PR-A 91 (sendero Los Jiménez-Fuente Garzón) y Castillo de Turón (Ardales)
near Ardales, Andalucía (España)
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Itinerary description
Tras aparcar en la avenida de Málaga, a la entrada de la población, salgo de ella por su parte más baja, al norte, por el Camino del Río, donde comienza el sendero de pequeño recorrido “Los Jiménez-Fuente Garzón”. Tras pasar bajo la MA-5402, se salva el río Turón por el Puente de la Molina, construido en piedra arenisca durante el reinado de Augusto (siglo I d. C.) en el vado de la vía que unía Malaca, en la costa, con Acinipo (Ronda) y Urso (Osuna); conserva tres arcos de medio punto y tres tajamares (dos de ellos triangulares) para soportar las avenidas cíclicas del río, que le infligió graves daños reinando Isabel II (perdió dos de sus cinco arcos originales), a pesar de lo cual sigue siendo uno de los escasos puentes romanos por los que, a dos mil años de su construcción, siguen transitando peatones, caballerías y, después, vehículos.
Justo cruzado el puente, se sigue por el camino de la izquierda y enseguida hay una nueva bifurcación: tomo el carril de la derecha (para recorrer el PR en sentido inverso), iniciando una suave subida por pista terriza entre tierras de cultivo (predominando el olivar, aunque también pueden verse almendros luciendo sus mejores galas). En la siguiente bifurcación continúo a la izquierda (siguiendo las marcas del sendero, bien balizado), bajando hasta el arroyo de la Alberca, muy cerca del Cortijo de la Aguada.
Ahora el carril empieza a subir (un ramal que sale a la izquierda baja a la Fuente de San Ignacio, de aguas sulfurosas aprovechadas por los agricultores para el riego de los campos) hasta llegar al Puerto del Olivo, desde donde se sigue por la pista asfaltada de la izquierda, que baja paralela al arroyo de la Alberca; el camino se adentra en el pinar (coincidiendo con el sendero GR-7 Ardales-Serrato), llevando a las proximidades de la Fuente Garzón (de agua potable): para bajar a ella salgo de la pista justo antes de llegar al puente sobre el arroyo, retomándola más adelante. Ahora sube rodeando el Cerro del Rey (aunque yo hago un recorte por el pinar hasta contactar nuevamente con el camino, ya en cómoda bajada hacia la cortijada “Los Jiménez”).
Llegando a los cortijos ya se divisan, sobre un espolón calizo, las ruinas del Castillo de Turón, construido por los nazaríes para defenderse de los ataques que los castellanos organizaban desde el Castillo de la Estrella en la vecina localidad de Teba (formaba parte de la línea defensiva musulmana constituida además por los castillos de la Peña, El Burgo y Bobastro); en una de las incursiones que partió de Turón los granadinos mataron al caballero escocés James Douglas, que, junto con otros siete caballeros y veinte escuderos, portaban el corazón del rey de Escocia, el famoso Robert Bruce. En 1433 cae en poder cristiano y el lugar se va despoblando rápidamente, pasando sus tierras a depender del Castillo de la Peña (o de Ardales). Para subir al castillo, me desvío del camino principal por el olivar, llegando a un carril que me acerca a su cara oeste; luego hay que seguir un pendiente (aunque corto) senderillo por el que entro al interior de la fortaleza: en su día contaba con alcázar (con una gran torre que servía de residencia al jefe de la guarnición, desde la que se controlaba todo el valle), más de diez torreones y una muralla barbacana. Hoy se encuentra en estado ruinoso, aunque conserva restos de las torres, de la barbacana y de la muralla principal y un aljibe. Eso sí, las vistas desde aquí son magníficas, pudiendo verse, entre otras sierras, la del Valle de Abdalajís, la de Pizarra, la de Alcaparaín y de Ortegícar, incluso el embalse Conde del Guadalhorce en la lejanía, con el valle del río Turón a los pies de la fortaleza.
El descenso lo hago por la cara norte del castillo (un acceso mucho más sencillo), entre almendros y luego por un carril que cruza el olivar hasta enlazar con el PR. Desde aquí quedan poco más de 3 kilómetros, entre tierras de labor y algunas parcelas, hasta volver al Puente de la Molina, entrando nuevamente en el núcleo urbano. Hago un corto recorrido por el pueblo, subiendo por la calle de los Carros hasta llegar al el convento de los Capuchinos (o de San Sebastián), fundado en el siglo XVII y levantado en el XVIII, del que se conserva su iglesia original, barroca, con su espadaña rematada por almenas (y la sala capitular, el refectorio y una pequeña celda). Desde aquí voy callejeando para llegar, tras una buena subida por las empinadas (y cuidadas, encaladas y adornadas con macetas) calles de Ardales, a la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, levantada a fines del siglo XV sobre una mezquita; el mal estado en que se encontraba, hizo que fuese reedificada en 1720 (conservando en su interior elementos mudéjares primitivos como el artesonado de tracería de su nave principal), destacando su portada barroca. La torre (antiguo alminar), construida posiblemente a finales del siglo XVIII, de planta cuadrada, es de ladrillo con balaustrada, rematada con un capitel revestido de azulejos.
El templo se encuentra a los pies de un gran promontorio rocoso, fechado geológicamente en el Ordovícico, perteneciente a la Era Primaria (uno de los fragmentos geológicos más antiguos del Sistema Bético de Andalucía, según la Universidad de Granada). Por su situación estratégica (dominando el paso natural entre la Hoya de Málaga, la Serranía de Ronda y la Vega de Antequera) ha sido ocupado ininterrumpidamente por grupos humanos desde el Neolítico (hace unos 5000 años), con evidencias arqueológicas de épocas tartésica, fenicia, ibérica, romana, visigoda, mozárabe (de cuando data la primera fortaleza, de finales del siglo IX, formando parte de los dominios de ibn Hafsún), califal, nazarí y finalmente cristiana. El acceso a los restos del Castillo de la Peña se encuentra junto a la iglesia, pero actualmente está cerrado.
Bajo a la avenida de Málaga para concluir la ruta. Aquí, frente al original parque “Jardín de los Poetas”, se encuentra un pequeño museo, el Centro de Interpretación de la Prehistoria, donde pueden contemplarse los materiales arqueológicos hallados en la Cueva de Ardales (también conocida como cueva de doña Trinidad Grund): sus pinturas parietales, cuya autoría se ha adjudicado a los neandertales, han sido consideradas las representaciones artísticas más antiguas del mundo.
Waypoints
Convento de San Sebastián (siglo XVIII)
Iglesia con bóveda de medio cañón, dos capillas laterales en la zona del Evangelio y coro a los pies; exterior con entrada en arco enmarcado y óculo
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios (ss. XV-XVIII)
Torre de estructura prismática, con cuerpos inferiores muy simples con óculos para la iluminación interior; parte superior con pilastras cajeadas con cerámica vidriada verde, rematándose por un capitel octogonal con cubierta de tejas vidriadas formando rombos
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios (ss. XV-XVIII) y Peña de Ardales
Portada de ladrillo enfoscado con arco de medio punto enmarcado por pilastras que sostienen un entablamiento en cuyo friso hay una inscripción con la fecha de 1723; sobre él, frontón semicircular abierto con una hornacina entre pilastras, coronada por un frontón curvo en donde apoya un óculo, rematado con un frontón triangular que alberga una cruz
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