Crestería de los Alayos del Dílar.

Ruta a la que le tenía muchas ganas, desde que nos hablaron de ella unos senderistas almerienses hace poco más de un año en la cima del Lucero. Cuando unos meses más tarde subimos al Trevenque no podía apartar la vista (y la cámara) de Los Alayos; así que aprovechando la peculiar climatología, vimos la posibilidad de afrontar esta jornada en pleno invierno con condiciones más que favorables.

Tomamos la opción light de los Alayos del Dilar; no subimos a la cima del Corazón de la Sandía, ya que soplaba un fuerte viento que lo desaconsejaba y tampoco subimos a los Castillejos, ya que en el momento de abandonar la vereda para enfrentar el ascenso campo a través yo me eché para atrás, me dolía bastante el talón (sigue sin recuperarse del todo) y pensé en que todavía teníamos por delante la pronunciada bajada donde los pies iban a sufrir.

Evidentemente, con esos dos ascensos la ruta se complicaría y merecería la calificación de difícil, pero sin esos inconvenientes nos queda una ruta que exige buena forma física por el desnivel a superar y en todo caso, prudencia para el descenso del Picacho Alto que es bastante accidentado. Toda la ruta se desarrolla en senderos bien definidos con el suelo típico de esta Sierra, arenilla y piedra muy descompuesta que nos obliga a utilizar un buen calzado de montaña y a una pisada cuidadosa.

Desde luego la ruta es tan espectacular como nos decían los compañeros almerienses, con unas vistas panorámicas que cortan la respiración, entre las que tiene un especial protagonismo el Trevenque, que desde esta perspectiva se parecería al imaginado Orodruin, el Monte del Destino del Señor de los Anillos.

Para la bajada escogemos volver sobre nuestros pasos y descender por la vereda que nos lleva a la Rambla Seca, cuyo lecho de piedra suelta permite un cómodo caminar, que mitiga en parte la larga cuesta de acusada pendiente. Y por fin llegamos al Río Dílar muy cerca de la Central Eléctrica de La Espartera, desde la que sólo debemos seguir el sendero que bordea el río hasta el aparcamiento donde dejamos el coche.