Pico Cisne desde El Acebuchal

Partimos desde la aldea de El Acebuchal, una pedanía de Frigiliana, a la que se llega después de un par de km de pista asfaltada, con un par de tramos terrizos, en aceptable estado para turismos. Aparcamos en un pequeño ensanchamiento a la altura de la Ermita de San Antonio. A pesar de llegar muy temprano solo había un hueco. No obstante, después vimos que la gente deja los coches en cualquier lado, incluso en la curva de incio de la ruta, al lado del pequeño altar en honor a San Judas. Empezamos a subir por el lecho arenoso y cómodo del Arroyo del Acebuchal, dejando a un lado los recortes, que sí cogeremos a la vuelta. Cuando llevamos algo más de un km, dejamos el lecho por un sendero empinado que nos sale a la derecha, que nos lleva a una pista llamada en el mapa Camino de Granada a pocos metros de las ruinas de la Venta Cebollero. Si no hubiéramos dejado el lecho del arroyo también habríamos terminado en estas ruinas, pero no sé cómo estará el paso del barranco en el último tramo. Justo después de la Venta, el camino se abre en dos y nosotros volvemos a coger el lecho del arroyo, el de la derecha. De nuevo cómodo paso, salvo un par de rocas en mitad que se salvan sin más contratiempos, hasta que llegamos a Puerto Blanquillo.

El Pico Cisne es llamado por algunos montañeros, de forma un poco ridícula, el K2 de Málaga. No obstante, es de justicia señalar que, al llegar al puerto, se nos aparece una enorme mole picuda con unos tajos de cientos de metros cayendo desde la cima, que desde allí parece a todas luces infranqueable. Pero confiamos en el track que vamos siguiendo y continuamos camino, bajando ahora apreciablemente buscando el Río Higuerón y el Arroyo de las Angustias. No solo el imponente Cisne nos aparece en lontananza, sino también el Lucero y el Lucerillo, y el precioso valle que forma el Higuerón en su camino hasta Frigiliana y el Chillar.

Una vez vadeados ambos cauces de agua sin mayor problema, uno antes y otro después del helipuerto del Infoca; el camino vuelve a subir, en algunos tramos incluso hormigonado. Pero poco después lo abandonamos por un sendero marcado con hitos a la derecha y donde empieza la verdadera subida al Cisne. Aquí la pendiente de recrudece y el piso se vuelve inestable, pues las piedras se asientan en arena y se mueven bastante. A mitad de sendero, llegamos a un descansillo donde se nos aparece a la izquierda una piedra de unos tres metros de alto llamada El Centinela. Poco dura el respiro, pues la pendiente de nuevo se agranda en busca ahora del punto donde la ruta se abre en un lazo final. Hay dos opciones de subida: a la izquierda se sube hasta las Dos Hermanas y la cueva del Cisne; siguiendo recto continuamos el sendero que traímos. Como pretendíamos ver las dos zonas, subimos por las Dos Hermanas pues hay un tramo de piedra y trepadas que preferimos coger en ascenso. Algo antes de esta disyuntiva, encontramos un trozo de sendero de unos tres metros bastante roto y que queda algo expuesto a una caída de 2-3 metros que puede ser aparatosa. No me percaté a la ida, pero sí a la vuelta y lo he marcado con un waypoint. Quizá pueda evitarse bajando un poco al lecho del barranco. No es nada del otro mundo, pero hay que tener cuidado.

Volvemos a la búsqueda del Collado de las Dos Hermanas. Una vez en él, nos encontramos con una garganta amplia y muy empinada, con bastantes tramos de roca lisa. Sin embargo, entrando pegado a la hermana de la derecha, todo queda en unas entretenidas trepadas. Es bueno no confiarse, porque cuando paras y echas la vista atrás, descubres que se suben bastantes metros en trepada, insisto, fáciles. Cuando se llega a la Cueva del Cisne, con una curiosa cara de fantasma en pose de susto, ya ha pasado lo peor de esta parte, aunque hay que seguir subiendo un poco hasta un último collado donde iniciamos el ataque a la cima, que no es más que unos 20-30 metros de desnivel de roca, que superamos también con divertidas trepadas por donde más fácil lo vimos. Y, efectivamente, tocamos el buzón de la cúspide y nos felicitamos por haber llegado arriba de la imponente mole que se nos asomó en el Puerto Blanquillo. Desde la cima preciosas vistas a la parte axárquica de la costa, a la Maroma nublada (que ya se veía en el último km de la subida), al Lucero también tapado por las nubes, y más claramente al Navachica, Tajos del Sol y Cielo.

Bajamos por el otro lado del lazo con mucho cuidado, pero ya vimos en la subida que el piso es bastante resbaladizo en el lecho muy pendiente del barranco. Nada que no se supere con algo de maña en estos terrenos y mucha paciencia. Una vez cerrado el lazo, desandamos toda la ida hasta el Acebuchal, no antes sin echar atrás, en la subida a Puerto Blanquillo, una última mirada al precioso pico que acabábamos de coronar.

He dudado entre poner moderado y difícil y me he decantado por el primero, pues el camino no tiene pérdida, es de buen piso al menos la mitad del recorrido y, a pesar de las trepadas, no pasamos por ningún paso de veras peligroso. Si no se tiene experiencia en senderos descompuestos y trepadas, la dificultad pasaría a difícil o muy difícil.