Puerto de la Mujer-paseo fluvial del río Turón (El Burgo)
near Burgo, Andalucía (España)
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Itinerary description
Ruta por el malagueño pueblo de El Burgo y por sus alrededores, que forman parte del entorno protegido de la Reserva Mundial de la Biosfera de la Sierra de las Nieves.
Desde Córdoba sigo la A-45, tomando la salida 40 hacia Puente Genil para continuar por la A-304 y después por la A-318 hasta tomar la A-92 en dirección a Málaga; tras 17 kilómetros por esta autovía, salgo por la A-365, por la que continuaré un buen tramo; los últimos 20 kilómetros discurren por carreteras estrechas, especialmente los dos de la MA-477 que llevan a Serrato y los últimos 18 por la MA-5400, por la que se entra en el Parque Natural de la Sierra de las Nieves y en El Burgo, aparcando junto a un frondoso parque.
Aquí hay una estatua dedicada a Pasos Largos, el último bandolero andaluz, apodo que heredó de su padre (el cual tenía una peculiar forma de andar). Nació en 1873 en la venta del Puerto de los Empedrados, en el antiguo camino de El Burgo a Ronda, negocio familiar y lugar de parada para arrieros y cazadores furtivos.
En 1895, tras la muerte de su padre, es alistado para la guerra de Cuba, volviendo cuatro años después sin haberse repuesto de una fiebres contraídas en la isla, más taciturno (sobre todo al desmembrarse la familia). Se dedica a la caza furtiva, burlando a la Guardia Civil gracias a su profundo conocimiento de la sierra, hasta que, denunciado por el guarda de la finca El Chopo, lo detienen y apalean; para vengarse, mata al hijo del denunciante de dos balazos en la cabeza, tras lo cual lo remata con la hoz que llevaba, “para que no sufra", y con la misma hoz luego da muerte al padre. Se echa al monte y se labra fama de bandolero compasivo y generoso (se cuenta que en cierta ocasión desarmó a una pareja de guardias civiles y los dejó en libertad para que volvieran a Ronda, siendo alcanzados de camino por un muchacho que les devolvió de su parte las armas "para que sus jefes no los castiguen"). Especializado en secuestros, con el de Diego Villarejo (un rico propietario de Cuevas del Becerro y persona influyente en la provincia malagueña) se priorizó por las más altas esferas del país su busca y captura (además de que, por su afición al juego, extorsiona a hacendados rondeños, entre ellos el propio alcalde de Ronda, Juan Peinado). Así, traicionado por la mujer de un cabrero en cuya cabaña se refugiaba habitualmente, entabla con la Guardia Civil un cruce de disparos, huyendo malherido y cayendo por un barranco; tras recobrar el conocimiento, se dirige al Café Sibajas (en la calle principal de Ronda), donde jugaba a menudo y donde se entrega entre vítores de la gente. Condenado a cadena perpetua, en el penal de Figueras se agrava la tuberculosis que había contraído en Cuba, siendo trasladado al presidio del Puerto de Santa María en 1932, donde ese mismo año es indultado por buena conducta y por su delicado estado de salud. De vuelta a Ronda, el mismo Diego Villarejo lo emplea como guarda, pero, con más de sesenta años, volvió a la caza furtiva y a cometer pequeños robos, hasta
que el 18 de marzo de 1934 fuerzas de la Guardia Civil de Arriate, Igualeja, Serrato, El Burgo y Cuevas del Becerro lo acorralaron en la cueva de Solpalmillo, situada en Sierra Blanquilla, y le instaron a rendirse o, de lo contrario, lo matarían; Pasos Largos respondió “Pos máteme", recibiendo dos disparos, uno en el vientre y otro en el pecho (aunque, según la creencia popular, fue traidoramente asesinado la tarde de antes por unos tramperos y ofrecido su cadáver a la Guardia Civil a cambio de favores en la caza furtiva y la protección de los terratenientes).
En la rotonda sigo por la calle Las Erillas hasta la Plaza de Abajo, presidida por el busto de otro ilustre vecino de El Burgo, el Comandante Benítez, uno de los héroes de la Guerra de Marruecos, condecorado con la Laureada de San Fernando (la mayor distinción militar). Tras rechazar a Abd el-Krim en Sidi Dris (gracias a la defensa de Benítez), se ocupó Igueriben, para defender el emplazamiento de Annual por el sur, quedando bajo el mando del comandante Benítez; el puesto fue atacado mes y medio después por los rifeños, siendo asediado durante cinco días en los que fracasaron varios intentos de acudir en su auxilio, por lo que sus mandos le aconsejaron la rendición: entonces el comandante dijo aquello de "Los de Igueriben mueren, pero nunca se rinden" y solicitó el bombardeo del emplazamiento cuando escuchasen el último de los doce proyectiles que les quedaba.
Paso después junto a la Iglesia de San Agustín, levantada en la posguerra entre 1950 y 1952, no para sustituir a la Iglesia de la Encarnación, situada en la Villa, en la parte alta del pueblo, sino para acercar los actos litúrgicos a los más mayores (con más dificultades para andar); en una época de gran carestía, se pudo edificar
gracias a las donaciones y el trabajo de los vecinos, aunque no se terminó
totalmente la "casa del cura" ni el patio (que se estaban construyendo en un antiguo molino de aceite ya no rentable), patio en el que dos niños de unos 12 años encontraron jugando una bolita de hierro, de la que tiraron de la anilla en otro lugar -la calle del Porrillo-, muriendo uno y quedando malherido otro; no obstante, el templo fue inaugurado diez días más tarde con una fiesta y celebrando una corrida de toros. La Iglesia alberga la imagen de la Virgen de las Nieves (a la cual los burgueños le tienen mucha devoción y llevan de romería el primer fin de semana de agosto).
Luego me dirijo a la Plaza de Arriba, desde
la que subo por la calle del Cementerio, que lleva al camposanto, junto al que se encuentra la más antigua edificación religiosa cristiana del lugar (del siglo XV), la Ermita de San Sebastián (santo del que era muy devota la Reina Católica); de estilo gótico tardío (del que conserva la portada de piedra), aquí acudían caminantes y musulmanes conversos (los cristianos viejos, aquellos sin sangre judía ni musulmana hasta al menos sus abuelos incluidos, iban a la iglesia del pueblo). En el siglo XIX era lugar de reunión para comunicar a los vecinos asuntos graves, siendo previamente convocados al toque de rebato.
De vuelta a la Plaza de Arriba, sigo bajando hasta la de la Villa, donde se alza la Iglesia de la Encarnación (declarada Bien de Interés Cultural), construida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita (de la que aún quedan algunos restos: el campanario es el antiguo alminar almohade, adaptado para uso cristiano por albañiles mudéjares al poco tiempo de su conquista). De muros gruesos (como correspone a una iglesia fortaleza), es de estilo gótico-mudéjar, con bóveda de medio cañón renacentista. Como la Catedral de Málaga (y otros de los templos más importantes de la Diócesis malagueña), se llamó de la Encarnación, por la gran devoción que le tenía a este misterio Isabel la Católica. Su patio tiene un balcón colgante con magníficas vistas a la sierra y a los campos de El Burgo.
Salgo de la plaza por la empinada calle Calzada, donde se alzaba el Castillo de El Burgo (llamado también de Miraflores, por el cerro donde se levantó), alrededor del cual se originó la población; aunque de origen musulmán, ya los cartagineses habían levantado la Torre Speculae-Annibalis o Torre de Aníbal, por la importancia estratégica del enclave (controlando el camino que une la Hoya de Málaga con la meseta rondeña). Sufrió graves daños, sobre todo sus torres más altas, en el terremoto de 1755, y después durante la Guerra de la Independencia (en la que sirvió de asentamiento a la artillería francesa), cuando en el año 1812 los invasores dinamitaron las torres del recinto, produciendo el derrumbamiento de las casas colindantes adosadas a los muros del castillo. Hoy parte de su estructura está integrada en el casco urbano, quedando sus restos entre esta calle y las de Escaloncitos y Botica.
Bajando de la parte alta del pueblo, conocida como “la Villa”, llego junto al río Turón (también llamado El Burgo en su curso desde su nacimiento hasta el pueblo), uno de los mejor conservados de la provincia, en cuyas riberas crece el arbusto del mimbre (especie ahora protegida y muy ligada a la artesanía del municipio, la cestería). Aquí arranca la Ruta Acequia del Molino, que transcurre entre la ribera del río Turón y la pared de piedra de los restos del Castillo de El Burgo; su nombre se debe a una antigua acequia que se usaba para hacer funcionar un molino de harina, del que se conservan sus ruinas, que, en el siglo XX, se convirtió en fábrica de electricidad, gracias a la fuerza de la corriente del río, suministrando electricidad al pueblo, de la que pudo disfrutar antes que otros municipios de la provincia). Actualmente este paseo está cerrado.
Cruzando un puentecito sobre el río, llego a la A-366; al otro lado, siguiendo unos 250 metros a la derecha, da comienzo una pista asfaltada junto al río (antes de llegar al Puente de Málaga o Puente Nuevo, uno de los emblemas del pueblo que conserva algunos elementos de época romana), por donde coinciden el Carril del Dique y el sendero del Puerto de la Mujer durante algo más de 200 metros. Luego este último sendero sigue por el camino de la izquierda, en fuerte subida, por la divisoria entre el río Turón y el arroyo de La Fuensanta, en dirección suroeste. El tramo inicial discurre entre campos de labor con olivos y almendros y algunos cortijos, estando balizado como GR-243 (Sendero Virgen de las Nieves); siguiendo las marcas del GR, se abandona el carril por una estrecha senda y poco después, en el Puerto de los Lobos, nuevamente se gira a la derecha (a la izquierda sigue el sendero El Burgo-La Fuensanta, que lleva a un área recreativa), introduciéndonos en un denso pinar de repoblación de pino carrasco, con un rico sotobosque de coscojas, enebros, aladiernos, lentiscos, tomillos, matagallos… que deja abajo a la derecha el valle del río Turón. La senda, perfectamente señalizada, cruza el Barranco de Bautista y la Cañada de la Rozuela, atravesando algunos cortafuegos, hasta llegar al Carril del Dique en el Puerto de la Mujer; aquí hay unas magníficas vistas panorámicas de Sierra Blanquilla y el Valle de Lifa al norte, y al sur el Peñón de Ronda y la Peña de los Enamorados, en Antequera.
Por el Carril del Dique continúa el GR-243 entre El Burgo y Ronda; yo lo sigo a la derecha, en cómoda bajada hasta el río, pasando por un mirador sobre el Valle de Lifa: desde aquí se divisa la vieja atalaya andalusí que controlaba el paso entre la meseta rondeña y el Valle del río Turón, el arroyo de la Higuera y la Cañada del Palmito, que, junto con otras surgencias kársticas de este paraje, acrecientan el caudal del Turón; los aportes de la Sierra de las Nieves son regulares durante todo el año, por lo que el río se rodea de una espesa vegetación de ribera habitada por una variada fauna, entre la que destaca la nutria, lo que es indicador de la calidad de estas aguas. Este curso fluvial, de unos 40 kilómetros de longitud, desemboca en el embalse del Conde de Guadalhorce, cerca de la localidad de Ardales (aquí se conoce como río Ardales). Las fuertes crecidas de caudal en épocas de lluvias torrenciales (como la ocurrida en 1906 que se llevó por delante varias casas, un molino, huertas, segando la vida de seis personas) hizo que se construyeran varias represas para retener las aguas: la primera que se encuentra es el dique de la Hierbabuena, al que se puede bajar desde el cortijo del mismo nombre (dedicado a la actividad ganadera). Junto al dique se vadea el río por unas grandes piedras y unos metros después se pasa por un aprisco de piedra; el sendero continúa entre pinos junto al río, ganando luego altura y pasando bajo el mirador del Guarda Forestal (situado en la carretera que une el Burgo con Ronda, este monumento -representando un guarda que adentra a un niño en estas tierras- se hizo para conmemorar el primer centenario del cuerpo de guardias forestales, en 1977, simbolizando el legado que se debe dejar a las generaciones futuras). Pronto a la derecha se ve el Dique del Nacimiento (prácticamente sin agua). La senda, tras atravesar algún arroyo seco, pasa después sobre una fértil vega donde se encuentran los Cortijos de Los Molinos (que antiguamente se aprovechaban del cauce del río), junto a la Cañada de Requena, donde hay un pequeño dique. Luego se asciende hasta una antigua era, para volver a meterse por el pinar hasta llegar a la última represa, el Dique del Molino Caído (así llamado por encontrarse aquí las ruinas de un antiguo molino), muro de 5-6 metros de altura que forma a sus pies una poza de gran profundidad, donde está permitido el baño. Para llegar al dique hay que salvar una acequia, pasando -con precaución- sobre unas piedras; se puede caminar sobre el dique (salvo en épocas de crecidas del río, que últimamente no se producen), para continuar después unos metros por un camino de tierra (que arranca junto al Carril del Dique) hasta llegar a un azud (construcción para elevar el nivel del agua con el fin de derivar parte del caudal a las acequias), llamado Charco Largo del Dique o Dique El Largo, sitio realmente bonito y donde se puede uno dar un baño en sus limpias aguas (rodeado de peces).
Retomando el sendero ya junto al río (del que se sale para continuar unos metros por la acequia), se recorre un denso bosque de galería (entre fresnos, álamos, chopos, sauces...) con parcelas cultivadas, árboles frutales, olivos y almendros, a la izquierda. El río forma pocitas que usan para el baño los vecinos, con un tramo final del paseo fluvial (a partir del Molino de Requena), llamado sendero Manolo “El Cantaor”, muy sencillo de recorrer, adaptado, con balaustradas de madera, hasta llegar al pueblo, junto al Puente de Málaga.
Recomiendo realizar esta ruta en este sentido si se hace en verano y empezando tempranito para que la subida sea más llevadera, haciendo la vuelta junto al río para poder refrescarse en el Dique del Molino Caído, en el azud o en cualquiera de las pequeñas pozas que hay ya llegando a El Burgo.
Desde Córdoba sigo la A-45, tomando la salida 40 hacia Puente Genil para continuar por la A-304 y después por la A-318 hasta tomar la A-92 en dirección a Málaga; tras 17 kilómetros por esta autovía, salgo por la A-365, por la que continuaré un buen tramo; los últimos 20 kilómetros discurren por carreteras estrechas, especialmente los dos de la MA-477 que llevan a Serrato y los últimos 18 por la MA-5400, por la que se entra en el Parque Natural de la Sierra de las Nieves y en El Burgo, aparcando junto a un frondoso parque.
Aquí hay una estatua dedicada a Pasos Largos, el último bandolero andaluz, apodo que heredó de su padre (el cual tenía una peculiar forma de andar). Nació en 1873 en la venta del Puerto de los Empedrados, en el antiguo camino de El Burgo a Ronda, negocio familiar y lugar de parada para arrieros y cazadores furtivos.
En 1895, tras la muerte de su padre, es alistado para la guerra de Cuba, volviendo cuatro años después sin haberse repuesto de una fiebres contraídas en la isla, más taciturno (sobre todo al desmembrarse la familia). Se dedica a la caza furtiva, burlando a la Guardia Civil gracias a su profundo conocimiento de la sierra, hasta que, denunciado por el guarda de la finca El Chopo, lo detienen y apalean; para vengarse, mata al hijo del denunciante de dos balazos en la cabeza, tras lo cual lo remata con la hoz que llevaba, “para que no sufra", y con la misma hoz luego da muerte al padre. Se echa al monte y se labra fama de bandolero compasivo y generoso (se cuenta que en cierta ocasión desarmó a una pareja de guardias civiles y los dejó en libertad para que volvieran a Ronda, siendo alcanzados de camino por un muchacho que les devolvió de su parte las armas "para que sus jefes no los castiguen"). Especializado en secuestros, con el de Diego Villarejo (un rico propietario de Cuevas del Becerro y persona influyente en la provincia malagueña) se priorizó por las más altas esferas del país su busca y captura (además de que, por su afición al juego, extorsiona a hacendados rondeños, entre ellos el propio alcalde de Ronda, Juan Peinado). Así, traicionado por la mujer de un cabrero en cuya cabaña se refugiaba habitualmente, entabla con la Guardia Civil un cruce de disparos, huyendo malherido y cayendo por un barranco; tras recobrar el conocimiento, se dirige al Café Sibajas (en la calle principal de Ronda), donde jugaba a menudo y donde se entrega entre vítores de la gente. Condenado a cadena perpetua, en el penal de Figueras se agrava la tuberculosis que había contraído en Cuba, siendo trasladado al presidio del Puerto de Santa María en 1932, donde ese mismo año es indultado por buena conducta y por su delicado estado de salud. De vuelta a Ronda, el mismo Diego Villarejo lo emplea como guarda, pero, con más de sesenta años, volvió a la caza furtiva y a cometer pequeños robos, hasta
que el 18 de marzo de 1934 fuerzas de la Guardia Civil de Arriate, Igualeja, Serrato, El Burgo y Cuevas del Becerro lo acorralaron en la cueva de Solpalmillo, situada en Sierra Blanquilla, y le instaron a rendirse o, de lo contrario, lo matarían; Pasos Largos respondió “Pos máteme", recibiendo dos disparos, uno en el vientre y otro en el pecho (aunque, según la creencia popular, fue traidoramente asesinado la tarde de antes por unos tramperos y ofrecido su cadáver a la Guardia Civil a cambio de favores en la caza furtiva y la protección de los terratenientes).
En la rotonda sigo por la calle Las Erillas hasta la Plaza de Abajo, presidida por el busto de otro ilustre vecino de El Burgo, el Comandante Benítez, uno de los héroes de la Guerra de Marruecos, condecorado con la Laureada de San Fernando (la mayor distinción militar). Tras rechazar a Abd el-Krim en Sidi Dris (gracias a la defensa de Benítez), se ocupó Igueriben, para defender el emplazamiento de Annual por el sur, quedando bajo el mando del comandante Benítez; el puesto fue atacado mes y medio después por los rifeños, siendo asediado durante cinco días en los que fracasaron varios intentos de acudir en su auxilio, por lo que sus mandos le aconsejaron la rendición: entonces el comandante dijo aquello de "Los de Igueriben mueren, pero nunca se rinden" y solicitó el bombardeo del emplazamiento cuando escuchasen el último de los doce proyectiles que les quedaba.
Paso después junto a la Iglesia de San Agustín, levantada en la posguerra entre 1950 y 1952, no para sustituir a la Iglesia de la Encarnación, situada en la Villa, en la parte alta del pueblo, sino para acercar los actos litúrgicos a los más mayores (con más dificultades para andar); en una época de gran carestía, se pudo edificar
gracias a las donaciones y el trabajo de los vecinos, aunque no se terminó
totalmente la "casa del cura" ni el patio (que se estaban construyendo en un antiguo molino de aceite ya no rentable), patio en el que dos niños de unos 12 años encontraron jugando una bolita de hierro, de la que tiraron de la anilla en otro lugar -la calle del Porrillo-, muriendo uno y quedando malherido otro; no obstante, el templo fue inaugurado diez días más tarde con una fiesta y celebrando una corrida de toros. La Iglesia alberga la imagen de la Virgen de las Nieves (a la cual los burgueños le tienen mucha devoción y llevan de romería el primer fin de semana de agosto).
Luego me dirijo a la Plaza de Arriba, desde
la que subo por la calle del Cementerio, que lleva al camposanto, junto al que se encuentra la más antigua edificación religiosa cristiana del lugar (del siglo XV), la Ermita de San Sebastián (santo del que era muy devota la Reina Católica); de estilo gótico tardío (del que conserva la portada de piedra), aquí acudían caminantes y musulmanes conversos (los cristianos viejos, aquellos sin sangre judía ni musulmana hasta al menos sus abuelos incluidos, iban a la iglesia del pueblo). En el siglo XIX era lugar de reunión para comunicar a los vecinos asuntos graves, siendo previamente convocados al toque de rebato.
De vuelta a la Plaza de Arriba, sigo bajando hasta la de la Villa, donde se alza la Iglesia de la Encarnación (declarada Bien de Interés Cultural), construida en el siglo XVI sobre una antigua mezquita (de la que aún quedan algunos restos: el campanario es el antiguo alminar almohade, adaptado para uso cristiano por albañiles mudéjares al poco tiempo de su conquista). De muros gruesos (como correspone a una iglesia fortaleza), es de estilo gótico-mudéjar, con bóveda de medio cañón renacentista. Como la Catedral de Málaga (y otros de los templos más importantes de la Diócesis malagueña), se llamó de la Encarnación, por la gran devoción que le tenía a este misterio Isabel la Católica. Su patio tiene un balcón colgante con magníficas vistas a la sierra y a los campos de El Burgo.
Salgo de la plaza por la empinada calle Calzada, donde se alzaba el Castillo de El Burgo (llamado también de Miraflores, por el cerro donde se levantó), alrededor del cual se originó la población; aunque de origen musulmán, ya los cartagineses habían levantado la Torre Speculae-Annibalis o Torre de Aníbal, por la importancia estratégica del enclave (controlando el camino que une la Hoya de Málaga con la meseta rondeña). Sufrió graves daños, sobre todo sus torres más altas, en el terremoto de 1755, y después durante la Guerra de la Independencia (en la que sirvió de asentamiento a la artillería francesa), cuando en el año 1812 los invasores dinamitaron las torres del recinto, produciendo el derrumbamiento de las casas colindantes adosadas a los muros del castillo. Hoy parte de su estructura está integrada en el casco urbano, quedando sus restos entre esta calle y las de Escaloncitos y Botica.
Bajando de la parte alta del pueblo, conocida como “la Villa”, llego junto al río Turón (también llamado El Burgo en su curso desde su nacimiento hasta el pueblo), uno de los mejor conservados de la provincia, en cuyas riberas crece el arbusto del mimbre (especie ahora protegida y muy ligada a la artesanía del municipio, la cestería). Aquí arranca la Ruta Acequia del Molino, que transcurre entre la ribera del río Turón y la pared de piedra de los restos del Castillo de El Burgo; su nombre se debe a una antigua acequia que se usaba para hacer funcionar un molino de harina, del que se conservan sus ruinas, que, en el siglo XX, se convirtió en fábrica de electricidad, gracias a la fuerza de la corriente del río, suministrando electricidad al pueblo, de la que pudo disfrutar antes que otros municipios de la provincia). Actualmente este paseo está cerrado.
Cruzando un puentecito sobre el río, llego a la A-366; al otro lado, siguiendo unos 250 metros a la derecha, da comienzo una pista asfaltada junto al río (antes de llegar al Puente de Málaga o Puente Nuevo, uno de los emblemas del pueblo que conserva algunos elementos de época romana), por donde coinciden el Carril del Dique y el sendero del Puerto de la Mujer durante algo más de 200 metros. Luego este último sendero sigue por el camino de la izquierda, en fuerte subida, por la divisoria entre el río Turón y el arroyo de La Fuensanta, en dirección suroeste. El tramo inicial discurre entre campos de labor con olivos y almendros y algunos cortijos, estando balizado como GR-243 (Sendero Virgen de las Nieves); siguiendo las marcas del GR, se abandona el carril por una estrecha senda y poco después, en el Puerto de los Lobos, nuevamente se gira a la derecha (a la izquierda sigue el sendero El Burgo-La Fuensanta, que lleva a un área recreativa), introduciéndonos en un denso pinar de repoblación de pino carrasco, con un rico sotobosque de coscojas, enebros, aladiernos, lentiscos, tomillos, matagallos… que deja abajo a la derecha el valle del río Turón. La senda, perfectamente señalizada, cruza el Barranco de Bautista y la Cañada de la Rozuela, atravesando algunos cortafuegos, hasta llegar al Carril del Dique en el Puerto de la Mujer; aquí hay unas magníficas vistas panorámicas de Sierra Blanquilla y el Valle de Lifa al norte, y al sur el Peñón de Ronda y la Peña de los Enamorados, en Antequera.
Por el Carril del Dique continúa el GR-243 entre El Burgo y Ronda; yo lo sigo a la derecha, en cómoda bajada hasta el río, pasando por un mirador sobre el Valle de Lifa: desde aquí se divisa la vieja atalaya andalusí que controlaba el paso entre la meseta rondeña y el Valle del río Turón, el arroyo de la Higuera y la Cañada del Palmito, que, junto con otras surgencias kársticas de este paraje, acrecientan el caudal del Turón; los aportes de la Sierra de las Nieves son regulares durante todo el año, por lo que el río se rodea de una espesa vegetación de ribera habitada por una variada fauna, entre la que destaca la nutria, lo que es indicador de la calidad de estas aguas. Este curso fluvial, de unos 40 kilómetros de longitud, desemboca en el embalse del Conde de Guadalhorce, cerca de la localidad de Ardales (aquí se conoce como río Ardales). Las fuertes crecidas de caudal en épocas de lluvias torrenciales (como la ocurrida en 1906 que se llevó por delante varias casas, un molino, huertas, segando la vida de seis personas) hizo que se construyeran varias represas para retener las aguas: la primera que se encuentra es el dique de la Hierbabuena, al que se puede bajar desde el cortijo del mismo nombre (dedicado a la actividad ganadera). Junto al dique se vadea el río por unas grandes piedras y unos metros después se pasa por un aprisco de piedra; el sendero continúa entre pinos junto al río, ganando luego altura y pasando bajo el mirador del Guarda Forestal (situado en la carretera que une el Burgo con Ronda, este monumento -representando un guarda que adentra a un niño en estas tierras- se hizo para conmemorar el primer centenario del cuerpo de guardias forestales, en 1977, simbolizando el legado que se debe dejar a las generaciones futuras). Pronto a la derecha se ve el Dique del Nacimiento (prácticamente sin agua). La senda, tras atravesar algún arroyo seco, pasa después sobre una fértil vega donde se encuentran los Cortijos de Los Molinos (que antiguamente se aprovechaban del cauce del río), junto a la Cañada de Requena, donde hay un pequeño dique. Luego se asciende hasta una antigua era, para volver a meterse por el pinar hasta llegar a la última represa, el Dique del Molino Caído (así llamado por encontrarse aquí las ruinas de un antiguo molino), muro de 5-6 metros de altura que forma a sus pies una poza de gran profundidad, donde está permitido el baño. Para llegar al dique hay que salvar una acequia, pasando -con precaución- sobre unas piedras; se puede caminar sobre el dique (salvo en épocas de crecidas del río, que últimamente no se producen), para continuar después unos metros por un camino de tierra (que arranca junto al Carril del Dique) hasta llegar a un azud (construcción para elevar el nivel del agua con el fin de derivar parte del caudal a las acequias), llamado Charco Largo del Dique o Dique El Largo, sitio realmente bonito y donde se puede uno dar un baño en sus limpias aguas (rodeado de peces).
Retomando el sendero ya junto al río (del que se sale para continuar unos metros por la acequia), se recorre un denso bosque de galería (entre fresnos, álamos, chopos, sauces...) con parcelas cultivadas, árboles frutales, olivos y almendros, a la izquierda. El río forma pocitas que usan para el baño los vecinos, con un tramo final del paseo fluvial (a partir del Molino de Requena), llamado sendero Manolo “El Cantaor”, muy sencillo de recorrer, adaptado, con balaustradas de madera, hasta llegar al pueblo, junto al Puente de Málaga.
Recomiendo realizar esta ruta en este sentido si se hace en verano y empezando tempranito para que la subida sea más llevadera, haciendo la vuelta junto al río para poder refrescarse en el Dique del Molino Caído, en el azud o en cualquiera de las pequeñas pozas que hay ya llegando a El Burgo.
Waypoints
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Iglesia de la Encarnación (siglo XVI)
De estilo gótico-mudéjar, con tres naves separadas por pilares achaflanados, arcos apuntados con alfiz, armadura de madera en la nave central y bóveda de medio cañon renacentista
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