ascendente y, a partir de ahí, alterna pequeñas subidas y bajadas.
La segunda parte de la ruta, que es el ascenso a la cima del Teide, se inicia en el exterior del edificio del teleférico. El sendero empieza con unas características similares al anterior, aunque poco a poco la pendiente va aumentando. Contemplando desde abajo la hilera de luces de los caminantes que nos precedían y que se iban aproximando a la cima, parecía una pendiente imposible de superar sin técnicas de alpinismo. Pero sí: se supera.
La luz del amanecer iba adueñándose de todo el entorno a medida que avanzábamos por el sendero. Hacia el este, ya se veían en el horizonte las tonalidades anaranjadas que preceden al amanecer y, hacia arriba, las estrellas iban desapareciendo de un cielo cada vez menos oscuro. De hecho, en las inmediaciones del pico, ya prácticamente no necesitábamos el apoyo de la linterna.
Desde la cima, antes de la salida del sol, ya se contemplaba el contraste del mar de nubes, situado a más de dos kilómetros por debajo de nuestra altitud, con el cielo totalmente despejado, que iba tiñéndose de su correspondiente tono azul diurno. En el horizonte, sobresaliendo del mar de nubes hacia el este, se podían adivinar las islas de Lanzarote y Fuerteventura, y más nítidamente, la de Gran Canaria.
La salida del sol por el este va originando, además, un espectáculo por el oeste, que es la imagen triangular de la sombra del Teide, proyectándose sobre la isla de La Palma.
Cuando la luz del día ya se había asentado totalmente, iniciamos el descenso por el mismo camino. A pesar de la pendiente, se nos hizo mucho menos complicado de lo que nos habíamos imaginado al subir, quizá por la firmeza y rugosidad de la piedra volcánica.
Teniendo en cuenta la altitud (todo el recorrido se hace a más de 3.300 metros) y el esfuerzo de la subida, los que saben de esto recomiendan avanzar lentamente para evitar el mal de altura.
Nuestra velocidad de avance fue anormalmente baja debido a esta recomendación, y especialmente al hecho de que no nos encontrábamos en unas condiciones físicas adecuadas para hacer esta caminata. Por ello, salimos con mucha antelación del refugio y alcanzamos la cima unos minutos antes de la salida del sol.
Otros senderistas, que pudieron avanzar a bastante más velocidad que nosotros, llegaron a la cima mucho antes de amanecer y tuvieron que soportar durante bastante tiempo el frío reinante en la cima del volcán, en donde, a la baja temperatura, se suma el efecto del viento.
La primera parte del recorrido, entre el refugio de Altavista y el edificio del teleférico, era la vuelta del trayecto que, de bajada, habíamos hecho el día anterior. Hacía frío, pero nada para asustar si se iba medianamente equipado.
Dado que era noche cerrada, no había nada que ver en el entorno próximo, más que el trozo de sendero iluminado por la linterna frontal. Lo que sí se veía era la iluminación de las concentraciones urbanas de Tenerife, e incluso de Gran Canaria. Contaminación lumínica que no impedía disfrutar del verdadero espectáculo visual que se contemplaba al levantar la vista hacia el cielo, un cielo sin luna, completamente despejado y plagado estrellas.
El sendero, sobre piedra volcánica, está perfectamente delimitado, por lo que es casi imposible salir de su trazado involuntariamente. Sólo hay una desviación, la del mirador de La Fortaleza, y está claramente señalizada. Hasta llegar a esa desviación el sendero es ascendente y, a partir de ahí, alterna pequeñas subidas y bajadas.
La segunda parte de la ruta, que es el ascenso a la cima del Teide, se inicia en el exterior del edificio del teleférico. El sendero empieza con unas características similares al anterior, aunque poco a poco la pendiente va aumentando. Contemplando desde abajo la hilera de luces de los caminantes que nos precedían y que se iban aproximando a la cima, parecía una pendiente imposible de superar sin técnicas de alpinismo. Pero sí: se supera.
La luz del amanecer iba adueñándose de todo el entorno a medida que avanzábamos por el sendero. Hacia el este, ya se veían en el horizonte las tonalidades anaranjadas que preceden al amanecer y, hacia arriba, las estrellas iban desapareciendo de un cielo cada vez menos oscuro. De hecho, en las inmediaciones del pico, ya prácticamente no necesitábamos el apoyo de la linterna.
Desde la cima, antes de la salida del sol, ya se contemplaba el contraste del mar de nubes, situado a más de dos kilómetros por debajo de nuestra altitud, con el cielo totalmente despejado, que iba tiñéndose de su correspondiente tono azul diurno. En el horizonte, sobresaliendo del mar de nubes hacia el este, se podían adivinar las islas de Lanzarote y Fuerteventura, y más nítidamente, la de Gran Canaria.
La salida del sol por el este va originando, además, un espectáculo por el oeste, que es la imagen triangular de la sombra del Teide, proyectándose sobre la isla de La Palma.
Cuando la luz del día ya se había asentado totalmente, iniciamos el descenso por el mismo camino. A pesar de la pendiente, se nos hizo mucho menos complicado de lo que nos habíamos imaginado al subir, quizá por la firmeza y rugosidad de la piedra volcánica.
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