P. Nac. Sierra de las Nieves: Ermita de la Virgen de las Nieves - Pinsapar de Corona - Puerto Corona.

La Sierra de las Nieves tiene una serie de parajes maravillosos que son bastante desconocidos; el abandono de lo rural ha llevado a que muchas sendas antes transitadas estén ahora totalmente perdidas entre la maleza, lo que además de una lástima desde nuestra óptica de senderistas, representa un evidente peligro para la conservación de estos bosques. Lugares tan absolutamente mágicos como la Cañada de las Carnicerías, la Cañada del Arroyo de los Quejigos, la Cañada de la Encina, etc. tienen la mayor parte de sus senderos echados a perder. Y no se trata de que no se permita cortar una rama de un pinsapo, como nos decían unos trabajadores que estaban limpiando senderos las semanas pasadas, si no de matorrales que en caso de incendio harían que todo desapareciese en cuestión de horas.

Pues bien, hoy me desplacé a Tolox para hacer una ruta por un sendero que han limpiado los vecinos del pueblo, empeñados como están en que este Parque Nacional sea algo más que el ascenso al Torrecilla desde Quejigales o los miradores de Yunquera. Hace cuatro años hice una ruta preciosa desde Tolox al Tajo de la Caína, para bajar por la falda de los Tajos de Añicle hasta Peña Gorda y salir por el pinsapar de Corona de la Cañada de las Carnicerías. Esta ruta me dejó impresionado por la belleza de esta Cañada, si bien, tuvimos que pelear con la vegetación para encontrar sendas desaparecidas; creo que fue una de las rutas más largas en tiempo que haya hecho. Pues bien, en cuanto me enteré de la actuación de los vecinos de Tolox planifiqué esta ruta.

Llegué con el coche hasta la Ermita de la Virgen de las Nieves y tome el carril que se adentra en la Cañada de las Carnicerías. Esta tiene una orientación este-oeste siguiendo el lecho del arroyo de los Horcajos; su cara sur que está formada por las faldas de los cerros de la Cierva y Coronas, es relativamente suave, mientras que en la cara sur las paredes caen casi verticales desde el Cerro del Tocón y el Tajo de la Caína. Conforme nos vamos adentrando en ella, se ve dividida en dos por la loma de la Cortina y se cierra con las paredes que bajan del Añicle, Chaparrera y Fatalandar. El carril se va adentrando en la Cañada de forma ascendente hasta llegar a la fuente del Cañuelo, que en realidad es un depósito que se abastece de los arroyos que bajan de tres pequeñas cañadas. Unos metros más adelante encontramos un carril más estrecho a mano derecha, que será el que seguiremos; en este carril ya notamos el cambio de color de la tierra, que se vuelve rojiza al entrar en el área de influencia del Cerro Corona, formado de peridotita. Seguimos ascendiendo y adentrándonos en la Cañada hasta casi el final de este carril; llevamos recorridos 3,7 km. y encontramos un sendero a mano izquierda que nos llevará hasta el Puerto Corona.

Este es el sendero que ha sido restaurado por los vecinos de Tolox y pasa por una de las maravillas de la Sierra de las Nieves, el pinsapar de Corona, el único del Parque que crece sobre peridotita y que veremos desde distintas alturas, ya que el sendero zigzaguea por él. Me llamó la atención la forma de estos pinsapos, conos casi perfectos, al contrario de los que podemos encontrar en otros pinsapares, cuyos troncos se ramifican caprichosamente sin una pauta definida. Tras cruzar por primera vez el pinsapar llegamos al puertecillo del Madroño, donde la senda se bifurca; por un lado tenemos un sendero que sigue adentrándose en la Cañada hasta Peña Gorda y por otro cambiamos de dirección y volvemos a internarnos en el pinsapar ascendiendo en diagonal al Puerto Corona. Anduve unos metros por el primero de los senderos hasta ver que ese tramo no lo han limpiado, aunque hace cuatro años estaba relativamente transitable y creo que se podría seguir por él sin mucha dificultad (¿?).

Pero la ruta la seguiré por el otro sendero, que nos mete nuevamente en la Cañada de Corona a través de la umbría del Madroño, donde crecen unos enormes pinsapos que poco a poco se van mezclando con pinos y llega a los Tajos de la Fuente para desembocar en el Puerto Corona. Aquí hago un descanso encajonado bajo la impresionante cuesta de los Oreganeros que baja del Cerro de los Valientes y por el otro lado por la mole rojiza del Cerro Corona, mientras que las vistas al sur dan acceso a las Cañadas de Mingo y de las Palomas y al norte vemos todo el camino que hemos recorrido. Solo queda desandar nuestros pasos para volver a la Ermita con la satisfacción de haber completado una ruta magnífica.