Recorrido por Ponta de São Lourenço (Madeira)

Ruta realizada el 22 de marzo de 2024 junto a Carmen Abellán

Llovió intensamente toda la noche en Sao Vicente y al levantarnos las previsiones meteorológicas avisaban de precipitaciones de hasta 70 litros/m2. Dábamos el día por perdido, pero no obstante decidimos salir para recorrer la carretera norte hasta Punta de San Lorenzo y al menos, divisarla lo más cerca posible. Ese era el plan.

Lluvia intensa en el tramo de la ER-211, que discurre pegada a las paredes de acantilados de roca volcánica, pero al llegar a Punta Delgada la situación se vuelve muy peligrosa, a la salida de cada curva nos encontramos grandes rocas que se han desprendido por la lluvia y están esparcidas por la carretera. Uff, pasamos un mal rato hasta llegar a Fontanario, donde nos desviamos a ver el Faro de San Jorge y las ruinas de los antiguos molinos de caña de azúcar, que se instalaron al principio del proceso de asentamiento de la isla. De estos antiguos edificios, destaca el pórtico de entrada de piedra, muy bien conservado. Es un desvío pero vale la pena.

Punta de San Lorenzo es un lugar de fuertes y variables vientos, por lo que es difícil saber las condiciones reales hasta no estar en el lugar. En nuestro caso y de forma sorprendente, al pasar el último túnel nos encontramos con el sol y una ligera lluvia que fue desapareciendo, así que contra todo pronóstico, no tuvimos inconveniente en realiza el recorrido por esta península que conforma, junto al islote de Farol y el islote de Cevada, el extremo este de la isla de Madeira.

Es un gran brazo rocoso surcado por impresionantes formaciones de piedra volcánica, desde el que se puede divisar el resto de islas del archipiélago portugués. Desde 1966 está protegida como reserva natural, haciendo especial énfasis en la conservación de algunas plantas endémicas y aves.

Madeira es una isla que destaca por su verdor. No obstante, la Punta de San Lorenzo es básicamente ocre y amarillenta, presentando plantas poco comunes en el resto de la región. La foca monje, animal simbólico de Madeira, también se encuentra presente en el lugar. Esta foca es uno de los mamíferos mas raros que existen. Se encuentra en grave peligro de extinción a pesar que antiguamente poblaba las aguas de todo el Mediterráneo y del Atlántico norteafricano, llegando a las islas de Cabo Verde, Madeira y Canarias. La pesca masiva y captura comercial en la región redujeron su población a sólo ocho ejemplares a finales de los ochenta. Sin embargo, un exitoso plan de acción ha logrado recuperar estos lobos marinos hasta formar una colonia de más de cuarenta ejemplares entre Madeira y las Islas Desertas.

La península se caracteriza por un relieve bajo y ondulado, con ausencia de vegetación frondosa, lo que supone un cambio radical con el resto de la isla. A pesar de su aspecto, la península alberga más de 131 especies de plantas. No es una vegetación exuberante, pero las pequeñas plantas son muchas veces únicas: 31 especies de flores, pequeños arbustos y otras plantas son endémicas.

La fauna es también muy interesante. Entre las aves, grandes colonias de gaviotas. Durante el recorrido podremos ver bisbitas camineros (Anthus bertheloti madeirensis), jilgueros (Carduelis carduelis parva), canarios (Serinus canaria canaria), cernícalos (Falco tinunculus); aves marinas como la pardela cenicienta (Calonectris diomedea), el paíño de Madeira (Oceanodroma castro), los petreles de Bulwer, (Bulweria bulwerii) y el charrán común (Sterna hirundo). El único reptil de Madeira es la lagartija y también abunda en esta zona.

Otra de las particularidades de la fauna son los moluscos terrestres endémicos: 28 tipos de caracoles que no existen en ninguna otra parte del mundo.

Punta de San Lorenzo ofrece una de las mejores vistas del Océano Atlántico de toda la isla, donde seduce el choque del mar contra los acantilados. Además posee una playa de arena negra (Praia do Baía d´Abra). Se trata de una agradable playa de frescas aguas con gratas temperaturas. Nada tiene que ver con el resto de playas madeirense de guijarros y piedras.

Un lugar interesante es la Casa do Sardinha, una especie de oasis donde se puede comer ya que hay una zona habilitada con bancos, mesas y hay agua, la única fuente de toda la península. En la casa se encuentra también el puesto de vigilancia del Parque Natural de Madeira. Desde este punto se ven hacia el sur, las islas Desertas y al norte Porto Santo. Un panorama único, desde el que se domina el océano.