108. Pico San Millán desde el Manquillo
near Riocavado de la Sierra, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 104 (para Senderismo): dificultad 'Muy Dura' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 876 metros (superior al que estima Wikiloc).
Por fin le llegó su turno. Por fin, mi oportunidad. El ansiado día del ascenso al punto más cercano a la estrella Aldebarán desde las extensas y variad(ísim)as tierras burgalesas (así lo podrá certificar quien las haya recorrido): el Pico San Millán (2.131 metros de altitud). Eso sí, partiendo desde más de mitad de alzada, el Puerto del Manquillo (1.400 metros; ni más ni menos).
No tendrás fase de calentamiento (hay que ir precalentado ‘de casa’). Allí, esa fase empieza en el aparcamiento, justo al otro lado de la carretera, y termina nada más cruzarla. A eso se reduce todo, porque inmediatamente te recibe una fuerte subida. Primero, a través de un bosque de robles, mayormente; luego, acompañado por arbustos, retama y brezo, y pinos jóvenes.
En realidad, el ascenso en su conjunto no es tan ‘fiero’. Es verdad que hay trechos empinados, pero también hay llanos de descanso y alguna ‘bajadilla’ (con re-subida) que alivian. Si hay que subir unos 800 metros de pendiente acumulada en 8 km, eso significa un llevadero 10% de desnivel (redondeando todo ello). También es cierto, empero, que el suelo del camino tiene guijarros y lajas sueltas en muchos tramos, si bien no es particularmente incómodo.
El día elegido para la excursión fue inmejorable en las condiciones atmosféricas. Totalmente despejado, ideal para las vistas a lo lejos desde las alturas, que de eso se trata en este caso. Pero, además, dispuse de una gratísima vista en lo cercano: el brezo multicolor y la retama primaverales a lo largo de todo el trayecto. La temperatura, también inmejorable: 9 grados al inicio (7:45 h a.m.) y 19 grados al final (12:36 h). Viento gélido de mitad hacia arriba.
El trayecto en sí no tiene mucho que describir en términos de orientación. Es muy fácil (con una guía, mejor). Casi siempre hay un camino marcado, y casi desde el inicio puedes fijar el objetivo en el punto de mira (“allí se alza el San Millán”). Permanecerá visible. Sólo tienes que echar a andar por la senda y dejar volar la mirada libremente. No hace falta imaginación; la fantasía está incluida como regalo. No hay más demandas cognitivas.
El descenso es por el mismo camino, excepto el desvío al nacimiento del río Arlanzón. Obviamente, puedes hacer cuantas salidas de la vereda principal desees. Me ocurrió en la bajada una experiencia intrigante, reiterativa a lo largo de bastantes tramos: “Pero, ¿he subido antes por aquí? Pues no lo reconozco. Parece diferente”. Era lo mismo, pero desde otra perspectiva parecía muy distinto. Fue como hacer dos excursiones en una. ...O acaso un desliz neuronal...
Sólo unos meses atrás, me había encaramado al Pico Trigaza (más bien, los siameses Trigazas), primo y vecino del San Millán; desde Pineda de la Sierra (*). La longitud de la ruta fue prácticamente idéntica en aquel caso y en éste (17 km). Sin embargo, la exigencia de la actual me pareció bastante menor. En realidad, las dos horas de ascenso al San Millán se me pasaron en un suspiro (“Pero, ¿ya estoy aquí, en la cumbre?”); como si hubieran sido ‘dos minutos’.
Y es que hay una diferencia que se nota. La pendiente acumulada hasta el Trigaza fue de casi 900 metros (casi 150 más que al San Millán). También la orientación fue ligeramente más complicada en el caso del Trigaza, y con un recorrido diferente para la ida y la vuelta. Todo ello se reflejó, lógicamente, en una hora más de duración de la excursión al Trigaza. Sea como fuere, las dos rutas son imprescindibles; indelebles.
Al decir ‘Pico’ San Millán, uno puede pensar en una agreste elevación rocosa y acrestada; donde hay que trepar a ‘cuatro patas’ y descolgarse arrastrando ‘el trasero’. Nada de eso. Es la montaña, orográficamente hablando, más amable del mundo. De formas suaves y redondeadas. Nada que ver con otras en estas tierras, como es el caso de algunos picos en los Montes Obarenes (ahí está el ‘pendenciero’ Ventanas) o en la Sierra de la Tesla, en el norte. Ni siquiera con las Peñas de Cervera o de Carazo, más al sur, o incluso con Peña Amaya o Peña Castro, en el noroeste. Todas ellas, de bastante menos talla que el San Millán.
Muchos atractivos tiene esta ruta. Naturalmente, destacan las panorámicas en todas las direcciones, mientras subes, mientras bajas, y desde la cumbre. Por citar sólo lo próximo: toda la cordillera de la Sierra de la Demanda, la Sierra de Mencilla, los inmensos valles de bosques entre ambas; …y más a lo lejos…. En fin, resultaría largo describir, aparte de superfluo; lo que procede es vivirlos ‘de primera mano’. O ahí quedan las fotos. Aparte de las vistas, algunos aspectos adicionales me impactaron en particular y se me han quedado grabados:
Lo que más me fascinó fue la florida y coloreada vegetación arbustiva primaveral. La retama, ataviada de reluciente amarillo eléctrico. Pero, sobre todo, el siempre omnipresente brezo. Lo conocía por su color violeta, principalmente, pero allí me deslumbraron sus múltiples e ignoradas tonalidades: blanco, gris, beige, rosa, violeta (predominante), naranja, marrón, morado, rojizo... Sólo me faltó ver el amarillo dorado y el verde pistacho (que los hay, dicen). Ah, y un detalle: daba ‘gloria’ ver los pinos (‘pinitos’) sanos, con sus brotes limpios. En otros lugares los he visto arrasados por la procesionaria.
También merece la pena desviarse al nacimiento del río Arlanzón (1 km entre ida y vuelta). El ‘nacimiento’ en sí es una discreta surgencia entre la hierba, con un minúsculo salto; encantador, en cualquier caso. El sendero hacia él y sus aledaños se ven particularmente frondosos y coloridos en esta época. La primera mitad de la senda es cómoda. La segunda, sin embargo, a partir de una pequeña umbría en la que destaca una vetusta haya, se vuelve a duras penas transitable (pero, llegados allí, “¿a quién le echan estas minucias para atrás?”).
En contraste con la exuberancia vegetal, algo me maravilló por ‘su ausencia’. No recuerdo haber observado vida animal. Faltaron los ubicuos corzos y buitres de tantos otros lugares, o las sempiternas vacas pastando en libertad, o, al menos, los caballos. No recuerdo ni siquiera haber visto pájaros… (vamos, ni moscas; sólo alguna mariposa). Parece como si estuviéramos en un paraíso paisajístico envasado al vacío. Por cierto, tampoco vi a nadie en las cinco horas.
Y así, como sin darme cuenta (por lo fácil de la excursión, en relación con las expectativas), había llegado al final; al ‘mundo real’; de nuevo. La experiencia atesorada en esas cinco horas me permitirá colorear la plantilla de éste. Con el alivio de saber que otros mundos—pareciera que fantásticos, a su lado—forman también parte de él. La experiencia alimentará el deseo de volver sin tardar.
Reconozcámoslo, para ‘bajar los humos’: hay alternativas más duras hasta el San Millán. Desde Pineda de la Sierra (también por el sur) y desde Santa Cruz del Valle Urbión (área de Zarcia; por el norte). Ambas son algo más largas y con más pendiente que la presente. Hacía unos meses, hice una cata exploratoria desde Zarcia (**). El río Urbión bajaba impetuoso y el agua estaba congelada. Había que cruzarlo varias veces (en alguna opción, no es necesario). No llevaba botas de goma, así que me dije (‘cobardemente’): “No están maduras”. Ahí me queda en ‘el debe’. Unos simples botines tampoco cuestan tanto…
Rutas Cercanas:
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-trigaza-desde-pineda-de-la-sierra-94792769
(**) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/valle-del-urbion-desde-zarcia-88874620
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-mencilla-desde-el-valle-del-sol-circular-93098871
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 104 (para Senderismo): dificultad 'Muy Dura' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 876 metros (superior al que estima Wikiloc).
Por fin le llegó su turno. Por fin, mi oportunidad. El ansiado día del ascenso al punto más cercano a la estrella Aldebarán desde las extensas y variad(ísim)as tierras burgalesas (así lo podrá certificar quien las haya recorrido): el Pico San Millán (2.131 metros de altitud). Eso sí, partiendo desde más de mitad de alzada, el Puerto del Manquillo (1.400 metros; ni más ni menos).
No tendrás fase de calentamiento (hay que ir precalentado ‘de casa’). Allí, esa fase empieza en el aparcamiento, justo al otro lado de la carretera, y termina nada más cruzarla. A eso se reduce todo, porque inmediatamente te recibe una fuerte subida. Primero, a través de un bosque de robles, mayormente; luego, acompañado por arbustos, retama y brezo, y pinos jóvenes.
En realidad, el ascenso en su conjunto no es tan ‘fiero’. Es verdad que hay trechos empinados, pero también hay llanos de descanso y alguna ‘bajadilla’ (con re-subida) que alivian. Si hay que subir unos 800 metros de pendiente acumulada en 8 km, eso significa un llevadero 10% de desnivel (redondeando todo ello). También es cierto, empero, que el suelo del camino tiene guijarros y lajas sueltas en muchos tramos, si bien no es particularmente incómodo.
El día elegido para la excursión fue inmejorable en las condiciones atmosféricas. Totalmente despejado, ideal para las vistas a lo lejos desde las alturas, que de eso se trata en este caso. Pero, además, dispuse de una gratísima vista en lo cercano: el brezo multicolor y la retama primaverales a lo largo de todo el trayecto. La temperatura, también inmejorable: 9 grados al inicio (7:45 h a.m.) y 19 grados al final (12:36 h). Viento gélido de mitad hacia arriba.
El trayecto en sí no tiene mucho que describir en términos de orientación. Es muy fácil (con una guía, mejor). Casi siempre hay un camino marcado, y casi desde el inicio puedes fijar el objetivo en el punto de mira (“allí se alza el San Millán”). Permanecerá visible. Sólo tienes que echar a andar por la senda y dejar volar la mirada libremente. No hace falta imaginación; la fantasía está incluida como regalo. No hay más demandas cognitivas.
El descenso es por el mismo camino, excepto el desvío al nacimiento del río Arlanzón. Obviamente, puedes hacer cuantas salidas de la vereda principal desees. Me ocurrió en la bajada una experiencia intrigante, reiterativa a lo largo de bastantes tramos: “Pero, ¿he subido antes por aquí? Pues no lo reconozco. Parece diferente”. Era lo mismo, pero desde otra perspectiva parecía muy distinto. Fue como hacer dos excursiones en una. ...O acaso un desliz neuronal...
Sólo unos meses atrás, me había encaramado al Pico Trigaza (más bien, los siameses Trigazas), primo y vecino del San Millán; desde Pineda de la Sierra (*). La longitud de la ruta fue prácticamente idéntica en aquel caso y en éste (17 km). Sin embargo, la exigencia de la actual me pareció bastante menor. En realidad, las dos horas de ascenso al San Millán se me pasaron en un suspiro (“Pero, ¿ya estoy aquí, en la cumbre?”); como si hubieran sido ‘dos minutos’.
Y es que hay una diferencia que se nota. La pendiente acumulada hasta el Trigaza fue de casi 900 metros (casi 150 más que al San Millán). También la orientación fue ligeramente más complicada en el caso del Trigaza, y con un recorrido diferente para la ida y la vuelta. Todo ello se reflejó, lógicamente, en una hora más de duración de la excursión al Trigaza. Sea como fuere, las dos rutas son imprescindibles; indelebles.
Al decir ‘Pico’ San Millán, uno puede pensar en una agreste elevación rocosa y acrestada; donde hay que trepar a ‘cuatro patas’ y descolgarse arrastrando ‘el trasero’. Nada de eso. Es la montaña, orográficamente hablando, más amable del mundo. De formas suaves y redondeadas. Nada que ver con otras en estas tierras, como es el caso de algunos picos en los Montes Obarenes (ahí está el ‘pendenciero’ Ventanas) o en la Sierra de la Tesla, en el norte. Ni siquiera con las Peñas de Cervera o de Carazo, más al sur, o incluso con Peña Amaya o Peña Castro, en el noroeste. Todas ellas, de bastante menos talla que el San Millán.
Muchos atractivos tiene esta ruta. Naturalmente, destacan las panorámicas en todas las direcciones, mientras subes, mientras bajas, y desde la cumbre. Por citar sólo lo próximo: toda la cordillera de la Sierra de la Demanda, la Sierra de Mencilla, los inmensos valles de bosques entre ambas; …y más a lo lejos…. En fin, resultaría largo describir, aparte de superfluo; lo que procede es vivirlos ‘de primera mano’. O ahí quedan las fotos. Aparte de las vistas, algunos aspectos adicionales me impactaron en particular y se me han quedado grabados:
Lo que más me fascinó fue la florida y coloreada vegetación arbustiva primaveral. La retama, ataviada de reluciente amarillo eléctrico. Pero, sobre todo, el siempre omnipresente brezo. Lo conocía por su color violeta, principalmente, pero allí me deslumbraron sus múltiples e ignoradas tonalidades: blanco, gris, beige, rosa, violeta (predominante), naranja, marrón, morado, rojizo... Sólo me faltó ver el amarillo dorado y el verde pistacho (que los hay, dicen). Ah, y un detalle: daba ‘gloria’ ver los pinos (‘pinitos’) sanos, con sus brotes limpios. En otros lugares los he visto arrasados por la procesionaria.
También merece la pena desviarse al nacimiento del río Arlanzón (1 km entre ida y vuelta). El ‘nacimiento’ en sí es una discreta surgencia entre la hierba, con un minúsculo salto; encantador, en cualquier caso. El sendero hacia él y sus aledaños se ven particularmente frondosos y coloridos en esta época. La primera mitad de la senda es cómoda. La segunda, sin embargo, a partir de una pequeña umbría en la que destaca una vetusta haya, se vuelve a duras penas transitable (pero, llegados allí, “¿a quién le echan estas minucias para atrás?”).
En contraste con la exuberancia vegetal, algo me maravilló por ‘su ausencia’. No recuerdo haber observado vida animal. Faltaron los ubicuos corzos y buitres de tantos otros lugares, o las sempiternas vacas pastando en libertad, o, al menos, los caballos. No recuerdo ni siquiera haber visto pájaros… (vamos, ni moscas; sólo alguna mariposa). Parece como si estuviéramos en un paraíso paisajístico envasado al vacío. Por cierto, tampoco vi a nadie en las cinco horas.
Y así, como sin darme cuenta (por lo fácil de la excursión, en relación con las expectativas), había llegado al final; al ‘mundo real’; de nuevo. La experiencia atesorada en esas cinco horas me permitirá colorear la plantilla de éste. Con el alivio de saber que otros mundos—pareciera que fantásticos, a su lado—forman también parte de él. La experiencia alimentará el deseo de volver sin tardar.
Reconozcámoslo, para ‘bajar los humos’: hay alternativas más duras hasta el San Millán. Desde Pineda de la Sierra (también por el sur) y desde Santa Cruz del Valle Urbión (área de Zarcia; por el norte). Ambas son algo más largas y con más pendiente que la presente. Hacía unos meses, hice una cata exploratoria desde Zarcia (**). El río Urbión bajaba impetuoso y el agua estaba congelada. Había que cruzarlo varias veces (en alguna opción, no es necesario). No llevaba botas de goma, así que me dije (‘cobardemente’): “No están maduras”. Ahí me queda en ‘el debe’. Unos simples botines tampoco cuestan tanto…
Rutas Cercanas:
(*) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-trigaza-desde-pineda-de-la-sierra-94792769
(**) https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/valle-del-urbion-desde-zarcia-88874620
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/pico-mencilla-desde-el-valle-del-sol-circular-93098871
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