Por el Barranco Blanco hasta el Charco del Infierno (Coín)
near Alhaurín el Grande, Andalucía (España)
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Itinerary description
Corta pero refrescante ruta caminando durante un tramo por el lecho del río Alaminos, en el Barranco Blanco, entre las localidades malagueñas de Alhaurín El Grande y de Coín.
Para llegar al punto de inicio, hay que salir por una pista a la altura del kilómetro cuatro de la carretera MA-3303, aparcando a los pocos metros en un ensanche, a la sombra de los pinos (del 1 de junio al 15 de octubre, debido al riesgo de incendios, no se permite bajar en vehículo a motor a otro aparcamiento sito a poco más de dos kilómetros, salvo a los residentes de la zona). Conviene llegar en las primeras horas de la mañana, especialmente los fines de semana, pues el lugar está muy concurrido (como pude comprobar a la vuelta).
Desde aquí se desciende por la pista terriza (con tramos asfaltados), entre un pinar que cobija palmitos, lentiscos, enebros… En 1.2 kilómetros el camino se bifurca, debiendo continuar por el carril de la derecha (a la izquierda queda la Laguna de los Flamencos). Al poco de pasar junto al aparcamiento de invierno, se llega a un puente sobre el río Alaminos (junto al que comienza el sendero PR-A 338) y, antes de cruzarlo, a la derecha del camino arranca una senda que va remontando el curso del río, dentro del Barranco Blanco (así llamado por el color que le dan los mármoles dolomíticos del Cerro Alaminos). Esta garganta se encaja abruptamente entre estos mármoles y las peridotitas y gneises de la zona del Charco del Infierno en la Sierra Alpujata (el gneis es una roca metamórfica compuesta por los mismos minerales que el granito -cuarzo, feldespato y mica-, pero con orientación definida en bandas, alternando capas de minerales claros y oscuros; la peridotita es una rarísima roca magmática, muy extendida en la provincia, que, por ser impermeable, hace que el agua del río -que discurre subterráneamente en el interior de la roca caliza- salga al exterior). El río de las Pasadas (en este tramo llamado Alaminos) es uno de los principales afluentes del río Fuengirola (junto con el Ojén) y posee un caudal permanente, al surtirse del acuífero del macizo de Sierra Blanca-Mijas.
Sigo la senda junto a una acequia soterrada hasta llegar a su captación, cruzando el río para continuar por un sendero a la izquierda (dejando para la vuelta el recorrido por su cauce y así volver más fresco). El entorno es de gran belleza, con el contraste del blanco de la roca caliza y los verdes de la abundante vegetación de su entorno (grandes adelfas, palmitos, lentiscos, romeros, brezos, viñas silvestres, madreselvas trepadoras, sauces…), dando estas aguas refugio a diversas especies protegidas (21 especies de plantas endémicas y entre la fauna, libélulas, caracoles, mariposas, peces como el barbo, anfibios, aves, reptiles… incluso nutrias, animales muy exigentes que sólo viven en aguas cristalinas.
En unos 300 metros llego a la Charca de la Paloma, una poza más profunda (aunque hoy no me llega a cubrir), donde de la pared rocosa cuelga una cuerda para balancearse; para recorrer los últimos metros, hay que ir por dentro del agua (ya que por las piedras de la izquierda el riesgo de caída es grande ). Salvado este obstáculo, se llega a la Charca del Infierno, una gran poza que desde las
fuertes lluvias otoñales de 2018 ha perdido parte de su belleza: antes había una doble cascada pero una una gran gran piedra taponó la cascada primera y el arrastre de una gran cantidad de tierra ha convertido la poza en una charca que en su parte más profunda (bajo la piedra) me cubre hasta algo más arriba de la cintura (las cascadas sólo son visibles pasando bajo la roca, a la que se ha nombrado como la Bóveda).
Inicio el retorno (tras un bañito en la Charca de la Paloma), ahora caminando por el lecho del río, con cuidado de no resbalar, buscando pisar sobre la arena y las pequeñas piedras del fondo (siempre recomendable llevar un calzado con buen agarre y un bastón para mantener el equilibrio). Así refrescado se afrontan mejor los más de dos kilómetros de subida hasta el aparcamiento, mientras se va secando la ropa.
Está más que justificado este último esfuerzo para haber disfrutado de este bello paraje, declarado Rincón Singular de la Provincia de Málaga e incluido por la Unión Europea en su catálogo de Lugares de Interés Comunitario, por sus valores paisajísticos, botánicos y faunísticos.
Para llegar al punto de inicio, hay que salir por una pista a la altura del kilómetro cuatro de la carretera MA-3303, aparcando a los pocos metros en un ensanche, a la sombra de los pinos (del 1 de junio al 15 de octubre, debido al riesgo de incendios, no se permite bajar en vehículo a motor a otro aparcamiento sito a poco más de dos kilómetros, salvo a los residentes de la zona). Conviene llegar en las primeras horas de la mañana, especialmente los fines de semana, pues el lugar está muy concurrido (como pude comprobar a la vuelta).
Desde aquí se desciende por la pista terriza (con tramos asfaltados), entre un pinar que cobija palmitos, lentiscos, enebros… En 1.2 kilómetros el camino se bifurca, debiendo continuar por el carril de la derecha (a la izquierda queda la Laguna de los Flamencos). Al poco de pasar junto al aparcamiento de invierno, se llega a un puente sobre el río Alaminos (junto al que comienza el sendero PR-A 338) y, antes de cruzarlo, a la derecha del camino arranca una senda que va remontando el curso del río, dentro del Barranco Blanco (así llamado por el color que le dan los mármoles dolomíticos del Cerro Alaminos). Esta garganta se encaja abruptamente entre estos mármoles y las peridotitas y gneises de la zona del Charco del Infierno en la Sierra Alpujata (el gneis es una roca metamórfica compuesta por los mismos minerales que el granito -cuarzo, feldespato y mica-, pero con orientación definida en bandas, alternando capas de minerales claros y oscuros; la peridotita es una rarísima roca magmática, muy extendida en la provincia, que, por ser impermeable, hace que el agua del río -que discurre subterráneamente en el interior de la roca caliza- salga al exterior). El río de las Pasadas (en este tramo llamado Alaminos) es uno de los principales afluentes del río Fuengirola (junto con el Ojén) y posee un caudal permanente, al surtirse del acuífero del macizo de Sierra Blanca-Mijas.
Sigo la senda junto a una acequia soterrada hasta llegar a su captación, cruzando el río para continuar por un sendero a la izquierda (dejando para la vuelta el recorrido por su cauce y así volver más fresco). El entorno es de gran belleza, con el contraste del blanco de la roca caliza y los verdes de la abundante vegetación de su entorno (grandes adelfas, palmitos, lentiscos, romeros, brezos, viñas silvestres, madreselvas trepadoras, sauces…), dando estas aguas refugio a diversas especies protegidas (21 especies de plantas endémicas y entre la fauna, libélulas, caracoles, mariposas, peces como el barbo, anfibios, aves, reptiles… incluso nutrias, animales muy exigentes que sólo viven en aguas cristalinas.
En unos 300 metros llego a la Charca de la Paloma, una poza más profunda (aunque hoy no me llega a cubrir), donde de la pared rocosa cuelga una cuerda para balancearse; para recorrer los últimos metros, hay que ir por dentro del agua (ya que por las piedras de la izquierda el riesgo de caída es grande ). Salvado este obstáculo, se llega a la Charca del Infierno, una gran poza que desde las
fuertes lluvias otoñales de 2018 ha perdido parte de su belleza: antes había una doble cascada pero una una gran gran piedra taponó la cascada primera y el arrastre de una gran cantidad de tierra ha convertido la poza en una charca que en su parte más profunda (bajo la piedra) me cubre hasta algo más arriba de la cintura (las cascadas sólo son visibles pasando bajo la roca, a la que se ha nombrado como la Bóveda).
Inicio el retorno (tras un bañito en la Charca de la Paloma), ahora caminando por el lecho del río, con cuidado de no resbalar, buscando pisar sobre la arena y las pequeñas piedras del fondo (siempre recomendable llevar un calzado con buen agarre y un bastón para mantener el equilibrio). Así refrescado se afrontan mejor los más de dos kilómetros de subida hasta el aparcamiento, mientras se va secando la ropa.
Está más que justificado este último esfuerzo para haber disfrutado de este bello paraje, declarado Rincón Singular de la Provincia de Málaga e incluido por la Unión Europea en su catálogo de Lugares de Interés Comunitario, por sus valores paisajísticos, botánicos y faunísticos.
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