Nocturna a El Lucero

Este año decidimos realizar nuestra nocturna veraniega a Cerro Lucero, buscando un objetivo que no estuviera tan concurrido como lo suelen estar La Maroma o El Torrecilla. Hemos escogido una noche con luna nueva, lo que hará que transitemos en total oscuridad. Dicho y hecho, Salvador, Luis y éste que suscribe nos ponemos en marcha la noche del 29 al 30 de agosto y a eso de las 3 de la madrugada llegamos a Puerto Blanquilla (hito 1). Nos sorprende la temperatura, puesto que el aire no es fresco sino bastante templado. Tras pertrecharnos con todo el equipo necesario para pasar la noche al raso, comenzamos a caminar a las 3:20h subiendo las primeras rampas del puerto de Competa en total oscuridad. Solamente nos iluminan nuestros frontales. Así llegamos a dicho puerto (hito 2) a las 4:10h y tomamos el carril de La Cuesta Parda donde, en una de sus primeras curvas, nos llama la atención un ruido entre los matorrales. Nos detenemos y escudriñamos con nuestras linternas para sorprendernos con dos puntos blancos que nos vigilan. Es un ciervo hembra que seguramente se preguntará qué narices hacen estos “curraos” a estas horas por aquí. La dejamos tranquila y proseguimos la marcha hasta llegar al desvío (hito 3) por el que, a través de un puente de madera, cruzamos el arroyo y dejamos el carril. La senda va subiendo, con algún que otro repecho más fuerte, por la ladera norte de la montaña, oteando en todo momento el halo luminoso de Granada. Llegamos a “El Colaero de los Mosquitos” (hito 4) a las 5:25h y desde aquí podemos disfrutar de la iluminación nocturna de los pueblos costeros. Nos disponemos a ascender a la cima sin ver ni un “pijo” pero adivinamos los barrancos archiconocidos a los pies del sendero. A eso de las seis y media llegamos por fin a la cima (hito 5). Nos posicionamos para disfrutar del amanecer. Descansamos, tomamos un refrigerio y echamos alguna cabezadita. Por fin, a las 7:50 hace su aparición el astro rey que, gracias al polvo en suspensión existente, se nos muestra imponente y con una silueta muy nítida. Sobre las ocho, y tras hacer innumerables fotografías, que también para eso hemos venido, nos ponemos en marcha para la vuelta. Hace ahora más fresco que durante la noche. Bajando de El Lucero las vistas son espectaculares. Desconocíamos esta perspectiva a estas horas y por lo tanto con esta luz. Son magníficas, lo que nos lleva a confirmar nuestra idea de que por mucho que vengas a la montaña, siempre te regala alguna nueva y maravillosa imagen. Aprovechando el fresquito y temiendo que el sol levante y empiece a calentar, aceleramos y a eso de las 10 de la mañana llegamos al vehículo. Fantástica experiencia que, como prolegómeno de la nueva temporada, ha sido perfecta.