Nuevo Baztán: Valmores.

Ruta por la Alcarria madrileña, en la Cuenca del Henares, entre cultivos y encinares, hasta alcanzar los restos del "poblado despoblado" de Valmores y su derruida iglesia de misteriosas leyendas.
Pasaremos igualmente por los restos de antiguas edificaciones fabriles como un batán o una fábrica de tintes y gamuzas.

Partimos desde el casco histórico de Nuevo Baztán, un interesante proyecto industrial de inicios del XVIII bajo el patrocinio de Juan de Goyeneche, un reformista a caballo entre el viejo régimen de los Austrias y el nuevo ímpetu borbónico. Un conjunto de palacio, iglesia, calles empedradas y casas para los trabajadores que constituyen una pequeña ciudad de planta hipodámica, al estilo de las que se empezaban a construir en el Nuevo Mundo que, ya de por sí, merece un paseo.
Saliendo de la Plaza de la Iglesia, junto al Centro de Interpretación, tomamos la Calle del Palacio hasta el cruce con la carretera M-204. Un panel explicativo sobre la Senda de Valmores, senda verde de la Comunidad de Madrid con la mitad de kilómetros de la nuestra, nos indica el comienzo del camino.
Avanzaremos por pista de tierra entre cultivos, algunos pequeños pinares y encinas y quejigos.
Pasados poco más de dos kilómetros nos desviaremos de la senda por la izquierda, con ligera subida, para seguir un camino entre pinos y encinas que nos llevará con su correspondiente bajada al Camino de la Vega que discurre paralelo al Arroyo del Val. Este desvío, que no figura en la ruta oficial, nos permite alargar el camino y unas vistas desde la altura de la comarca.
Pasados cuatro kilómetros tomaremos desvío y cruzaremos el arroyo. Este cambio, también fuera de la ruta oficial, nos acercará a las ruinas desperdigadas del antiguo poblado de Valmores y a su ermita, de la que apenas quedan el ábside románico y algún paredón. Tiene el camino tomado por nosotros alguna subidita importante, cortas pero intensas.
Es Valmores, dicen, el origen del vecino pueblo de Olmeda de Las Fuentes, que perdió su antiguo emplazamiento por un misterioso crimen en la ermita anteriormente al siglo XV según la leyenda, y por alguna peste medieval según los más prosaicos.
Volviendo sobre nuestros pasos tomamos de nuevo la pista que nos acercará a una nueva intersección, para bajar a las ruinas del molino del viejo batán de Valdeñigo junto al arroyo, y para subir a las ruinas de los Paredones de San Blas, de incierta finalidad pero sin duda relacionados con la actividad de las fábricas de paños y lanas y del batán de la zona.
Volviendo al camino cruzaremos con cuidado la carretera M-219 para seguir de frente y alcanzar los restos de una vieja fábrica de tintes, antes y gamuzas del siglo XVIII, de la que apenas queda su planta cuadrada.
Seguimos el camino y comienza una empinada subida por erosionada pista. Es quizás la parte menos agradable por ser el tramo último pero, al menos, nos lleva al Mirador del Balconcillo, un resto de la Guerra Civil desde el que podremos tener una hermosa vista del paisaje, del Arroyo de la Vega y de Olmeda.
Siguiendo el camino junto a olivos recién plantados llegaremos en poco tiempo de nuevo a nuestro punto de partida.