54. Pico Trigaza desde Pineda de la Sierra
near Pineda de la Sierra, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 104 (para Senderismo): dificultad 'Muy Dura' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 1.017 metros (superior al que estima Wikiloc).
El pico Trigaza (2.084 metros de altitud) es la segunda cumbre más elevada en la provincia de Burgos; sólo por detrás del San Millán (2.131 metros), que se halla ubicado justo al lado derecho del Trigaza (visto desde el sur) en la cadena montañosa de la Sierra de la Demanda. Ésta se inicia, precisamente, en el Trigaza en su extremo occidental. Su loma redondeada es la elevación más visible desde la ciudad de Burgos; el San Millán queda algo detrás, parcialmente tapado, hacia el este.
Decimos habitualmente ‘Trigaza’, pero quizá deberíamos nombrarlo como ‘Trigazas’, en plural. En realidad, se compone de dos prominencias gemelas muy próximas entre sí (distanciadas unos 200 metros), aunque claramente distinguibles una de otra, y con muy poca diferencia de altitud (4 o 5 metros). Sea como fuere, para simplificar y acomodarnos a la denominación más usada, nos referiremos siempre al ‘Trigaza’, en singular, en esta descripción de la ruta y nuestras impresiones.
Seguimos el itinerario de ‘Angelbur’ ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-trigaza-desde-pineda-de-la-sierra-4475618 ) en Wikiloc y consultamos sus ‘Sendas de Burgos’. Pero hubo una salvedad de cierta importancia. ‘Angelbur’ inició la travesía unos 700 metros más arriba de Pineda de la Sierra, hacia el norte, después de recorrer (imaginamos que en vehículo de motor) una pista que sale del pueblo. Él hizo la ruta en mayo de 2013 (han pasado casi 9 años). Probablemente, la ‘pista’ se hallase entonces en condiciones practicables. Hoy día es imposible circular por ella, a no ser con un sólido y elevado todo-terreno; está surcada por profundas grietas, con cantos rodados y tierra inestable. Dejé, pues, el coche en el pueblo, en la parte alta, justo en la salida.
La ruta tiene un trazado fácil de seguir. Sólo en 3 o 4 puntos fue necesario consultar el ‘track’ de ‘Angelbur’ (no obstante, mejor llevar siempre ese apoyo). Durante gran parte del trayecto hay una marcada senda, generalmente (no siempre) en buen estado para caminar. Hay muchos tramos, incluso, que parece alfombrada por la hierba. En las dos últimas y largas rampas de subida y en las dos primeras de bajada, el camino desaparece y se torna en angosto sendero. Éste se vuelve invisible a trechos, pero alguien (supongo que muchas personas) se ha ocupado en poner pequeños hitos de piedra cada varias decenas de metros. Ciertamente, ayudan en la orientación; se agradece.
En cualquier caso, la meta (cima del Trigaza) y el punto de retorno (Pineda de la Sierra) están siempre patentes. Así que bastaría con un poco de intuición para encontrar la vía adecuada. Esencialmente, una vez dejado Pineda, se asciende por toda la loma del monte Mariburgos y luego se desciende por el lomo del monte Eriduelo. Entre el final de uno y el inicio del otro, para acceder al (y bajar del) Trigaza, habremos de superar dos inclinadas rampas que nos elevan a su cima. En la parte última del regreso, dejando el monte Eriduelo, bajaremos al lecho del Barranco Malo. Desde allí, ya casi en llano durante 2 km, llegaremos al pueblo atravesando un bosque de robles quejigos.
Por lo que respecta a la exigencia física, la ruta es demandante, aunque no hace falta ser un atleta o estar en plena forma para poder realizarla. Es cierto que son más de 16 km de longitud y casi 900 metros de desnivel (con algunas cuestas duras), con un ascenso casi continuo de 7 km. No obstante, el terreno sobre el que caminamos es generalmente aceptable, y hasta cómodo, excepto algunos trechos con cantos rodados, zonas de (suave) pizarral y, naturalmente, con posibles áreas de nieve. Desde abajo, cuando se encaran las primeras pendientes, la empresa del Trigaza parece imponente. Pero, luego, el secreto es ir poniendo un pie delante del otro; sin prisa y deleitándonos en el paisaje, que parece volatilizar el cansancio.
Hay muchos aspectos de especial interés en esta excursión. Los hay, si cabe, más en el trayecto de bajada que en el de subida. Liberados ya de las ataduras del esfuerzo mantenido durante la prolongada ascensión, el descenso permite destinar todos los recursos sensoriales y mentales a absorber la belleza del entorno. Y, por supuesto, están las excelencias panorámicas desde la cumbre. En realidad, tanto interés me suscitó lo que contemplaba a lo largo de la ruta, que consumí todos los ‘waypoints’ (por lo visto, hay un límite de 50) dos km antes de llegar a Pineda en el regreso (de ahí que ese tramo no los tenga). Enumeremos esos aspectos.
Primero, sobresale el pueblo de Pineda de la Sierra, que es precioso en su conjunto. Limpias y cuidadas calles, adoquinadas o empedradas; y unas casas de piedra rojiza de aspecto elegante, señorial. Entre todo ello, cómo no, hay que destacar una exuberante iglesia románica (lo cual parece una paradoja en el sobrio estilo románico). Al menos su ábside y la galería porticada, lo más atractivo, son claramente románicos. Destaca la rica decoración escultórica en la portada y sus capiteles, y también en los canecillos del ábside. Todo en armonía; y, además, en el epicentro de un hondo valle surcado por el allí juvenil río Arlanzón, con un hermoso entorno paisajístico.
Segundo, ascendiendo, están las vistas del valle que dejamos atrás, con el pico Mencilla (1.932 metros) a nuestras espaldas y la ondulada sierra en la que se enclava; aun conociéndolo, continúa impresionando. Mirando hacia adelante, el Trigaza va desvelándose poco a poco, como despertando con la salida del sol, conforme las lomas del monte Mariburgos van alzándonos: primero se ve su cima, luego su tronco, luego sus extensiones…; curioso de observar. Sorprendentemente, no recuerdo haber reparado en la presencia del cercano pico San Millán hasta muy arriba, una vez en la base de la cima del Trigaza. Quizá el San Millán quedaba tapado por el monte Eriduelo, … o es que yo iba absorto en el resto del paisaje.
Tercero, las vistas desde la cima son, como cabía esperar, impresionantes. Hacia el este emergen todas las crestas de la Sierra de la Demanda hasta el pico San Lorenzo, el más crecido (2.271 metros). Hacia el norte se muestran amplios horizontes que alcanzan desde los Montes de Oca hasta los Obarenes. Hacia el oeste, es evidente la ciudad de Burgos, reconociéndose algunos edificios como el HUBU (y otros); pero no puedo decir que se distinguiera la catedral. Además, por el lado noroeste, alcanzamos hasta la Montaña Palentina y la cordillera posterior, más nevada, que no podría asegurar que incluya a los Picos de Europa. Las tierras del sur son algo menos visibles, ya que se interpone la Sierra de Mencilla.
Cuarto, el descenso es excepcional; difícil de batir en lo que ofrece durante más de 8 km. Por un lado, están las perspectivas del pico San Millán. A ellas se unió, circunstancialmente, un acompañante muy especial, de lujo ornamental: la luna (visible a mediodía en cuarto creciente), que fue irguiéndose por encima del San Millán. Las panorámicas parecían más amplias que en la subida. En la zona media, hay unas agradables semi-praderas con caminos almohadillados. Luego entramos en un bosque que nos ahonda en el denso Barranco Malo. En él destaca un sonoro arroyo con pequeñas, pero briosas, cascadas y colgantes de hielo. El bosque de robles, con sus hojas secas reluciendo doradas al sol, también resulta cautivador.
En todo el largo trayecto no vi a nadie; ni siquiera cruzando la zona alta del pueblo (a las 9 de la mañana o las 3 de la tarde). Sólo me topé con dos rebaños de ovejas cerca de Pineda, uno al empezar y otro al llegar de vuelta; al lado del camino. Curiosamente, estaban sin pastor ni perros (ni cercados; …parecen inteligentes y autosuficientes las ovejas por estos pagos). He de reconocer, no obstante, que distinguí unas pisadas humanas en la nieve llegando a la cima; parecían corresponder a una sola persona. No sé cuánto de recientes, porque la nieve estaba dura y probablemente eso hubiera protegido las huellas de la erosión.
Un último aspecto que merece comentario en una ruta así son las condiciones climatológicas. Cuando llegué a Pineda (8:45 a.m.), el termómetro marcaba -6 grados, pero ni los noté en ese momento (cuando cogí el coche de vuelta, había +18 grados; en la hondonada del Barranco Malo se notaba hasta calor). En el inicio, al ir subiendo, hizo su aparición un airecillo fresco del este, aunque ni aun así necesité guantes o pasamontañas. El buen sol (y la actividad muscular) ya contrarrestaban la baja temperatura exterior. Ideal para caminar en escalada; y luego también durante el regreso. Pero…
…Pero, al llegar a la cima, el fresco ‘vientecillo’ se convirtió en un vendaval helador. Daba miedo acercarse al borde y era difícil mantener la cámara de fotos estable para hacer ‘zooms’. El viento atravesaba la ropa y congelaba el propio sudor acumulado. Así que me moví ligero de un Trigaza al otro el inicié el descenso. Amainó el viento enseguida, volviéndose amistoso de nuevo. Parece como si el huracán de la cima, con un sentido de propiedad, estuviera celoso de mi presencia allí. Me detendré a degustar en casa, ‘al calor de la lumbre’, las numerosas fotos que allí hice (aunque no sé si será lo mismo…).
En resumen, la excursión, tanto a lo largo de la subida, como en la cumbre y, quizá aun más, en la bajada, bien merece la pena; a pesar de su nivel de exigencia. Para aprovecharla mejor, es preferible, sin duda, hacerla en un día con cielo despejado; bueno, y ya puestos a ‘pedir’…, sin mucho viento, que allá arriba puede éste volar frío y fuerte.
Una bonita experiencia más para la memoria.
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 104 (para Senderismo): dificultad 'Muy Dura' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 1.017 metros (superior al que estima Wikiloc).
El pico Trigaza (2.084 metros de altitud) es la segunda cumbre más elevada en la provincia de Burgos; sólo por detrás del San Millán (2.131 metros), que se halla ubicado justo al lado derecho del Trigaza (visto desde el sur) en la cadena montañosa de la Sierra de la Demanda. Ésta se inicia, precisamente, en el Trigaza en su extremo occidental. Su loma redondeada es la elevación más visible desde la ciudad de Burgos; el San Millán queda algo detrás, parcialmente tapado, hacia el este.
Decimos habitualmente ‘Trigaza’, pero quizá deberíamos nombrarlo como ‘Trigazas’, en plural. En realidad, se compone de dos prominencias gemelas muy próximas entre sí (distanciadas unos 200 metros), aunque claramente distinguibles una de otra, y con muy poca diferencia de altitud (4 o 5 metros). Sea como fuere, para simplificar y acomodarnos a la denominación más usada, nos referiremos siempre al ‘Trigaza’, en singular, en esta descripción de la ruta y nuestras impresiones.
Seguimos el itinerario de ‘Angelbur’ ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-trigaza-desde-pineda-de-la-sierra-4475618 ) en Wikiloc y consultamos sus ‘Sendas de Burgos’. Pero hubo una salvedad de cierta importancia. ‘Angelbur’ inició la travesía unos 700 metros más arriba de Pineda de la Sierra, hacia el norte, después de recorrer (imaginamos que en vehículo de motor) una pista que sale del pueblo. Él hizo la ruta en mayo de 2013 (han pasado casi 9 años). Probablemente, la ‘pista’ se hallase entonces en condiciones practicables. Hoy día es imposible circular por ella, a no ser con un sólido y elevado todo-terreno; está surcada por profundas grietas, con cantos rodados y tierra inestable. Dejé, pues, el coche en el pueblo, en la parte alta, justo en la salida.
La ruta tiene un trazado fácil de seguir. Sólo en 3 o 4 puntos fue necesario consultar el ‘track’ de ‘Angelbur’ (no obstante, mejor llevar siempre ese apoyo). Durante gran parte del trayecto hay una marcada senda, generalmente (no siempre) en buen estado para caminar. Hay muchos tramos, incluso, que parece alfombrada por la hierba. En las dos últimas y largas rampas de subida y en las dos primeras de bajada, el camino desaparece y se torna en angosto sendero. Éste se vuelve invisible a trechos, pero alguien (supongo que muchas personas) se ha ocupado en poner pequeños hitos de piedra cada varias decenas de metros. Ciertamente, ayudan en la orientación; se agradece.
En cualquier caso, la meta (cima del Trigaza) y el punto de retorno (Pineda de la Sierra) están siempre patentes. Así que bastaría con un poco de intuición para encontrar la vía adecuada. Esencialmente, una vez dejado Pineda, se asciende por toda la loma del monte Mariburgos y luego se desciende por el lomo del monte Eriduelo. Entre el final de uno y el inicio del otro, para acceder al (y bajar del) Trigaza, habremos de superar dos inclinadas rampas que nos elevan a su cima. En la parte última del regreso, dejando el monte Eriduelo, bajaremos al lecho del Barranco Malo. Desde allí, ya casi en llano durante 2 km, llegaremos al pueblo atravesando un bosque de robles quejigos.
Por lo que respecta a la exigencia física, la ruta es demandante, aunque no hace falta ser un atleta o estar en plena forma para poder realizarla. Es cierto que son más de 16 km de longitud y casi 900 metros de desnivel (con algunas cuestas duras), con un ascenso casi continuo de 7 km. No obstante, el terreno sobre el que caminamos es generalmente aceptable, y hasta cómodo, excepto algunos trechos con cantos rodados, zonas de (suave) pizarral y, naturalmente, con posibles áreas de nieve. Desde abajo, cuando se encaran las primeras pendientes, la empresa del Trigaza parece imponente. Pero, luego, el secreto es ir poniendo un pie delante del otro; sin prisa y deleitándonos en el paisaje, que parece volatilizar el cansancio.
Hay muchos aspectos de especial interés en esta excursión. Los hay, si cabe, más en el trayecto de bajada que en el de subida. Liberados ya de las ataduras del esfuerzo mantenido durante la prolongada ascensión, el descenso permite destinar todos los recursos sensoriales y mentales a absorber la belleza del entorno. Y, por supuesto, están las excelencias panorámicas desde la cumbre. En realidad, tanto interés me suscitó lo que contemplaba a lo largo de la ruta, que consumí todos los ‘waypoints’ (por lo visto, hay un límite de 50) dos km antes de llegar a Pineda en el regreso (de ahí que ese tramo no los tenga). Enumeremos esos aspectos.
Primero, sobresale el pueblo de Pineda de la Sierra, que es precioso en su conjunto. Limpias y cuidadas calles, adoquinadas o empedradas; y unas casas de piedra rojiza de aspecto elegante, señorial. Entre todo ello, cómo no, hay que destacar una exuberante iglesia románica (lo cual parece una paradoja en el sobrio estilo románico). Al menos su ábside y la galería porticada, lo más atractivo, son claramente románicos. Destaca la rica decoración escultórica en la portada y sus capiteles, y también en los canecillos del ábside. Todo en armonía; y, además, en el epicentro de un hondo valle surcado por el allí juvenil río Arlanzón, con un hermoso entorno paisajístico.
Segundo, ascendiendo, están las vistas del valle que dejamos atrás, con el pico Mencilla (1.932 metros) a nuestras espaldas y la ondulada sierra en la que se enclava; aun conociéndolo, continúa impresionando. Mirando hacia adelante, el Trigaza va desvelándose poco a poco, como despertando con la salida del sol, conforme las lomas del monte Mariburgos van alzándonos: primero se ve su cima, luego su tronco, luego sus extensiones…; curioso de observar. Sorprendentemente, no recuerdo haber reparado en la presencia del cercano pico San Millán hasta muy arriba, una vez en la base de la cima del Trigaza. Quizá el San Millán quedaba tapado por el monte Eriduelo, … o es que yo iba absorto en el resto del paisaje.
Tercero, las vistas desde la cima son, como cabía esperar, impresionantes. Hacia el este emergen todas las crestas de la Sierra de la Demanda hasta el pico San Lorenzo, el más crecido (2.271 metros). Hacia el norte se muestran amplios horizontes que alcanzan desde los Montes de Oca hasta los Obarenes. Hacia el oeste, es evidente la ciudad de Burgos, reconociéndose algunos edificios como el HUBU (y otros); pero no puedo decir que se distinguiera la catedral. Además, por el lado noroeste, alcanzamos hasta la Montaña Palentina y la cordillera posterior, más nevada, que no podría asegurar que incluya a los Picos de Europa. Las tierras del sur son algo menos visibles, ya que se interpone la Sierra de Mencilla.
Cuarto, el descenso es excepcional; difícil de batir en lo que ofrece durante más de 8 km. Por un lado, están las perspectivas del pico San Millán. A ellas se unió, circunstancialmente, un acompañante muy especial, de lujo ornamental: la luna (visible a mediodía en cuarto creciente), que fue irguiéndose por encima del San Millán. Las panorámicas parecían más amplias que en la subida. En la zona media, hay unas agradables semi-praderas con caminos almohadillados. Luego entramos en un bosque que nos ahonda en el denso Barranco Malo. En él destaca un sonoro arroyo con pequeñas, pero briosas, cascadas y colgantes de hielo. El bosque de robles, con sus hojas secas reluciendo doradas al sol, también resulta cautivador.
En todo el largo trayecto no vi a nadie; ni siquiera cruzando la zona alta del pueblo (a las 9 de la mañana o las 3 de la tarde). Sólo me topé con dos rebaños de ovejas cerca de Pineda, uno al empezar y otro al llegar de vuelta; al lado del camino. Curiosamente, estaban sin pastor ni perros (ni cercados; …parecen inteligentes y autosuficientes las ovejas por estos pagos). He de reconocer, no obstante, que distinguí unas pisadas humanas en la nieve llegando a la cima; parecían corresponder a una sola persona. No sé cuánto de recientes, porque la nieve estaba dura y probablemente eso hubiera protegido las huellas de la erosión.
Un último aspecto que merece comentario en una ruta así son las condiciones climatológicas. Cuando llegué a Pineda (8:45 a.m.), el termómetro marcaba -6 grados, pero ni los noté en ese momento (cuando cogí el coche de vuelta, había +18 grados; en la hondonada del Barranco Malo se notaba hasta calor). En el inicio, al ir subiendo, hizo su aparición un airecillo fresco del este, aunque ni aun así necesité guantes o pasamontañas. El buen sol (y la actividad muscular) ya contrarrestaban la baja temperatura exterior. Ideal para caminar en escalada; y luego también durante el regreso. Pero…
…Pero, al llegar a la cima, el fresco ‘vientecillo’ se convirtió en un vendaval helador. Daba miedo acercarse al borde y era difícil mantener la cámara de fotos estable para hacer ‘zooms’. El viento atravesaba la ropa y congelaba el propio sudor acumulado. Así que me moví ligero de un Trigaza al otro el inicié el descenso. Amainó el viento enseguida, volviéndose amistoso de nuevo. Parece como si el huracán de la cima, con un sentido de propiedad, estuviera celoso de mi presencia allí. Me detendré a degustar en casa, ‘al calor de la lumbre’, las numerosas fotos que allí hice (aunque no sé si será lo mismo…).
En resumen, la excursión, tanto a lo largo de la subida, como en la cumbre y, quizá aun más, en la bajada, bien merece la pena; a pesar de su nivel de exigencia. Para aprovecharla mejor, es preferible, sin duda, hacerla en un día con cielo despejado; bueno, y ya puestos a ‘pedir’…, sin mucho viento, que allá arriba puede éste volar frío y fuerte.
Una bonita experiencia más para la memoria.
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