Pinares de Gascones. Sierra Norte de Madrid.
near Villavieja del Lozoya, Madrid (España)
Viewed 141 times, downloaded 1 times
Trail photos
Itinerary description
Por hacer un poco de historia, contaremos que el punto de partida de esta ruta, la antigua estación de trenes de Gascones-Buitrago, se encuentra en la línea de ferrocarril Madrid-Aranda-Burgos, que fue inaugurada el 04/07/1968 con un recorrido de 282 km sin electrificar, con 12 viaductos, una longitud entre 258 m y 106 m y una altura entre 58 m y 12 m, 44 túneles (siendo el más largo el de Somosierra, con 3895 m en total). Se construyeron 43 estaciones estando en la actualidad operativas solamente 8: las del tramo electrificado y utilizado por los trenes de cercanías que van desde Madrid a Colmenar Viejo 25 km y, solamente para mercancías, el servicio desde Burgos a Aranda de Duero. En Marzo del 2011, cuando se estaba realizando reformas en la línea, se produce un derrumbamiento en el túnel de Somosierra pillando a una bateadora dentro del túnel, produciéndose heridos leves, esto sumado al deterioro de las vías y el descarrilamiento de un Talgo en Bahabón de Esgueva, lleva a la Administración a su cierre.
En el siguiente enlace se puede obtener más información sobre esta misteriosa línea de ferrocarril, con 159 km inoperarivos:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Ferrocarril_directo_Madrid-Burgos
Gascones se encuentra en la Sierra Norte de Madrid. El nombre del pueblo se debe a los gascones, franceses del otro lado de los Pirineos que se asentaron en este lugar en busca de un lugar donde cuidar sus ganados. "Gascón" es sinónimo de "francés y natural de Gascuña". En la Edad Media se conocía como Gascones a aquellos extranjeros de más allá de los Pirineos.
En fin, vamos al lío: como he indicado, nuestra ruta empieza en el aparcamiento de la antigua estación de ferrocarril Gascones-Buitrago, al que accedemos desde Buitrago de Lozoya por la carretera M-634 y desviándonos por la M-991, una pista asfaltada de 3 km sorprendentemente en buen estado que termina en esta estación abandonada de la línea Madrid- Burgos.
El interior de los edificios está en mal estado, lo que le confiere un aspecto fantasmagórico al conjunto de la estación.
Partimos siguiendo las vías del tren en dirección al túnel que se encuentra hacia el oeste. Hay quien dice que merece la pena cruzarlo, pero nosotros simplemente nos adentramos unos metros para echar un vistazo. Al parecer, hay una colonia de murciélagos en su interior, por si alguien estuviese interesado en explorarlo. En cualquier caso, lo óptimo sería llevar una linterna en condiciones para disfrutar del recorrido por el túnel.
Volvemos por las vías dejando el túnel detrás nuestro y buscamos a nuestra izquierda un acceso que, a modo de puerta, nos permitirá adentrarnos en una zona de pastos conforme vamos ascendiendo. Por ubicarse, hay que seguir caminando más o menos en paralelo a las vías del tren. Después de cruzar dos muretes de piedra (hay partes de los muros que están derruidas y por las que podremos pasar sin dificultad), a la altura de un pequeño pinar, tomaremos a mano derecha por un sendero poco marcado. Estamos en la Colada del Roblazgo. Atravesamos primero una puerta y después una zona de pasto, la Dehesa del Roblazgo, desde la que parte una pista ancha por la que deberemos tomar para seguir nuestra ruta. Hay un embarcadero de ganado a mano izquierda que nos puede servir como referencia. Un poco más adelante, la pista se bifurca y tomamos a mano izquierda para continuar nuestro ascenso.
A partir de aquí, nos iremos adentrando en el pinar por una pista de tierra. Se trata de un bosque de pino silvestre repoblado en los años 40 que alcanza alturas de más de 20 metros en las copas de los árboles. No abandonaremos la pista hasta que no hayamos recorrido unos 5 kilómetros y medio desde el inicio de la ruta.
Antes de dejar la pista, se pasa por dos arroyos anónimos y por el de Arranquines, todos ellos afluentes del de Buitraguillo, que iremos bordeando más adelante.
La ruta no tiene demasiado desnivel, con lo cual se hace bastante sencillo el ascenso.
Cuando dejamos la pista que va ascendiendo en una curva a izquierdas, nos adentraremos en la que probablemente sea la parte más bonita del paseo. Realmente vamos internándonos en el barranco por el que corre juguetón el arroyo de Buitraguillo. Predomina el pino pero podremos disfrutar también de unos buenos ejemplares de acebo e incluso de algún mostajo, que ahora en otoño, con sus hojas amarillas y sus frutos rojos, deslumbra sobre el resto de árboles que lo rodean.
Hay que ir buscando un pequeño sendero que nos irá acercando al cauce del arroyo. Nos encontraremos con árboles caídos que, en algún caso, nos obligarán a desviarnos para buscar una zona por donde seguir nuestro camino.
Aquí, el paseo de ha convertido un poco ya en aventura, pero merece la pena por la belleza del entorno, el sonido del agua del arroyo fluyendo barranco abajo y el de las ramas de los árboles jugando con el viento.
Tendremos que buscar un puente hecho de losas de piedra para cruzar el arroyo. El día que hicimos nosotros la excursión, el arroyo traía bastante agua y cruzarlo por otro sitio que no sea este pequeño puente, podría resultar complicado...
Una vez hayamos accedido a la otra margen del río (la izquierda), la pista de irá ensanchando y, aunque tendremos que sortear algún que otro tronco en mitad del camino, podremos avanzar sin dificultad.
Esta es zona de caza. Nosotros pudimos ver un par de corzos, el último, perseguido por dos perros de caza a roda velocidad...
Siguiendo por este sendero, llegaremos a una pista forestal por la que deberemos desviarnos a mano derecha para iniciar el descenso y la vuelta al punto de partida de la ruta. Desde aquí podremos disfrutar de unas magníficas panorámicas de la Sierra de la Cabrera con el embalse de Riosequillo extendiéndose en la llanura del valle del Lozoya.
A ambos lados del camino, se alzan los pinos que nos van acompañando durante todo el paseo. Antes de llegar a las inmediaciones de la estación, hay un precioso bosquete de robles melojos que darán algo de color a este tramo.
Basta con cruzar la puerta y nos encontraremos en la carretera de acceso a la estación y al aparcamiento.
Una delicia de ruta para disfrutar de un poco de silencio y tranquilidad en medio de la naturaleza. Shirin-yoku para el cuerpo y el alma...
¡Que la disfrutéis si os animáis a hacerla!
En el siguiente enlace se puede obtener más información sobre esta misteriosa línea de ferrocarril, con 159 km inoperarivos:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Ferrocarril_directo_Madrid-Burgos
Gascones se encuentra en la Sierra Norte de Madrid. El nombre del pueblo se debe a los gascones, franceses del otro lado de los Pirineos que se asentaron en este lugar en busca de un lugar donde cuidar sus ganados. "Gascón" es sinónimo de "francés y natural de Gascuña". En la Edad Media se conocía como Gascones a aquellos extranjeros de más allá de los Pirineos.
En fin, vamos al lío: como he indicado, nuestra ruta empieza en el aparcamiento de la antigua estación de ferrocarril Gascones-Buitrago, al que accedemos desde Buitrago de Lozoya por la carretera M-634 y desviándonos por la M-991, una pista asfaltada de 3 km sorprendentemente en buen estado que termina en esta estación abandonada de la línea Madrid- Burgos.
El interior de los edificios está en mal estado, lo que le confiere un aspecto fantasmagórico al conjunto de la estación.
Partimos siguiendo las vías del tren en dirección al túnel que se encuentra hacia el oeste. Hay quien dice que merece la pena cruzarlo, pero nosotros simplemente nos adentramos unos metros para echar un vistazo. Al parecer, hay una colonia de murciélagos en su interior, por si alguien estuviese interesado en explorarlo. En cualquier caso, lo óptimo sería llevar una linterna en condiciones para disfrutar del recorrido por el túnel.
Volvemos por las vías dejando el túnel detrás nuestro y buscamos a nuestra izquierda un acceso que, a modo de puerta, nos permitirá adentrarnos en una zona de pastos conforme vamos ascendiendo. Por ubicarse, hay que seguir caminando más o menos en paralelo a las vías del tren. Después de cruzar dos muretes de piedra (hay partes de los muros que están derruidas y por las que podremos pasar sin dificultad), a la altura de un pequeño pinar, tomaremos a mano derecha por un sendero poco marcado. Estamos en la Colada del Roblazgo. Atravesamos primero una puerta y después una zona de pasto, la Dehesa del Roblazgo, desde la que parte una pista ancha por la que deberemos tomar para seguir nuestra ruta. Hay un embarcadero de ganado a mano izquierda que nos puede servir como referencia. Un poco más adelante, la pista se bifurca y tomamos a mano izquierda para continuar nuestro ascenso.
A partir de aquí, nos iremos adentrando en el pinar por una pista de tierra. Se trata de un bosque de pino silvestre repoblado en los años 40 que alcanza alturas de más de 20 metros en las copas de los árboles. No abandonaremos la pista hasta que no hayamos recorrido unos 5 kilómetros y medio desde el inicio de la ruta.
Antes de dejar la pista, se pasa por dos arroyos anónimos y por el de Arranquines, todos ellos afluentes del de Buitraguillo, que iremos bordeando más adelante.
La ruta no tiene demasiado desnivel, con lo cual se hace bastante sencillo el ascenso.
Cuando dejamos la pista que va ascendiendo en una curva a izquierdas, nos adentraremos en la que probablemente sea la parte más bonita del paseo. Realmente vamos internándonos en el barranco por el que corre juguetón el arroyo de Buitraguillo. Predomina el pino pero podremos disfrutar también de unos buenos ejemplares de acebo e incluso de algún mostajo, que ahora en otoño, con sus hojas amarillas y sus frutos rojos, deslumbra sobre el resto de árboles que lo rodean.
Hay que ir buscando un pequeño sendero que nos irá acercando al cauce del arroyo. Nos encontraremos con árboles caídos que, en algún caso, nos obligarán a desviarnos para buscar una zona por donde seguir nuestro camino.
Aquí, el paseo de ha convertido un poco ya en aventura, pero merece la pena por la belleza del entorno, el sonido del agua del arroyo fluyendo barranco abajo y el de las ramas de los árboles jugando con el viento.
Tendremos que buscar un puente hecho de losas de piedra para cruzar el arroyo. El día que hicimos nosotros la excursión, el arroyo traía bastante agua y cruzarlo por otro sitio que no sea este pequeño puente, podría resultar complicado...
Una vez hayamos accedido a la otra margen del río (la izquierda), la pista de irá ensanchando y, aunque tendremos que sortear algún que otro tronco en mitad del camino, podremos avanzar sin dificultad.
Esta es zona de caza. Nosotros pudimos ver un par de corzos, el último, perseguido por dos perros de caza a roda velocidad...
Siguiendo por este sendero, llegaremos a una pista forestal por la que deberemos desviarnos a mano derecha para iniciar el descenso y la vuelta al punto de partida de la ruta. Desde aquí podremos disfrutar de unas magníficas panorámicas de la Sierra de la Cabrera con el embalse de Riosequillo extendiéndose en la llanura del valle del Lozoya.
A ambos lados del camino, se alzan los pinos que nos van acompañando durante todo el paseo. Antes de llegar a las inmediaciones de la estación, hay un precioso bosquete de robles melojos que darán algo de color a este tramo.
Basta con cruzar la puerta y nos encontraremos en la carretera de acceso a la estación y al aparcamiento.
Una delicia de ruta para disfrutar de un poco de silencio y tranquilidad en medio de la naturaleza. Shirin-yoku para el cuerpo y el alma...
¡Que la disfrutéis si os animáis a hacerla!
Waypoints
Photo
4,052 ft
Moto de El Tercecillo
Se entiende por moto, el hito que se utilizaba antiguamente para delimitar terrenos expropiados.
Waypoint
4,559 ft
Waypoint
Aquí tuvimos que volver sobre nuestros pasos para sortear varios árboles caídos que bloqueaban el paso.
You can add a comment or review this trail
Comments