Peñarrubia y Abrigos del Buen Aire (La Alquería, Jumilla)

Diez años han tenido que pasar desde que vi por primera vez la Peñarrubia de Jumilla hasta que he subido a su vértice geodésico.

La primera vez que anduve por aquí recorrí la pista forestal de la Sierra de la Cingla hasta la casa forestal y regresé a La Alquería, desde donde había partido. Aquel día me fascinó la silueta de la Peñarrubia y me prometí volver. Pero bueno, tantos lugares tengo pendientes que sólo poco a poco voy tachándolos de mi interminable lista.

Inicio la marcha en La Alquería, tranquila y diáfana aldea jumillana rodeada de campos y próxima a varias sierrecillas bastante vistosas y repletas de patrimonio, sobre todo en forma de pinturas rupestres. Hoy visitaremos dos abrigos emblemáticos.

Pero el primer hito es subir a la meseta superior de la Peñarrubia, lo cual es bastante sencillo. Tomamos el camino que, junto a la olmeda de La Alquería, se dirige a la sierra, y sin abandonarlo llegaremos a una bifurcación.

Aquí encontraremos una nueva curiosidad: dos estelas funerarias, que ya me llamaron la atención la primera vez que vine. La de la izquierda recuerda a Antonio Alfaro Sánchez, guarda de monte que falleció en una fecha que he sido incapaz de descifrar. La estela de la derecha no lleva más grabación que una cruz, imagino que estará dedicada al mismo y desdichado Antonio.

En este cruce deberemos seguir de frente, en ascenso. Unos metros antes de llegar a otro cruce aparece a mano izquierda un camino menor, que tomaremos, avanzando entre una parcela de viñas a la derecha y el monte, a nuestra izquierda.

Acaba el camino y debemos avanzar un trecho monte a través. No es nada complicado, el terreno no es abrupto y se avanza sin problemas hasta conectar con el camino que sube desde la derecha. Lo más sensato hubiera sido llegar hasta el cruce antes mencionado, girar a la izquierda para, más adelante, volver a girar a la izquierda, tomando este camino desde su inicio.

No importa, como decía, el terreno no es incómodo. Nos esperan unos pocos cientos de metros empinados, pero llevaderos. Cuando nos vamos a dar cuenta estamos plantados en el vértice geodésico, y mucho cuidado, pegados a un precipicio imponente.

Es momento para disfrutar de las vistas que se abren a nuestros ojos. Para los coleccionistas de cumbres, la cota máxima de la Peñarrubia (915 msnm) está a la derecha conforme subíamos. El vértice geodésico queda a 907 metros.

Giro a la izquierda para recorrer el borde de los cortados (bueno, en realidad voy dos o tres metros alejado del precipicio) y al llegar a la punta me asomo al vertiginoso balcón. Si la Peñarrubia es hermosa, la pared de los Grajos es una vecina más que digna, y que además también posee pinturas rupestres y la Cueva del Peliciego, aunque lo abrupto de su acceso me disuaden de visitarla.

Inicio aquí el descenso, y aunque nuevamente voy monte a través, es un suelo bastante transitable y entretenido. Voy paralelo a la pared, que se desploma a unos metros de mí a la derecha, y busco el paso para bajar a los abrigos del Barranco del Aire, que quedan justo debajo.

No es nada difícil este paso, aunque siempre con la prudencia como aliada. En cuanto bajamos vemos a nuestra derecha el Abrigo II, el que conserva la pintura más icónica de Jumilla, la que hemos visto en los carteles que indican el camino a las pinturas. Seguidamente, avanzando por el sendero, llegamos al Abrigo I, con otras dos pinturas esquemáticas.

Desde aquí seguimos la senda, algo empinada al principio, pero que enseguida se suaviza para dejarnos sanos y salvos junto a una vieja casa y dos paneles informativos de los abrigos que acabamos de visitar.

Este camino nos saca a otro que, a la izquierda, nos devuelve al primer cruce, el de las estelas funerarias, retornando desde aquí por el mismo camino de la ida.

Una ruta sencilla, que califico como moderada por el tramo previo a los abrigos y el descenso al camino, que sin ser complicados en absoluto, requieren atención.

Ruta recomendada para un día soleado y nítido para disfrutar al máximo de las vistas desde la Peñarrubia.