PR-MU 101 Sendero de las Lomas de la Mulata (Calasparra)
near Casas de los Losares, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Calasparra tiene una muy buena red de senderos homologados. Si las cuentas no me fallan tiene ocho PR's, un SL, y tres GR's pasan por su municipio (el GR 7, el GR 127 y el GR 251). Además, un itinerario ecoturístico con el arroz como temática.
De todos ellos hay dos senderos PR muy poco conocidos: el PR-MU 103 Media Marathón "Antonio de Béjar", y este que hoy traigo aquí: el PR-MU 101 Sendero de las Lomas de la Mulata.
Se trata de una ruta corta, apenas 3'7 kilómetros de ida, con un desnivel de menos de 150 metros. Como es lógico habrá que sumar la vuelta. Este track incluye la ruta completa de ida y vuelta más los merodeos en el entorno de la Casa de la Maestra, punto final del PR y donde encontramos el paraje más bonito de la ruta, pudiendo llegar a pie de río.
Para llegar al inicio de ruta debemos tomar la carretera de Calasparra a Cieza y girar a la derecha por un camino junto a una casa, que nos llevará entre vallados de fincas de melocotoneros a otra carretera perpendicular, que tomaremos a la derecha hasta llegar a un cañal antes de una curva de 90°. Aquí encontramos el cartelón de la ruta junto a los escalones de un embarcadero.
Estamos en el paraje de El Viso. Debemos hacer la curva y traspasar una puerta que prohíbe el paso a vehículos por ser privado. A la derecha quedan los arrozales y las cañas delimitan el cauce del río Segura. Enfrente se elevan El Castillo y la Sierra del Molino. El lugar merece un par de fotos.
A medio kilómetro, entre melocotoneros y casas, un poste nos desvía a la izquierda. Se acaba el camino tranquilo y comienza un empinado sendero. Estamos adentrándonos en el mar de esparto que cubre las Lomas de la Mulata.
Tras alcanzar un primer alto viramos a la derecha en llano. Damos las primeras vistas aéreas sobre el río Segura. Es la antesala del Cañón de Almadenes, una de las joyas naturales y paisajísticas de la Región de Murcia. Altas paredes verticales a ambos lados y un bosque de ribera intacto son los grandes tesoros de este lugar, y los vamos a conocer desde las alturas por la margen izquierda.
La senda es comodísima, y las marcas de PR, bien conservadas, nos ayudan cuando el sendero se difumina o bifurca. A la izquierda, suaves lomas alfombradas de esparto; a la derecha se abre la brecha donde discurre el Segura a paso tranquilo, como si quisiera admirar aquellos que él mismo ha creado con la labor constante de milenios y milenios.
En la otra vertiente vemos una pasarela colgada de la pared. Es la que lleva al Abrigo del Pozo o Cueva de los Monigotes, con pinturas rupestres visitables (consultar al ayuntamiento de Calasparra).
Nuestro sendero serpentea, a veces aproximándose al río y otros tierra adentro. Las subidas y bajadas son habituales, pues son muchos los ramblizos que debemos salvar. Esto hace más entretenido nuestro caminar.
En alguna curva tendremos vistas amplias del río, allá abajo, custodiado por paredes y álamos. A la vuelta hemos visto una barca neumática haciendo el paseo fluvial que ofrecen un par de empresas de aventuras en Calasparra. Es muy recomendable. Lo hice con Cañón y Cañón Multiaventura en 2018 y es una actividad inolvidable.
Seguimos andando y las últimas ramblas son más profundas, así que hay que bajar y subir por sendero empinado pero sin dificultades.
Así, al subir la última loma vemos por fin la vertical Casa de la Maestra. Justo enfrente de ella, al otro lado del río, desemboca el río Quípar, que viene de recorrer su último kilómetro también encañonado en los Almadenes del Quípar.
El paraje es de una soledad casi densa. La casa, ruinosa pero de porte recio, se mantiene en pie digna y estoicamente. Un cartel informa del final de la ruta (o del inicio, ya que se puede venir en coche hasta aquí). Es hora de merodear, de acercarnos al río, de admirar las paredes entre las que se adentra sin miedo el Segura, pero que a mí me impresionan.
Un cable de acero cruza al otro lado del río, muy cerca de la desembocadura del Quípar, poco visible entre la vegetación. Podemos tocar el agua. Vemos algún pato entre los carrizales y oímos el disparo de algún cazador, esos seres infames que disfrutan matando.
Sin embargo no se ve ni un alma. Sí, hay cierta densidad en esta soledad. Después de un rato admirando el lugar iniciamos el regreso, y lo hacemos por donde hemos venido, por el PR.
Y esa hora que necesitamos para llegar al coche es una hora de puro disfrute físico y visual. Como el río, caminamos sin prisas, recreándonos con una ruta fantástica en un lugar espectacular.
De todos ellos hay dos senderos PR muy poco conocidos: el PR-MU 103 Media Marathón "Antonio de Béjar", y este que hoy traigo aquí: el PR-MU 101 Sendero de las Lomas de la Mulata.
Se trata de una ruta corta, apenas 3'7 kilómetros de ida, con un desnivel de menos de 150 metros. Como es lógico habrá que sumar la vuelta. Este track incluye la ruta completa de ida y vuelta más los merodeos en el entorno de la Casa de la Maestra, punto final del PR y donde encontramos el paraje más bonito de la ruta, pudiendo llegar a pie de río.
Para llegar al inicio de ruta debemos tomar la carretera de Calasparra a Cieza y girar a la derecha por un camino junto a una casa, que nos llevará entre vallados de fincas de melocotoneros a otra carretera perpendicular, que tomaremos a la derecha hasta llegar a un cañal antes de una curva de 90°. Aquí encontramos el cartelón de la ruta junto a los escalones de un embarcadero.
Estamos en el paraje de El Viso. Debemos hacer la curva y traspasar una puerta que prohíbe el paso a vehículos por ser privado. A la derecha quedan los arrozales y las cañas delimitan el cauce del río Segura. Enfrente se elevan El Castillo y la Sierra del Molino. El lugar merece un par de fotos.
A medio kilómetro, entre melocotoneros y casas, un poste nos desvía a la izquierda. Se acaba el camino tranquilo y comienza un empinado sendero. Estamos adentrándonos en el mar de esparto que cubre las Lomas de la Mulata.
Tras alcanzar un primer alto viramos a la derecha en llano. Damos las primeras vistas aéreas sobre el río Segura. Es la antesala del Cañón de Almadenes, una de las joyas naturales y paisajísticas de la Región de Murcia. Altas paredes verticales a ambos lados y un bosque de ribera intacto son los grandes tesoros de este lugar, y los vamos a conocer desde las alturas por la margen izquierda.
La senda es comodísima, y las marcas de PR, bien conservadas, nos ayudan cuando el sendero se difumina o bifurca. A la izquierda, suaves lomas alfombradas de esparto; a la derecha se abre la brecha donde discurre el Segura a paso tranquilo, como si quisiera admirar aquellos que él mismo ha creado con la labor constante de milenios y milenios.
En la otra vertiente vemos una pasarela colgada de la pared. Es la que lleva al Abrigo del Pozo o Cueva de los Monigotes, con pinturas rupestres visitables (consultar al ayuntamiento de Calasparra).
Nuestro sendero serpentea, a veces aproximándose al río y otros tierra adentro. Las subidas y bajadas son habituales, pues son muchos los ramblizos que debemos salvar. Esto hace más entretenido nuestro caminar.
En alguna curva tendremos vistas amplias del río, allá abajo, custodiado por paredes y álamos. A la vuelta hemos visto una barca neumática haciendo el paseo fluvial que ofrecen un par de empresas de aventuras en Calasparra. Es muy recomendable. Lo hice con Cañón y Cañón Multiaventura en 2018 y es una actividad inolvidable.
Seguimos andando y las últimas ramblas son más profundas, así que hay que bajar y subir por sendero empinado pero sin dificultades.
Así, al subir la última loma vemos por fin la vertical Casa de la Maestra. Justo enfrente de ella, al otro lado del río, desemboca el río Quípar, que viene de recorrer su último kilómetro también encañonado en los Almadenes del Quípar.
El paraje es de una soledad casi densa. La casa, ruinosa pero de porte recio, se mantiene en pie digna y estoicamente. Un cartel informa del final de la ruta (o del inicio, ya que se puede venir en coche hasta aquí). Es hora de merodear, de acercarnos al río, de admirar las paredes entre las que se adentra sin miedo el Segura, pero que a mí me impresionan.
Un cable de acero cruza al otro lado del río, muy cerca de la desembocadura del Quípar, poco visible entre la vegetación. Podemos tocar el agua. Vemos algún pato entre los carrizales y oímos el disparo de algún cazador, esos seres infames que disfrutan matando.
Sin embargo no se ve ni un alma. Sí, hay cierta densidad en esta soledad. Después de un rato admirando el lugar iniciamos el regreso, y lo hacemos por donde hemos venido, por el PR.
Y esa hora que necesitamos para llegar al coche es una hora de puro disfrute físico y visual. Como el río, caminamos sin prisas, recreándonos con una ruta fantástica en un lugar espectacular.
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