Rebolledo de Traspeña: ascensión a la Peña Amaya y vuelta por Villamartin de Villadiego. Geoparque de Las Loras
near Rebolledo de Traspeña, Castilla y León (España)
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Itinerary description
Voy a describir el itinerario y al final incluiré algunos recuerdos de la infancia relacionados con esta ruta, para quienes deseen entretenerse un rato.
Salgo desde la plaza del pueblo hacia el sur donde es bien visible el roquedal de la Peña Castro o del Mediodía. Paso por el “Campo de la Fuente” donde podemos apreciar una antigua fuente “romana” que ha sido restaurada y recuperada de entre los bardales recientemente y que era la que en el lejano pasado abastecía al pueblo de agua potable. Avanzo por un camino de la concentración parcelaria durante un tramo para dejarle por otro carretero, a la derecha, mucho menos usado. Por él alcanzó el alto de Casillas desde el que ya se puede contemplar todo el imponente macizo de la Peña Amaya. En esta zona hay un lío de alambradas. Lo mejor es avanzar por la parte superior de la que llega hasta el depósito de agua de Villamartin. Y desde aquí me dirijo hacia el camino de Puentes de Amaya que asciende por el valle entre la Peña Castro o del Mediodía y la Amaya. A lo largo de este recorrido contemplo unos cuantos buitres y algunos alimoches en mitad de la ladera del roquedal de la peña Castro. Quizá sea este un lugar donde se les pone de comer. Y también un poblado colmenar. Aquí abunda el brezo, el espliego, y muchas otras plantas que pueden aprovechar las abejas. Cuando me acerco a la parte más alta del camino, el alto del barrancón, entro en unas fincas sin cultivar que quedan a la izquierda. Hay una alambrada con puerta. Y comienzo a subir dirigiéndome a la falda norte. Tengo que cruzar de nuevo la alambrada, y aquí ya no hay puerta de quita y pon.
Ya estoy en la parte con más pendiente de toda la ruta. Por aquí se asciende buscando los sitios por donde te puedes desplazar con más comodidad, aprovechando varios senderos de animales. Con paciencia voy cogiendo altura y llego hasta la extensa planicie de la mítica Peña Amaya. Y Vislumbro el vértice geodésico al que me dirijo, en el que hago las fotos de rigor. Las vistas son fantásticas en todo nuestro alrededor. Si hiciera un día un poco más despejado veríamos con nitidez la montaña Palentina hacia el noroeste. Sí se ven hacia el norte los múltiples molinos de La Lora.
De cualquier modo, desde la cima contemplamos el mar de la meseta castellana hacia el sur y las montañas de la cordillera cantábrica hacia el norte. Aquí empieza la montaña para los mesetarios y la gran llanura para los norteños. Dicen que Amaya significa “el principio del fin”, y de ahí el nombre de la Peña Amaya que es la última plataforma caliza de la cordillera cantábrica. Y un referente con abundante historia y mucha riqueza geológica.
Hasta este lugar de soledades también deben de llegar algunos imbéciles que han bandalizado el buzón que ha colocado un club de montaña, no se puede ver cuál.
Aprovecho que hay un elemental refugio de pastores para reponer fuerzas. Hoy sopla el Cierzo, ese fresquito viento del norte, y fuera del refugio y parado habría que abrigarse. Hace un estupendo día para caminar.
Me dirijo por la extensa planicie hacia los farallones de la vertiente sur. Encuentro algunos refugios de pastores. Uno perfectamente conservado. En esta meseta eran muy aprovechados sus pastos por los rebaños de ovejas de la cercana Amaya. Hoy día parece ser que no necesitan subir hasta aquí. Y de ahí estas construcciones elementales en las que se resguardaban los pastores de los rigores del clima por estas alturas.
El lugar por que se desciende sin dificultad está indicado con hitos de piedras. En otro tiempo teníamos que encontrarlo acercándonos al acantilado y, curiosamente, el lugar estaba indicado por una mayor abundancia de las cagaditas de ovejas y un diferente color y mayor desgaste de las piedras. Tiene su lógica, es el único lugar por el que esta ganadería podía acceder a la planicie. Una vez que he dejado atrás el risco cojo un sendero a la derecha pegado al paredón rocoso por el que llego cómodamente al Castillo de Amaya. Visito la cueva del Castillo donde hay un buzón de homenaje a un senderista burgalés. Recorro la parte superior del Castro, con las mejores vistas posibles de las ruinas del despoblado de Peña Amaya y del lugar donde se ubicaba el desparecido pueblo de Puentes de Amaya. Quedan algunos restos de lo que debió ser un castillo en toda regla.
Abandono este emblemático lugar para retornar a inicio del recorrido. Antes busco el manantial que suministraba agua a Amaya. Nace un poquito más abajo y el agua sale muy fresca, no dudo en rellenar la botella y darme un buen trago.
Emprendo el regreso por un sendero claro que avanza entre los dos paredones del macizo hasta la altura de Villamartin. Aquí hay una, relativamente cómoda, canal de descenso.
Y deseo pasar por el manantial y el enorme depósito que abastecía de agua al molino del pueblo y le procuraba, con un generador, un poco de electricidad. Y que me trae gratos recuerdos. Ahora está muy abandonado, rodeado de mucha vegetación. Y tuve que dar alguna vuelta y seguir hacia arriba la corriente de agua para encontrarlo.
Me acerco a Villamartin. Y cojo el antiguo camino que lo comunicaba con Rebolledo, también cerrado por otra alambrada, con puerta que se abre encima de un crecido bardal. Han sido muchos los alambres de espino superados, y este último de los peores. Y por este camino carretero que empalma con otro de concentración llego a mi lugar de origen.
Y así doy por finalizado este maravilloso recorrido, por el referente histórico de la Peña Amaya, ampliamente reconocido, y cuya riqueza geológica, su importancia biológica y su belleza se han reconocido con las declaraciones de Geoparque Mundial de la UNESCO de Las Loras, y la ZEPA (zona de especial protección de las aves) de Humada y Peña Amaya. ¡¡Apreciémoslo, disfrutémoslo y conservémoslo!!
Y aquí van algunos de mis recuerdos
de la infancia relacionados con este itinerario:
Esta excursión me trae a la memoria las que hacíamos en nuestra infancia los chicos y chicas del pueblo algún domingo soleado de primavera o principio del verano. Salíamos hacia la Peña Amaya por los caminos que conocíamos, con zapatillas TAO de corretear por nuestras calles, y llegábamos a la cima sin mapas de papel (lo teníamos en nuestra cabeza), sin GPS ni Wikiloc. A veces llevábamos una bolsa con algo de comida y agua, pero otras íbamos totalmente ligeros, a pelo. Buscábamos los lugares por los que ascender y no siempre eran los mismos. Recuerdo que en alguna ocasión subimos por riscos más propios para escaladores. Y en mitad de una de las paredes alguno quería retroceder y eso era aún más difícil que seguir hacia adelante. Los ánimos y la solidaridad entre nosotros en esas circunstancias hicieron que culmináramos con éxito la aventura y no tuviéramos un accidente. Subir a la Amaya suponía para nosotros una experiencia excitante y debían producirse varias circunstancias para que pudiéramos hacerlo.
También nos llamaba poderosamente la atención la cueva de Peña Amaya, hasta ella nos acercábamos y entrábamos un tramo pero enseguida nos asustaban las inmensas y oscuras profundidades sin fondo en las que no queríamos quedar atrapados. Hay otras cuevas en este roquedal, pero la orientada a nuestro pueblo era sin duda “la cueva”.
Otra cosa que admirábamos es el depósito de agua que hacia funcionar el molino y el generador que dotaba de electricidad a Villamartin. Nos parecía inmenso y proporcionaba tanta agua que para nuestro pueblo, con una fuente mucho menos caudalosa, era envidiable. Permitía que hubiera pequeños canales que podían regar generosamente las numerosas huertas del pueblo. Sigue existiendo, muy descuidado e invadido por la vegetación, de modo que no es fácil dar con él. En el pasado era muy visible y limpios sus alrededores. Y el agua totalmente transparente pero enormemente fría. Sigue proporcionando agua generosamente, pero es una lástima su abandono.
Este privilegio también tuvo sus contrapartidas. Cuando una compañía decidió electrificar los pueblos del valle, Villamartin prefirió seguir con su autonomía de suministro eléctrico. Y así continuó durante unos cuantos años. Su generador de energía en el molino solo daba de sí para tener cuatro bombillas en cada casa y a veces no llegaba ni para eso y se quedaban sin luz. Y cuando la demanda de electricidad para otros aparatos, radio, televisión, etc. aumentó, el problema se hizo aún mayor. La solución llegó en la renovación de toda la red del valle en la que ya no quedó excluido este pueblo.
Al molino de Villamartin íbamos los críos acompañando a nuestros mayores siempre que podíamos, a mi me encantaba la excursión. Se cargaban los carros de bueyes con algunos sacos de grano y allí pasábamos la mitad de un día viendo funcionar el invento. El grano solía ser cebada para los animales y también trigo para nuestro propio consumo. En este caso salían dos productos de la molienda: harina y salvado. Con ella hacíamos nuestro propio pan y el salvado era pienso para la ganadería.
En la Peña Amaya también estaba ubicada la triste aventura de “Elicio el Rojo”, de la que se hizo una película en el año 1986 titulada “Teo el Pelirrojo” contando esta historia. Pero nosotros oíamos todo tipo de leyendas y relatos de este personaje que alcanzó una enorme fama por estos lugares, y que seguramente nada tenían que ver con la verdad.
Otro personaje muy singular de la Peña Amaya es el guarda Joselón. Me informan de que ha muerto no hace mucho, que descanse en paz. Un hombre muy fuerte y fantasioso, que heredó de su padre la tarea de cuidar este entorno protegido desde hace años. Se contaban varias aventuras de sus proezas de fuerza: que había puesto en pie un carro entornado, que tenía la misma fuerza que un buey, etc. Y tenía una potente moto y era un gran amante de la velocidad extrema. También era muy aficionado a la adivinación y no había visitante de la peña al que no le hablara de lo que le depararía el futuro y sobre todo si eran mujeres. El País Semanal, al eco de su fama, hizo un reportaje del personaje y de la Peña Amaya ya hace años. Y también otros medios de comunicación se ocuparon de contar historias sobre él.
Yo toda mi vida he subido cada cierto tiempo a este emblemático macizo calizo, y he llevado a mis amigos por estos lugares de soledad, pero esta es la única vez que cuento la experiencia.
Otras rutas cercanas que pueden ser de tu interés:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/rebolledo-de-traspena-recorrido-por-la-pena-castro-o-del-mediodia-geoparque-de-las-loras-83592083
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/rebolledo-de-la-torre-itinerario-geologico-y-la-pena-mesa-geoparque-de-las-loras-105806025
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/humada-recorrido-por-la-pena-ulana-geoparque-de-las-loras-77329707
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/rebolledo-de-traspena-la-mesa-de-rebolledo-de-la-torre-y-valtierra-de-albacastro-geoparque-de-las-l-53782626
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/humada-desfiladero-de-piscardanos-geoparque-de-las-loras-40131697
Waypoints
Campo de la Fuente
Al inicio de la ruta pasamos por el Campo de la Fuente
Ya vemos la Peña Amaya
Enfrente la Peña Amaya, a la derecha la del Mediodía y al norte Rebolledo
Camino a la derecha
Aquí dejamos el camino de la concentración parcelaria por este que está mucho menos transitado.
Más alambradas
En este caso conviene quedarse en la parte superior de la alambrada que llega al depósito de aguas
Camino de Puentes de Amaya
Vistas desde el camino de Puentes de Amaya incluida “ la cueva”
Vamos a la izquierda
Dejamos el camino y entramos en estas fincas sin cultivar. Al otro lado hemos visto un gran colmenar, abundante brezo y buitres
La falda norte de la Peña Amaya
Empieza la subida fuerte. Vistas hacia la Peña Castro
A la derecha
Seguimos el sendero pegado al paredón rocoso hasta El Castillo
Manantial
De este manantial se abastecía de agua Amaya y aún es visible un canal que llevaba el agua a un gran depósito hoy vacío.
Sendero entre paredones
Regreso por este sendero entre los dos paredones hasta llegar encima de Villamartin
Tres pueblos de Valdehumada
Los tres pueblos más visibles del valle: Rebolledo, Fuenteodra y Villamartín
Patatal
No hace muchos años las patatas eran un cultivo muy abundante en este valle. Hoy día es casi simbólico.
Comments (3)
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Doble aplauso: uno, por la ruta: otro, por los recuerdos.
Muy bueno el texto
Muchas gracias a Maisid y a Raquel A por vuestros aplausos y comentarios