Rebolledo de la Torre-Peña Mesa-La Lora pequeña

Después de recorrer Peña Ulaña, Peña Amaya, Peña Castro....nos quedaba por conocer Peña Mesa....y la verdad es que no nos defraudó en absoluto.
Nos introducimos en el Geoparque de las Loras. El topónimo “lora” está asociado al relieve en forma de grandes “mesas”, esos grandes páramos calizos que no son sino el relieve residual de enormes sinclinales colgados. (https://geoparquelasloras.es/)
Salimos del pueblo de Rebolledo de la Torre y enseguida nos encontramos con los primeros farallones que se levantan esbeltos como impidiéndonos el paso. Sin embargo, encontramos el camino señalado con flechas y podemos contemplar de cerca los pliegues y repliegues conseguidos a través de millones de años.
Nos desviamos a la derecha y recorremos un largo valle hasta que decidimos subir a la Peña Mesa (el nombre está bien elegido). Llegamos hasta el extremo más alto de la misma (1.240 m.) y bajamos con precaución para recorrer lo que se conoce como la Lora pequeña, otro páramo desde el que se puede contemplar las peñas de alrededor (Ulaña, Castro y Amaya)
Bajamos del páramo y bordeamos la Lora pequeña por el valle. Regresamos al extremo de la peña Mesa. Esta vez subimos por una zona próxima a la que hemos utilizado de bajada y parece menos peligrosa.
Es hora de reponer fuerzas y lo hacemos, protegidos del viento, en uno de los bordes de la Mesa. Se está bien aquí.
Ahora nos queda recorrer la Mesa hasta su otro extremo (occidental) y buscar el lugar para bajar.
Aquí empiezan los problemas. Es un bajada muy pronunciada. Hay que extremar la precaución (con lluvia o nieve resultaría más peligroso)
Una vez repuestos de este chute de adrenalina, continuamos bordeando el farallón de la peña Mesa y nos encontramos con otra bajada, un poco más comprometida que la anterior. Si no se quiere pasar por aquí se puede continuar el camino y bajar por una zona más segura.
Con ciudado bajamos y podemos contemplar los espectaculares "cañones fluviales" que dan prestigio y grandiosisdad a esta ruta.
Una vez salvados estos desniveles regresamos a Rebolledo y, ya descanasados y repuestos, nos dedicamos a contemplar: la Iglesia de San Julián y Santa Basilisa, con una bien conservada galería románica de diez arcos de medio punto y portada abocinada (ensanchada) y el Castillo, del que sobresale su torre. (https://es.wikipedia.org/wiki/Rebolledo_de_la_Torre)
Ha sido una ruta espectacular y casi tranquila, salvo en los dos últimos momentos de difícil acceso, sobre todo para los que tengan vértigo. En estos casos una cuerda siempre viene bien. Merece la pena pasear por este Geoparque Mundial de la UNESCO.