Por las colas del Pantano del Quiebrajano.

Después de visitar este entorno en varias ocasiones, y disfrutar de su belleza desde casi todas las perspectivas posibles, esta vez decidimos pasearlo por su interior, aprovechando que en la actualidad tiene poca agua. La verdad es que el sitio sigue siendo espectacular, como lo demuestran las fotos, pero ojalá que llueva pronto y el pantano pueda llenarse y cumplir así con su cometido, además de que es mucho más alegre.
Iniciamos la marcha desde el mismo puerto de Pitillos donde dejamos el vehículo, en sentido descendente por la pista forestal, hasta la segunda curva muy pronunciada a la derecha, donde empieza el sendero propiamente dicho. Esta vereda no tiene perdida y continua sin bifurcación alguna, hasta las proximidades del puente de madera del GR7. En este tramo hay que agradecer, a quien corresponda, la instalación reciente de cuerdas "quitamiedos" y el picado de la roca, que sin duda han dado más seguridad a la zona de piedras que a veces estaban resbaladizas. Una vez realizadas las fotos de rigor en el puente, volvemos sobre nuestros pasos unos 30 o 40 metros, para continuar hacia el pantano. Una vez en su interior, nos vemos en la necesidad de cruzar en repetidas ocasiones el rio Valdearazo, que hoy es prácticamente un arroyuelo, para avanzar, hasta que nos encontramos la escasa agua que contiene el Quiebrajano. Una vez en este punto, y con el fin de no repetir el mismo camino en el regreso, nos aventuramos a acortarlo, para ello nos salimos del pantano por la izquierda, subiendo entre olivares procurando ir por caminos y rodadas de tractores lo más cerca posible del monte, llegando al vehículo sin complicaciones.