Paseo Ecológico de Benissa. De Cala Baladrar a Basetes y vuelta.

Otra versión más del Paseo Ecológico de Benissa (adaptada a personas de edad e intereses diversos), comenzando en Cala Advocat y pasando a Cala Baladrar por la línea costera, aprovechando el mar en calma, para luego continuar hasta Basetes y volver por la misma ruta hacia Cala Advocat, donde parte del grupo inicia la temporada de baños mientras el resto espera sacrificadamente en La Paillote para poder iniciar el protocolo de rehidratación conjuntamente. Al final todo se arregla en Cañís, buen escenario para recordar los años del benjamín del grupo.
Como ya hemos repetido varias veces esta ruta, aunque siempre con trazados diferentes, concentraremos la descripción en aquellos puntos que nos parecen de especial interés para nuestro recuerdo y el bienestar del grupo.
El primer punto, evidentemente, es que ésta es, para nosotros, la parte más bonita de la costa alicantina, por lo que recorrerla -en cualquiera de sus variantes- nos parece muy recomendable.
Elegir Cala Advocat como punto de partida no es una decisión inmotivada. En un ámbito de belleza superior ofrece una posibilidad de aparcamiento al lado de la playa (si se llega temprano, en fines de semana y verano mejor olvidarlo) en un aparcamiento público de fácil acceso. Hoy mismo un camión ha traído dos chiringuitos portátiles que se quedaran instalados en ese lugar, así que la zona de aparcamiento se reduce a partir de ahora. Al lado de la cala se encuentra uno de esos lugares idílicos para el que aprecia algo más, un precioso restaurante con piscina y un pequeño edificio de habitaciones para alquilar, con una espléndida terraza sobre la cala.
Cala Llobella, el lugar más salvaje de la ruta, y donde hemos visto en otras ocasiones que nudistas se mezclan con textiles, está al pie de un acantilado bastante erosionado, donde hay evidencias de desprendimientos tanto en la roca del acantilado como en alguna construcción vecina. Es un lugar en el que hay que pasar con cuidado, preferiblemente alejado de la base del acantilado y, desde luego, nosotros no nos quedaríamos ahí a tomar el sol, ni dejaríamos las cosas depositadas si no queremos aceptar el riesgo de que alguna piedra, o roca de buen tamaño, caiga sobre ellas. Aquí, también, está el único lugar de cierta dificultad para el paso: una pequeña canal inclinada, por la que hay que subir y bajar con cuidado para evitar una posible caida; las zonas vecinas son un llano de cantos rodados y roca y una zona de suelo rocoso ligeramente irregular.
Cala Fustera es como la capital de la zona, playa de arena y más gente que en otros sitios, aunque también mas servicios dependiendo de lo que uno busque. Fuera del verano es un fantástico destino.
Cala Basetes es otro lugar sorprendente. Bellísimo sin duda, pero en temporada piense dónde va a aparcar (si es que puede) y, si pretende salir navegando, tenga en cuenta las peculiaridades de la entrada del monísimo puertecillo, que se convierte en una buena trampa con mala mar por su ubicación, tamaño y orientación. Por cierto los restaurantes lucen muocho mejor que antes. Enhorabuena a Miguel y Laura, su escondite mediterráneo es una auténtica pasada.
Y, si tiene ganas de seguir, el paseo continúa (ahora como Paseo Ecológico de Calpe) hacia Cala Calalga y se puede prolongar hacia la playa de la Fossa, al pie del Peñón de Ifach. Eso le dejara un recorrido de longitud media, muy llevadero, que puede ser el favorito del visitante muy ocasional o excepcional. Nosotros haremos esa parte en una próxima visita aprovechando para ver los flamencos de la laguna de las Salinas, los baños de la Reina y la Playa del Bol, con lo que nos quedan longitudes más equilibradas.
Por último, lo mejor es dar la vuelta por el mismo itinerario. Al menos esa es la recomendación de los amigos que no hacen esta ruta frecuentemente, y prefieren evitar pasos por zonas de carreteras, que en verano pueden tener bastante tráfico.